(Misa de Medianoche)
Textos:
Isaías 9,1-6
Tito 2,11-14
San Lucas 2,1-14
Tito 2,11-14
San Lucas 2,1-14
El día de hoy muchos por la noche se dirán “¡Feliz Navidad!”, pero, cuál es la razón por la que será feliz la navidad, ¿Qué entendemos por Navidad? ¿Qué es lo que la hace feliz? Recuerdo en una caricatura que vi que la navidad era feliz en la medida en la que había un árbol y lleno de regalos, y que al ser quemada curiosamente se perdía la navidad y la felicidad de la misma, ciertamente es un acto terrible, que impacta, que causa una tristeza, pero ¿Implica que se `pierda el espíritu navideño? Creo que en realidad no hemos sido capaces de entender que es Navidad.
Cuando hablamos de Navidad viene a nuestra mente cantidad de imágenes, como árboles, luces, santa Claus, esferas, regalos, comida navideña (Bacalao, romeros, pavo, etc…) Y si llega a faltar esto, entonces pareciera que ya no existe más lo que es la navidad. Eso quiere decir que la Navidad está limitada a algo meramente comercial y material, o incuso sentimental, porque también la navidad se suele limitar sólo a la reunión de personas, y si alguien no se encuentra pareciera que la festividad se desploma totalmente.
Ciertamente la reunión de la familia es importante, pues la navidad es la oportunidad para estar juntos y ello hace que se establecen vínculos más fuertes. También son importantes los signos, son importantes los regalos. Pero la Navidad no puede quedar limitada sólo a esta realidad. Porque a lo largo del año hay otras celebraciones que implican la reunión de la familia, que habla de signos y de regalos, y sin embargo no son Navidad. Por tanto ¿qué es la Navidad?
El texto del evangelio que hoy hemos escuchado parece acercarnos a esta realidad, para entender el verdadero sentido de la Navidad. En primer lugar se nos dice que el nacimiento de Jesús se da en un contexto de censo. El tema del censo dentro de las Sagradas Escrituras está bien testimoniado, como el signo del poder de un soberano sobre el Pueblo, mostrando así que tan poderoso es. Un ejemplo claro lo encontramos en 2Sam 24 en donde David manda hacer un censo, con el fin de ver cuántos hombres tenía para la guerra y así sobrevivir, pero desconfiando de Dios. Esto provocó una peste. Se puede apreciar que un censo en el pasado ha traído calamidades, pero ahora paradójicamente este censo trae un salvador.
Para el evangelista Lucas este contexto sirve para anunciar de antemano la salvación definitiva, que a pesar de que existe fuerzas hostiles y que gobiernan el mundo a su placer el verdadero rey ha de nacer y salvará a los hombres. La celebración de Navidad se convierte en primer lugar en un acontecimiento de salvación, lo que en la noche de Navidad celebramos es un momento de salvación. Así como san Lucas habla de ese censo, también hoy existen otros censos, es decir otras formas de implantar el poder y el mando en medio del mundo. Hoy existen censos (formas de poder) en donde se promulgan leyes a favor de una serie de cosas que atentan contra la vida de los demás, contra la dignidad de la familia, para demostrar que son ellos los que rigen, que ellos mandan y no les importan la gente, sólo les interesa su poder, su soberbia, su despotismo. Y justo ahí e donde deberíamos de descubrir al verdadero salvador que viene a darnos su amor su vida, que viene a devolvernos nuestra dignidad. Esto es el sentido de la navidad.
Es momento de descubrir que la salvación no está en un partido político, no está en una serie de leyes a conveniencia de unos cuantos, no está en los gobernadores corruptos, ni en las instituciones caducas y totalmente llenas de corrupción. La salvación no está en quien va a gobernar porque finalmente todos quedan corrompidos por el sistema. La salvación no está en un poco de diversión que se nos dé para tranquilizar el alma, la salvación no está en leyes en las que supuestamente todos son tomados en cuenta, mientras que en realidad sólo son tomadas en cuenta a favor de sus posturas políticas. La salvación no está ahí. La salvación no está en aquel que hace un censo, sino en aquel que se mueve en medio de esa corrupción para darnos la salvación, devolviendo la dignidad.
