Meditación con motivo del miércoles de Ceniza
Textos:
Joel 2,12-18
2 Corintios 5,20-21.6,1-2
San Mateo 6,1-6.16-18
Con la imposición de la ceniza, la Iglesia comienza el tiempo de cuaresma. Muchas veces se ve este tiempo como una negación de cosas o como un día de tristeza, es decir, se ve la cuaresma como el negarse a comer cosas, el negarse a divertirse y ello desemboca en la tristeza de la vida. Sin embrago, este no es el autentico sentido de la cuaresma. La cuaresma es una preparación para la pascua, y por tanto es precisamente una preparación, es poner todo lo necesario en la vida para alcanzar una meta.
Si lo pensamos bien, todos en la vida buscamos metas, y para alcanzarlas debemos tener una preparación. Por ejemplo, cuando se espera un hijo, los papás no es que se queden impávidos sin hacer nada, al contrario comienzan todos los preparativos. Por un lado se cuida la salud de la mamá, pues a partir de ese momento debe tener algunos cuidados especiales, económicamente se va preparando todo para el gran momento, por otro lado se preparan los espacios para cuando llegue el niño, etc. Todos esos con preparativos, que de alguna manera exige un cambio de vida, un cambio de la rutina cotidiana para recibir a ese nuevo miembro de la familia que se acerca, exigen cambios, preparativos y a veces sacrificios, pues se renuncian a cambiar y a hacer ciertas cosas para que todo esté bien dispuesto para alcanzar las cosas. Lo más importante es que en medio de esos cambios se hace generalmente en un ambiente de alegría, de gozo por el hijo que se aproxima.
Otro ejemplo que podemos dar, es cuando una persona esta preparándose para terminar unos estudios, se esfuerza hasta el final, busca tiempos y elementos necesarios para poder concluir totalmente sus estudios, y eso implica momentos de estudio, algún momento en el que no duerme o no come bien, pero finalmente todo lo hace con alegría porque sabe todo va a dar un buen fruto, porque le gusta eso que hace, ve hacia la meta que quiere llegar.
De tal manera que hay veces que para esperar algún acontecimiento importante el hombre debe de preparase bien, y ello no debe de ser algo triste, al contrario hay cambios en su vida pero finalmente lo hace con gozo por lo que va a recibir, por la meta que espera alcanzar.
De igual manera la cuaresma no debe de ser un tiempo de tristeza o de privaciones, al contrario es un tiempo de preparación que se debe hacer con alegría pues, la cuaresma es un tiempo que nos prepara para la Pascua, para la resurrección. La pascua es el tiempo más importante para los cristianos, pues el sentido de la fe es precisamente la resurrección. Y si esta fiesta es la más importante es necesario preparase. Porque la pascua no es sólo decir “Me acuerdo que Jesús resucitó”, sino es iniciar una vida nueva, es comprometerse y resucitar con él. Pero para iniciar esta vida nueva es necesario prepararse ver en que vamos mal, ver que me falta, ver en que me he equivocado, hacer un balance general para iniciar una transformación en mi vida.
Este balance es importante, pero se debe hacer gozo, porque tenemos ganas de ser distintos. Si vemos la cuaresma sólo como un tiempo de prohibiciones, de sufrimiento, de dolor, no tiene realmente un sentido. En realidad es un tiempo perdido. La cuaresma es detenerme y ver mi vida, ver qué cosas he hecho y que cosas he dejado de hacer, empezar a cambiar para que en la pascua, tenga mis mejores vestidos, es decir, tenga todo preparado en mi vida para dejar que la gracia de la resurrección me transforme.
El evangelio parece colocarnos algunos criterios para lograr esta transformación, para hacer este balance y nos coloca tres elementos: Limosna, ayuno y oración. Son tres prácticas que nos ayudan a tener medios para hacer el balance de nuestra vida. Pero no son prácticas de dolor, sino practicas para ver que tan buenos somos.
En primer lugar, la limosna, no se remite simplemente a dar dinero, sino que es la práctica que nos ayuda a ver qué tan generoso somos con los demás. Nos ayuda a ver hasta qué punto soy capaz de darme a los demás, qué tanto doy de mi tiempo a mis seres queridos, o que tanto comparto lo que tengo, o que tanto pongo atención a las necesidades de otros, o qué tan egoísta soy, qué tanto he dejado que la avaricia crezca en mi. Dar limosna entonces es empezar, no sólo a dar dinero a diestra y siniestra, sino a dar de mi tiempo a compartir mi vida a escuchar a los demás, y así empezar a ser más generoso con mi vida, y hacerlo con gusto, descubrir lo importante que es escuchar al otro, a mi esposa o esposo, a mis hijos a mis amigos; o bien compartir el tiempo con aquellos que lo necesitan y ver que es hermoso compartirlo, o bien compartir lo que tengo para que los otros también tengan un apoyo firme en mí. Pero no es dar lo que sobra, sino darme a mí mismo, con alegría.
