Textos:
Isaías 49,1-6
Hechos 13,22-26
San Lucas 1,57-66.80
Muchas veces pensamos que la fe es algo estático, que no requiere ya ningún cambio, sólo basta creer en algo y ya. Podemos creer que es suficiente con decir lo creo y es suficiente. Pero no es así, al contrario, la fe debe de ser algo dinámico, que día a día fluye. Porque cuando nos encerramos en una idea estática, y sobre todo que no dice nada a nadie, que no se entiende la fe pierde todo sentido y orientación en la vida. La fe aparece como muerta y ya no dice nada a nadie.
La festividad que hoy celebramos nos lleva a reconocer como Dios da nuevas directrices, y nuevas maneras de entender la historia, reconociendo como la fe va avanzando, va fluyendo en medio de la vida. Y eso lo podemos descubrir en el texto extraordinario que nos presenta el evangelista san Lucas el día de hoy. En el centro del relato podemos descubrir el sentido de la fiesta de hoy, que es el nacimiento de Juan Bautista, y entorno a este acontecimiento podemos ver la discusión acerca del nombre que se le debe poner al niño.
El nombre dentro de la Escritura no denota simplemente una designación convencional, una mera manera de identificar a alguien, expresa el papel de la persona en medio de la historia, es su misión, su identidad. Podemos decir que el nombre es la persona misma, no es sólo un agregado en la vida de la persona, el nombre es su vida misma. De ahí que colocar el nombre a este niño que ha nacido no es simplemente algo casual, no es una simple discusión familiar, es un diálogo en donde se trata de descubrir la vida, misión e identidad de este niño que ha nacido.
La discusión se centra en dos nombres: Zacarías y Juan. Todos los ahí presentes desean que se llama Zacarías como el padre, sin embargo Isabel no quiere. Si el nombre indica la misión y la identidad de la persona quiere decir que desean para este niño que sea como su Padre, que sea Zacarías, sea sacerdote y recuerde el memorial de Dios. Porque Zacarías quiere decir precisamente eso, memorial, es un nombre que indica que hace palpable el recuerdo de Dios, él es el Sacerdote que por medio de los sacrificios hace presente el actuar de Dios, y espera la salvación definitiva de parte de Dios. Pero el problema de fondo es que este niño ha nacido porque Dios se ha acordado del pueblo y ha actuado, ha dado una nueva señal de salvación con este niño.
Por lo tanto no se puede llamar Zacarías, no es posible, porque no está en la línea de las antiguas cosas, sino que va en línea de lo nuevo y debe tener un nombre nuevo, pues hay una novedad en el fondo. Esta novedad está marcada implícitamente cuando en el texto la gente dice: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre.» Con esto se manifiesta que ese nombre no tiene nada que ver con ellos, no les dice nada, es un nombre, y por ende una identidad nula, sin sentido alguno para su vida, sus tradiciones. A la luz de todos es un absurdo todo esto que se llame así pues va en contra de sus tradiciones, de su cultura, de sus prácticas. No es posible que haya una nueva misión, ni que exista una nueva realidad.
Con estas palabras nos trata de dar a entender el evangelista que la vida de la fe muchas veces la vamos encapsulando en lo mismo, en nuestros ritos, nuestras verdades, y creemos que ya se ha dicho todo, que no se puede ir más allá, que no se puede cambiar nada. No somos capaces de descubrir el mensaje de Dios, el mensaje de salvación que Dios nos trasmite de manera nueva, creemos que siempre debemos seguir siendo los mimos, con nuestras mismas ideas, las mismas situaciones, sin ver que Dios siempre es novedad, que siempre hay una nueva respuesta, una nueva propuesta en la historia e salvación. Y podemos caer en condenar, destruir, juzgar, cerrarnos en una opinión y no ser capaces de ver que hay siempre algo nuevo, algo diferente, una novedad que viene de Dios.
La novedad se ve aquí claramente: «Su nombre es Juan.» Juan significa Yahveh ha hecho misericordia, y por lo tanto es una invitación a descubrir que Dios hace constantemente misericordia, Dios no nos deja, Dios actúa en un momento determinado y muestra su misericordia. Ya no puede ser Zacarías, ya no es que Dios se acuerda, sino que ahora se hace presente y hace misericordia.
