Meditación con motivo de la fiesta de la Sagrada Familia
Ciclo /B/
Textos:
Génesis 15,1-6, 21.1-3
Salmo 104
San Lucas 2,22-40
Las lecturas del día de hoy nos centran en una realidad: Dios cumple sus promesas. Lo hemos cantado en el Salmo, y lo hemos visto en la primera lectura cuando Dios le dice a Abraham que no quedará sin descendencia, sino que tendrá una descendencia. Con esto se muestra que Dios no deja abandonado a Abraham, sino que le promete la descendencia y con ello, le está prometiendo un proyecto de vida.
Por tanto, podemos ver que la promesa de Dios va en la sintonía de la vida. No es que le promete a Abraham un caudal lleno de riquezas, o un puesto en la política, sino que le promete la vida y vemos como se lleva a cabo. Dios visita a Abraham, y le da un signo de vida. Dios viene a dar vida al hombre. En el fondo eso es lo que la humanidad necesita, necesita esos signos de vida. Si lo pensamos bien el hombre tiene necesidad de amor, de misericordia, de amistad, de perdón, de solidaridad. Son estas características las que hacen que se sienta amado, que se sienta importante, que se sienta espacial en medio de la historia.
Cuántas veces el hombre ha alcanzado el poder, las riquezas, un buen empleo, y ciertamente alcanza sus metas, su autosatisfacción. Es parte de su vida, pero cuando se alcanza esto y no se es feliz, cuando siente que en su vida necesita la experiencia de encontrarle sentido a lo que hace, que necesita realmente que alguien lo ame, se siente un vacío existencial. Y es que muchas veces a lado del éxito se debe de encontrar también la experiencia de la vida, que lo reconforte. Abraham mismo era un hombre que tenía dinero, pero era marginado, no era bien visto, le faltaba la experiencia de la vida, por esa razón Dios irrumpe en su vida y lo transforma.
Dios cumple sus promesas, con signos de vida. Y justamente es lo que celebramos hoy en Navidad, celebramos que Dios se hace hombre, que entra a formar parte de la historia, que se hace vida. Ver al niño Dios en el nacimiento, es ver una vida que inicia, una vida pequeña y frágil que comienza. Ese niño es un signo de vida, de una vida que inicia, de una vida que es necesitada. Pero finalmente signo de vida.
Y hoy que celebramos esta fiesta de la Sagrada Familia, en el fondo celebramos un núcleo de vida. Dios viene a nacer en medio de una familia, como cualquier niño, para mostrar por un lado la importancia de la familia, y por otro para demostrar lo importante de la familia como signo de vida y como desde ese pequeño núcleo de vida comienza el más grande y extraordinario signo de salvación que ad sentido a toda la historia.
Finalmente en el evangelio volvemos a ver que Dios cumple sus promesas y lo hace con ese gesto de vida. Vemos que en el templo están dos ancianos: Simeón y Ana. Que representan al antiguo pueblo. Por un lado, Simeón representa al antiguo pueblo que es justo y espera las promesas del Señor, por el otro tenemos la figura de Ana, que representa al Pueblo que por un tiempo se aparto de Dios y ahora vive como viuda, es decir sin su marido, que es figura de Dios. Ambos, justos o pecadores, esperan que Dios actúe y de la salvación. Y esta salvación seda con un niño, con un pequeño signo de vida y al verlo lo reconocen, son capaces de reconocer que Dios se manifiesta en signos de vida, como este niño que traerá la salvación.
Que este tiempo de Navidad se a para nosotros la oportunidad para descubrir los signos de vida que Dios nos da y así seamos capaces de descubrir lo valioso de la vida y la intervención de Dios en aquellos signos que realmente salvan y da felicidad en lo más profundo de nuestras vidas.