En segundo lugar, la oración. Si estamos llamados a celebrar la pascua es porque queremos encontrarnos con Dios, y ver nuestra vida de oración implica ver hasta donde realmente tengo un diálogo con el Señor. Si debemos empezar a tener más oración en cuaresma no es porque debemos de privarnos de cosas y estar cerca de Dios, sino porque realmente queremos estar con Jesús, y la oración es el medio por el cual el hombre entra en contacto y en diálogo con Dios. Para eso se hace, porque buscamos una cercanía con Dios. Si nuestro objetivo no es Dios, es iútil querer prepáranos para la pascua y es inútil hacer oración, pero si nuestro objetivo es ese encuentro, entonces es un gusto reiniciar nuestro dialogo con Dios.
Finalmente el ayuno, que no es el dejar de comer, sino es una práctica que nos ayuda a sentir hambre, y cuando alguien siente hambre quiere comer, porque en el fondo comer es el medio para sobrevivir, para tener vida. Por tanto, es el momento para descubrir lo valioso que es la vida y que a veces la desperdiciamos, es el momento para ver que tanto valoramos la vida y descubrir que podemos empezar a aprovecharla mejor, y sobre todo descubrir que la debemos compartir a favor de los demás, ayudar a que los demás encuentren vida. No es para ponerme triste, al contrario es una práctica que me debe ayudar a ver si valoro mi vida, si realmente estoy aprovechándola o sólo la esto desperdiciando.Por tanto, el cristiano está llamado a prepararse para el tiempo de cuaresma y debe ser con alegría para descubrir qué tanto es generoso con su vida delante de los demás, qué tanto y tiene una relación con Dios, y cómo ha ido aprovechando la vida, de mane que empiece a cambiar y no para sufrir o mortificarse, sino para ser mejor persona, mejor creyente, mejor cristiano, y lo haga con alegría, porque quiere cambiar y todo cambio es bueno. Y como signo de este cambio, el cristiano lo hace público con el signo de la ceniza. Por tanto la ceniza es ese signo por el cual dice al mundo creo en Dios y quiero seguir creciendo espiritualmente, porque eso me gusta, porque eso me hace feliz y porque puedo hacerlo con la gracia de Dios y resucitar nuevamente con la gracia de su amor y quiero hacerlo visible en la pascua de resurrección.
Textos:
Joel 2,12-18
2 Corintios 5,20-21.6,1-2
San Mateo 6,1-6.16-18
Con la imposición de la ceniza, la Iglesia comienza el tiempo de cuaresma. Muchas veces se ve este tiempo como una negación de cosas o como un día de tristeza, es decir, se ve la cuaresma como el negarse a comer cosas, el negarse a divertirse y ello desemboca en la tristeza de la vida. Sin embrago, este no es el autentico sentido de la cuaresma. La cuaresma es una preparación para la pascua, y por tanto es precisamente una preparación, es poner todo lo necesario en la vida para alcanzar una meta.
Si lo pensamos bien, todos en la vida buscamos metas, y para alcanzarlas debemos tener una preparación. Por ejemplo, cuando se espera un hijo, los papás no es que se queden impávidos sin hacer nada, al contrario comienzan todos los preparativos. Por un lado se cuida la salud de la mamá, pues a partir de ese momento debe tener algunos cuidados especiales, económicamente se va preparando todo para el gran momento, por otro lado se preparan los espacios para cuando llegue el niño, etc. Todos esos con preparativos, que de alguna manera exige un cambio de vida, un cambio de la rutina cotidiana para recibir a ese nuevo miembro de la familia que se acerca, exigen cambios, preparativos y a veces sacrificios, pues se renuncian a cambiar y a hacer ciertas cosas para que todo esté bien dispuesto para alcanzar las cosas. Lo más importante es que en medio de esos cambios se hace generalmente en un ambiente de alegría, de gozo por el hijo que se aproxima.
Otro ejemplo que podemos dar, es cuando una persona esta preparándose para terminar unos estudios, se esfuerza hasta el final, busca tiempos y elementos necesarios para poder concluir totalmente sus estudios, y eso implica momentos de estudio, algún momento en el que no duerme o no come bien, pero finalmente todo lo hace con alegría porque sabe todo va a dar un buen fruto, porque le gusta eso que hace, ve hacia la meta que quiere llegar.
De tal manera que hay veces que para esperar algún acontecimiento importante el hombre debe de preparase bien, y ello no debe de ser algo triste, al contrario hay cambios en su vida pero finalmente lo hace con gozo por lo que va a recibir, por la meta que espera alcanzar.