Sin embargo es necesario romper con las antiguas tradiciones, y abrirse a lo nuevo, abrirse a un nuevo proyecto de Dios. Muchas veces podemos caer en esto y creer que no estamos capacitados para descubrir algo nuevo de Dios, no ver su novedad y quedar anquilosados en nuestras costumbres y ritualismos, sin ver nunca la novedad que viene de Dios. Sin embargo Zacarías, el padre del niño, se da cuenta de eso, cae en la cuenta después de haber recibido un anuncio del ángel y quedar mudo por su incredulidad, se da cuenta de que todo cambia, ya no escomo antes, Dios actúa siempre de modo distinto y aunque al principio no lo acepta y por ello es mudo, lo cierto es que ahora sabe que lo antiguo, como su sacerdocio debe pasar, y ha llegado un nuevo tiempo, y por ello escribe que el nombre del niño es Juan. Bssat de quedarse encerrado en sus criterios y sus costumbres, hay una npovedad que se acerca y este niño es la pieza necesaria para recibir esta novedad.
Muchas veces en nuestra vida de fe podemos estar totalmente estancados y creer que no podemos seguir adelante, que no podemos continuar en nuestra vida. Pero es que Dios en es estancamiento así como presenta cosas nuevas dentro de la Escritura, siempre habrá cosas nuevas dentro de nuestra fe de hoy en día, siempre hay una respuesta, una actualización, una nueva manera de ver las cosas desde Dios. El problema es cuando creemos que todo es un cubo cerrado incapaz de ser penetrado y por ello, no somos capaces de descubrir las cosas nuevas, y esto más que una ayuda causa tanto daño a la Iglesia y al hombre mismo. Cuando creemos que ciertas personas están condenadas, cuando creemos que otros no merecen la salvación, cuando creemos que no se puede explicar algo de diferente manera, cuando creemos que no se pueden usar nuevos métodos para la evangelización, cuando no nos actualizamos y no vemos la novedad que nos trae. Cuando todo esto sucede detenemos el flujo del Espíritu y nos somos capaces de ver la novedad.
Isaías 49,1-6
Hechos 13,22-26
San Lucas 1,57-66.80
Muchas veces pensamos que la fe es algo estático, que no requiere ya ningún cambio, sólo basta creer en algo y ya. Podemos creer que es suficiente con decir lo creo y es suficiente. Pero no es así, al contrario, la fe debe de ser algo dinámico, que día a día fluye. Porque cuando nos encerramos en una idea estática, y sobre todo que no dice nada a nadie, que no se entiende la fe pierde todo sentido y orientación en la vida. La fe aparece como muerta y ya no dice nada a nadie.
La festividad que hoy celebramos nos lleva a reconocer como Dios da nuevas directrices, y nuevas maneras de entender la historia, reconociendo como la fe va avanzando, va fluyendo en medio de la vida. Y eso lo podemos descubrir en el texto extraordinario que nos presenta el evangelista san Lucas el día de hoy. En el centro del relato podemos descubrir el sentido de la fiesta de hoy, que es el nacimiento de Juan Bautista, y entorno a este acontecimiento podemos ver la discusión acerca del nombre que se le debe poner al niño.
El nombre dentro de la Escritura no denota simplemente una designación convencional, una mera manera de identificar a alguien, expresa el papel de la persona en medio de la historia, es su misión, su identidad. Podemos decir que el nombre es la persona misma, no es sólo un agregado en la vida de la persona, el nombre es su vida misma. De ahí que colocar el nombre a este niño que ha nacido no es simplemente algo casual, no es una simple discusión familiar, es un diálogo en donde se trata de descubrir la vida, misión e identidad de este niño que ha nacido.
La discusión se centra en dos nombres: Zacarías y Juan. Todos los ahí presentes desean que se llama Zacarías como el padre, sin embargo Isabel no quiere. Si el nombre indica la misión y la identidad de la persona quiere decir que desean para este niño que sea como su Padre, que sea Zacarías, sea sacerdote y recuerde el memorial de Dios. Porque Zacarías quiere decir precisamente eso, memorial, es un nombre que indica que hace palpable el recuerdo de Dios, él es el Sacerdote que por medio de los sacrificios hace presente el actuar de Dios, y espera la salvación definitiva de parte de Dios. Pero el problema de fondo es que este niño ha nacido porque Dios se ha acordado del pueblo y ha actuado, ha dado una nueva señal de salvación con este niño.
