Meditación con motivo del Domingo de Resurrección
Ciclo /B/
Textos:
Hechos 10,34a.37-43
Colosenses 3,1-4
San Juan 20,1-9
La Iglesia se alegra el día de hoy con la fiesta de la resurrección, la fiesta que es el centro de la vida cristiana, la que le da el sentido a nuestra fe y a nuestro caminar en la vida. Sin embargo, a veces al escuchar la idea de la resurrección, nos parece algo lejano, algo distante a nosotros, a nuestras vidas, nuestra cultura, nuestra manera de entender la realidad.
Sin embargo, entender la resurrección implica una búsqueda, tal y como lo muestra san Pablo en la segunda lectura de hoy cuando exhorta a la comunidad de Colosas: «Busquen los bienes del cielo.» Una exhortación que pudiera ser mal entendida, puesto que al pedir que se busquen los bienes del cielo, uno podría pensar que se refiere simplemente a voltear hacia el cielo, a dedicarse a las cosas que vienen de Dios, pero no atender las cosas que realmente son terrenales, uno podría pensar que buscar las cosas del cielo es estar sólo haciendo oración, estar en misa diariamente, asistir a los sacramentos. Pero eso es sólo una parte, una arista de las cosas del cielo.
El cielo en la Biblia se refiere a al mundo de Dios, al ambiente de lo divino, a los criterios de Dios. Por tanto, buscar las cosas del cielo implica buscar las realidades de Dios, buscar los criterios de Dios. La aspiración de cristiano debe ser estar en constante búsqueda de los criterios de Dios, de los criterios del evangelio.
Buscar las cosas de Dios por tanto es la búsqueda de la verdad, de la justicia, de la solidaridad, del perdón. Esas son la búsqueda de las cosas del cielo, que no implican abstraerse de la realidad. Al contrario, las cosas del cielo implica entrar completamente con las cosas del mundo, pero con los criterios de Dios. Por tanto, cuando buscamos ser auténticos, decir la verdad, dejar las mentiras. Cuando empezamos a ser justos, y a ayudar a los demás, no quitarles las cosas o a rebajarlos, sino a ayudarlos, a procurares bien, a respetar su persona, a respetar su trabajo, sus bienes, entonces buscamos las cosas del cielo.
Si alguien dijese que busca las cosas del cielo sólo porque va a misa diariamente, o porque hacen muchas oraciones, pero no escuchan a sus hijos, viven a base de mentiras, se peleana cada rato, entones es mentora no buscan a Dios, sólo buscan refugiarse en Dios de sus responsabilidades, de sus obligaciones, y sobre todo de su vida de fe, puesto que sólo buscan calmar su conciencia, pero no mejorarla.
Buscar las cosas del cielo implica buscar los criterios de Dios y esforzarse pervivir día a día el evangelio. Y entonces, ese compromiso, ayuda al hombre a ser mejor, a transformar su vida, a renovar su corazón, en otras palabras, esa persona comienza a resucitar, porque comienza a tener criterios de vida, criterios de Dios.La resurrección, por lo tanto, no es solamente pensar en el más allá, sino ver desde ahora los criterios de idos que permiten al mudo descubrir la fuerza de la resurrección, no sólo como promesa de futuro, sino como una realidad actual, una realidad veraz, que da testimonio de la gracia de Dios. La resurrección, no es sólo promesa, no es sólo una idea, es una realidad que debe de vivirse y se logra hacer cuando el hombre comienza a buscar los criterios de Dios.
Ciclo /B/
Textos:
Hechos 10,34a.37-43
Colosenses 3,1-4
San Juan 20,1-9
La Iglesia se alegra el día de hoy con la fiesta de la resurrección, la fiesta que es el centro de la vida cristiana, la que le da el sentido a nuestra fe y a nuestro caminar en la vida. Sin embargo, a veces al escuchar la idea de la resurrección, nos parece algo lejano, algo distante a nosotros, a nuestras vidas, nuestra cultura, nuestra manera de entender la realidad.
Sin embargo, entender la resurrección implica una búsqueda, tal y como lo muestra san Pablo en la segunda lectura de hoy cuando exhorta a la comunidad de Colosas: «Busquen los bienes del cielo.» Una exhortación que pudiera ser mal entendida, puesto que al pedir que se busquen los bienes del cielo, uno podría pensar que se refiere simplemente a voltear hacia el cielo, a dedicarse a las cosas que vienen de Dios, pero no atender las cosas que realmente son terrenales, uno podría pensar que buscar las cosas del cielo es estar sólo haciendo oración, estar en misa diariamente, asistir a los sacramentos. Pero eso es sólo una parte, una arista de las cosas del cielo.
El cielo en la Biblia se refiere a al mundo de Dios, al ambiente de lo divino, a los criterios de Dios. Por tanto, buscar las cosas del cielo implica buscar las realidades de Dios, buscar los criterios de Dios. La aspiración de cristiano debe ser estar en constante búsqueda de los criterios de Dios, de los criterios del evangelio.
Buscar las cosas de Dios por tanto es la búsqueda de la verdad, de la justicia, de la solidaridad, del perdón. Esas son la búsqueda de las cosas del cielo, que no implican abstraerse de la realidad. Al contrario, las cosas del cielo implica entrar completamente con las cosas del mundo, pero con los criterios de Dios. Por tanto, cuando buscamos ser auténticos, decir la verdad, dejar las mentiras. Cuando empezamos a ser justos, y a ayudar a los demás, no quitarles las cosas o a rebajarlos, sino a ayudarlos, a procurares bien, a respetar su persona, a respetar su trabajo, sus bienes, entonces buscamos las cosas del cielo.
Si alguien dijese que busca las cosas del cielo sólo porque va a misa diariamente, o porque hacen muchas oraciones, pero no escuchan a sus hijos, viven a base de mentiras, se peleana cada rato, entones es mentora no buscan a Dios, sólo buscan refugiarse en Dios de sus responsabilidades, de sus obligaciones, y sobre todo de su vida de fe, puesto que sólo buscan calmar su conciencia, pero no mejorarla.
Buscar las cosas del cielo implica buscar los criterios de Dios y esforzarse pervivir día a día el evangelio. Y entonces, ese compromiso, ayuda al hombre a ser mejor, a transformar su vida, a renovar su corazón, en otras palabras, esa persona comienza a resucitar, porque comienza a tener criterios de vida, criterios de Dios.La resurrección, por lo tanto, no es solamente pensar en el más allá, sino ver desde ahora los criterios de idos que permiten al mudo descubrir la fuerza de la resurrección, no sólo como promesa de futuro, sino como una realidad actual, una realidad veraz, que da testimonio de la gracia de Dios. La resurrección, no es sólo promesa, no es sólo una idea, es una realidad que debe de vivirse y se logra hacer cuando el hombre comienza a buscar los criterios de Dios.
PADRE ¡FELIZ, FELIZ, FELIZ RESURRECCIÓN!
ResponderEliminarRESUCITÓ ¡ALELUYA!
¡GRACIAS SEÑOR!