Ciclo /B/
Textos:
Jeremías 31,31-34
Hebreos 5,7-9
San Juan 12,20-33
Una de las realidades que más temor da al hombre, es sin lugar a dudas el sufrimiento y el dolor. Son dos situaciones por las cuales en algún momento el hombre ha de toparse. El avance de la ciencia y la tecnología, sin lugar a dudas intenta precisamente evitar esta realidad, sin embrago con el paso del tiempo podemos constatar que ni la ciencia con sus descubrimientos, ni la medicina y sus avances, la tecnología y sus inventos han logrado erradicar totalmente el sufrimiento. De algún modo estas posturas se topan con pared al verse rebasadas por esta experiencia.
¿Qué podría decir el creyente acerca del dolor? ¿Qué palabra decir ante la experiencia del sufrimiento? ¿Será a caso que uno se debe de resignar ante tal situación? El evangelio del día de hoy parece acercarnos a esta realidad y así conocer la situación del dolor desde la perspectiva de la fe.
Vienen a Jesús estos griegos es decir, aquellos que no son judíos. Es el inicio de la llegada de hombres que no pertenecen al denominado pueblo elegido, sin embargo aparecen se acercan, al fin las ovejas de otro lados se acercan al redil (cfr. Jn 10,16). Vienen buscando a Jesús, buscan una esperanza, buscan algo que anime su vida. En el fondo esos griegos representan a la humanidad que busca sentido a su vida, buscan horizontes de trascendencia, sentido a su existencia.
Jesús les contesta abriendo así un horizonte de salvación y de esperanza a toda la humanidad: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre.» Con esta expresión Jesús les da una palabra estos buscadores, marcando que ha llegado “la hora”, y la hora representa en el evangelio de san Juan el momento de la entrega y por tanto de la gloria, es el momento de la cruz y la entrega en favor de todos. Estos hombres buscan a Jesús y él inmediatamente dirige estas palabras manifestando que al acercarse ellos, su vida tiene sentido precisamente por la hora que está por llegar. Es la cruz la que da sentido al caminar del hombre, es lo que abre la expectativa al ser humano. Por tanto, Jesús anuncia que será precisamente esta hora la que de sentido a la humanidad.
¿Por qué la muerte, la entrega y con ello el sufrimiento de la cruz puede ser el sentido de la humanidad? El mismo Jesús lo sigue explicando: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto.» Este grano es la figura de Cristo, y por ende del misterio del amor, es figura de la encarnación que ha penetrado en el ámbito humano, ha entrado y ha fecundado con su muerte. Ese grano es necesario que se pudra, que se descomponga para que de ahí brote la vida. Esa semilla putrefacta está llamada a generar la vida. Por tanto externamente esa semilla cultivada en la tierra es algo desagradable, podrido, sin vida, pero gracias a este proceso es posible que la vida comience a brotar. Así, esta semilla es generadora de vida.
Con esta imagen Jesús trata de dar a conocer el sentido de la verdadera vida, es imposible dar la vida resguardándose todo para sí mismo. La vida es fruto del amor y no puede brotar si el amor no es pleno: «El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna.»
Por tanto, el que vive desde la dinámica del amor puede dar efectivamente vida. Sólo dándose a sí mismo se produce la vida y ello implica el sufrimiento, ello implica el dolor. No es que el hombre busque el dolor, el creyente no es un masoquista. Pero cuando se ama realmente, cuando se dona hacia los demás necesariamente se requiere la entrega y con ello hay dolor. Pero no es el dolor que queda arrojado al vacío y sin sentido, no es el dolor hueco y vacío. Es un dolor que fecunda, que da vida, ese dolor es el grano de trigo que genera auténticamente la vida, porque se vive hacia los demás y no hacia uno mismo.
El matrimonio es un claro ejemplo de esto, se vive para la otra persona, para amarle, para ayudarle, para ser soporte del otro, para animarlo, para comprenderle. El matrimonio debe de ser salida constante, debe de ser encuentro con él otro. Cuando en un matrimonio sólo se piensa en sí mismo, en lo que el otro no me favorece, no me ayuda, no me da; y no ceo lo que yo debo de entregar por el otro, entonces es un matrimonio que se sostiene de un mero interés y de un egoísmo, pues sólo espero del otro, y no descubro lo que yo debo de darle al otro. El amor en el matrimonio des de donación, salir hacia el otro y eso a veces conlleva el dolor, el sufrimiento, pero que no es una búsqueda de destrucción sino de ayuda y ese dolor llega a transformarse en vida en donación, en amor totalmente entregado.
Cuando los padres ven por los hijos existen desvelos, entrega, sacrificios; podría parecer que sólo es sufrimiento, pero en realidad es la donación de la vida producida por el amor. Es una entrega que se hace fecunda y muestra el amor.
Si bien es cierto que hay otros sufrimiento, esto se debe precisamente a que el hombre vive encerrado en su egoísmo, quiere acaparar sólo se busca a sí mismo. Con esto se nos está invitando a no ser así, a evitar que otros sufran, a evitar que otros sean dañados siendo generosos, viviendo la entrega así como Jesús lo ha hecho, dándose por los demás para vencer el pecado, para que el hombre viva totalmente redimido. El creyente es que se entrega y convierte todo en vida, convirtiéndolo en vida por la fuerza del amor, hace posible que se erradiquen otros sufrimientos causados por la injusticia, el odio, la destrucción que tiene como base el egoísmo.
Ante el dolor por tanto, podemos descubrir que puede ser medio de santificación en cuanto que el hombre puede unirlo a la entrega por los demás, puede unirlo al sacrificio de Cristo en la cruz. Pero también ante el dolor de los demás se convierte en invitación para dejar el egoísmo y cambiar este mundo en la llamada civilización del amor, en donde uno se entrega para que ya no existan las divisiones y los egoísmos destructores.
