Textos:
Hechos 4, 8-12
1 Juan 3,1-2
Juan 10,11-18
El mundo vive en medio de una desorientación continua, pues busca un camino certero, sin embargo se le presentan muchos y todos parecen dirigirlo hacia su felicidad y su estabilidad. Pero en medio del camino se tropieza porque en realidad no e el camino seguro. No sabe hacia donde dirigirse, no sabe que voces escuchar para alcanzar el sentido de su vida, el camino exacto, el auténtico camino. Más aún cual es la verdadera voz que le guía y acompaña en medio de su búsqueda.
Ante esta desorientación podemos decir que el mundo necesita de líderes que realmente sepan conducirlo hombre hacia lo que busca, lo que le sacia. Se requieren hoy más que nunca hombres capaces de saber dar una orientación, dando rumbos, metas, necesidades y sobre todo satisfacción en su ser.
Sobre esta realidad nos habla el día de hoy la liturgia. El cuarto domingo de Pascua es conocido como el domingo del Buen Pastor. Y el fragmento que escuchamos el día de hoy nos presenta las características del Buen Pastor. Empecemos por entender que quiere decir el adjetivo “buen”. No se refiere a un pastor bueno moralmente hablando, o bueno en su carácter, como alguien que es buna onda. Es más que eso. La palabra bueno, que en griego es kalós nos remite a la bondad con una cualidad encantadora. Por tanto, en primer lugar si Jesús es buen pastor se refiere a un pastor lleno de una bondad atractiva, que llama la atención, que embelesa, que nos invita a seguirlo. No es un pastor que venga a nada más a ver que sucede, o que llega a mandar. Es el pastor que deja un buen sabor de boca, que atrae, que es llamativo, que nos hace seguirlo.
Este Pastor nos hace seguirlo no por una exigencia, no porque si no nos castigan o porque es necesario para pasar un crédito de una materia, no porque sea un dictador y no queda de otra. Se le sigue porque tiene algo distinto, tiene una bondad que transforma al hombre, que le hace sentirse amado, que le hace sentirse necesitado por él, pues es capaz de dar la vida por uno mismo para que no se perezca. Se sabe uno importante delante de él. No podemos pasar desapercibidos por la vida frente a él. Además tiene Palabras para levantar al abatido, para defender del lobo rapaz, para que no nos desviemos en medio de la vida. Este es un pastor diferente, no es un mero asalariado, no es un interesado para ver que consigue, no es un mero explotador. Es alguien que conoce, ama y se preocupa por cada una de sus ovejas.
Podemos descubrir entonces aquí a un pastor que nos puede guiar por un sendero seguro, un camino adecuado; pues nos lleva movidos por el amor, movido por su preocupación para que alcancemos algo que nos de felicidad. No lo pasajero, lo de moda, lo que se acaba, lo efímero. Se preocupa por nosotros y nos lleva al camino que puede tener ciertas dificultades, pero que es seguro. Y si existen las dificultades se debe a que para alcanzar la felicidad implica trabajo, búsqueda, perseverancia, ánimo. Y ello es cansado a veces, de repente pareciera que vamos en contra corriente, o requiere más empeño, más fuerza. Pero finalmente nos lleva a encontrar lo que el hombre necesita.
Deberíamos de plantearnos el día de hoy qué tanto permitimos que Jesús sea nuestro buen Pastor, que nos llama, que nos cuida y nos quiere llevar al camino de la felicidad. ¿Realmente lo escuchamos? ¿Tratamos de hacerle caso a él? ¿O sólo escuchamos lo que nos conviene? ¿O vamos combinando varias posturas? ¿Qué papel tiene Jesús como Pastor? ¿Realmente vemos su bondad o sólo es algo momentáneo?
Uno de los riesgos de nuestra realidad es que podríamos ver a Jesús como alguien alejado, como una doctrina, como un rito. Pero no como una expresión de amor, que toca realmente los corazones de los hombres. ¿Realmente me siento amado por él? De lo contario entonces nunca veremos esa belleza de Pastor que nos llama, que nos embelesa, y nos puede transformar. El problema de fondo sería que vemos a Jesús como una voz más en medio del mundo, y que la escuchamos cuando nos parece pertinente o necesario. Pero no sería el eje conductor de nuestra vida, porque no hay experiencia personal, experiencia que lleva al amor personal y único. Lo que deberíamos hacer entonces es buscar a Jesús, salir a su encuentro, dejar que nos interpele y sobre todo que nos ame.
