Año Par
Textos:
Job 38,1.12-21.40,3-5
San Lucas 10,13-16
El día de hoy en el evangelio escuchamos este extraordinario texto donde Jesús dirige una serie de aseveraciones en contra de las ciudades de Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm. Les echa en cara su falta de fe, pues los signos que ha ido realizando en medio de su ministerio debieron provocar una conversión, pero no ha sido así, no tienen fe a partir del ministerio de Jesús. Por otro lado esta falta de fe, en el fondo es su soberbia, pues ellos se creen buenos, que están bien con Dios.
Jesús recrimina ese tipo de actitud, pues no se abren a la novedad que Dios tare en sus vidas, y se creen con la capacidad de hacer y deshacer todo, son soberbios, y por tanto se creen tan buenos que no cambian en absoluto nada en su vida.
Nosotros podemos ser del mismo modo, no descubrir la acción de Dios y creer que estamos bien, incluso pasar desapercibido la experiencia de Dios. O bien creer que es un gran compromiso estar delante de Dios y que no es posible iniciar un cambio de vida.
Hoy celebramos a Santa Teresita y nos hace una bella reflexión al respecto, el cambio de nuestras vidas no es algo agotador, algo que implique un esfuerzo total de todas nuestras fuerzas. No es que debamos subir los peldaños de las escaleras y fatigarnos en el camino que se debe trazar para alcanzar la santidad, al contrario hay algo más sencillo: Buscar un elevador que nos lleve hacia Dios, pues Dios es quien hace el cambio, no nosotros. Dice ella misma: «El buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección.»
Implica que debemos dejar que Dios entre en nuestra vida y dejar que él nos de la gracia necesaria para vencer el mal que hay en nuestra vida. Nosotros sólo debemos quererlo, querer que entre en nuestra vida y subirnos a ese ascensor para iniciar el cambio con la gracia de Dios.
Para esta santa lo único importante es dejar que Dios jale el ascensor y seguir adelante en la vida. Dejar que Dios entre en nuestra vida y que vaya tocando nuestro corazón para quitar ese odio, o esa envidia, ese mal carácter, es cuestión de Dios. Es querer subirse al ascensor dejar que Dios actúe.
Y ese ascensor no va hacia arriba, sino hacia abajo, para ir disminuyendo nuestra soberbia y nuestros males y ser más humildes, para alcanzar la perfección delante de Dios. Por lo tanto no es sólo el subir escalones, no es una fatiga nuestra, nuestro esfuerzo, sino dejar llevarnos por Dios.
De esta manera en este día tenemos dos cosas a la reflexión, si somos como esas ciudades que nos creemos autosuficientes, sin necesidad e cambio, ya sea por soberbia, o por medio y conformismo porque parece difícil; o bien nos subimos al elevador que Dios impulsa para iniciar un cambio de vida con la fuerza que de él proviene, lo único que necesitamos es nuestra decisión.
PADRE YO SÍ QUIERO QUE DIOS NIUESTRO SEÑOR ENTRE EN MI VIDA Y ¡ME SUBO AL ASCENSOR PARA BAJAR (SOBERBIA, VANIDAD, ETC., ETC.,ETC. TANTA IMPERFECCIÓN QUE TENGO)!
ResponderEliminar¡GRACIAS A DIOS! ¡GRACIAS PADRE!