Ciclo /B/
Textos:
Génesis 15,1-6, 21.1-3
Salmo 104
San Lucas 2,22-40
Las lecturas del día de hoy nos centran en una realidad: Dios cumple sus promesas. Lo hemos cantado en el Salmo, y lo hemos visto en la primera lectura cuando Dios le dice a Abraham que no quedará sin descendencia, sino que tendrá una descendencia. Con esto se muestra que Dios no deja abandonado a Abraham, sino que le promete la descendencia y con ello, le está prometiendo un proyecto de vida.
Por tanto, podemos ver que la promesa de Dios va en la sintonía de la vida. No es que le promete a Abraham un caudal lleno de riquezas, o un puesto en la política, sino que le promete la vida y vemos como se lleva a cabo. Dios visita a Abraham, y le da un signo de vida. Dios viene a dar vida al hombre. En el fondo eso es lo que la humanidad necesita, necesita esos signos de vida. Si lo pensamos bien el hombre tiene necesidad de amor, de misericordia, de amistad, de perdón, de solidaridad. Son estas características las que hacen que se sienta amado, que se sienta importante, que se sienta espacial en medio de la historia.
Cuántas veces el hombre ha alcanzado el poder, las riquezas, un buen empleo, y ciertamente alcanza sus metas, su autosatisfacción. Es parte de su vida, pero cuando se alcanza esto y no se es feliz, cuando siente que en su vida necesita la experiencia de encontrarle sentido a lo que hace, que necesita realmente que alguien lo ame, se siente un vacío existencial. Y es que muchas veces a lado del éxito se debe de encontrar también la experiencia de la vida, que lo reconforte. Abraham mismo era un hombre que tenía dinero, pero era marginado, no era bien visto, le faltaba la experiencia de la vida, por esa razón Dios irrumpe en su vida y lo transforma.
Dios cumple sus promesas, con signos de vida. Y justamente es lo que celebramos hoy en Navidad, celebramos que Dios se hace hombre, que entra a formar parte de la historia, que se hace vida. Ver al niño Dios en el nacimiento, es ver una vida que inicia, una vida pequeña y frágil que comienza. Ese niño es un signo de vida, de una vida que inicia, de una vida que es necesitada. Pero finalmente signo de vida.
Y hoy que celebramos esta fiesta de la Sagrada Familia, en el fondo celebramos un núcleo de vida. Dios viene a nacer en medio de una familia, como cualquier niño, para mostrar por un lado la importancia de la familia, y por otro para demostrar lo importante de la familia como signo de vida y como desde ese pequeño núcleo de vida comienza el más grande y extraordinario signo de salvación que ad sentido a toda la historia.
Finalmente en el evangelio volvemos a ver que Dios cumple sus promesas y lo hace con ese gesto de vida. Vemos que en el templo están dos ancianos: Simeón y Ana. Que representan al antiguo pueblo. Por un lado, Simeón representa al antiguo pueblo que es justo y espera las promesas del Señor, por el otro tenemos la figura de Ana, que representa al Pueblo que por un tiempo se aparto de Dios y ahora vive como viuda, es decir sin su marido, que es figura de Dios. Ambos, justos o pecadores, esperan que Dios actúe y de la salvación. Y esta salvación seda con un niño, con un pequeño signo de vida y al verlo lo reconocen, son capaces de reconocer que Dios se manifiesta en signos de vida, como este niño que traerá la salvación.
Que este tiempo de Navidad se a para nosotros la oportunidad para descubrir los signos de vida que Dios nos da y así seamos capaces de descubrir lo valioso de la vida y la intervención de Dios en aquellos signos que realmente salvan y da felicidad en lo más profundo de nuestras vidas.
FELICIDADES QUERIDO PADRE ESTÉBAN!
ResponderEliminar(¡QUÉ CORTITITA HOMILÍA... PERO QUÉ SUSTANCIOSA)!
¡GRACIAS A DIOS! ¡GRACIAS PADRE!
¡FELIZ INICIO, MITAD, FINAL... TODO EL AÑO!