¿Y cómo podríamos hacerle para encontrarnos con Jesús? Lo básico y fundamental a la luz de la imagen del Pastor es que deberíamos de plantearnos hasta que punto realmente las otras voces nos llevan a la felicidad. Porque los pensamientos de moda, en realidad llevan a dividirnos, a apartarnos de lo que vale la pena, ero sobre todo cargadas de grandes contradicciones. Digo que son contradictorias, porque todos buscan paz, estabilidad, concordia, erradicar la violencia, unidad entre la familia, responsabilidad. Sin embargo, al ver los caminos que el mundo provoca son diferentes. Vivimos en un mundo donde lo que importa es el individualismo, pues se propugna que uno haga lo que quiera y así lo anuncian infinidad de comerciales, marcando al interno nuestro egoísmo. Se aboga por el aborto, que por un lado es destrucción de la vida, pero por otro es invitación a la irresponsabilidad, pues en el fondo es invitación a abortar para que los jóvenes tengan relaciones sin comprometerse con sus actos. Si todo es posible evadirlo, después se puede asesinar, no darle de comer a la familia, ser injusto, no ser responsables en el trabajo, total hay otras salidas, no tomo en serio mis compromisos y mis actos. Podría parecer exagerado tal vez, sin embargo, en el fondo es una invitación a la irresponsabilidad en el ámbito sexual. Se busca que haya unidad en la familia, hasta proponen un día de la familia, pero al mismo tiempo se promueve el divorcio, y hasta lo agilizan con el divorcio errores quitando causales ¿Cuál unidad? Se busca evitar la violencia, pero hay otros factores que la van provocando, pues no se dan medios para ayudar a una buena educación, pues se van quitando medios y recursos para la ciencia, la investigación, como lo demostró la reciente epidemia de influenza mostrando atraso en esos campos.
Sin embargo, el pastoreo de Jesús nos invita al amor, a la misericordia, a la justicia, al perdón, a la solidaridad. Este es el evangelio. ¿No es esto lo que busca el hombre, no busca a caso la solidaridad, el amor, el perdón? No hay motivo para dudar de este Buen Pastor, él relámete nos lleva hacia esos campos, hacia esa realidad, que tanto necesita y busca el hombre. Tal vez se acuse a la iglesia de retrograda, que no vive a la moda. Pero el perdón, el amor, la justicia, no es cuestión de modas, sino que son valores perennes, constantes y que en el fondo los buscamos. Porque no volvernos a escuchar a este Buen Pastor que nos ama y nos guía por el camino de la verdad.
Debemos poner las cosas en claro y descubrir si realmente las voces del mundo proponen la felicidad o simplemente nos llevan a otras situaciones ambiguas. Estamos en medio del tiempo pascual lo cual nos invita a encontrarnos con el resucitado, y ese resucitado es Pastor, es alguien que ama, que está cercano y nos guía para iniciar un camino de total transformación.
Ante esta desorientación podemos decir que el mundo necesita de líderes que realmente sepan conducirlo hombre hacia lo que busca, lo que le sacia. Se requieren hoy más que nunca hombres capaces de saber dar una orientación, dando rumbos, metas, necesidades y sobre todo satisfacción en su ser.
Sobre esta realidad nos habla el día de hoy la liturgia. El cuarto domingo de Pascua es conocido como el domingo del Buen Pastor. Y el fragmento que escuchamos el día de hoy nos presenta las características del Buen Pastor. Empecemos por entender que quiere decir el adjetivo “buen”. No se refiere a un pastor bueno moralmente hablando, o bueno en su carácter, como alguien que es buna onda. Es más que eso. La palabra bueno, que en griego es kalós nos remite a la bondad con una cualidad encantadora. Por tanto, en primer lugar si Jesús es buen pastor se refiere a un pastor lleno de una bondad atractiva, que llama la atención, que embelesa, que nos invita a seguirlo. No es un pastor que venga a nada más a ver que sucede, o que llega a mandar. Es el pastor que deja un buen sabor de boca, que atrae, que es llamativo, que nos hace seguirlo.
Este Pastor nos hace seguirlo no por una exigencia, no porque si no nos castigan o porque es necesario para pasar un crédito de una materia, no porque sea un dictador y no queda de otra. Se le sigue porque tiene algo distinto, tiene una bondad que transforma al hombre, que le hace sentirse amado, que le hace sentirse necesitado por él, pues es capaz de dar la vida por uno mismo para que no se perezca. Se sabe uno importante delante de él. No podemos pasar desapercibidos por la vida frente a él. Además tiene Palabras para levantar al abatido, para defender del lobo rapaz, para que no nos desviemos en medio de la vida. Este es un pastor diferente, no es un mero asalariado, no es un interesado para ver que consigue, no es un mero explotador. Es alguien que conoce, ama y se preocupa por cada una de sus ovejas.
