Ciclo /C/
Textos:
Éxodo 3,1-8.13-15
Corintios 10,1-6.10-12
San Lucas 13,1-9
Durante el tiempo de cuaresma la liturgia de la Iglesia nos presenta dos caminos para llevar a cabo nuestra reflexión: La de la primera lectura, que va mostrando diversos elementos de la historia de salvación, mostrando a los personajes y momentos importantes dentro de la historia que van conformado el Antiguo Testamento; y por otro el evangelio que va poniendo pautas para comprender un la espiritualidad de la cuaresma.
Centrémonos el día de hoy en la primera lectura, que aborda el tema de Moisés. El texto nos presenta a este personaje apacentado a las ovejas, y en medio de este singular suceso aparece un fenómeno un tanto extraño una zarza con fuego. Pero ¿qué representa este acontecimiento? El fuego denyro de la Biblia representa la fuerza de Dios. El fuego es algo que no se puede dominar en sí mismo, surge no se puede contener., se expande, prosigue y por ello es incapaz de mantenerlo. Este fuego es una fuerza grande que una vez que inicia no se puede controlar. Este fuego es Dios que da su fuerza, que llega y penetra al hombre haciéndolo capaza de cosas nuevas, que lo inunda y se va expandiendo lentamente hasta que le da el valor, la fuerza requerida para proseguir adelante en la misión que Dios le tiene preparada.
Ciertamente el fuego también puede significar el juicio de Dios, pues una vez que inicia consume todo, su sentencia se cumple, sin embargo aquí es distinto pues es un fuego que no consume, sino que permanece, que llena, que renueva, que inunda de su fuerza y su calor. Es el fuego que inunda a Moisés, es una nueva capacidad para encontrarle sentido a su vida y para afrontar una misión nueva. Esta Misión cosiste en liberar al Pueblo de la esclavitud, y esto no se puede hacer sólo desde las categorías meramente humanas, puesto que puede ser una libertad a medias, un proyecto trunco, un proyecto con límites. Dios quiere liberar plenamente al hombre, y para ello Moisés no debe actuar sólo desde categorías políticas o carismáticas, sino que debe hacerlo desde las categorías de Dios, para que este proyecto sea de Dios, y la libertad que se busca sea de Dios y sólo de Dios. Pues debe de ser una libertad integral, una libertad que llene, que de auténtico sentido a la vida. Y esto sólo es posible cuando se hace desde Dios y por ello debe tener la fuera de Dios.
Cuantas veces se intenta alcanzar la libertad, supuestos proyectos que finalmente terminan en fracasos. Cuanto por querer liberar han oprimido de otras maneras dentro de la sociedad. O bien cuantos tratando de prometer una vida nueva queda todo reducido a mera ilusiones. Por qué en la raíz está sólo el ideal humano, el ideal del hombre, pero no la fuerza d Dios. Moisés debe liberar no desde sus categorías, sino desde las categorías de Dios. Él mismo en el capítulo anterior por querer liberar a un israelita termina matando al egipcio, porque o hace desde sus criterios, desde sus categorías humanas, pero no las de Dios. Lo hace a su manera, con violencia, con ímpetu momentáneo. Ahora recibe la fuerza de Dios para guiar al pueblo de Dios a lo que realmente la libertad sin violencia, sin criterios que llevarán a una opresión de lo humano. Cuantas veces incluso creemos que nuestras fuerzas bastan para levar a cabo todo y descartamos a Dios de nuestras vidas. Cuantas familias que creen que con venganzas, con envidias, con riñas, pueden alcanzar la verdadera justicia, el ser mejores, y sin embargo todo eso se convierte en algo peor, porque no se hace con la ayuda de Dios, sino con nuestros límites. Cuántos esposos esperan con sus fuerzas lograr el proyecto de familia, sin Dios, y finalmente fracasan, o cuantos ha dejado trunca la intervención de Dios en su matrimonio. Es necesaria la fuerza de Dios para seguir adelante. Dejar que la fuerza de Dios entre y de nuevos parámetros para continuar los grandes proyectos de la vida.