¿Qué podría decir el creyente acerca del dolor? ¿Qué palabra decir ante la experiencia del sufrimiento? ¿Será a caso que uno se debe de resignar ante tal situación? El evangelio del día de hoy parece acercarnos a esta realidad y así conocer la situación del dolor desde la perspectiva de la fe.
Vienen a Jesús estos griegos es decir, aquellos que no son judíos. Es el inicio de la llegada de hombres que no pertenecen al denominado pueblo elegido, sin embargo aparecen se acercan, al fin las ovejas de otro lados se acercan al redil (cfr. Jn 10,16). Vienen buscando a Jesús, buscan una esperanza, buscan algo que anime su vida. En el fondo esos griegos representan a la humanidad que busca sentido a su vida, buscan horizontes de trascendencia, sentido a su existencia.
Jesús les contesta abriendo así un horizonte de salvación y de esperanza a toda la humanidad: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre.» Con esta expresión Jesús les da una palabra estos buscadores, marcando que ha llegado “la hora”, y la hora representa en el evangelio de san Juan el momento de la entrega y por tanto de la gloria, es el momento de la cruz y la entrega en favor de todos. Estos hombres buscan a Jesús y él inmediatamente dirige estas palabras manifestando que al acercarse ellos, su vida tiene sentido precisamente por la hora que está por llegar. Es la cruz la que da sentido al caminar del hombre, es lo que abre la expectativa al ser humano. Por tanto, Jesús anuncia que será precisamente esta hora la que de sentido a la humanidad.
¿Por qué la muerte, la entrega y con ello el sufrimiento de la cruz puede ser el sentido de la humanidad? El mismo Jesús lo sigue explicando: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto.» Este grano es la figura de Cristo, y por ende del misterio del amor, es figura de la encarnación que ha penetrado en el ámbito humano, ha entrado y ha fecundado con su muerte. Ese grano es necesario que se pudra, que se descomponga para que de ahí brote la vida. Esa semilla putrefacta está llamada a generar la vida. Por tanto externamente esa semilla cultivada en la tierra es algo desagradable, podrido, sin vida, pero gracias a este proceso es posible que la vida comience a brotar. Así, esta semilla es generadora de vida.
Con esta imagen Jesús trata de dar a conocer el sentido de la verdadera vida, es imposible dar la vida resguardándose todo para sí mismo. La vida es fruto del amor y no puede brotar si el amor no es pleno: «El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna.»
Por tanto, el que vive desde la dinámica del amor puede dar efectivamente vida. Sólo dándose a sí mismo se produce la vida y ello implica el sufrimiento, ello implica el dolor. No es que el hombre busque el dolor, el creyente no es un masoquista. Pero cuando se ama realmente, cuando se dona hacia los demás necesariamente se requiere la entrega y con ello hay dolor. Pero no es el dolor que queda arrojado al vacío y sin sentido, no es el dolor hueco y vacío. Es un dolor que fecunda, que da vida, ese dolor es el grano de trigo que genera auténticamente la vida, porque se vive hacia los demás y no hacia uno mismo.
El matrimonio es un claro ejemplo de esto, se vive para la otra persona, para amarle, para ayudarle, para ser soporte del otro, para animarlo, para comprenderle. El matrimonio debe de ser salida constante, debe de ser encuentro con él otro. Cuando en un matrimonio sólo se piensa en sí mismo, en lo que el otro no me favorece, no me ayuda, no me da; y no ceo lo que yo debo de entregar por el otro, entonces es un matrimonio que se sostiene de un mero interés y de un egoísmo, pues sólo espero del otro, y no descubro lo que yo debo de darle al otro. El amor en el matrimonio des de donación, salir hacia el otro y eso a veces conlleva el dolor, el sufrimiento, pero que no es una búsqueda de destrucción sino de ayuda y ese dolor llega a transformarse en vida en donación, en amor totalmente entregado.
Cuando los padres ven por los hijos existen desvelos, entrega, sacrificios; podría parecer que sólo es sufrimiento, pero en realidad es la donación de la vida producida por el amor. Es una entrega que se hace fecunda y muestra el amor.
Si bien es cierto que hay otros sufrimiento, esto se debe precisamente a que el hombre vive encerrado en su egoísmo, quiere acaparar sólo se busca a sí mismo. Con esto se nos está invitando a no ser así, a evitar que otros sufran, a evitar que otros sean dañados siendo generosos, viviendo la entrega así como Jesús lo ha hecho, dándose por los demás para vencer el pecado, para que el hombre viva totalmente redimido. El creyente es que se entrega y convierte todo en vida, convirtiéndolo en vida por la fuerza del amor, hace posible que se erradiquen otros sufrimientos causados por la injusticia, el odio, la destrucción que tiene como base el egoísmo.
Ante el dolor por tanto, podemos descubrir que puede ser medio de santificación en cuanto que el hombre puede unirlo a la entrega por los demás, puede unirlo al sacrificio de Cristo en la cruz. Pero también ante el dolor de los demás se convierte en invitación para dejar el egoísmo y cambiar este mundo en la llamada civilización del amor, en donde uno se entrega para que ya no existan las divisiones y los egoísmos destructores.
PADRE..."LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR", CÓMO ME HA RECORDADO A S.S. JUAN PABLO II (Q.E.P.D.); A S.S. BENEDICTO XVI Y A SAN JUAN DE LA CRUZ...
ResponderEliminar¡HERMOSO! Y TAN PROFUNDO...
¡GRACIAS A DIOS! ¡GRACIAS PADRE!