Ciclo /C/
Textos:
Amós 8,4-7
Timoteo 2,1-8
Lucas 16,1-13
Dios nos ha dado a cada uno de nosotros una gran cantidad de dones, de capacidades para que alcancemos nuestros fines y podamos desarrollarnos plenamente, sin embargo a veces estos dones no so utilizamos de la mejor manera, ya sea porque no los queremos poner en práctica, nos de pereza utilizarlos de la mejor manera, o bien porque a veces usamos esos dones para cosas que no son lo mejor, que no nos convienen, ni ayudan realmente.
Sobre esta idea nos habla el día de hoy la parábola que hemos escuchado en el evangelio. Nos presenta a este administrador que debe dar cuenta de su trabajo, pues no ha administrado bien y ha malgastado los bienes del amo. Ante esto este hombre sagazmente decide ir rebajando los pagarés de los clientes con el fin de que en el futuro los compradores le ayuden en forma de agradecimiento.
Al final viene la enseñanza de esta parábola: «El señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.» Con esta expresión no es que se esté alabando el comportamiento fraudulento que este hombre ha hecho, no es que exalte el mal comportamiento y la corrupción, sino que lo que se alaba es precisamente la habilidad para salir adelante en los momentos de dificultad.
El problema se da cuando esa habilidad sólo se hace para el mal y no para el bien, pues el mismo texto lo dice: «Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.» Marcando que se es hábil para las cosas del mundo, pero no para las cosas de Dios, las cosas de la luz.
Nosotros muchas veces somos así, pues somos muy hábiles para las cosas del mundo, somos muy buenos para planear cosas malas, pero no para las cosas buenas que nos hacen mejores a nosotros.
Si queremos panelear una venganza somos muy hábiles, pues empezamos a ver situaciones, y como voy a hacerlo, qué voy a decir, que cosas no voy hacer, y hasta disfrutamos antes de tiempo; o bien para hacer una maldad, de inmediato pensamos como hacerla y que vamos a necesitar; o bien para engañar a alguien y sacar provecho, somos instantáneos, somos capaces de ver y argumentar de la mejor manera para realizar lo que tanto queremos; para mentir, no se diga somos capaces de elaborar una historia tan real y tan creíble que hasta nos la creemos y la actuamos bien.
El problema es este, que somos hábiles para las cosas mundanas, que en el fondo dañan a otros y nos dañan a nosotros, pero deberíamos de ser hábiles en las cosas de Dios, en las cosas que valen la pena.
Hoy deberíamos de meditar y reconocer en que necesitamos ser hábiles. Deberíamos de ser hábiles en el perdón, pensar qué voy a hacer para poder perdonar a cierta persona, que plan debe seguir mi corazón para alcanzar ese perdón. O bien que debo hacer para reconciliarme con mi hermano, y en lugar de mandarlo lejos o desentenderme, descubrir que debo hacer para poder pedir el perdón y recibirlo, eso implica habilidad, y no desidia o conformismo.
Se requiere habilidad en la familia para que la relación con mi pareja no sea tan monótona, para dejar de discutir tanto, de distanciarme por cualquier cosa; para ello es necesario la habilidad y ver qué voy a hacer a partir de ahora para que funcione mejor mi relación, que debo hacer para que mejore. Incluso que voy a hacer para que mi relación con mis hijos sea diferente.
Se requiere de habilidad para ser mejor con mi trabajo, que voy a hacer para cambiar mi modo de ser con mi trabajo, para vencer la flojera, la monotonía, para ser mas servicial y menos altanero, para ello se requiere habilidad, para ser más justo y ecuánime con mis empleados.
Se requiere habilidad en el amor, el perdón, la fraternidad, la justicia, la verdad, en eso deberíamos de emplear nuestras fuerzas y no sólo en cosas vánales y superficiales, por ello al final dice Jesús: «No se puede servir a Dios y al dinero.» En otras palabras nos e puede vivir en la injusticia y decirse del lado de la justicia, no se puede decir mentiras y abogar por la verdad, en pocas palabras no se puede anunciar el amor y ser cómplice de la maldad. Ser creyente es algo radical y eso es lo que pide Jesús, dando un testimonio auténtico del evangelio en neustras vidas y empezando a ser hábiles en lo que vale la pena y nos hace ser mejores personas.
Timoteo 2,1-8
Lucas 16,1-13
Dios nos ha dado a cada uno de nosotros una gran cantidad de dones, de capacidades para que alcancemos nuestros fines y podamos desarrollarnos plenamente, sin embargo a veces estos dones no so utilizamos de la mejor manera, ya sea porque no los queremos poner en práctica, nos de pereza utilizarlos de la mejor manera, o bien porque a veces usamos esos dones para cosas que no son lo mejor, que no nos convienen, ni ayudan realmente.
