1/1/11

Bendición...

Meditación con motivo de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios
Octava de Navidad

Textos:
Números 6,22-27
Gálatas 4,4-7
San Lucas 2,16-21

Hoy es un día en que iniciamos un nuevo año y en donde nos vamos llenando de propósitos, desenado que realmente nosotros tengamos una mejor vida a partir de hoy. Y justo ese es el sentido de la celebración del Día de hoy: Iniciar una vida nueva, y por ello, más que un propósito, necesitamos de la bendición, para ser capaces de renovar nuestra vida con la fuerza de Dios.
El texto de la primera lectura nos habla de la bendición, la bendición que Dios desea a su pueblo para que este viva fecundo, y viva desde esta dimensión. Hoy más que nunca esta palabra es vital, pues iniciar un nuevo año, implica empezar nuevas cosas, teniendo con uno la bendición, de parte de dios, que capacita para seguir adelante en la vida.
Pero, qué es la bendición. Muchas veces pensamos que la bendición es una especie de conjuro mágico con el cual Dios hará que todo cambie de manera espontanea, o dando una especie de fuerza para sostenerse en la vida. Pero una bendición no es eso, una bendición como lo dice lka misma palabra, significa “Bien decir”, decir buenas cosas, tener una buena palabra. Por tanto la expresión bendición nos lleva a una idea fundamental: Una buena palabra.
Reflexionemos un poco más, si la bendición la da el mismo Dios, y la bendición es una buena palabra. Esto nos lleva a ver la tradición del pueblo Judío y de las mismas Escrituras, quien nos enseñan que Dios se comunica por medio de la Palabra. Por tanto, si Dios, se da a conocer por la Palabra, y el pueblo es aquel que vive de la escucha de esa Palabra, quiere decir que dar la bendición, es Dios que da una buena Palabra para el pueblo.
Cuando referimos a buena Palabra, no es simplemente un deseo bueno, o una bella expresión, la palabra “buena”, se refiere sobre todo a la capacidad de de producir algo efectivo. Buena no va simplemente en el sentido de algo moral, o de algo estético. Bueno dentro del pensamiento bíblico va en el sentido de la perfección, de la plenitud de una realidad, que se cumple con una misión determinada. Algo bueno nos remite a una realidad que es hermosa, pero no sólo en un sentido de lo estético, sino en su función; algo es hermoso cuando cumple con su cometido, cuando refleja su misión, su esencia. Por ejemplo cuando Dios crea las cosas dice que son buenas, según Génesis 1. De manera que al decir “…y vio Dios que eran buenas”, se refiere a que son perfectas, a que cumplen con su funcionalidad, que responden a su misión.
Si Dios da una Palabra buena, quiere decir que pronuncia una Palabra que es capaz de generar una perfección, que es capaz de hacer que el pueblo camine por bunas sendas, que acompaña al pueblo para que se cumplan su misión. Una Palabra que haga que se cumpla la acción de Dios en mi vida, que sea capaz de cumplir con mi propia realidad.
Así, pedir la bendición, no sólo es para que Dios nos acompañe, para que nos vaya bien. Pedir la bendición es pedirle a Dios que nos ayude a vivir desde la dinámica por la cual hemos sido creados. Bendecir una familia, implicaría pedir que Dios pronuncie la palabra que los capacite para vivir en armonía, en amor, en fidelidad, que cumplan su misión. No es simplemente que no tengan problemas, o que no les vaya mal económicamente, pedir la bendición es el compromiso: “Dame tu palabra para que como familia vivamos según nuestra misión, independientemente de los problemas, seamos capaces de vivir los elementos que conforman nuestra identidad y nuestra misión.”
Cuando pedimos la bendición de algún objeto, en el fondo pedimos, para que Dios pronuncie una buena palabra, pero no sobre esa realidad, sino para quien va utilizar esa realidad. Si se bendice una casa se pide que Dios de esa Palabra para aquellos que habitan ahí, son ellos quienes deben de vivir desde la dinámica de la Palabra y no las paredes que la conforman. Si se pide bendecir una oficina, se pide por los que laboran ahí, para que trabajen eficazmente, en la honestidad, en la prontitud, en la sinceridad y respeto. Si se bendice un objeto religiosos, una vela o alguna imagen en el fondo estamos pidiendo para que quien encienda esa vela o porte esa imagen se capaz de vivir desde su misión y vocación cristiana. Al encender la vela, recuerde que está llamado a ser luz en medio del mundo y por lo tanto, pedir a Dios que le de la Palabra que le recuerde y le capacite para ser ese testimonio.
Empezamos a Dios implorando su bendición, es decir, no sólo pedirle para que nos vaya bien, para que se solucionen los problemas o aleje de nosotros los males, sino que pedimos su bendición para que nos transforme con su Palabra, nos hagamos siempre receptivos a su acción liberadora, y seamos testigos de la fuerza de Dios, aún en los problemas, las dificultades, reconociendo que podemos seguir adelante, pues una Palabra buena está sobre nosotros, una Palabra capaz de transformarnos y que nos hace capaces de cumplir con nuestra misión de hombres, y de hombres cristianos en medio del mundo. Sólo así la bendición cobra su verdadero sentido, dejando la magia y la superstición de lado y comprometiéndonos con la historia, trabajando en ella y esforzándonos para que sea mejor. Sólo así comenzamos un nuevo año. Finalmente la virgen María vivió desde esa dinámica, dejando que Dios la bendijera para poder responder a su misión de ser Madre de Dios. Hoy celebramos su fiesta recordando que ella es modelo de la acción de Dios en nuestra vida. Que la bendición de Dios llegue a nosotros y nos dejemos renovar por esa Buena Palabra de Dios en nuestra vida, iniciemos así este año haciendo nuestra esa bendición que ya hemos escuchado en la primera lectura:
Que el Señor te bendiga y te proteja.
Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia.
Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz.
Que ellos invoquen mi Nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.

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