23/1/11

«El pueblo que caminaba en las sombras ha visto una gran luz...»

Meditación con motivo del III Domingo de tiempo Ordinario
Ciclo /A/


Textos:
Isaías 8,23.9,1-3
1Corintios 1,10-13.17
San Mateo 4,12-23


Hoy en día el hombre vive atrapado entre tantas realidades, que a veces sufre una crisis de personalidad y no logra descubrir quién es él, y hasta dónde puede llegar, pues hay tantos caminos tantas ofertas, tantas propuestas que el hombre se pierde en este mar de informaciones y propuestas. Sin embargo el hombre debe abrirse camino entre estas y ser capaz de descubrir su identidad.
Sobre esta situación nos habla la liturgia del día de hoy, y de manera específica la primera lectura: «El pueblo que caminaba en las sombras ha visto una gran luz.»El texto nos alude a una situación de tiniebla que vive el pueblo, un mundo de sombras, y eso nos remite a una realidad incompleta del hombre. Ser sombra implica que el hombre que es incompleto, si lo pensamos bien, la sombra es una especie de reflejo de alguien, es su persona, pero un tanto distorsionada, pues tiene su figura, pero no una especificidad más profunda, de ahí que estar en medio de las sombras implica que vive en medio de una situación desvirtuada, con una identidad incompleta, no alcanza el mismo a percibirse, no alcanza él mismo a reconocerse. Tiene una identidad, pero no es una identidad total, está desfigurado.
El profeta Isaías remite aquí a la situación del pueblo, que debido a sus fraudes, a su pecado, se han ensombrecido, han perdido su identidad de pueblo. Su injusticia lo ha hecho incapaces de ver su realidad y sobre todo los ha hecho perder la razón lo que son, su esencia, ahora ´solo queda una sombra, son ellos, pero totalmente desvirtuados, son ellos, pero incapaces de descubrirse en medio de las sombras, solo ven su oscuridad, y sólo se entienden desde esa oscuridad, desde su mal, pareciera que no hay solución, caminan en medio de la tiniebla. Con estas sombras, el autor quiere marcar que el pecado hace que el hombre camine sin su plena identidad, sin ser capaz de reconocer quién es él, sin ser capaz de descubrir su misión en la vida, de descubrir quién es él medio del mundo.
Esta situación que nos narra el profeta Isaías, esta vida en medio de las sombras, es una situación que también se vive hoy en día. Cuántas personas viven hoy inmersas en la sombra, en esa desvirtuación que produce el pecado, pero una desvirtuación que se va desarrollando en varios niveles. Esas sombras pueden verse hoy en las personas que saben que existen, pero sin llegar a identificarse, porque están sumergidos en medio de la cultura, de los medios de comunicación, de la moda, de las desilusiones, de las imágenes, pero nos son capaces de descubrir quienes son realmente. Puede ser que no logren captar quienes son por el exceso de información que finalmente nos desinforma, y no nos hace capaces de descubrir cuál es la realidad. O bien vamos viviendo creando una imagen de nosotros, para parecer buenos, para tener éxito, hasta el punto de perder de vista quienes somos. Incluso ante las diversas puestas en escena de lo que se nos presenta como moda, para tener una figura ideal, o comer ciertas cosas, perdemos nuestra identidad de lo que realmente somos, sin llegar a percibir quienes somos y sólo nos quedamos anhelando eso, o pareciéndonos a un prototipo sin ser realmente nosotros. O incluso ante la desilusión de la vida, por los problemas, las crisis olvidamos nuestra identidad, y nos perdemos en nuestras sombras. El hombre de hoy vive de sombras, porque no alcanza a ver en medio del bombardeo de información, de propuestas y de desilusiones, quién es realmente.
Podríamos ver ante esto un panorama tétrico, sin embrago el profeta no se limita sólo a marcar la situación del pueblo que está sumido en medio de las tinieblas, sino que anuncia la esperanza: «El pueblo que caminaba en las sombras ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz.» Ese pueblo camina en las sombras pero ven la luz, hay una esperanza.
Meditemos sobre el símbolo de la luz en la Biblia. La luz hace referencia a la inteligencia, es decir, a la manera como el hombre es capaz de ver y juzgar la realidad. En cierto modo, el pecado comienza siempre por una distorsionada percepción de la realidad, propia y ajena, y por un planteamiento erróneo de lo que es la vida. De tal manera que la luz es un elemento que tiene que ver con la comprensión de la realidad: es ella la que nos permite captar el mundo, nos da la capacidad de percibirlo. Si nosotros viviéramos en tinieblas no veríamos nada, no veríamos las formas, los contornos, la realidad misma, todo sería sin sentido, vacío, incapaces de alcanzar a captar y entender el entorno, pero gracias a la luz, podemos ver y captar todo, somos capaces de entender nuestra realidad. Así, la luz es un símbolo que nos lleva a la comprensión de la realidad, que nos permite captar el mundo, percibirlo, ubicarnos en medio el mundo.
