14/10/10

Monumentos...

Meditación con motivo del jueves XXVIII de tiempo ordinario
Año impar

Textos:
Efesios 1,1-10
San Lucas 11,47-54

EL día de hoy Jesús lanza su última invectiva en contra de los fariseos y doctores de la ley, les hace una acusación sumamente severa: «¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros
Jesús los acusa de construir momentos cuando en realidad sus padres habían matado a los profetas y habían sido sordos a sus voces. De qué sirve tanto monumento si finalmente no escucharon sus palabras, de que sirve decir que son tan buenos si en realidad no viven lo que anunciaron.
EL problema de fondo es precisamente que sólo hay apariencias, hay monumentos que anuncian la grandeza de los profetas, pero en realidad no repercuten en su vida en nada. Se ven los monumentos, se ve la grandeza de los profetas por esas construcciones, pero finalmente en el fondo sólo son parecencias, pues el mensaje de los profetas no hace eco en ellos.
Los monumentos no son signo de escucha y aceptación de un mensaje, sino un recuerdo de hombres que han pasado, sin cambiar su vida. Si un profeta muere, se debería construir una nueva sociedad a partir su mensaje, y no construir monumentos que sólo hacen memoria de la injusticia y la incapacidad del pueblo para cambiar y convertirse.
Esos monumentos se vuelven así un signo de muerte, y no de vida, pues sólo son meros recuerdos póstumos, que no sirven de nada. Seguramente nosotros somos así también y vamos por la vida construyendo nuestros monumentos para ser recordados, para que nos vean, pero sólo al externo, pues no hacemos un verdadero cambio de vida.
Podemos construir nuestros monumentos con nuestros títulos, con nuestros conocimientos, con nuestras obras, nuestras acciones, nuestros logros, pero son sólo apariencias, pues en realidad no hay una verdadera obra que haya cambiado nuestra ida, pues sólo nos envanece y nos hace soberbios. Construimos nuestros monumentos para ser recordados, pero no propiciamos realmente un cambio en nuestra vida, no propiciamos un ámbito de justicia. Sólo queremos ser recordados por alguna palabra o alguna cosa que es llamativa, pero no por una verdadera transformación en nuestra vida y nuestro entorno.
Muchas veces somos como los fariseos, sólo construimos monumentos, para recordar cosas, pero que en realidad no nos cambian, ni hacen distinto el entorno que nos rodea. Cuántos monumentos construimos para aparentar ser buenos hijos, o buenos padres, o buenos empresarios, cuando a la base esta nuestra soberbia y nuestra vanidad, que en fondo sólo los construimos para quedar bien, para aparecer, pero no porque de verdad haya una transformación en nuestras vidas, sólo por querer quedar bien, sentirnos superiores, etc. Puras apariencias.
Sería bueno que viéramos hoy que tantos monumentos hemos construido y empecemos a darles un verdadero sustento, de lo contario son inútiles fachadas que no llevan a ningún lado.

1 comentario:

  1. PADRE ¡CUÁNTA RAZÓN TIENE! ¡LE SUPLICO QUE RUEGUE POR TODOS NOSOTROS!
    PADRE QUÉ REFLEXIÓN: ¡Ay de ustedes, doctores de la ley...a los que iban a entrar les han cerrado el paso! (me da escalofrío)
    ...se lo repito: a esta generación se le pedirán cuentas.
    DIOS PERMITA QUE NOS "SALGAN BIEN LAS CUENTAS" Me ahoga el imaginar lo contrario.
    LE SUPLICO, RUEGUE POR TODOS NOSOTROS.
    LE SUPLICO, RUEGUE POR TODOS NOSOTROS.

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