Textos:
Números 6,22-27
Gálatas 4,4-7
San Lucas 2,16-21
Gálatas 4,4-7
San Lucas 2,16-21
Hoy iniciamos un año nuevo y curiosamente lo iniciamos con muchos propósitos, que van acompañados de buenos deseos. Si analizamos bien nuestros propósitos podernos descubrir precisamente que son cosas que nos hacen bien, cosas que nosotros sabemos que debemos cambiar para ser mejores personas, cosas que nosotros sabemos que necesitamos. Por lo general, los propósitos son cosas buenas que nos benefician. Sin embargo el problema no está en tener los buenos propósitos, sino en que nunca los cumplimos, y no los cumplimos porque en realidad no queremos cumplirlos. Desde que nos lo proponemos ya tenemos en mente que no lo vamos a cumplir porque la misma sociedad a así lo marca “los propósitos de año nuevo no se cumplen”, hasta en los medios de comunicación se incita a tener propósitos, y siempre los acompaña la frase tan trillada “aunque no los cumplimos”. Con esta mentalidad desde luego que nunca los podremos cumplir. Junto con esto los buenos propósitos siempre van acompañados por cosas que son a veces imposibles poder hacerlas de momentos, o son cosas absurdas, o bien son una cantidad inmensa de propósitos, manera que es imposible cumplirlos.
El día de hoy la iglesia comienza este nuevo año con la fiesta de María, Madre de Dios. Y comienza con esto porque quiere precisamente que la figura de la Virgen sirva de modelo para cada uno de nosotros, ya para que la tomemos como modelo y sigamos por el camino que requerimos para tener un buen año. Un año acompañado por la presencia de Dios.
El texto del evangelio nos demuestra como la virgen se queda contemplando el misterio de este niño, de Dios que se hace hombre por nosotros, el misterio quela lleva a descubrir que en ese niño están cumplidas todas las promesas del Antiguo Testamento. Para ello el texto nos dice: «Conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.» De alguna manera María es esta contemplativa del misterio y precisamente al iniciar el año la liturgia quiere que tomemos su actitud, contemplar el misterio de Dios, iniciar el año y ver a Dios. El problema está que muchas veces iniciamos el año y no vemos a Dios con notros, no descubrimos que Dios es quien nos ha dado la oportunidad de iniciar con vida un año más, no nos damos la oportunidad de agradecerle al Señor todo lo que hace por nosotros. Iniciar un año es contemplar a Dios.
Muchas veces nuestros buenos propósitos no se cumplen porque efectivamente no queremos cumplirlos o porque no queremos iniciar una verdadero cambio, pero sobre todo porque son cosas pasajeras, son cosas sin sentido, y porque creemos que queremos que Dios nos ayude a iniciar ese cambio. La Virgen María al ser la Madre de Dios recibió una extraordinaria vocación, pero que no contaba solo con sus fuerzas, sino que necesitaba de la ayuda de Dios, y logró hacerlo, y estar al pie de la cruz, pero no porque ella fuera extraordinaria, sino porque dejo que la fuerza de Dios entrara en ella y la hiciese extraordinaria.
Nosotros muchas veces queremos cambiar nuestro carácter, o queremos ser mejores estudiantes, o ser más pacientes, pero no creemos que podamos hacerlo, o peor aún no confiamos en que Dios puede ayudarnos a ser mejores, o simplemente hacemos propósitos que sean absurdos como ir al mundial, ir a fiestas, para que según nosostros los cumplamos, pero en realidad no nos hacemos mejores personas.
Hoy iniciamos un año y creo que hay muchas expectativas, muchos propósitos, pero creo que hoy podríamos iniciarlo un propósito: “acercarnos más a Dios”, dejar que él sea nuestra luz y nuestra fuerza. Creo que ese es realmente un propósito de año Nuevo., que puede hacer que otros propósitos se vayan cumpliendo, haciendo de nosotros mejores personas.
Es momento de parecernos a la Virgen María y contemplar el misterio de Dios y de descubrir que no voy solo/a por el camino de la vida, que Dios me acompaña, que Dios no me deja en ningún momento y que siempre me ayuda para ser mejor persona. Este debe de ser nuestro mejor proyecto de vida para comenzar un año nuevo, dejar que sea Dios que nos guíe y haga de nosotros mejores personas.
Y cuando dejamos que él entre y nos guíe todo es distinto, todo es diferente, así como los pastores dejaron que Dios los transformara: «Los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.» Así nosotros debemos salir transformados y anunciar que el cambio y una vida nueva es posible con la ayuda de Dios. Y pare ello sigamos contemplando a ejemplo de María el misterio de Dios en medio de nosotros, sólo así iniciaremos un buen año, pues Dios está con ostros y nos guía.
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