Por tanto, si el pueblo camina en sombras, y es capaz de recibir la luz puede descubrir la historia, puede entender las cosas, puede captar lo que es bueno y lo que le daña. El pueblo debe dejarse llenar de la luz para ser capaz de conocerse y conocer los que sucede a su alrededor. Llenarse de la luz implica así, ver sus injusticias, ver el dolor del otro, ver que el hombre sufre, y que uno es responsable cantidad de veces de ese sufrimiento. El pueblo de Israel es invitado a ver ahora sus obras y reconocer su identidad, de lo que está llamado a ser y de descubrirse parte de un pueblo, con el que debe de caminar.
Hoy más que nunca se necesita de esa luz, para ver más allá del bombardeo publicitario, ver más allá de la saturación de los medios, se r capaces de ser críticos y no tragarse cualquier noticia, o cualquier cosa que se presenta. Ver más allá de lo que se necesita y no reducir todo a una moda, o a una estética. Se necesita la luz para ver que las cosas no son sólo como yo pensó, sino que hay más opciones. Se necesita la luz, para no permitir que las desilusiones de la vida nos tumben y nos dejen por tierra. Se necesita la luz para descubrir que no todo está perdido, que siempre hay una esperanza, que siempre hay un nuevo sendero para entender la realidad. Una luz para encontrar nuestra identidad, y ver que debemos ser originales, como somos, sin aparentar nada en la vida. Se necesita de esa luz.
Y esa luz implica que nos hace descubarnos y descubrir nuestra realidad, impidiendo que todo se ensombrezca, nos debe de llevar a tener una visión desde Dios. La luz debe de darnos la capacidad de ver más allá de lo aparente, ver desde Dios, desde la mayor profundidad, nosotros la vemos desde su portada exterior, desde su apariencia desde lo que nos resulta evidente y escapa a nuestra comprensión desde su última implicación que tiene que ver desde la salvación. La luz debe llevarnos finalmente a ver la realidad del hombre desde su portada más trascendente, ser capaces de descubrirlo a la luz de Dios, para actuar a partir de esto, desde nuestra vida de fe, desde los criterios y parámetros de Dios y su evangelio.
Esta es la luz que el hombre está llamado a vivir, y es la luz que trae Jesús pues según san Mateo, esa profecía de Isaías se hace realidad en Cristo, finalmente él es la luz que da sentido a la historia. Él es la luz que deja ver el sentido de la humanidad, de su dignidad, de su valor en el mundo, es la luz que brilla a partir de su misterio pascual, el resplandor de la cruz que demuestra su gran amor por nosotros y por ello nos salva, porque somos valiosos a los ojos de Dios; es la luz que destella en la resurrección anunciando que la vida es la última palabra, y que a partir de ahora es la luz que nos dice que la muerte no tiene cabida en la historia.
Cristo es la luz que disipa nuestra sombría vida, el problema es que muchas veces nosotros no somos capaces de descubrir esto. Preferimos vivir en la sombra del egoísmo, de la avaricia, de nuestra injusticia, sin pensar, ni descubrir realmente quien somos en medio de esta masa informe de cultura y publicidad que nos bombardea, y nos enseña a ser egoístas y un producto más de la mercadotecnia y el poder. Hoy podríamos abrir nuestros ojos, y ver que hay algo más, ver de lo que soy capaz y ver que yo puede ser más crítico, y ser capaz de hacer más justicia, para demostrar que en este mundo de sombras hay una luz que puede cambiar todo, una luz que yo transporto, una luz que viene de Dios, y da una nueva clave de lectura a la fe, a la sociedad y a la historia misma.

2 comentarios:

  1. PADRE, GRACIAS POR TAN BELLAS HOMILÍAS QUE NOS DAN TANTA LUZ. DIOS NOS AYUDE A DAR BUENOS FRUTOS DIGNOS DE NUESTRO PADRE.

    PADRE, LE SUPLICAMOS NOS BRINDE LA HOMILÍA DE LA CELEBRACIÓN DE ESTE GRAN DÍA. POR FAVOR.

    ¡GRACIAS.

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  2. En nuestro caminar cotidiano se nos presentan situaciones que nos cuesta trabajo resolver y esto a veces son causa cierta angustia, y se nos olvida pedir ayuda, al que esta con nosotros.
    muchas veces tardamos en hablar con Él(Dios) y platicar le, lo que nos esta pasando, para pedirle esa ayuda que tanto necesitamos.

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