Estamos en el tiempo de la cuaresma, un tiempo de penitencia y de reconciliación con Dios , de iniciar una vida nueva, sin pecado, y precisamente este cambio no es posible logarlo sin la ayuda de Dios. Muchas veces creemos que el cambo de cuaresma debe ser complicado, difícil, doloroso, complicado, sufriente, pero no es así. Ciertamente no es algo sencillo, pero no se hace con nuestra propia fuerza, sino que se hace con la fuerza de Dios, con su gracia. La cuaresma es la oportunidad para dejar que su fuego entre y nos haga hacer lo imposible, nos haga libéranos totalmente en nuestra vida de todo aquello que no es posible con nuestras fuerzas, aquellos que nos daña y hace que dañemos a los demás. Cuaresma es esto, es dejar que el fuego de Dios nos transforme, es encuentro con Dios y cambio, pero un cambio que se da con la ayuda de Dios.
Pero este cambio no se da sólo con decir que Dios entre, sino que debemos dejar que Dios entre y la manera por la cual podemos permitir este encentro con Dios nos lo dice el mismo texto. Moisés una vez que se acerca a conocer este suceso recibe una orden: «No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa.» Debemos dejar las sandalias. Las sandalias dentro del simbolismo bíblico representan las seguridades, puesto que en esas culturas es fundamental el caminar con sandalias, pues el calor hace que la arena suba de temperatura y con ello se hace imposible l camino. Quitarse las sandalias implica precisamente eso, dejar que los pasos de Moisés los guíe Dios, sea él quien muestre el camino, quien afiance sus pasos, y no el mismo Moisés.
La manera por la cual podemos permitir que Dios entre en nuestra vida y nos transforme, dándonos su fuerza, implica renunciar a nuestras seguridades, a nuestros falsos pasos y dejar que Dios sea el parámetro de todo. Es dejar que sea Dios quien ponga el camino. Que coloque el camino de la justicia ahí en donde se vive la injusticia, el camino del amor donde hay un rencor, el camino de la esperanza donde el desánimo ha hecho estragos. Dejar las sandalias es precisamente dejar que Dios nos guíe por un camino nuevo y descubrir lo que él nos da para ser mejores.
La cuaresma es esto. Es el dejar que Dios nos de su fuerza para vencer el mal que oprime nuestro corazón, así como dejar que el sea la sandalia que afiance nuestros pasos por caminos nuevos.
Ante esto pueden surgir dudas, pues parece un camino incierto, pero el mismo texto marca la seguridad que Dios le da a Moisés diciéndole su nombre: «Tú hablarás así a los israelitas: "Yo soy" me envió a ustedes.» Decir el nombre es conocer la identidad de Dios, ciertamente Dios no da su identidad en cuanto tal, pero da el sentido de su papel en la historia. Decir “Yo Soy”, implica decir permanencia. El tiempo verbal de este verbo “ser o estar”, dentro del lenguaje hebreo equivale a un tiempo indefinido, es como si dijese: “Yo soy el que era, el que soy y el que será”, es el Dios que ha estado presente a lo largo de toda la historia, es el Dios que nunca abandona, es el Dios que me acompaña y me segura acompañando, que me animará a lo largo de toda mi vida.
Esta es la seguridad de la cuaresma. Estamos llamados a encontramos con un Dios que da la fuerza para vencer el mal, que guíe nuestros pasos y sobre todo que está, ha estado y estará siempre con nosotros.
Corintios 10,1-6.10-12
San Lucas 13,1-9
Durante el tiempo de cuaresma la liturgia de la Iglesia nos presenta dos caminos para llevar a cabo nuestra reflexión: La de la primera lectura, que va mostrando diversos elementos de la historia de salvación, mostrando a los personajes y momentos importantes dentro de la historia que van conformado el Antiguo Testamento; y por otro el evangelio que va poniendo pautas para comprender un la espiritualidad de la cuaresma.
