Ciclo /C/
Textos:
1Reyes 17,17-24
Gálatas 1,11-19
San Lucas 7,11-17
Uno de los problemas más complejos de nuestros tiempos es la falta de ilusiones, de expectativas, de metas en la vida. Esto se debe a que en la vida del hombre todo se va acabando, hasta el punto de perder el sentido de la misma.
Sobre esta realidad parece iluminarnos la Palabra de Dios. San Lucas nos presenta esta terrible panorama de un funeral, en donde cada poblador de esta aldea de Naín, acompañando este cortejo fúnebre. Naín quiere decir consuelo, y ello nos un tema que se ve en el texto del profeta deutero-Isaías. Este consolación evoca aquella consolación del Pueblo que se sentía solo, saliendo a flote el tema de la soledad y desamparo del pueblo, así como, la amorosa iniciativa de Dios para rescatar a su pueblo, para “consolarle”, haciéndole vislumbrar el inminente surgimiento de una nueva realidad. En este contexto vemos a una mujer que está en desamparo, pero la acción de Jesús que viene a ayudarle en su vida.
Analicemos el texto: «Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba.» Sacan al muerto, pero no es cualquier muerto, y por eso san Lucas se detiene a describir esta extraordinaria escena. Se trata de la muerte de un hijo, una situación tan triste y tan compleja. Podemos observar a una madre que va a enterrar a su hijo, una situación triste, pero en este caso es totalmente desoladora pues el texto nos dice que es su “hijo único”, por lo tanto, es una pérdida total; no tiene otro hijo con quien consolarse, no tiene otra ilusión que le aliente y le de fuerza a su vida. Ha perdido todo y aunado a esto se dice que es viuda, y por ello, totalmente desprotegida. No tiene nadie que ahora le ayude, que le cuide y le consuele. Es la figura del total desamparo. Es importante que consideremos que en ese tiempo una mujer sin marido y sin hijos, está totalmente abandonada, sin que nadie le ayude y mantenga, dado que no podían trabajar.
Esta mujer representa al pueblo de Israel, que ha perdido bodoque se ha alejado de Dios, su marido. Ahora pierde su futuro, su esperanza y expectativas, representado por el hijo. Contemplamos ahora un pueblo desolado, sin futuro y sin camino por la vida. Se ha muerto su hijo, su futuro,, ya no hay mas sentido en la vida todo está acabado.
Cuántas veces nosotros podemos ser precisamente esta mujer, este pueblo que ha perdido toda esperanza. Y al igual que el relato, hemos perdido todo futuro porque nos hemos alejado de Dios, porque Dios no cuenta en nuestra vida, pero sobre todo porque perdemos al hijo único, a esa esperanza que nos alienta, que nos anima y nos ayuda a continuar en medio del camino arduo de la vida.
Cuántas personas no hay, que han perdido esta esperanza: Porque se han desilusionado de una persona que creía conocer, pero que ahora le ha traicionado; Porque han perdido a un ser querido, por su fallecimiento y toda su vida se vuelve gris y pierden el sentido de su vida; Porque están cansados de su vida, de seguir luchando, porque parecen que no llegan a nada. Ni les agradecen, ni los animan ¿Para qué seguir luchando?; o bien porque nos esforzamos para que el otro crezca, para que no caiga y no hay resultados. Cuántos padres se esfuerzan para que sus hijos cambien, para que sobre salgan , pero a veces ¡Nada! Sin resultados; Incluso algunos se esfuerzan, estudian, trabajan y al final todo es estéril, si frutos que animen; En la vida del matrimonio cuántos no se esfuerzan en su matrimonio y no logran nada.
¡Si! efectivamente Vivimos tristes, desconsolados, sin hallar una esperanza en la vida y ahí vamos en medio de nuestra vida, saliendo de la ciudad con un cortejo fúnebre a enterrar nuestro hijo único, a enterrar nuestras esperanzas, nuestro ánimo, nuestra fuerza, nuestra ilusión. Caminamos tristes, apesadumbrados, porque parece que todo esta perdido.
