Textos:
Isaías 42,1-7
San Juan 12,1-11
Durante estos días de semana Santa la liturgia nos presenta como primera lectura los llamados cánticos del siervo de Dios. Estos cánticos nos presentan esta figura misteriosa del siervo que a ciencia cierta no se sabe quién es, no se sabe exactamente a quien se refería el autor. Algunos hablan que se trata de alguna figura importante de la época, o bien se refiere al mismo profeta o a algún otro enviado, o incluso podría ser la figura del pueblo judío. Ciertamente no hay una conclusión convincente sobre la identidad de este personaje.
Estos cánticos nos presentan a este siervo que tiene una misión e cara a Dios y de cara al mundo, y esto lo lleva al sufrimiento. De tal manera que la comunidad cristiana ha realizado una relectura de estos escritos a la luz del acontecimiento de Cristo y ha colocado a este siervo como una imagen de Cristo que tiene una misión delate del padre a favor del pueblo. Por esta razón se leen durante estos días. Sin embargo la cuestión sobre la identidad del siervo sigue quedando abierta.
Acerquémonos a algunos elementos de estos canticos para descubrir un poco el mensaje que nos quiere dar a nosotros y así acercarnos a la celebración de la semana santa. El día de hoy se nos presenta este primer canto, donde Dios muestra que ha elegido a este siervo y le da una misión. Pero si nos detenemos un poco podremos descubrir el centro de su misión, pues todas sus actividades giran en torno a una realidad: «Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones»; «expondrá el derecho con fidelidad»; «no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar el derecho en la tierra, y las costas lejanas esperarán su Ley.»
Si vemos bien en medio de estas acciones que debe hacer este siervo la palabra que une las ideas es el anuncio del derecho. El siervo debe portar el derecho. Pero, qué es ese derecho que debe anunciar este siervo. La palabra derecho indica la idea de un juicio que se hace del mejor modo, un juicio que lleva a hacer las cosas con justicia. Pero muchas veces al escuchar el término justicia nos remite a la idea de un juez, de un tribunal, de un castigo, de dar a alguien lo que se merece, etc. Sin embrago el término justicia dentro de la Biblia, actuar según la justicia implica sobre todo un tema que refiere a la relación con los demás, entrar en contacto con el otro para darle aquello que es requerido en su vida.
Podemos decir que la justicia es u n tema que va ligado l tema de la alianza. Entrar en la justicia de Dios es entrar en la alianza, entrar en la relación con Dios, entrar en una relación de amistad con él. Ejecutar la justicia de parte de Dios implica entrar en relación con él y ser capaz de descubrir realmente lo que el otro necesita. Dios hace alianza para que el hombre no viva en soledad, no viva en el desamparo, en el sin sentido de la vida, para que reciba la gracia, reciba el perdón, reciba aquello que le da sentido a su vida. Y cuando Dios hace alianza entonces el hombre entra en esta relación de amistad, de solidaridad, de ayuda, de encuentro, de misericordia, en pocas palabras entra en la justicia de Dios, pues recibe el amor, la compañía, la gracia de Dios. Cuando Dios ejerce su justicia el hombre es transformado.
Podemos incluso decir que un sinónimo que nos podría describir esta justicia es la salvación. Si Dios quiere impartir justica es porque quiere dar la salvación al hombre, porque en el fondo el hombre necesita la salvación. La justicia de Dios se manifiesta de ese modo haciendo justicia al hombre. La justicia se manifiesta dando la salvación al hombre.
Por tanto este siervo debe de dar este anuncio, debe dar a conocer la justicia a todas las naciones, pues esto no es sólo para unos cuantos, sino que todos están llamados a recibir la salvación que viene de Dios. Es un anuncio que hasta a las islas debe de llegar. Una Isla en el pensamiento antiguo remite a una idea de la lejanía, de los distanciado, por tanto quiere decir que este mensaje que debe dar el siervo es para todos, aún para los que están distanciados, para los que están totalmente alejados.
En el fondo la semana Santa es precisamente este anuncio de justicia, es este anuncio de salvación para todos los hombres pues Jesús dará su vida a favor de todos, una salvación que será universal. Si realmente queremos aceptar esa salvación estamos llamadas a acoger la justicia de Dios, y la justicia de Dios no se acoge solamente con una buena intención, sino que se hace acogiendo el amor y viviendo desde esa dinámica y por ende trasmitiendo ese amor a los demás. De este modo la semana santa se vuelve vida, pues el anuncio de la justicia se hace presente en medio de nosotros, en medio de nuestras vidas.
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