27/11/11

«Tú, Señor, nuestro Padre, nuestro Redentor…»

Meditación con motivo del I Domingo de Adviento
Ciclo /B/

Textos:
Isaías 63,16b-17.19b.64,2b-7
1 Corintios 1,3-9
San Marcos 13,33-37

El día de hoy comienza el tiempo del Adviento, un tiempo de gran profundidad religiosa, porque está lleno de esperanza y de expectativas espirituales, pues es un tiempo que nos hace detener nuestro caminar en la vida y evaluar lo que hemos hecho, con miras a une encuentro con Dios. En el Adviento es el tiempo con el cual se inicia un nuevo año litúrgico, y se hace desde dos dimensiones fundamentales, desde un doble movimiento espiritual: por una parte, eleva su mirada hacia la meta final de su peregrinación en la historia, es decir, la vuelta gloriosa del Señor Jesús; por otra, recordando con emoción su nacimiento en Belén, y el contemplarlo ante el pesebre, en la fiesta de la navidad. De tal manera que los primeros tres domingos la Iglesia nos coloca de cara a la preparación definitiva con Jesús en su segunda venida, invitándonos a reconocer el sentido de nuestra vida, y así ver hasta qué punto realmente estamos preparando la venida del Señor; y después a partir del 17 de diciembre elevar la mirada hacia el pesebre de velen y prepararnos para recordar y vivir el acontecimiento de la navidad en nuestra vida.
De esta manera, vemos las dos grandes etapas del adviento. Por un lado, el adviento escatológico, es decir la parte del adviento que nos invita a reflexionar en la segunda venida de Cristo; y después la segunda fase, el adviento histórico, donde nos preparamos para la fiesta de la navidad. Y hoy iniciamos la primera etapa del adviento con estos extraordinarios textos, que nos colocan ante una realidad fundamental en medio de esta espera del Señor, y nos lleva a responder una respuesta vital ¿Por qué esperar al Señor? ¿Qué sentido tiene esperar a Dios? ¿Por qué debemos tener esta preparación? Me parece que para responder esta interrogante fundamental, debemos saber quién este Señor al que esperamos y así descubrir el por qué esperamos la intervención de Dios en medio de la historia.
Finalmente esperar a Jesús, y su segunda venida nos debe llevar a descubrir la razón del porque esperamos a Dios, y por ello debemos conocer quién es Dios y su acción salvadora. Me parece que la primera lectura da pautas para acercarnos al misterio de Dios, y acercarnos un poco a este misterio.
El texto comienza diciendo: «Porque tú eres nuestro padre…» El profeta Isaías plasma en su texto este himno de lamentación de parte del pueblo, y en medio de él, se descubre la identidad de Dios. El profeta nos lleva a reconocer una realidad extraordinaria de Dios: Dios es Padre. Esto ciertamente puede parecernos normal, pues nosotros hablamos hoy en día del misterio de la Trinidad y llamamos a Dios, Padre; rezamos el padre nuestro, en fin no parece nada ajeno a nuestro vocabulario religioso. Sin embargo esta palabra tiene una gran fuerza. Primeramente porque llamara Dios Padre es algo totalmente novedoso en el Antiguo Testamento. A Dios se le llama el Señor, el Todopoderoso, el Señor de los ejércitos; pero, no se le llama Padre. Y curiosamente en esta lectura se le llama así en tres ocasiones. Es algo totalmente inaudito. Por tanto, el profeta Isaías hace una oración a Dios, donde reconoce las culpas de su pueblo y para ello invoca a Dios como el Padre. Pero por qué utiliza este título. El llamarlo padre indica en primer lugar el origen de todo, es quien da sentido a todo, es quien da sentido a la historia. Por otro lado ser padre, implica que es un signo de protección y de confianza, si Dios es padre, es porque en él tenemos nuestra confianza, y él es nutra protección, es quien nos da la fuerza para defendernos, es quien da la gracia para renovar la vida. Y sobre todo el título Padre implica el sentido del conocimiento, pues el padre es aquel conoce a sus hijos, pues los ve nacer, crecer, ir alcanzado logros, va viendo su caminar, por tanto hay un gran conocimiento de parte del padre hacia sus hijos. Los Israelitas siempre se han jactado de ser ‘hijos de Abraham’, pero en realidad eso sólo es un nombre, son hijos de Abraham, porque el pueblo se inicio con él, pero no es que Abraham los conozca. En cambio Dios es Padre, pues nos conoce, sabe quiénes somos, sabe nuestra vida; y en el caso de este bello himno de lamentación, Dios sabe los pecados y la necesidad que tienen de reconciliarse con él.
Entonces ante la pregunta quién es Dios, podemos decir que Dios es padre, porque es el origen de nuestra vida, es quien nos ha creado. Es padre porque nos acompaña en nuestro caminar, nos da fuerza y en él podemos poner nuestra confianza. Es padre porque nos conoce de tal manera que sabe por dónde vamos caminando y qué es lo que necesitamos para ir transformando nuestra vida. Si el adviento es esperar la intervención de Dios, implica que estamos esperando la llegada de aquel que nos conoce y que nos protege. Por tanto no es una segunda venida que nos llene de temor, al contrario de esperanza, pues Jesús viene para hacernos encontrar con el Padre, aquel que es Padre por naturaleza, que nos ha llamado a la vida y sabe nuestro caminar.