De igual manera la cuaresma no debe de ser un tiempo de tristeza o de privaciones, al contrario es un tiempo de preparación que se debe hacer con alegría pues, la cuaresma es un tiempo que nos prepara para la Pascua, para la resurrección. La pascua es el tiempo más importante para los cristianos, pues el sentido de la fe es precisamente la resurrección. Y si esta fiesta es la más importante es necesario preparase. Porque la pascua no es sólo decir “Me acuerdo que Jesús resucitó”, sino es iniciar una vida nueva, es comprometerse y resucitar con él. Pero para iniciar esta vida nueva es necesario prepararse ver en que vamos mal, ver que me falta, ver en que me he equivocado, hacer un balance general para iniciar una transformación en mi vida.
Este balance es importante, pero se debe hacer gozo, porque tenemos ganas de ser distintos. Si vemos la cuaresma sólo como un tiempo de prohibiciones, de sufrimiento, de dolor, no tiene realmente un sentido. En realidad es un tiempo perdido. La cuaresma es detenerme y ver mi vida, ver qué cosas he hecho y que cosas he dejado de hacer, empezar a cambiar para que en la pascua, tenga mis mejores vestidos, es decir, tenga todo preparado en mi vida para dejar que la gracia de la resurrección me transforme.
El evangelio parece colocarnos algunos criterios para lograr esta transformación, para hacer este balance y nos coloca tres elementos: Limosna, ayuno y oración. Son tres prácticas que nos ayudan a tener medios para hacer el balance de nuestra vida. Pero no son prácticas de dolor, sino practicas para ver que tan buenos somos.
En primer lugar, la limosna, no se remite simplemente a dar dinero, sino que es la práctica que nos ayuda a ver qué tan generoso somos con los demás. Nos ayuda a ver hasta qué punto soy capaz de darme a los demás, qué tanto doy de mi tiempo a mis seres queridos, o que tanto comparto lo que tengo, o que tanto pongo atención a las necesidades de otros, o qué tan egoísta soy, qué tanto he dejado que la avaricia crezca en mi. Dar limosna entonces es empezar, no sólo a dar dinero a diestra y siniestra, sino a dar de mi tiempo a compartir mi vida a escuchar a los demás, y así empezar a ser más generoso con mi vida, y hacerlo con gusto, descubrir lo importante que es escuchar al otro, a mi esposa o esposo, a mis hijos a mis amigos; o bien compartir el tiempo con aquellos que lo necesitan y ver que es hermoso compartirlo, o bien compartir lo que tengo para que los otros también tengan un apoyo firme en mí. Pero no es dar lo que sobra, sino darme a mí mismo, con alegría.
En segundo lugar, la oración. Si estamos llamados a celebrar la pascua es porque queremos encontrarnos con Dios, y ver nuestra vida de oración implica ver hasta donde realmente tengo un diálogo con el Señor. Si debemos empezar a tener más oración en cuaresma no es porque debemos de privarnos de cosas y estar cerca de Dios, sino porque realmente queremos estar con Jesús, y la oración es el medio por el cual el hombre entra en contacto y en diálogo con Dios. Para eso se hace, porque buscamos una cercanía con Dios. Si nuestro objetivo no es Dios, es iútil querer prepáranos para la pascua y es inútil hacer oración, pero si nuestro objetivo es ese encuentro, entonces es un gusto reiniciar nuestro dialogo con Dios.
Finalmente el ayuno, que no es el dejar de comer, sino es una práctica que nos ayuda a sentir hambre, y cuando alguien siente hambre quiere comer, porque en el fondo comer es el medio para sobrevivir, para tener vida. Por tanto, es el momento para descubrir lo valioso que es la vida y que a veces la desperdiciamos, es el momento para ver que tanto valoramos la vida y descubrir que podemos empezar a aprovecharla mejor, y sobre todo descubrir que la debemos compartir a favor de los demás, ayudar a que los demás encuentren vida. No es para ponerme triste, al contrario es una práctica que me debe ayudar a ver si valoro mi vida, si realmente estoy aprovechándola o sólo la esto desperdiciando.Por tanto, el cristiano está llamado a prepararse para el tiempo de cuaresma y debe ser con alegría para descubrir qué tanto es generoso con su vida delante de los demás, qué tanto y tiene una relación con Dios, y cómo ha ido aprovechando la vida, de mane que empiece a cambiar y no para sufrir o mortificarse, sino para ser mejor persona, mejor creyente, mejor cristiano, y lo haga con alegría, porque quiere cambiar y todo cambio es bueno. Y como signo de este cambio, el cristiano lo hace público con el signo de la ceniza. Por tanto la ceniza es ese signo por el cual dice al mundo creo en Dios y quiero seguir creciendo espiritualmente, porque eso me gusta, porque eso me hace feliz y porque puedo hacerlo con la gracia de Dios y resucitar nuevamente con la gracia de su amor y quiero hacerlo visible en la pascua de resurrección.
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