29/11/09

«Levanten la cabeza, porque ya está cerca la hora de su liberación…»

Meditación con motivo del Primer domingo de Adviento

Textos:
Jeremías 33,14-16
1 Tesalonicences 3,12-13.4,1-2
San Lucas 21,25-28.34-36

Hoy iniciamos un nuevo año litúrgico con la celebración del adviento. Este tiempo litúrgico nos invita a meditar en la espera gozosa del Señor en nuestras vidas. Por un lado, nos invita a prepararnos para recibir a Jesús que viene a nuestras vidas en todo momento, es el momento adecuado pare recordarnos que todos caminamos en la historia acompañados por el Señor que viene. Por otro, es un momento para preparar la navidad, porque a veces estamos tan acostumbrados a celebrarla que precisamente el adviento nos invita a la reflexión y ver con una nueva óptica esta fiesta siempre nueva.
Y en medio de este caminar para reconocer a Jesús que viene a nuestras vidas y para ser capaces de prepárenos mejor al tiempo del adviento la liturgia del día de hoy nos presenta el tema de la esperanza, un tema vital dentro de la espiritualidad del adviento.
¿Pero qué es la esperanza? Para muchos la virtud de la esperanza es una visión un tanto pesimista o conformista de la historia, pues sólo se limitan a ver, la esperanza como una especie de virtud que nos paraliza, que nos hace decir “haber si cambia algo”, y con ello no se hace nada sólo esperar a que Dios cambie las cosas, a conformarnos con lo que tenemos, irla pasando y ya ni modo. Sin embargo, la esperanza no es esto, es una virtud que como su nombre lo indica, espera; pero no lo hace ni de manera pasiva, ni de modo conformista, al contrario, la esperanza es una virtud activa que confiando en el actuar de Dios en la historia, es capaz de ir renovando la historia dese ahora su vida y su entorno. El hombre de esperanza, vive seguro de que lo que hoy existe no es definitivo, que Dios transformará todo, pero al mismo tiempo esta virtud le va transformando y va renovando todo, haciendo posible y visible el actuar de Dios.
La segunda lectura del día de hoy precisamente pone las pautas de esa esperanza, que es totalmente activa en la vida del actuar cristiano, del hombre de fe: «Que el Señor los haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás.» La esperanza debe llevarnos precisamente a permitir que Dios nos transforme profundamente. Y esa transformación se logra a través de la vivencia radical del amor. Ese es un distintivo de la esperanza, es decir, el crecimiento profundo en el amor. Un amor que nos lleva a hacer comunidad , un amor mutuo, que se comparta con los demás, y debe de compartirse porque la fuerza del amor es lo que renueva todo, es lo que hace al hombre distinto, y hace que los demás sean distintos, se sientan interpelados y descubran algo nuevo que puede renovarse en ellos. De este modo el amor se convierte en medio para animar a los demás y descubrir que todo se renueva, y por tanto hacer de la esperanza una fuerza que transforma todo y hace una experiencia de comunidad.
Y esta vivencia del amor desde luego que cansa sin embargo hace que nos acerquemos a Dios y Dios entra en nuestra vida, por ello nos dice san Pablo: «Que él fortalezca sus corazones en la santidad y los haga irreprochables delante de Dios.» Con esto san Pablo pone de manifiesto dos realidades fundamentales: La santidad y el ser irreprochables. Al decir santidad se refiere a la capacidad que el hombre tiene para vivir desde la dinámica de Dios. Santo es aquel que vive según los criterios del evangelio. La palabra Santo incluso quiere decir precisamente eso: “otro”, es decir, distinto, diferente a las categorías del mundo. Vivir en la esperanza dese la dinámica del amor implica precisamente vivir con un nuevo valor en medio de la historia. En segundo lugar dice que sean irreprochables, y aquí utiliza la palabra “sin tacha”, que remite a una experiencia de los sacrificios, pues un animal sólo podía ser sacrificado siempre y cuando estuviese “sin tacha”, es decir, sin marcas, sin defectos. Si algún animal tenía alguna herida, o estaba mal, era inmediatamente rechazado, pues a Dios se le debía dar lo mejor. Si san Pablo recomienda que seamos irreprochables, quiere decir que nos invita a no tener defectos, es una invitación a quitarnos aquellas situaciones que no nos hacen ser mejores personas, al contrario, nos dañan, nos lastiman y lastimamos a los demás.