Por lo tanto no se puede llamar Zacarías, no es posible, porque no está en la línea de las antiguas cosas, sino que va en línea de lo nuevo y debe tener un nombre nuevo, pues hay una novedad en el fondo. Esta novedad está marcada implícitamente cuando en el texto la gente dice: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre.» Con esto se manifiesta que ese nombre no tiene nada que ver con ellos, no les dice nada, es un nombre, y por ende una identidad nula, sin sentido alguno para su vida, sus tradiciones. A la luz de todos es un absurdo todo esto que se llame así pues va en contra de sus tradiciones, de su cultura, de sus prácticas. No es posible que haya una nueva misión, ni que exista una nueva realidad.
Con estas palabras nos trata de dar a entender el evangelista que la vida de la fe muchas veces la vamos encapsulando en lo mismo, en nuestros ritos, nuestras verdades, y creemos que ya se ha dicho todo, que no se puede ir más allá, que no se puede cambiar nada. No somos capaces de descubrir el mensaje de Dios, el mensaje de salvación que Dios nos trasmite de manera nueva, creemos que siempre debemos seguir siendo los mimos, con nuestras mismas ideas, las mismas situaciones, sin ver que Dios siempre es novedad, que siempre hay una nueva respuesta, una nueva propuesta en la historia e salvación. Y podemos caer en condenar, destruir, juzgar, cerrarnos en una opinión y no ser capaces de ver que hay siempre algo nuevo, algo diferente, una novedad que viene de Dios.
La novedad se ve aquí claramente: «Su nombre es Juan.» Juan significa Yahveh ha hecho misericordia, y por lo tanto es una invitación a descubrir que Dios hace constantemente misericordia, Dios no nos deja, Dios actúa en un momento determinado y muestra su misericordia. Ya no puede ser Zacarías, ya no es que Dios se acuerda, sino que ahora se hace presente y hace misericordia.
Sin embargo es necesario romper con las antiguas tradiciones, y abrirse a lo nuevo, abrirse a un nuevo proyecto de Dios. Muchas veces podemos caer en esto y creer que no estamos capacitados para descubrir algo nuevo de Dios, no ver su novedad y quedar anquilosados en nuestras costumbres y ritualismos, sin ver nunca la novedad que viene de Dios. Sin embargo Zacarías, el padre del niño, se da cuenta de eso, cae en la cuenta después de haber recibido un anuncio del ángel y quedar mudo por su incredulidad, se da cuenta de que todo cambia, ya no escomo antes, Dios actúa siempre de modo distinto y aunque al principio no lo acepta y por ello es mudo, lo cierto es que ahora sabe que lo antiguo, como su sacerdocio debe pasar, y ha llegado un nuevo tiempo, y por ello escribe que el nombre del niño es Juan. Bssat de quedarse encerrado en sus criterios y sus costumbres, hay una npovedad que se acerca y este niño es la pieza necesaria para recibir esta novedad.
Muchas veces en nuestra vida de fe podemos estar totalmente estancados y creer que no podemos seguir adelante, que no podemos continuar en nuestra vida. Pero es que Dios en es estancamiento así como presenta cosas nuevas dentro de la Escritura, siempre habrá cosas nuevas dentro de nuestra fe de hoy en día, siempre hay una respuesta, una actualización, una nueva manera de ver las cosas desde Dios. El problema es cuando creemos que todo es un cubo cerrado incapaz de ser penetrado y por ello, no somos capaces de descubrir las cosas nuevas, y esto más que una ayuda causa tanto daño a la Iglesia y al hombre mismo. Cuando creemos que ciertas personas están condenadas, cuando creemos que otros no merecen la salvación, cuando creemos que no se puede explicar algo de diferente manera, cuando creemos que no se pueden usar nuevos métodos para la evangelización, cuando no nos actualizamos y no vemos la novedad que nos trae. Cuando todo esto sucede detenemos el flujo del Espíritu y nos somos capaces de ver la novedad.
Que esta fiesta de san Juan Bautista nos ayude a comprender que siempre hay algo nuevo, y que las cosas no son como antes, no se explican cómo se solían hacer, ni que siempre son los mismos criterios. Abrámonos a la novedad, no seamos como esa multitud que no aceptaban la novedad, negando el nuevo nombre, al contario, seamos como Zacarías e Isabel que se abren a lo nuevo, y son capaces de percibir la misericordia de Dios en su vida, una misericordia que se manifiesta de un modo siempre nuevo.
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