Pero esto no es así. Jesús se topa con esta caravana de la muerte, no soporta que todo este perdido, uno se sumerja en la total desesperación y desconsuelo. Ante esta escena una palabra: “No llores”, No te rindas, no todo está perdido, tu vida no se puede reducir a esto, tu esperanza y desilusión no puede desaparecer, ni reducirse a ciertas circunstancias.
Toca el féretro y ordena: “Joven, a ti te lo digo, Levántate”. ¡Levántate! y ten esperanza. Hay traiciones, pero éstas no tienen la última palabra. Hay perdida de amigos, pero hay otras personas que te valoran y te van a seguir ayudando. Te sientes solo pero esto no es decisivo, aún puedes ver a aquellos que en algún momento te dijeron ¡Adiós!, puedes encontrarlo.
Te esfuerzas y parece que no hay frutos, no hay recompensas, no hay alicientes. Calma lo que tu ahora construyes, ya tiene en si su recompensa, descúbrelo, descúbrete y no te desanimes.
Tu vida matrimonial es difícil, pero no te rindas. Abre tus ojos y descubre que todo está basado en el amor.
¡Levántate! ¡Ánimo! No te rindas que el Señor Jesús viene el día de hoy a levantarnos, a que no nos sintamos decaídos o defraudados, derrotados o agobiados. Sólo dejemos que el Señor salga en medio de nuestro camino y se detenga para que nuestra situación de muerte se vuelva vida.
Ciertamente en nuestra vida vendrá la desilusión, el fastidio, la tristeza, el abandono. Pero si dejamos que el Señor venga y nos transforme todo será diferente. Pidamos al Señor que en esos momentos de crisis venga y nos transforme.
Seamos capaces de ver cuál es esta esperanza que va muriendo, que se está amargando, que se está extinguiendo y dejemos que Dios venga a nuestras vidas y nos transforme. Esto es lo único que debemos hacer: Permitir que venga a nuestras vidas, que se acerque, que detengamos esta vertiginosa caravana que culmina en la muerte, y nos mande levantar, que nos mande resucitar.
Sobre esta realidad parece iluminarnos la Palabra de Dios. San Lucas nos presenta esta terrible panorama de un funeral, en donde cada poblador de esta aldea de Naín, acompañando este cortejo fúnebre. Naín quiere decir consuelo, y ello nos un tema que se ve en el texto del profeta deutero-Isaías. Este consolación evoca aquella consolación del Pueblo que se sentía solo, saliendo a flote el tema de la soledad y desamparo del pueblo, así como, la amorosa iniciativa de Dios para rescatar a su pueblo, para “consolarle”, haciéndole vislumbrar el inminente surgimiento de una nueva realidad. En este contexto vemos a una mujer que está en desamparo, pero la acción de Jesús que viene a ayudarle en su vida.
Analicemos el texto: «Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba.» Sacan al muerto, pero no es cualquier muerto, y por eso san Lucas se detiene a describir esta extraordinaria escena. Se trata de la muerte de un hijo, una situación tan triste y tan compleja. Podemos observar a una madre que va a enterrar a su hijo, una situación triste, pero en este caso es totalmente desoladora pues el texto nos dice que es su “hijo único”, por lo tanto, es una pérdida total; no tiene otro hijo con quien consolarse, no tiene otra ilusión que le aliente y le de fuerza a su vida. Ha perdido todo y aunado a esto se dice que es viuda, y por ello, totalmente desprotegida. No tiene nadie que ahora le ayude, que le cuide y le consuele. Es la figura del total desamparo. Es importante que consideremos que en ese tiempo una mujer sin marido y sin hijos, está totalmente abandonada, sin que nadie le ayude y mantenga, dado que no podían trabajar.
