Ciclo /C/
Textos:
Sabiduría 11,22-26.12,1-2
Salmo 145
2Tesalonicenses 1,11-12.2,1-2
San Lucas 19,1-10
Muchas veces el hombre en medio de su historia se topa con una realidad difícil, y es que se siente lejos de la presencia de Dios, siente que Dios no está en su vida, y es capaz de descubrir diversas causas que lo han llevado precisamente a esa situación, a esa situación de lejanía y distanciamiento con Dios, debido a su vida, su actuar y su pensar. Ante esa situación es importante recordar las extraordinarias palabras que hemos escuchado en el Salmo: «El Señor es bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de gran misericordia;el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas.»
El Salmo nos presenta el tema de la misericordia y bondad de Idos que nos ama, y esto es el fundamento de toda nuestra historia, de toda nuestra vida. Recordar que a la base de todo está la experiencia del amor, está la experiencia de la gracia de Dios. Que si bien nos sentimos distantes de Dios, somos nosotros los que nos hemos apartado de él, pero él está cerca de nosotros, está cercano a nuestra vida porque él nos ama, está atento a nuestras necesidades, y sobre esto nos hace una reflexión más profunda el texto del evangelio.
Nos presenta a este hombre llamado Zaqueo, pero nos lo presenta con una serie de características que nos lo describe como alguien totalmente alejado de Dios: «Era un hombre muy rico, jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.» Tenemos cuatro características, de las cuales tres nos lo hacen distante de Dios. En primer lugar nos dice que es rico. Ser rico en el evangelio de Lucas implica a alguien que ha puesto su seguridad en las riquezas y no en Dios por lo tanto es alguien totalmente alejado de su presencia. Recordemos al rico insensato, al joven rico, al rico que olvido de Lázaro. Por tanto al decir que era muy rico, de ante mano nos hace recuerdo de esos personajes que nos lleva a reconocer que esas riquezas lo hacen totalmente ajeno y separado de Dios.
En segundo lugar nos dice que era jefe de publicanos. Recordemos que un publicano es alguien que trabaja para los romanos, y cobra los impuestos para el imperio, de ahí que sean considerados como traidores a la patria, y totalmente excluidos de la experiencia de Dios. El caso de Zaqueo es más profundo, pues él es jefe de los publicanos, por tanto más alejado aún.
Sin embargo tiene una inquietud, quiere ver a Jesús, ello implica un reto, implica el querer cambiar. Si leemos el evangelio Herodes también tiene esa curiosidad por ver a Jesús (Lucas 9,9), pero sólo se queda hasta ahí, no da un paso más, ni lo busca, sin embargo Zaqueo si lo da, busca los medios para verlo. Esto pudiese quedarse en mera curiosidad, sin embargo no es así, pues él busca, el tarta de verlo, ello implica ya una acción, que pude traer una consecuencia buena en su vida, pues no se queda estático como Herodes.
Finalmente encontramos una cuarta característica, que quisiera detenerme un poco más, nos dice que es bajo de estatura. Y esto no significa que sea chaparrito, sea bajito. Si el texto bíblico se detiene en esta simpática descripción, se debe a que estamos ante algo que debe de contener una mayor profundidad.
Ser bajo de estatura, y no ver a Jesús significa que no tiene la estatura, el nivel para encontrarse con Jesús. No está al mismo nivel para ver a Jesús, pues para ver a Jesús no basta la curiosidad, sino debemos de tener una rectitud de vida, una sinceridad para verlo, de lo contrario estamos cortos de nivel, tenemos una estatura baja. Si lo meditamos bien muchos de nosotros podemos ser como Zaqueo, podemos ser de baja estura, bajos en nuestro amor, en nuestra compasión, en nuestra veracidad, en nuestro compromiso con los demás, en nuestra honestidad, en nuestra justicia. Estamos bajos de estatura, estamos bajos en estatura. Esta pequeña estatura implica sobre todo estar ‘cortos’ en la gracia de Dios.
¿Pero por qué somos bajos de estatura? Porque a veces vamos recortando y rebajando nuestro amor con los demás, dejamos de ser pacientes con aquellas personas con las que convivimos. Dejamos de ser pacientes con nuestros padres o con nuestros hijos. Dejamos de ser cumplidos con nuestras tareas o nuestro trabajo, vamos haciendo las cosas como caigan, sin ser capaces de hacer las cosas bien hechas. Vamos rebajándole a la honestidad, so pretexto de que todos son así. Le rebajamos a la justicia y tratamos a los demás de manera aprovechada, sin darles lo que necesitan o quitándoles lo que merecen, y reduciendo todo a miserias.