La esperanza es constructora de una nueva humanidad y ello implica que dejándonos transformar por esta fuerza podemos iniciar dos cosas, por un lado empezar a vivir desde otras categorías, vivir desde Dios, pensar y hacer nuestros juicios como Dios, como él lo va haciendo, come él lo va marcando. Eso es lo importante. La esperanza no es por tanto sentarse a esperar es tener la capacidad de empezar a tener nuevos criterios, y por esa razón todo puede cambiar, todo puede ser diferente e iniciar una nueva historia. En segundo ligar hace que vayamos ciertos vicios, ciertas situaciones que no nos ayudan en nada, sino que nos van limitando e la vida, dejando y venciendo aquello que en realidad nos daña y daña a los demás. Esta es la razón por la cual la esperanza e formadora de una nueva realidad, porque ahora vivimos desde nuevos parámetros y con el intento de formar una nueva vida, que de antemano hemos iniciado.
A veces esto se nos puede frustrar por as situaciones que vamos viviendo, sin embargo el texto del evangelio nos invita precisamente a esta esperanza a no permitir que nuestra vida viva sumida en un conformismo o en un sin sentido de la vida: «Tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.» Con esta frase Jesús deja en claro que las penurias, que lo momentos difíciles van a llegar, sin embargo no podemos sentirnos mal, no podemos defraudarnos, al contrario debemos de seguir adelante y alimentar nuestra esperanza, empezar a transformar nuestra vida. Levantar la cabeza es el símbolo de la libertad y de la esperanza, mientras que estar cabizbajo es el símbolo de la esclavitud, del pecado, de la pérdida del sentido de la vida, el ensimismamiento. Jesús exhorta por tanto al creyente a no claudicar en el proyecto del Reino y a levantar la cabeza teniendo la certeza de que todo cambia y que siempre es posible salir delante: «Levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación
Cuando llegue la tristeza, levanta la cabeza; Cuando llegue la traición, levanta la cabeza; cuando surjan dudas, levanta la cabeza; cuando t sientas solo, levanta la cabeza, cuando te sientas oprimido, levanta la cabeza, cuando te sientas angustiado, levanta la cabeza; cuando creas que estas a la deriva, levanta la cabeza; cuando creas que tu vida ha perdido sentido, levanta la cabeza; cuando estés desesperado levanta la cabeza, porque llega la liberación, porque Jesús no te deja solo, porque Jesús viene a transformar tu vida. Pero levanta la cabeza, levanta tu esperanza, y veras que Dios nunca te deja solo.
El adviento es esto, es permitir que en nuestra vida venga el Señor, y reconozcamos que nunca nos deja solos, porque el continuamente viene, lo importante es que lo reconozcamos, de lo contario entonces el adviento será un tiempo más, pero no habremos encontrado el verdadero sentido que es descubrir en el “hoy” la presencia del Señor que ya viene.

1 comentario:

  1. PADRE ¡DIOS QUIERA QUE ESTÉ USTED BIEN!
    ¡QUÉ HAMBRE HAY PARA LEER SUS HOMILÍAS, PARA REFLEXIONARLAS, PARA VIVIRLAS (AL MENOS INTENTAR VIVIRLAS)
    DIGO HOY COMO HE LEÍDO A SAN LUCAS (Lc.24,29)"SEÑOR, QUÉDATE CON NOSOTROS..."
    PADRE, ESCIBA, POR FAVOR, SE LO SUPLICO PORQUE ESA ESUNA MANERA DE AYUDARNOS A SER TAN HERMANOS COMO USTED (Y ESA ES UNA DE LAS MEJORES FORMAS DE EVANGELIZARNOS)
    NO NOS AVANDONE. PADRE, HIJO DE DIOS "TENGA PIEDAD Y MISERICORDIA DE NOSOTROS..."
    DIOS LO CUIDE Y LO PROTEJA EN TODO MOMENTO-

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