Pero demos un paso más. El texto sigue dirigiéndose hacia Dios y le da un segundo título: «¡Tú, Señor, eres nuestro padre, "nuestro Redentor" es tu Nombre desde siempre!» Ahora llama a Dios Redentor. Y al hablar de Redentor, el texto en hebreo utiliza un vocablo muy peculiar: “go’el”. Go’el, es el liberador, es un término que se utilizaba para aquella persona que liberaba de una esclavitud, por ejemplo. Cuando alguien compraba un esclavo pagaba cierto precio, pero si el que compraba al esclavo quería que ese hombre fuera libre debía pagar una suma sumamente grande, pues no estaba adquiriendo simplemente un esclavo, sino que estaba dándole a ese hombre su libertad y con ello una serie de derechos que como esclavo no tenía, por tanto lo que se pegaba era muy considerable. Pero si una persona compraba la libertad del esclavo, a ese hombre se le llamaba go’el.
Si Dios es denominado go’el, quiere decir que se le reconoce como un liberador de la esclavitud, aquel que paga un gran precio por la liberación del hombre. En la lectura encontramos todo este himno de lamentación, en donde se reconocen pecadores, en donde se reconocen frágiles, que se han alejado de Dios. Por tanto, se reconocen esclavos del pecado, y quieren que Dios los libere de esa situación. Sólo Dios es tan grande para poder liberarlos de esa carga. Así como era algo difícil liberarse de la esclavitud, y había que `pagar una gran suma de dinero. Así de grande es liberarse de ese pecado, y sólo Dios es capaz de hacer lo posible para liberar a su pueblo del pecado. Con este título (Go’el) el pueblo se reconoce incapaz de salir de su pecado, sólo Dios puede ayudarlos a liberase y a vivir en la dinámica de salvación, sólo Dios puede hacerles libres, desatarlos de su esclavitud. Por tanto, Dios es aquel que libera del pecado, de la corrupción que daña al hombre. Si esperamos a Dios, es porque queremos ser libres queremos que nos libere del pecado. El adviento nos invita a poner la mirada en aquel que nos libera y puede hacer de nuestra vida algo nuevo, poner la mirada en nuestro Go’el.
Y finalmente encontramos un tercer título, al final de este pasaje bíblico: «Tú, Señor, eres nuestro padre, nosotros somos la arcilla, y tu, nuestro alfarero: ¡todos somos la obra de tus manos!» Dios es reconocido como Alfarero. Es una imagen que conlleva dos ideas fundamentales: Si Dios es alfarero es creador y providente.
En primer lugar es creador porque nos recuerda que Dios nos va modelando. Esta imagen nos pone en relación con el relato del Génesis 2,7. Esto indica no una simple creación, sino una creación que se hace con cuidado, que se hace con dedicación. Un alfarero cuando trabaja, no hace las cosas bien a la primera, sino que va viendo como queda bien lo que está modelando, para que quedo lo mejor posible Si Dios es alfarero, implica que nos crea con amor, con dedicación, que pone todo lo necesario para que seamos una escultura perfecta y hermosa. Algunos podríamos decir que nos faltan ciertas cualidades, o que nos faltan ciertas habilidades, pero no es así, Dios es el alfarero y al modelarnos vio que así con lo que somos perfectos, cumplimos con el objetivo al cual fuimos creados.
Por otro lado, el alfarero es esta imagen de la providencia, que va colocando todo lo necesario para que su obra se mantenga y siga adelante, que no se desbarate en medio de las situaciones de la historia. Dios es el alfarero que va poniendo todos los elementos necesarios para que su obra se mantenga y siga adelante.
Por tanto Dios es alfarero, es quien nos modela y va poniendo todo para que sigamos adelante. Adviento es dejarnos moldear por él, es permitir que él nos vaya transformando, pues él puede hacernos efectivamente nuevos.
Por lo tanto, esperamos la irrupción de Dios en nuestras vidas, y lo esperamos porque Dios es padre, es decir es quien da sentido a nuestra vida, quien nos protege, quien nos conoce y sabe que camino debemos seguir. Debemos esperarlo porque es redentor, sólo él pude liberarnos de la esclavitud del pecado. Y sobre todo porque es alfarero, porque quiere modelarnos, quiere hacernos nuevos. Y por ello debemos estar dispuestos para dejar que entre en nuestras vidas, debemos de estar vigilantes como dice el evangelio, para ver cómo llega a nuestra vida y cómo nos pide iniciar esta transformación. Esperemos su llegada, abramos los ojos y vemos la grandeza de Dios que puede transformarnos, pues necesitamos de su acción para renovarnos profundamente. Que este tiempo del adviento sea esa renovación para iniciar así este nuevo año litúrgico que hoy inicia.

