Meditación con motivo del V Domingo de Tiempo Ordinario
Ciclo /C/
Textos:
Isaías 6,1-2.3-8
1 Corintios 15,1-11
San Lucas 5,1-11
Una de las situaciones más complejas en la vida es precisamente el agotamiento, la crisis espiritual. Cuando el hombre ya no quiere salir delante en su vida. Cuantas veces el hombre no quiere seguir porque las situaciones, el desánimo se van haciendo cada día más patentes. Cuántas veces los esposos ya no quieren seguir adelante en su relación matrimonial porque ya no pueden, ya no aguantan. O ya no pueden con los hijos, parece que todo está perdido. Cuando el trabajo se vuelve tan pesado que uno dice ya no puedo más, mejor me escapo de esto y no sigo adelante.
Este sentimiento se presenta alguna vez en la vida, y es lo que nos presenta la escena del evangelio del día de hoy cuando Jesús le dice a Simón Pedro que reme mar adentro, pero él dice: «Maestro, hemos estado luchando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes.» Con esto marca la total desilusión de Pedro, al punto que como el texto lo traduce literalmente, “luchamos”, literalmente ha sido un esfuerzo, una lucha, un desgaste, y a pesar de ese terrible esfuerzo nos hemos cansado sin lograr nada. Se vislumbra lo que el hombre sufre. El hombre es aquel que lucha, pero que tiene una vida estéril.
Esta es la vida del hombre, un hombre que está deseoso de dar frutos, de alcanzar la felicidad, de encontrar un sentido a la vida y para ello se esfuerza, pero está frustrado porque no alcanza a obtenerla. Las palabras de Simón están cargadas de un profundo desánimo, de una gran pesadumbre, porque no es que no alcanzó algo que quería, sino que luchó y no lo logró. No es que estuviera sentado a ver si llegaban los peses, sino que luchó, se esforzó y nada. La Palabra de Jesús se dirige por tanto a la vida cotidiana, porque es ahí en donde debe de dar auténticos frutos, Jesús no anuncia Palabra para obtener frutos fuera de lo cotidiano. De nada serviría dar frutos en la catequesis sino los hay en la vida familiar, en el mundo del trabajo, en donde nos desarrollamos. Sino que, el fruto de la Palabra debe de surgir precisamente ahí, en donde nos desenvolvemos para nuestra vida tenga sentido desde la experiencia de Dios, de modo que Jesús no esté desligado de nuestro actuar, sino que vida cotidiana esté estrechamente ligado a la vida de fe.
Seguramente Jesús lo sabe y por ello se lo ha dicho: «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.» Jesús quiere que el hombre surja, que no se dé por vencido, que no se rinda. Y curiosamente Jesús no dice una frase ambigua, una frase sin sentido, o lejana a la realidad, la Palabra que Jesús dirige es para lo cotidiano “Rema mar adentro”, para Pedro la pesca era lo fundamental en su vida y pero debe esforzarse en medio de su vida por seguir adelante, para no rendirse, para no desilusionarse, siempre hay algo más, siempre hay una nueva oportunidad. Es la invitación a profundizar en nuestra vida a sumergirnos en esa realidad que vivimos y a continuar con ánimo en ese caminar.
Con esta frase Jesús hoy nos lo dice claramente: “rema mar adentro”, rema mar adentro en tu vida, en tu familia, con tus hijos, con tu trabajo. No todo está perdido, no todo está dicho, siempre hay una oportunidad, siempre hay una luz en medio de toda tiniebla. Somos invitados a descubrir que no está todo perdido, que es posible salir adelante, es posible salir con fuerza, con la visión de la fe. No todo está perdido, no todo está acabado.
Esta esperanza de que todo puede cambiar se ve claramente en la bella respuesta de Simón: «Pero, en tu palabra, echaré las redes.» Estas palabras son reflejo de una fe, que a pesar de la frustración que ha vivido, confía en Jesús, en su palabra. Hay que confiar en la palabra del Señor. No hay que quedarnos a medias, sino que es necesario ver que la Palabra efectivamente puede cambiar algo, que abrirse a esta novedad podemos ver las cosas de un modo diferente.
Ahora todo puede verse de otro modo distinto, desde la confianza en la Palabra de Dios. Es el momento para lanzarse mar adentro y seguir adelante en medio de la vida. Sabiendo que es la palabra de dios la que nos fortalece, la que nos anima, y da la fuerza necesaria para seguir adelante, y no sólo nuestros mero esfuerzos, sino desde la fuerza de Dios. Así que es el momento e no rendirnos y remar mar adentro en medio de la desolación y la dificultad, a fin de que todo tome un nuevo curso, una nueva manera entender la historia, iluminados por la fuerza de Dios, cuya Palabra es poderosa, es creadora y capaz de ayudarnos a seguir adelante.
