16/9/09

Vida de Fe: Dejar las indecisiones

Meditación del Miercoles XXIV de tiempo Ordinario
Ciclo Ferial / I /
Año impar

Textos:
1 Timoteo 3,14-16
San Lucas 7,31-35


El texto del evangelio del día de hoy parece ponernos ante dos realidades, por un lado se ve el asombro de Jesús y por otro, la indecisión del hombre ante el misterio de Dios.
El asombro de Jesús se debe al hombre que no se conforma, ni le parece nada. Si Jesús se sorprende es porque no puede concebir que nada le parezca al hombre. Es un asombro que le lleva a no captar al mismo hombre, que no sabe cómo darle gusto «Llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: '¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!». Podemos descubrir a un Jesús que esperaría el cambio del hombre, que fuera distinto al ver una nueva alternativa, pero resulta ser que no le gusta nada; es el Dios que trata de darle de cierta manera gusto al hombre con tal de que cambie, de que se convierta, y sin embargo al final resulta que no le parece nada. Así, vino el bautista y decían que estaba endemoniado, viene Jesús y dicen que es comelón y borracho; marcando que nada le parece al hombre. Ese asombro en realidad es la incomprensión de aquel que buscando poner los medios para salvarnos no la aceptamos, así parece ser que es difícil darnos la salvación.
Pero centrémonos en el segundo punto: la problemática del hombre que nada le parece y en relación con su vida de fe, tema que hemos estado meditando. En el fondo lo que sucede es que la fe del hombre es muy endeble, y no es capaz de descubrir lo que Dios le va mostrando, o sólo se deja guiar por una aspecto meramente externo sin llegar realmente a descubrir lo que Dios le está proponiendo.
Muchas veces la vida de fe se basa simplemente en lo exterior, en una persona, en una situación, en algo que se vio, sin llegar nunca a profundizar. Cuantas veces alguien adquiere la fe por un retiro, un encuentro de jóvenes, pero llegan hasta ahí, y su fe sólo se basa en ese cúmulo de experiencias, sin profundizar en ellos, sin seguir formándose y acrecentar y hacer madurar siempre esa fe. Entonces con cualquier cosa la fe se desploma, y se dice que no se puede seguir así, que la Iglesia miente, que Dios no está ahí presente, e incluso ni hace oración. Esto se debe a que su fe se fue debilitando porque su experiencia fue meramente emocional y pasajera. Dios se lo mostro, pero cuando le ofreció otras cosas no le gusto, no le pareció, y se alejó. Dios busca dar opciones y carismas para seguir adelante, pero muchas veces decimos “eso si que no con lo que fui es suficiente”, cerrando así la puerta tajantemente.
O cuántos permiten que su fe se sostenga en una persona, en un sacerdote, un predicador u otra persona, y el día que se equivoca dice que mejor se aleja, porque no hay fidelidad, porque se escandaliza, porque no quiere seguir adelante. O por un mal ejemplo de alguien terminan por irse. En el fondo es una fe muy débil, una fe indecisa porque en lugar de buscar, indagar, solidificar, dejan todo a la suerte. O bien no les parecen las personas y mejor se van se alejan encontrando el defecto siempre.
Incluso en medio de los grupos de la misma comunidad uno puede encontrar pretextos para no pertenecer a nada y no acercarse a ella, porque hay una persona, que porque no se puede, que me cae mal. Total que no se hace comunidad. O bien que no hay tiempo, que mas tarde, que mejo se haga temprano, que no hay tiempo. Todas esas indecisiones nos llevan a no tener un camino fijo en la vida y con ello nunca madurar la fe. O bien nos escandalizamos con cualquier cosa y nos vamos sin comprometernos realmente con nadie y mejor nos echamos para atrás y eso nos lleva a no tener decisión, a dejarlo todo en una persona, una institución, una postura, un perjuicio, cayendo en la imposibilidad de tener una decisión y con ello una madurez en la vida de fe.
Que nuestra fe no se vea englobada simplemente en una postrura, o en la búsqueda de pretextos para no adentrarnos en ella, porque Dios pone medios, el problema somos nosotros.

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