20/9/09

«Él se levantó y lo siguió»

Meditación en la fiesta de san Mateo Apóstol

Textos:
Carta a los Efesios 4,1-7.11-13
San Mateo 9,9-13

Muchas veces al escuchar que Dios constantemente llama a los hombres nos preguntamos “¿Quién será digno de su llamado?” y sacamos nuestra lista de nombres y según cualidades y capacidades vamos diciendo quien es capaz de ser llamado por Dios. Generalmente escogemos a los más buenos, los más inteligentes, los más santos. Casi siempre el que hace el listado no aparece y dice “hay gente más buena que yo.”
El Día de hoy la Iglesia celebra a san Mateo, Apóstol y curiosamente la liturgia nos invita a contemplar que en realidad todos somos llamados a esta vocación, todos somos dignos de ser alcanzados por la llamada de Dios. El ejemplo lo vemos en el texto del Evangelio, donde Mateo, un publicano, un cobrador de impuestos del imperio romano, que era tenido como traidor a la patria y por consiguiente pecador e indigno de Dios, es llamado precisamente por Jesús. De ahí que entonces el problema no consiste en ver quién es el que puede ser llamado por Dios, sino quién es el quién no se deja llamar por Dios, quién es el que no acepta esta llamada que le dirige.
La problemática por tanto es precisamente descubrir si nosotros realmente aceptamos el llamado, si realmente estamos dispuestos a reconocer que Jesús nos convoca a una misión específica en nuestra vida. Sería importante que descubriéramos realmente cuál es la razón por la cual nosotros vamos por la vida sin aceptar la llamada del Señor. A lo mejor porque vivimos muy ocupados, tenemos tantos quehaceres que no nos damos abasto para escuchar lo que el Señor nos pide, y para que nos echamos otra situación más en la vida.
O lo mejor vivimos muy tristes como para que Dios nos pida algo más, si apenas podemos con nuestra vida, si sufrimos tanto, como para que Dios nos pida algo, es mejor tratar de vivir un consuelo y dejar de comprometernos de esa manera.
O vivimos en pecado, y decimos que somos indignos que Dios no se puede fijar en nosotros, que no lo merecemos, aunque en realidad somos nosotros los que no queremos, los que no deseamos precisamente eso. Porque tal vez tenemos, miedo a dejar nuestro pecado, nuestros vicios, nuestra manera de comportarnos. Ciertamente que el pecado no es obstáculo para que Jesús nos llame, pues él nos llama siempre, y si nos llama es para una misión, y al mismo tiempo alejarnos del pecado. De ahí que alguien diga que es tan malo que mejor ni se acerca a Dios, es un argumento erróneo, pues uno puede acercarse a Dios para dejar el mal camino y convertirse, pero muchas veces tenemos miedo de dejar ese camino.
A lo mejor puede ser por miedo, es decir, porque no queremos realmente comprometernos con Jesús, porque sabemos que es exigente en la vida, porque sabemos que pide mucho. Mejor nos quedamos con lo que somos y tenemos, sin comprometernos realmente a una transformación total en nuestro ser. Porque el evangelio es radical y exige mucho de nosotros.
O por nuestra indecisión en la vida. Sólo lo dejamos como propósito, pensando que algún día lo cambiaremos. Y ahí estamos a medias, con un proyecto y una buena intención de darle un espacio a Jesús sin abrir nunca un espacio en nuestra vida.
O por nuestro conformismo pues llegamos a decirle que ya lo seguimos, que ya hemos dado un paso. Pero lo que sucede es que Jesús llama continuamente. Si lo hemos seguido, debemos continuar detrás de él, debemos continuar a su lado. Siempre nos hace un nuevo llamado para continuar, y no echarnos para atrás. El llamado de Jesús no es sólo d un día, es un llamado permanente, continuo, pues siempre hay algo nuevo que hacer, y siempre hay algo distinto que hacer, que cambiar.
San Mateo se dio la oportunidad de levantarse y seguir a Jesús. De no permitir que su mesa de impuestos lo atara, sino de iniciar un nuevo camino, rompiendo sus esclavitudes y dejando que Jesús lo transformara con su gracia. Ciertamente que le costo trabajo, pero lo logró porque se arriesgó para salir adelante e iniciar algo nuevo que le daba el sentido de su vida. Que el Señor permita que este día, nos demos la oportunidad de descubrir realmente qué es lo que nos imposibilita para seguirlo realmente, demos el paso decisivo como lo ha dado san Mateo.

1 comentario:

  1. PADRE, QUE DIOS MISERICORDIOSO NOS ABRA LOS OJOS, EL ENTENDIMKIENTO Y, SOBRE TODO, EL CORAZÓN.
    ¡SEÑOR CREO, MÁS AUMENTA MI FÉ!
    CONTIGO SEÑOR VOY A DONDE QUIERAS. VOY CON AMOR,CON LA PAZ PARA HACER TU VOLUNTAD.

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