Ciclo /C/
Textos:
Isaías 6,1-2.3-8
1 Corintios 15,1-11
San Lucas 5,1-11
Una de las situaciones más complejas en la vida es precisamente el agotamiento, la crisis espiritual. Cuando el hombre ya no quiere salir delante en su vida. Cuantas veces el hombre no quiere seguir porque las situaciones, el desánimo se van haciendo cada día más patentes. Cuántas veces los esposos ya no quieren seguir adelante en su relación matrimonial porque ya no pueden, ya no aguantan. O ya no pueden con los hijos, parece que todo está perdido. Cuando el trabajo se vuelve tan pesado que uno dice ya no puedo más, mejor me escapo de esto y no sigo adelante.
Este sentimiento se presenta alguna vez en la vida, y es lo que nos presenta la escena del evangelio del día de hoy cuando Jesús le dice a Simón Pedro que reme mar adentro, pero él dice: «Maestro, hemos estado luchando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes.» Con esto marca la total desilusión de Pedro, al punto que como el texto lo traduce literalmente, “luchamos”, literalmente ha sido un esfuerzo, una lucha, un desgaste, y a pesar de ese terrible esfuerzo nos hemos cansado sin lograr nada. Se vislumbra lo que el hombre sufre. El hombre es aquel que lucha, pero que tiene una vida estéril.
Esta es la vida del hombre, un hombre que está deseoso de dar frutos, de alcanzar la felicidad, de encontrar un sentido a la vida y para ello se esfuerza, pero está frustrado porque no alcanza a obtenerla. Las palabras de Simón están cargadas de un profundo desánimo, de una gran pesadumbre, porque no es que no alcanzó algo que quería, sino que luchó y no lo logró. No es que estuviera sentado a ver si llegaban los peses, sino que luchó, se esforzó y nada. La Palabra de Jesús se dirige por tanto a la vida cotidiana, porque es ahí en donde debe de dar auténticos frutos, Jesús no anuncia Palabra para obtener frutos fuera de lo cotidiano. De nada serviría dar frutos en la catequesis sino los hay en la vida familiar, en el mundo del trabajo, en donde nos desarrollamos. Sino que, el fruto de la Palabra debe de surgir precisamente ahí, en donde nos desenvolvemos para nuestra vida tenga sentido desde la experiencia de Dios, de modo que Jesús no esté desligado de nuestro actuar, sino que vida cotidiana esté estrechamente ligado a la vida de fe.
Seguramente Jesús lo sabe y por ello se lo ha dicho: «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.» Jesús quiere que el hombre surja, que no se dé por vencido, que no se rinda. Y curiosamente Jesús no dice una frase ambigua, una frase sin sentido, o lejana a la realidad, la Palabra que Jesús dirige es para lo cotidiano “Rema mar adentro”, para Pedro la pesca era lo fundamental en su vida y pero debe esforzarse en medio de su vida por seguir adelante, para no rendirse, para no desilusionarse, siempre hay algo más, siempre hay una nueva oportunidad. Es la invitación a profundizar en nuestra vida a sumergirnos en esa realidad que vivimos y a continuar con ánimo en ese caminar.
Con esta frase Jesús hoy nos lo dice claramente: “rema mar adentro”, rema mar adentro en tu vida, en tu familia, con tus hijos, con tu trabajo. No todo está perdido, no todo está dicho, siempre hay una oportunidad, siempre hay una luz en medio de toda tiniebla. Somos invitados a descubrir que no está todo perdido, que es posible salir adelante, es posible salir con fuerza, con la visión de la fe. No todo está perdido, no todo está acabado.
Esta esperanza de que todo puede cambiar se ve claramente en la bella respuesta de Simón: «Pero, en tu palabra, echaré las redes.» Estas palabras son reflejo de una fe, que a pesar de la frustración que ha vivido, confía en Jesús, en su palabra. Hay que confiar en la palabra del Señor. No hay que quedarnos a medias, sino que es necesario ver que la Palabra efectivamente puede cambiar algo, que abrirse a esta novedad podemos ver las cosas de un modo diferente.
Ahora todo puede verse de otro modo distinto, desde la confianza en la Palabra de Dios. Es el momento para lanzarse mar adentro y seguir adelante en medio de la vida. Sabiendo que es la palabra de dios la que nos fortalece, la que nos anima, y da la fuerza necesaria para seguir adelante, y no sólo nuestros mero esfuerzos, sino desde la fuerza de Dios. Así que es el momento e no rendirnos y remar mar adentro en medio de la desolación y la dificultad, a fin de que todo tome un nuevo curso, una nueva manera entender la historia, iluminados por la fuerza de Dios, cuya Palabra es poderosa, es creadora y capaz de ayudarnos a seguir adelante.
EN TU NOMBRE SEÑOR ¡ECHAREMOS LAS REDES!
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