Sobre esta idea nos habla el día de hoy la parábola que hemos escuchado en el evangelio. Nos presenta a este administrador que debe dar cuenta de su trabajo, pues no ha administrado bien y ha malgastado los bienes del amo. Ante esto este hombre sagazmente decide ir rebajando los pagarés de los clientes con el fin de que en el futuro los compradores le ayuden en forma de agradecimiento.
Al final viene la enseñanza de esta parábola: «El señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.» Con esta expresión no es que se esté alabando el comportamiento fraudulento que este hombre ha hecho, no es que exalte el mal comportamiento y la corrupción, sino que lo que se alaba es precisamente la habilidad para salir adelante en los momentos de dificultad.
El problema se da cuando esa habilidad sólo se hace para el mal y no para el bien, pues el mismo texto lo dice: «Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.» Marcando que se es hábil para las cosas del mundo, pero no para las cosas de Dios, las cosas de la luz.
Nosotros muchas veces somos así, pues somos muy hábiles para las cosas del mundo, somos muy buenos para planear cosas malas, pero no para las cosas buenas que nos hacen mejores a nosotros.
Si queremos panelear una venganza somos muy hábiles, pues empezamos a ver situaciones, y como voy a hacerlo, qué voy a decir, que cosas no voy hacer, y hasta disfrutamos antes de tiempo; o bien para hacer una maldad, de inmediato pensamos como hacerla y que vamos a necesitar; o bien para engañar a alguien y sacar provecho, somos instantáneos, somos capaces de ver y argumentar de la mejor manera para realizar lo que tanto queremos; para mentir, no se diga somos capaces de elaborar una historia tan real y tan creíble que hasta nos la creemos y la actuamos bien.
El problema es este, que somos hábiles para las cosas mundanas, que en el fondo dañan a otros y nos dañan a nosotros, pero deberíamos de ser hábiles en las cosas de Dios, en las cosas que valen la pena.
Hoy deberíamos de meditar y reconocer en que necesitamos ser hábiles. Deberíamos de ser hábiles en el perdón, pensar qué voy a hacer para poder perdonar a cierta persona, que plan debe seguir mi corazón para alcanzar ese perdón. O bien que debo hacer para reconciliarme con mi hermano, y en lugar de mandarlo lejos o desentenderme, descubrir que debo hacer para poder pedir el perdón y recibirlo, eso implica habilidad, y no desidia o conformismo.
Se requiere habilidad en la familia para que la relación con mi pareja no sea tan monótona, para dejar de discutir tanto, de distanciarme por cualquier cosa; para ello es necesario la habilidad y ver qué voy a hacer a partir de ahora para que funcione mejor mi relación, que debo hacer para que mejore. Incluso que voy a hacer para que mi relación con mis hijos sea diferente.
Se requiere de habilidad para ser mejor con mi trabajo, que voy a hacer para cambiar mi modo de ser con mi trabajo, para vencer la flojera, la monotonía, para ser mas servicial y menos altanero, para ello se requiere habilidad, para ser más justo y ecuánime con mis empleados.
Se requiere habilidad en el amor, el perdón, la fraternidad, la justicia, la verdad, en eso deberíamos de emplear nuestras fuerzas y no sólo en cosas vánales y superficiales, por ello al final dice Jesús: «No se puede servir a Dios y al dinero.» En otras palabras nos e puede vivir en la injusticia y decirse del lado de la justicia, no se puede decir mentiras y abogar por la verdad, en pocas palabras no se puede anunciar el amor y ser cómplice de la maldad. Ser creyente es algo radical y eso es lo que pide Jesús, dando un testimonio auténtico del evangelio en neustras vidas y empezando a ser hábiles en lo que vale la pena y nos hace ser mejores personas.
PADRE SIEMPR HE PENSADO QUE EL MUNDO ANDA MUUUUY MAL, NO SÓLO POR LAS COSAS MALAS QUE DE POR SÍ HACE LA GENTE QUE ELIJE EL MAL; SINO QUE, Y PRINCIPALMENTE, POR LAS COSAS QUE LA INMENSA CANTIDAD DE CATÓLICOS DEJAMOS DE HACER AÚN SABIENDO QUÉ ES LO QUE NOS CORRESPODERÍA REALIZAR AL SER VERDADEROS HIJOS DE DIOS.
ResponderEliminarAUNADO A ESO, TAMPOCO SOMOS HÁBILES CON LOS DONES Y GRACIAS QUE DIOS MISERICORDIOSO NOS HA DADO.
¡DEBEMOS USARLOS CON ASTUCIA PARA MEJORAR NUESTA FAMILIA, NUESTRA COMUNIDAD, NUESTRO PAÍS, ANTES DE QUE DIOS NOS PIDA CUENTA DE ELLOS Y LOS REGRESEMOS "INTACTOS"...!