Meditación con motivo del XXV Domingo del Tiempo Ordinario
Ciclo /A/
Textos:
Isaías 55,6-9
Filipenses 1,20-24.27
San Mateo 20,1-16
El hombre busca constantemente encontrarse con Dios, trata de entender quien es Dios. Y ante ello podemos ver cantidad de intentos a lo largo de la humanidad por entender quién es Dios, por entender a la divinidad. De ahí surgen las ideas animistas, las ideas politeístas, las posturas filosóficas. Todo ello es para adentrarse en el conocimiento de Dios. Pues acercarse a Dios es un misterio, Dios es en sí mismo un misterio. Y al decir misterio nos referimos sobre todo a la capacidad de no termina de conocer una realidad. EL misterio no es algo que no se puede conocer, al contrario, el misterio es algo que se puede conocer, pero que no es posible agotarlo, que nunca se acaba de conocer, siempre hay algo nuevo. Por tanto, Dios es un misterio, nunca acabamos de conocerlo, nunca acabamos de entenderlo, siempre hay algo nuevo.
Incluso nosotros mismos recordamos este misterio en la misma celebración Eucarística. Justo antes de la consagración, cuando estamos a punto de tener presente el cuerpo y la sangre de Cristo hacemos reconocimiento del misterio, y lo hacemos cantando el Santo. Decimos juntos “Santo, santo, santo…” Y la palabra ‘santo’ quiere decir “otro”, por tanto decimos tres veces santo, para mostrar que Dios es tres veces otro, totalmente distinto, fuera de nuestros esquemas. Justo lo decimos antes de la consagración, antes de que se haga totalmente cercano, reconocemos que es totalmente otro, que aunque esta cerca se nos escapa, se nos va. Eso es un misterio, que es inabarcable.
Y justo por ello, el día de hoy las lecturas parecen acercarnos al conocimiento de Dios. Encontramos en el evangelio las llamadas parábolas de la viña. La viña en la Biblia nos muestra un símbolo del Pueblo de Dios, por tanto nos hace presenciar el comportamiento del Pueblo de cara a Dios, pero al mismo tiempo nos hace ver al dueño de la viña, y nos muestra características extraordinarias para conocer quién es Dios y con ello acercarnos al misterio.
Pero antes de acercarnos a la Parábola detengámonos en la primera lectura, que nos ofrece una pauta y una clave interpretativa del misterio de Dios. Dice el texto del profeta Isaías: «Porque los pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes son mis caminos.» Con esta frase el Profeta les hace entender a los Israelitas que ellos no deben creer que Dios los ha olvidado, simplemente que deben abrirse y ver que el camino que Dios les propone no es el que ellos quieren, sino que es un camino diverso.
Cuántas veces a nosotros nos sucede esto, pues creemos saber quién es Dios, qué debe de hacer, y queremos que él se relacione con nuestros proyectos, y no siempre es así, pues el toma caminos nuevos siempre, proyectos que notros ni siquiera nos imaginamos. Por ello entrar a conocer a Dios implica renunciar a lo que creemos de él y renunciar a nuestros caminos, y dejar que él nos conduzca.
Y precisamente porque sus pensamientos no son lo que uno piensa, debemos de conocer bien a Dios, por ello el texto del evangelio nos presenta una característica fundamental: Dios nos necesita. El texto nos dice que el propietario busca trabajadores para la viña, eso quiere decir que necesita ayuda. Dios nos necesita a nosotros para alcanzar sus proyectos. Para construir el reino, una comunidad, un pueblo (Simbolizado por la viña), necesita de nosotros. Muchas veces creemos que dios no nos necesita, que podemos estar al margen de Dios, pues pensamos que Dios lo puede todo, que él lo hace todo, pero no es así, él nos necesita para la construcción de la comunidad.
Él me necesita así como soy, con mi carácter, con mis límites, con mi modo de ser, él me necesita así, no requiero de otra cosa, él me necesita así como soy, con mi modo de ser para construir el Reino.
Tan me necesita, que como dice la parábola, sale a cada hora en busca de nuevos trabajadores. A veces tenemos miedo, flojera o apatía para ayudarle. Nos escondemos, pero él sale en nuestra búsqueda, siempre sale para seguirnos invitando, pues nos necesita. Si él sale, es precisamente por eso, porque no quiere que nos quedemos afuera, incluso cuando falta una hora para que todo acaba, él de inmediato sale pues no quiere que nadie quede fuera.
Y el fruto de ese trabajo es un denario. El denario en aquellos tiempos representaba el salario mínimo de un día, lo necesario para sobrevivir. Por tanto les da lo necesario para la vida, ni más ni menos. Y por ello a todos les paga lo mismo, pues los que trabajaron al final, si se llevan menos de un denario, no podrán sobrevivir ese da, sus hijos no tendrán que comer ese día, y por ello, les da todos por igual, pues todos deben tener lo básico para vivir.
Y ese denario en el fondo es la salvación, eso es lo que el hombre necesita para vivir. La salvación es el sentido de la vida del hombre, su felicidad, su amor, su entrega, su plenitud. Y eso es lo que se requiere para vivir, para encontrar sentido a todo., trabajamos para encontrar ese sentido de vida, dejándonos transformar por él, y dejando que todo nos renueve en nuestra vida, dándole sentido a toda nuestra historia.
Dios nos necesita, pues así ayudamos al cambio de la sociedad, así cabíamos nosotros y así vamos renovando nuestra historia. Él me ama como soy y no debo poner pretextos que así entro a trabajar en la viña, y así voy cambiando mi propia vida.