3 comentarios:

  1. ¡GRACIAS A DIOS! ¡GRACIAS PADRE!
    ¡FELIZ AÑO NUEVO LITÚRGICO!
    PADRE, NOS DICE QUE PONGAMOS LA MIRADA EN EL PESEBRE A PARTIR DEL 17 O DEL 16?
    ¡QUÉ EMOCIÓN! ¡YA VIENE! ¡QUÉ FELICIDAD!

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  2. Hay que poner la mirada en el pesebre a partir del 17... Porque es a partir de ese día en donde la liturgia se centra en ese misterio.... Cierto que las posadas las incian el 16, pero la liturgia marca el 17 como el día en el que se inicia la contemplación de ese adviento histórico y en donde las mismas lecturas narran la cercanía de Jesús en el misterio de la navidad. A partir del día 17, se les llama a esos días feria privilegiada, porque ya no se celebra a ningún santo, sólo se centra en ´la espera del naciemiento, y en la liurgia de las horas tambien desde el 17 se centra en ese misterio, los himnos hablan de esta cercanía inminente y en las visperas se rezan en el cántico evangelico las llamadas antifonas de la O, que hablan del misterio de Cristo encarnado, según sus atributos

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  3. ¡GRACIAS A DIOS! ¡GRACIAS PADRE!
    GRACIAS POR ENSEÑARNOS Y POR AYUDARNOS A ACRECENTAR NUESTRA FE.
    ¡GRACIAS BUEN PASTOR!
    ESTAREMOS ALERTA EN TODOS LOS INSTANTES Y MÁS, A PARTIR DEL 17 DE DICIEMBRE.
    NUEVAMENTE ¡FELIZ AÑO NUEVO LITÚRGICO!

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