Podemos descubrir entonces aquí a un pastor que nos puede guiar por un sendero seguro, un camino adecuado; pues nos lleva movidos por el amor, movido por su preocupación para que alcancemos algo que nos de felicidad. No lo pasajero, lo de moda, lo que se acaba, lo efímero. Se preocupa por nosotros y nos lleva al camino que puede tener ciertas dificultades, pero que es seguro. Y si existen las dificultades se debe a que para alcanzar la felicidad implica trabajo, búsqueda, perseverancia, ánimo. Y ello es cansado a veces, de repente pareciera que vamos en contra corriente, o requiere más empeño, más fuerza. Pero finalmente nos lleva a encontrar lo que el hombre necesita.
Deberíamos de plantearnos el día de hoy qué tanto permitimos que Jesús sea nuestro buen Pastor, que nos llama, que nos cuida y nos quiere llevar al camino de la felicidad. ¿Realmente lo escuchamos? ¿Tratamos de hacerle caso a él? ¿O sólo escuchamos lo que nos conviene? ¿O vamos combinando varias posturas? ¿Qué papel tiene Jesús como Pastor? ¿Realmente vemos su bondad o sólo es algo momentáneo?
Uno de los riesgos de nuestra realidad es que podríamos ver a Jesús como alguien alejado, como una doctrina, como un rito. Pero no como una expresión de amor, que toca realmente los corazones de los hombres. ¿Realmente me siento amado por él? De lo contario entonces nunca veremos esa belleza de Pastor que nos llama, que nos embelesa, y nos puede transformar. El problema de fondo sería que vemos a Jesús como una voz más en medio del mundo, y que la escuchamos cuando nos parece pertinente o necesario. Pero no sería el eje conductor de nuestra vida, porque no hay experiencia personal, experiencia que lleva al amor personal y único. Lo que deberíamos hacer entonces es buscar a Jesús, salir a su encuentro, dejar que nos interpele y sobre todo que nos ame.
¿Y cómo podríamos hacerle para encontrarnos con Jesús? Lo básico y fundamental a la luz de la imagen del Pastor es que deberíamos de plantearnos hasta que punto realmente las otras voces nos llevan a la felicidad. Porque los pensamientos de moda, en realidad llevan a dividirnos, a apartarnos de lo que vale la pena, ero sobre todo cargadas de grandes contradicciones. Digo que son contradictorias, porque todos buscan paz, estabilidad, concordia, erradicar la violencia, unidad entre la familia, responsabilidad. Sin embargo, al ver los caminos que el mundo provoca son diferentes. Vivimos en un mundo donde lo que importa es el individualismo, pues se propugna que uno haga lo que quiera y así lo anuncian infinidad de comerciales, marcando al interno nuestro egoísmo. Se aboga por el aborto, que por un lado es destrucción de la vida, pero por otro es invitación a la irresponsabilidad, pues en el fondo es invitación a abortar para que los jóvenes tengan relaciones sin comprometerse con sus actos. Si todo es posible evadirlo, después se puede asesinar, no darle de comer a la familia, ser injusto, no ser responsables en el trabajo, total hay otras salidas, no tomo en serio mis compromisos y mis actos. Podría parecer exagerado tal vez, sin embargo, en el fondo es una invitación a la irresponsabilidad en el ámbito sexual. Se busca que haya unidad en la familia, hasta proponen un día de la familia, pero al mismo tiempo se promueve el divorcio, y hasta lo agilizan con el divorcio errores quitando causales ¿Cuál unidad? Se busca evitar la violencia, pero hay otros factores que la van provocando, pues no se dan medios para ayudar a una buena educación, pues se van quitando medios y recursos para la ciencia, la investigación, como lo demostró la reciente epidemia de influenza mostrando atraso en esos campos.
Sin embargo, el pastoreo de Jesús nos invita al amor, a la misericordia, a la justicia, al perdón, a la solidaridad. Este es el evangelio. ¿No es esto lo que busca el hombre, no busca a caso la solidaridad, el amor, el perdón? No hay motivo para dudar de este Buen Pastor, él relámete nos lleva hacia esos campos, hacia esa realidad, que tanto necesita y busca el hombre. Tal vez se acuse a la iglesia de retrograda, que no vive a la moda. Pero el perdón, el amor, la justicia, no es cuestión de modas, sino que son valores perennes, constantes y que en el fondo los buscamos. Porque no volvernos a escuchar a este Buen Pastor que nos ama y nos guía por el camino de la verdad.
Debemos poner las cosas en claro y descubrir si realmente las voces del mundo proponen la felicidad o simplemente nos llevan a otras situaciones ambiguas. Estamos en medio del tiempo pascual lo cual nos invita a encontrarnos con el resucitado, y ese resucitado es Pastor, es alguien que ama, que está cercano y nos guía para iniciar un camino de total transformación.
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