Centrémonos el día de hoy en la primera lectura, que aborda el tema de Moisés. El texto nos presenta a este personaje apacentado a las ovejas, y en medio de este singular suceso aparece un fenómeno un tanto extraño una zarza con fuego. Pero ¿qué representa este acontecimiento? El fuego denyro de la Biblia representa la fuerza de Dios. El fuego es algo que no se puede dominar en sí mismo, surge no se puede contener., se expande, prosigue y por ello es incapaz de mantenerlo. Este fuego es una fuerza grande que una vez que inicia no se puede controlar. Este fuego es Dios que da su fuerza, que llega y penetra al hombre haciéndolo capaza de cosas nuevas, que lo inunda y se va expandiendo lentamente hasta que le da el valor, la fuerza requerida para proseguir adelante en la misión que Dios le tiene preparada.
Ciertamente el fuego también puede significar el juicio de Dios, pues una vez que inicia consume todo, su sentencia se cumple, sin embargo aquí es distinto pues es un fuego que no consume, sino que permanece, que llena, que renueva, que inunda de su fuerza y su calor. Es el fuego que inunda a Moisés, es una nueva capacidad para encontrarle sentido a su vida y para afrontar una misión nueva. Esta Misión cosiste en liberar al Pueblo de la esclavitud, y esto no se puede hacer sólo desde las categorías meramente humanas, puesto que puede ser una libertad a medias, un proyecto trunco, un proyecto con límites. Dios quiere liberar plenamente al hombre, y para ello Moisés no debe actuar sólo desde categorías políticas o carismáticas, sino que debe hacerlo desde las categorías de Dios, para que este proyecto sea de Dios, y la libertad que se busca sea de Dios y sólo de Dios. Pues debe de ser una libertad integral, una libertad que llene, que de auténtico sentido a la vida. Y esto sólo es posible cuando se hace desde Dios y por ello debe tener la fuera de Dios.
Cuantas veces se intenta alcanzar la libertad, supuestos proyectos que finalmente terminan en fracasos. Cuanto por querer liberar han oprimido de otras maneras dentro de la sociedad. O bien cuantos tratando de prometer una vida nueva queda todo reducido a mera ilusiones. Por qué en la raíz está sólo el ideal humano, el ideal del hombre, pero no la fuerza d Dios. Moisés debe liberar no desde sus categorías, sino desde las categorías de Dios. Él mismo en el capítulo anterior por querer liberar a un israelita termina matando al egipcio, porque o hace desde sus criterios, desde sus categorías humanas, pero no las de Dios. Lo hace a su manera, con violencia, con ímpetu momentáneo. Ahora recibe la fuerza de Dios para guiar al pueblo de Dios a lo que realmente la libertad sin violencia, sin criterios que llevarán a una opresión de lo humano. Cuantas veces incluso creemos que nuestras fuerzas bastan para levar a cabo todo y descartamos a Dios de nuestras vidas. Cuantas familias que creen que con venganzas, con envidias, con riñas, pueden alcanzar la verdadera justicia, el ser mejores, y sin embargo todo eso se convierte en algo peor, porque no se hace con la ayuda de Dios, sino con nuestros límites. Cuántos esposos esperan con sus fuerzas lograr el proyecto de familia, sin Dios, y finalmente fracasan, o cuantos ha dejado trunca la intervención de Dios en su matrimonio. Es necesaria la fuerza de Dios para seguir adelante. Dejar que la fuerza de Dios entre y de nuevos parámetros para continuar los grandes proyectos de la vida.
