Textos:
Apocalipsis 11,19;12,1.3-6.10
Corintios 15,20-27
Lucas 1,39-56
Corintios 15,20-27
Lucas 1,39-56
La fiesta de la asunción de la Virgen María es una oportunidad para recordar que estamos llamada a encontrarnos con Dios, que nuestra meta definitiva es precisamente, es la invitación a recordar que nuestra vida no se reduce sólo a lo material, sino que debemos buscar la trascendencia y llegar a la experiencia de Dios en nuestras vidas. Sin embargo llegar a la presencia de Dios no es una cosa sencilla, no es sólo de desearlo, no es una simple escapada de la realidad, sino que debemos encontrarnos con nuestra realidad.
El camino para llegar al Cielo consiste precisamente en tomar contacto con nuestra historia, no es posible que veamos el cielo como un escape de nuestra vida, de nuestras responsabilidades. Verlo de este modo es totalmente contrario a nuestro compromiso como cristianos. Si la virgen sube a los cielos, no es simplemente porque es la madre de Jesús, sino porque tomo en ser su responsabilidad como Madre y dese esa situación se esforzó por cumplir lo mejor posible su misión para alcanzar lo que debía hacer. La asunción no es pensar en ángeles que nos llevan nos escapa de nuestra realidad, la asunción es la fiesta que nos recuerda que nuestra meta es el cielo pero que para ello debemos tomar en cuenta nuestra misión, tomando conciencia de lo que debemos hacer.
Y tomar conciencia de ello nos debe recordar que debemos vencer el mal en nuestra vida, no es simplemente decir tengo los ojos puestos en el cielo, sino que debo de ver mi historia y vencer el mal que hay en ella. Sobre eso nos habla la primera lectura del día de hoy, pues nos presenta a la mujer, símbolo de la comunidad cristiana y frente a ella aparece un dragón, símbolo de aquellas fuerzas malignas que persiguiendo a la comunidad cristiana.
El texto nos dice que: «Apareció un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz.» Nos hace una descripción de lo que es el dragón. En primer lugar nos habla de su violencia, el color rojo es el color de la violencia, por lo tanto este dragón representa toda aquella violencia que existe, la comunidad cristiana es perseguida por una fuerza violenta, que genera división, separación y agresión en los diversos ámbitos de la vida. Tiene siete cabezas, las cabezas representan el poder, y si tiene siete, símbolo de la totalidad, quiere decir que tiene todo el dominio posible, no es una simple persecución, sino que tiene dominio total para hacerlo, se vale de cantidad de artimañas para lograr su objetivo. Cada cabeza tiene una diadema., símbolo del poder, de modo que se trata de un poder absoluto, pleno. Este dragón tiene el poder para perseguir a los cristianos.
El texto continúa hablando de sus acciones que son básicamente dos. En primer lugar dice que barre una tercera parte de las estrellas eso quiere decir que viene a traer oscuridad, viene a traer tiniebla, duda, incertidumbre. Esta bestia trae la duda, a la comunidad cristiana. Implica que la persecución hace sembrar dudas, desconfianza en Dios, para que se echen para atrás y no puedan seguir adelante. Enfrentar al dragón implica no dejarse imbuir por la oscuridad, no dejar que la duda y la crisis sea más fuerte.
En segundo lugar nos dice que es un agente que acaba con la vida, que vine a destruir la vida, pues quiere devorar al niño. Indica que es un perseguidor que acaba con la vida y con la esperanza, pues el nacimiento de un niño dentro de la Biblia es la esperanza. Este dragón vine a cavar con la comunidad cristiana minando sus bases, pues lo pone en oscuridad, en tiniebla y lo coloca en un ámbito sin esperanza.
Ese dragón representa todo aquello que intenta acabar y destruir. Ese dragón representa aquellas ideologías que buscan acabar con la vida como las ideas del aborto, de la envidia, al ambición, la mentira, que a la larga destruyen nuestra vida y nuestras relaciones con los demás. Son aquellas ideologías que van acabando con nuestro espíritu cristiano, con nuestra fe, y sobre todo que van impidiendo que llevemos a cabo nuestra misión en la tierra, pues la desvirtuamos.
Tomar conciencia de nuestra misión, es tomar conciencia de que el mal existe, que trata de confundirnos, que intenta acabar con nuestras esperanzas, pero que podemos vencerlo, pues como dice el texto más adelante: «La mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono.» Marcando que la última palabra la tiene la vida, la esperanza, que Cristo triunfa sobre todo y que el dragón, el mal será destruido.
La Asunción de María nos recuerda que nuestra meta es el cielo, el encuentro pleno con Dios, pero que esto se gana esforzándose día a día, cumpliendo con nuestra labor, con nuestra obligaciones, y no abstrayéndose de la realidad, y sobre todo reconociendo que existe el mal, que nos paraliza, que intenta acabarnos pero que estamos llamados a vencerlo con la gracia y poder de Cristo.
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