17/5/11

«Era invierno...»

Meditación con motivo del Martes IV de Pascua

Textos:
Hechos 11,19-26
San Juan 10,22-30

El día de hoy escuchamos el final del discurso del Buen Pastor en donde coloca dos elementos fundamentales: Las ovejas que escuchan la voz del pastor, y por otro lado, si el hombre escucha esa voz es capaz de conocer el misterio de Dios, que es un misterio de amor, una amor que lleva a la unidad y el mismo texto dice: «El Padre y yo somos una sola cosa.» Con esto se cierra este discurso, aclarando el misterio de comunión y amor que hay entre el Padre y él, pero aclarando la importancia de escuchar la vez del Pastor.
Sin embargo, en medio de estas palabras encontramos que el evangelista hace un marco referencial, sitúa el pasaje con un elemento temporal: «Era invierno.» Ciertamente la fiesta de la dedicación del templo era a finales de año y por tanto es en invierno, pero si el evangelista se detiene a aclarar esto, implica que no es algo meramente secundario, sino que es algo importante y por tanto, tiene un elemento simbólico.
El invierno es la última estación y por tanto quiere decir en primer lugar que está acabando la misión de Jesús, se está terminado su ministerio y dentro de poco llegará su hora, llegará el momento de su misterio pascual. Pero, el invierno también es la estación donde se acaba la vida, por tanto, quiere decir que es el tiempo donde se ausente la vida. Si el discurso de Jesús se hace en invierno quiere decir que los judíos que lo escuchan no están abiertos a la vida, no están abiertos a la acción de Dios, están totalmente cerrados. Quiere decir que estos personajes están totalmente distanciados de la experiencia de la fe, no están abiertos a la gracia de Dios, ni a lo que Jesús les va a anunciar.
Con esto, Juan coloca un auditorio totalmente hostil a la acción de Jesús, es invierno y no dejan que Dios entre en sus vidas, no son capaces de ser buenas ovejas y escuchar su voz, sólo se escuchan a sí mismos y escuchan sus propias ideologías, pero no escuchan a Dios.
Sin embargo, a nosotros nos puede suceder también esto, puede sucedernos que no veamos la acción de Dios, que llegue el invierno a nuestras vidas y no escuchemos la voz del Pastor, y en lugar de eso, escuchemos otras voces. Escuchamos las voces de las ideologías, de los modos de pensar, de las propuestas del mundo, o incluso nuestras propias voces, nuestras propias conveniencias, o bien cuando escuchamos la voz de nuestras desilusiones, y vemos que las cosas no van bien, o que las cosas no son como parecen, que todo está perdido y no vale la pena seguir adelante, ante eso llega el invierno, llega la carencia de la vida, llega la lejanía de Idos en nuestra historia. Vamos caminando en medio de la vida sin descubrir la voz del Pastor que nos va llamando.
Sin embargo, el invierno no es la última palabra, pues curiosamente san Juan pone este discurso aclarando la hostilidad que ya existe con Jesús. Y a pesar de existir ese ambiente Jesús habla y aclara las cosas, pues la cerrazón no es definitiva, Jesús confía que aún en ese ambiente cerrado y hostil, exista aún alguien que escuche su voz. De igual manera hoy en día puede ser que llegue el invierno a nuestras vidas y nos veamos rodeados de un ambiente sin sentido, de un ambiente sin vida, pero Jesús nos recuerda que no todo es definitivo, el nos sigue llamando, y por tanto si el invierno ha llegado a nuestras vidas, es aún el momento en el cual podemos escuchar su voz y nos renovará totalmente, y hará que seamos fecundos nuevamente.

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