Ciclo /A/
Textos:
Isaías 55,6-9
Filipenses 1,20-24.27
San Mateo 20,1-16
El hombre busca constantemente encontrarse con Dios, trata de entender quien es Dios. Y ante ello podemos ver cantidad de intentos a lo largo de la humanidad por entender quién es Dios, por entender a la divinidad. De ahí surgen las ideas animistas, las ideas politeístas, las posturas filosóficas. Todo ello es para adentrarse en el conocimiento de Dios. Pues acercarse a Dios es un misterio, Dios es en sí mismo un misterio. Y al decir misterio nos referimos sobre todo a la capacidad de no termina de conocer una realidad. EL misterio no es algo que no se puede conocer, al contrario, el misterio es algo que se puede conocer, pero que no es posible agotarlo, que nunca se acaba de conocer, siempre hay algo nuevo. Por tanto, Dios es un misterio, nunca acabamos de conocerlo, nunca acabamos de entenderlo, siempre hay algo nuevo.
Incluso nosotros mismos recordamos este misterio en la misma celebración Eucarística. Justo antes de la consagración, cuando estamos a punto de tener presente el cuerpo y la sangre de Cristo hacemos reconocimiento del misterio, y lo hacemos cantando el Santo. Decimos juntos “Santo, santo, santo…” Y la palabra ‘santo’ quiere decir “otro”, por tanto decimos tres veces santo, para mostrar que Dios es tres veces otro, totalmente distinto, fuera de nuestros esquemas. Justo lo decimos antes de la consagración, antes de que se haga totalmente cercano, reconocemos que es totalmente otro, que aunque esta cerca se nos escapa, se nos va. Eso es un misterio, que es inabarcable.
Y justo por ello, el día de hoy las lecturas parecen acercarnos al conocimiento de Dios. Encontramos en el evangelio las llamadas parábolas de la viña. La viña en la Biblia nos muestra un símbolo del Pueblo de Dios, por tanto nos hace presenciar el comportamiento del Pueblo de cara a Dios, pero al mismo tiempo nos hace ver al dueño de la viña, y nos muestra características extraordinarias para conocer quién es Dios y con ello acercarnos al misterio.
Pero antes de acercarnos a la Parábola detengámonos en la primera lectura, que nos ofrece una pauta y una clave interpretativa del misterio de Dios. Dice el texto del profeta Isaías: «Porque los pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes son mis caminos.» Con esta frase el Profeta les hace entender a los Israelitas que ellos no deben creer que Dios los ha olvidado, simplemente que deben abrirse y ver que el camino que Dios les propone no es el que ellos quieren, sino que es un camino diverso.
Cuántas veces a nosotros nos sucede esto, pues creemos saber quién es Dios, qué debe de hacer, y queremos que él se relacione con nuestros proyectos, y no siempre es así, pues el toma caminos nuevos siempre, proyectos que notros ni siquiera nos imaginamos. Por ello entrar a conocer a Dios implica renunciar a lo que creemos de él y renunciar a nuestros caminos, y dejar que él nos conduzca.
Y precisamente porque sus pensamientos no son lo que uno piensa, debemos de conocer bien a Dios, por ello el texto del evangelio nos presenta una característica fundamental: Dios nos necesita. El texto nos dice que el propietario busca trabajadores para la viña, eso quiere decir que necesita ayuda. Dios nos necesita a nosotros para alcanzar sus proyectos. Para construir el reino, una comunidad, un pueblo (Simbolizado por la viña), necesita de nosotros. Muchas veces creemos que dios no nos necesita, que podemos estar al margen de Dios, pues pensamos que Dios lo puede todo, que él lo hace todo, pero no es así, él nos necesita para la construcción de la comunidad.
Él me necesita así como soy, con mi carácter, con mis límites, con mi modo de ser, él me necesita así, no requiero de otra cosa, él me necesita así como soy, con mi modo de ser para construir el Reino.
Tan me necesita, que como dice la parábola, sale a cada hora en busca de nuevos trabajadores. A veces tenemos miedo, flojera o apatía para ayudarle. Nos escondemos, pero él sale en nuestra búsqueda, siempre sale para seguirnos invitando, pues nos necesita. Si él sale, es precisamente por eso, porque no quiere que nos quedemos afuera, incluso cuando falta una hora para que todo acaba, él de inmediato sale pues no quiere que nadie quede fuera.
Y el fruto de ese trabajo es un denario. El denario en aquellos tiempos representaba el salario mínimo de un día, lo necesario para sobrevivir. Por tanto les da lo necesario para la vida, ni más ni menos. Y por ello a todos les paga lo mismo, pues los que trabajaron al final, si se llevan menos de un denario, no podrán sobrevivir ese da, sus hijos no tendrán que comer ese día, y por ello, les da todos por igual, pues todos deben tener lo básico para vivir.
Y ese denario en el fondo es la salvación, eso es lo que el hombre necesita para vivir. La salvación es el sentido de la vida del hombre, su felicidad, su amor, su entrega, su plenitud. Y eso es lo que se requiere para vivir, para encontrar sentido a todo., trabajamos para encontrar ese sentido de vida, dejándonos transformar por él, y dejando que todo nos renueve en nuestra vida, dándole sentido a toda nuestra historia.
Dios nos necesita, pues así ayudamos al cambio de la sociedad, así cabíamos nosotros y así vamos renovando nuestra historia. Él me ama como soy y no debo poner pretextos que así entro a trabajar en la viña, y así voy cambiando mi propia vida.
AQUÍ ESTOY SEÑOR PARA HACER TU VOLUNTAD.
ResponderEliminar¡TE SIGO!
¡CREO!
SEÑOR, TRANSFÓRMAME Y PÍDEME LO QUE SEA.
¡GRACIAS A DIOS!
¡GRACIAS PADRE!
PADRE ESTÉBAN, POR FAVOR, NO NOS DEJE SIN ALIMENTO.