Estamos en el tiempo de la cuaresma, un tiempo de penitencia y de reconciliación con Dios , de iniciar una vida nueva, sin pecado, y precisamente este cambio no es posible logarlo sin la ayuda de Dios. Muchas veces creemos que el cambo de cuaresma debe ser complicado, difícil, doloroso, complicado, sufriente, pero no es así. Ciertamente no es algo sencillo, pero no se hace con nuestra propia fuerza, sino que se hace con la fuerza de Dios, con su gracia. La cuaresma es la oportunidad para dejar que su fuego entre y nos haga hacer lo imposible, nos haga libéranos totalmente en nuestra vida de todo aquello que no es posible con nuestras fuerzas, aquellos que nos daña y hace que dañemos a los demás. Cuaresma es esto, es dejar que el fuego de Dios nos transforme, es encuentro con Dios y cambio, pero un cambio que se da con la ayuda de Dios.
Pero este cambio no se da sólo con decir que Dios entre, sino que debemos dejar que Dios entre y la manera por la cual podemos permitir este encentro con Dios nos lo dice el mismo texto. Moisés una vez que se acerca a conocer este suceso recibe una orden: «No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa.» Debemos dejar las sandalias. Las sandalias dentro del simbolismo bíblico representan las seguridades, puesto que en esas culturas es fundamental el caminar con sandalias, pues el calor hace que la arena suba de temperatura y con ello se hace imposible l camino. Quitarse las sandalias implica precisamente eso, dejar que los pasos de Moisés los guíe Dios, sea él quien muestre el camino, quien afiance sus pasos, y no el mismo Moisés.
La manera por la cual podemos permitir que Dios entre en nuestra vida y nos transforme, dándonos su fuerza, implica renunciar a nuestras seguridades, a nuestros falsos pasos y dejar que Dios sea el parámetro de todo. Es dejar que sea Dios quien ponga el camino. Que coloque el camino de la justicia ahí en donde se vive la injusticia, el camino del amor donde hay un rencor, el camino de la esperanza donde el desánimo ha hecho estragos. Dejar las sandalias es precisamente dejar que Dios nos guíe por un camino nuevo y descubrir lo que él nos da para ser mejores.
La cuaresma es esto. Es el dejar que Dios nos de su fuerza para vencer el mal que oprime nuestro corazón, así como dejar que el sea la sandalia que afiance nuestros pasos por caminos nuevos.
Ante esto pueden surgir dudas, pues parece un camino incierto, pero el mismo texto marca la seguridad que Dios le da a Moisés diciéndole su nombre: «Tú hablarás así a los israelitas: "Yo soy" me envió a ustedes.» Decir el nombre es conocer la identidad de Dios, ciertamente Dios no da su identidad en cuanto tal, pero da el sentido de su papel en la historia. Decir “Yo Soy”, implica decir permanencia. El tiempo verbal de este verbo “ser o estar”, dentro del lenguaje hebreo equivale a un tiempo indefinido, es como si dijese: “Yo soy el que era, el que soy y el que será”, es el Dios que ha estado presente a lo largo de toda la historia, es el Dios que nunca abandona, es el Dios que me acompaña y me segura acompañando, que me animará a lo largo de toda mi vida.
Esta es la seguridad de la cuaresma. Estamos llamados a encontramos con un Dios que da la fuerza para vencer el mal, que guíe nuestros pasos y sobre todo que está, ha estado y estará siempre con nosotros.
PADRE, reflexiono: ¿he permitido que DIOS NUESTRO SEÑOR actúe en mi vida, en nuestra vida familiar?
ResponderEliminarLa respuesta es ¡NO!
Pido, pido y pido.
Rezo, rezo y rezo.
Hago, hago y hago...
PADRE ¡NO HE DEJADO ACTUAR A NUESTRO SEÑOR!!!!
DIOS MÍO A PARTIR DE ESTE INSTANTE ME ENTREGO A TÍ. ENTRA EN MI VIDA SEÑOR. ACTÚA EN MÍ, EN MI FAMILIA.CREO EN TÍ. TEN INVITAMOS EN NUESTRAS VIDAS.
HABLA SEÑOR, TUS SIERVOS ESCUCHAN
GRACIAS PADRE. GRACIAS PADRE ESTÉBAN