Esta mujer representa al pueblo de Israel, que ha perdido bodoque se ha alejado de Dios, su marido. Ahora pierde su futuro, su esperanza y expectativas, representado por el hijo. Contemplamos ahora un pueblo desolado, sin futuro y sin camino por la vida. Se ha muerto su hijo, su futuro,, ya no hay mas sentido en la vida todo está acabado.
Cuántas veces nosotros podemos ser precisamente esta mujer, este pueblo que ha perdido toda esperanza. Y al igual que el relato, hemos perdido todo futuro porque nos hemos alejado de Dios, porque Dios no cuenta en nuestra vida, pero sobre todo porque perdemos al hijo único, a esa esperanza que nos alienta, que nos anima y nos ayuda a continuar en medio del camino arduo de la vida.
Cuántas personas no hay, que han perdido esta esperanza: Porque se han desilusionado de una persona que creía conocer, pero que ahora le ha traicionado; Porque han perdido a un ser querido, por su fallecimiento y toda su vida se vuelve gris y pierden el sentido de su vida; Porque están cansados de su vida, de seguir luchando, porque parecen que no llegan a nada. Ni les agradecen, ni los animan ¿Para qué seguir luchando?; o bien porque nos esforzamos para que el otro crezca, para que no caiga y no hay resultados. Cuántos padres se esfuerzan para que sus hijos cambien, para que sobre salgan , pero a veces ¡Nada! Sin resultados; Incluso algunos se esfuerzan, estudian, trabajan y al final todo es estéril, si frutos que animen; En la vida del matrimonio cuántos no se esfuerzan en su matrimonio y no logran nada.
¡Si! efectivamente Vivimos tristes, desconsolados, sin hallar una esperanza en la vida y ahí vamos en medio de nuestra vida, saliendo de la ciudad con un cortejo fúnebre a enterrar nuestro hijo único, a enterrar nuestras esperanzas, nuestro ánimo, nuestra fuerza, nuestra ilusión. Caminamos tristes, apesadumbrados, porque parece que todo esta perdido.
Pero esto no es así. Jesús se topa con esta caravana de la muerte, no soporta que todo este perdido, uno se sumerja en la total desesperación y desconsuelo. Ante esta escena una palabra: “No llores”, No te rindas, no todo está perdido, tu vida no se puede reducir a esto, tu esperanza y desilusión no puede desaparecer, ni reducirse a ciertas circunstancias.
Toca el féretro y ordena: “Joven, a ti te lo digo, Levántate”. ¡Levántate! y ten esperanza. Hay traiciones, pero éstas no tienen la última palabra. Hay perdida de amigos, pero hay otras personas que te valoran y te van a seguir ayudando. Te sientes solo pero esto no es decisivo, aún puedes ver a aquellos que en algún momento te dijeron ¡Adiós!, puedes encontrarlo.
Te esfuerzas y parece que no hay frutos, no hay recompensas, no hay alicientes. Calma lo que tu ahora construyes, ya tiene en si su recompensa, descúbrelo, descúbrete y no te desanimes.
Tu vida matrimonial es difícil, pero no te rindas. Abre tus ojos y descubre que todo está basado en el amor.
¡Levántate! ¡Ánimo! No te rindas que el Señor Jesús viene el día de hoy a levantarnos, a que no nos sintamos decaídos o defraudados, derrotados o agobiados. Sólo dejemos que el Señor salga en medio de nuestro camino y se detenga para que nuestra situación de muerte se vuelva vida.
Ciertamente en nuestra vida vendrá la desilusión, el fastidio, la tristeza, el abandono. Pero si dejamos que el Señor venga y nos transforme todo será diferente. Pidamos al Señor que en esos momentos de crisis venga y nos transforme.
Seamos capaces de ver cuál es esta esperanza que va muriendo, que se está amargando, que se está extinguiendo y dejemos que Dios venga a nuestras vidas y nos transforme. Esto es lo único que debemos hacer: Permitir que venga a nuestras vidas, que se acerque, que detengamos esta vertiginosa caravana que culmina en la muerte, y nos mande levantar, que nos mande resucitar.
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