2/11/09

Contemplar, esperar y orar

Meditación con motivo de la conmemoración de los fieles difuntos

Textos:
Sabiduría 3,1-9
Romanos 6,3-9
San Mateo 25,31-46

El día de hoy la iglesia celebra la memoria de los fieles difuntos un día para la contemplación, la esperanza y la oración. En primer lugar de contemplación, porque esta celebración nos invita a contemplar la idea de la muerte, que es en cierto sentido un misterio en cuanto que no podemos explicarla totalmente, y al mismo tiempo es una realidad, puesto que a todos nos compete morir en algún tiempo determinado.
Por tanto estamos llamados a contemplar precisamente qué tanto estamos preparados para ese acontecimiento. Para meditar y ver cómo va nuestra vida con los demás y con nosotros mismos y por consiguiente descubrir cómo estamos listos para ese acontecimiento. Qué hemos hecho de nuestra vida, como la hemos ido llevando. Es momento para contemplar nuestra vida y ver si realmente la hemos valorado, la hemos aprovechado, porque a veces no valoramos nuestra vida, nuestra historia, vamos desperdiciando el tiempo, no valoramos lo que tenemos, y lamentablemente luego nos arrepentimos. Esta memoria nos hace por tanto tomar en cuenta que tanto hemos realmente aprovechado nuestra vida, nuestras relaciones con los demás, o bien nuestras cosas. El día de hoy estamos llamados a evaluar esta realidad, siendo conscientes que el tiempo pasa, y no se detiene y que todo en algún momento va a terminar.
Debemos de contemplar también nuestra vida, reconociendo que somos frágiles, que no lo podemos todo, y que debemos cuidarnos, y por más cosas que hagamos todo terminará, así que es un día para contemplar nuestra pequeñez y ver que tenemos límites y que todo en algún momento terminará. Qué tanto he vivido la caridad, o que tanto me he creído superior a los demás, impidiendo que me ayuden y siendo más solidario con los demás. Porque a vida no es sólo para que yo lo haga todo sino para establecer vínculos que permitan el crecimiento, el progreso y el amor.
Es día para la esperanza, pues contemplar la muerte no es contemplar algo fatídico, algo terrible, sino que está iluminada por la fe y quiere decir que estamos llamados a contemplar la vida eterna, que todos estamos llamados al encuentro con Dios. Por tanto, estamos llamados a la muerte, pero no como un desenlace, sino como un encuentro, y encuentro con Dios en un nuevo estilo de vida. Nuestra fe nos debe de ayudar precisamente a contemplar que estamos siempre llamados a encontrarnos con Dios, y ello implica pensar que tanto me preparo para estar con Dios. Pero es necesario recordar que al hablar de vida eterna no estamos sólo hablando de una vida en el más allá, sino una vida que comienza desde ahora, en el aquí; puesto que nos vamos encontrando con Dios hoy, y darle ese seguimiento implica preparar todo el camino para encontrarme con Dios en una vida futura y plena. Pensar en mi encuentro con Dios es pensar que tanto me estoy encontrando hoy con Dios.
Finalmente es un día de oración, un día para pedir por nuestros hermanos difuntos, pidiendo a Dios para que entren a su presencia, y así intercedan por nosotros que seguimos en esta iglesia peregrina luchando y esforzándonos por construir el Reino, viviendo el amor y cercanía con nuestros projimos como lo indica el evangelio de hoy, pues así nos encontramos ya desde ahora con el Señor. Que nuestro fieles difuntos descancen en paz y nosotros caminemos al encuentro del Señor desde ahora para que se haga realidad en la eternidad.

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