Este ser bajo de estatura, no es de nacimiento, sino que vamos rebajando en nuestra vida las cosas que valen la pena, porque ya no queremos hacerlas, porque nos da pesadez o flojera, o bien porque no nos interesa o nos dejamos llevar por lo que los demás hacen y dicen, sin darnos la oportunidad. Somos cortos de estatura, descuidando lo que vale la pena en la vida y hace de nosotros personas que realmente valen la pena.
Cuántos padres van rebajando su atención con sus hijos o con su pareja, siendo que esa es la base de su vida la razón de ser en su relación en la vida. Rebajan la atención, el amor el cariño, las palabras, y lo que en un momento fue la base de su vida se convierte en secundario, haciendo que sólo se vuelva en un mero compartir la vida viviendo juntos., pero sin mostrar un veredero cariño como lo fue en un momento en el núcleo de su vida de su enamoramiento, de su sorpresa en la vida, de su relación, o de recibir a sus hijos. Todo es monotonía y descuido de lo valioso de la vida.
La curiosidad de Zaqueo no se limita a quedarse con las ganas, no dice “ni modo soy bajito y así me quedo”, al contrario, busca el modo de verlo, de ponerse a su estatura, a su nivel. Y para ello va y se sube a un árbol.
Si nosotros detectamos que somos bajos en muchas cosas deberíamos de buscar el árbol al cual debemos de subirnos. Tal vez es momento de subirnos en el árbol del amor, y ponernos a una altura en donde seamos capaces de dar nuestra vida plenamente, no sólo por obligación, sino porque le da sentido a en nuestra vida. O bien al árbol de la paciencia, donde le demos la oportunidad al otro para comprenderlo. O el árbol del perdón para recomenzar las cosas e iniciar una vida plenamente nueva.
Subir al árbol significa decir voy a cambiar, voy a tratar de no enojarme, voy a tratar de ser más cariñosos, de demostrar que el otro es valioso para mi, voy a ser más sensible a escuchar las necesidades de los demás. Eso es subir al árbol, eso es empezar a tener una altura adecuada. Es difícil subir al árbol, pero curiosamente después todo cambia. Pues el texto nos enseña que después de que Zaqueo sube, Jesús lo ve y se hospeda en su casa. Quiere decir que cuando queremos cambiar, queremos dejar la pequeña estatura causada por nuestra miseria y nuestro pecado, y empezamos a subir, empezamos un cambio descubrimos que Dios nos e aleja que nos ama, que está atento a nuestra vida, y por lo tanto, podemos ver que nos ama, y que quiere estar con notros quiere ser huésped en nuestra vida. Y que el cambio es posible porque él nos ama y está con nosotros, por eso al final Zaqueo inicia un cambio de vida, pes se ha descubierto que Jesús le ama, y que puede estar a su altura, lo único que debía hacer es descubrir a Jesús y dejarlo que entrará en su vida.
Con este relato san Lucas nos coloca a Jesús en Jericó, a punto de entrar a Jerusalén donde ha de morir, ha de entregar su vida, pero marcando finalmente que hay un hombre que es rico y que se transforma, que se convierte, que deja de confiar en su dinero, en su riqueza, se ha roto el paradigma. Un rico se puede salvar si intenta ponerse a la altura de Jesús, a la altura del amor, de la honestidad, de la justicia, de la honradez, la verdad. Si ha de morir en la cruz, lo hará, con la seguridad de que aquellos que dejan de lado sus riquezas, sus egoísmos, sus hipocresías pueden entrar en la salvación y en la nueva vida que tendrán por su misterio pascual.
En el fondo todos somos pequeños por nuestro pecado, pero no por ello debemos sentirnos alejados de Dios, y sentir que no podemos estar cerca de él, al contrario, subamos al árbol y ver que ahí está Jesús viéndonos, amándonos. Que ese amor del que habla el Salmo se haga presente siempre en nuestra vida, confiando que él nunca nos deja y sobre todo que es posible el cambio puyes todo está en sus manos, en la fuerza que viene de él, pues quiere ser nuestro huésped.