Navidad se convierte así, en la renovación de toda la creación, de toda la historia, a fin de iniciar una total transformación en la vida del hombre. Es el momento para elevar la vista y descubrir que no caminamos solos en el mundo, que a pesar de las injusticias, de las cerrazones, de las corrupciones, hay alguien que rige la verdadera historia, alguien que nos ama, que no nos deja solos y que va buscando los medios necesarios para que vayamos saliendo adelante, rescatando nuestra historia, nuestra dignidad, nuestra persona. Cuando nosotros somos capaces de descubrir esto la Navidad toma un nuevo sentido, la Navidad se vuelve realmente un momento especial, porque no sólo es reunión o es fiesta, es un acontecimiento en donde nos llenamos de esperanza y somos capaces de descubrir que no estamos solos en la vida, este Jesús que nos salva y que a pesar de esos poderosos corruptos en medio de la historia. La Navidad se convierte de este modo en salvación, en esperanza, y en un verdadero gozo, que no se sostiene simplemente en algo esporádico o comercial, sino en la certeza de la salvación que sólo viene de Dios.
Esta verdad puede parecer inadvertida e incluso totalmente oculta a los ojos de los demás, y sobre todo por los poderosos de la historia que van comercializando la Navidad y lo limitan a tantas cosas, menos a llenarlos de esperanza, de dignidad y de reconocerse llamados a ser hijos de Dios. Esta idea está puesta implícitamente en el texto: «...no había lugar para ellos en el albergue.» Para la salvación y dignidad del hombre nunca habrá sitio en el albergue, nunca habrá la posibilidad de la salvación, porque esto no conviene a los poderes de la historia.
En segundo lugar el texto nos invita a acercarnos un poco más al misterio de la navidad y descubrir en donde está la salvación, descubriendo a Jesús: «…lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre.» Nos habla de dos realidades vitales para encontrar a Jesús. Primeramente los pañales. Ser envuelto en pañales, no es un mero signo de pobreza sino que remite al texto de Sabiduría 7,4-5, en donde Salomón, el más rico de Judea afirma: «Me criaron con mimo entre pañales. Ningún rey empezó de otra manera.» Así que Jesús nace como cualquier rey, con esto se anuncia la realeza de Jesús. Ese niño, pequeño y débil, en el fondo es Rey, y tare la salvación porque es Rey, porque realmente gobierna. Hay emperadores, políticos, gobiernos, pero este que inicia su vida es Rey, este gobierna de un modo distinto, lejos de toda corrupción, lejos de toda situación de maldad. Este niño, trae un nuevo criterio con lo cual regirá la tierra. ¿Pero cuál es este criterio? El texto ofrece la respuesta a continuación al decir que es recostado en el pesebre.
El verbo “recostar” es el mismo término que Lucas empleará para designar al cuerpo de Jesús que es reclinado en el sepulcro, marcando así que se deposita un cuerpo de modo pasivo. Con esta idea san Lucas parece aludir a la relación entre el pesebre y la cruz, como diciendo: el pesebre es el lugar apropiado para el Hijo de Dios, como lo será el leño de la cruz y la “cuna” del sepulcro. Ésta es la suerte del Mesías y su deber ser: así es y será salvador Jesús. La Salvación del mundo y la manera de dirigir la vida del hombre se dará a partir de la entrega en su cruz, y ya desde la narración del nacimiento se ve claramente la sombra de la cruz con la cual regirá al mundo y lo salvará.
Con estos dos elementos que he considerado, creo que podemos acercarnos mejor a la Navidad y decir “¡Feliz Navidad!”, teniendo en cuenta la salvación, la esperanza, la capacidad de cambio que se puede iniciar desde ahora la gracia de Dios. Decir “¡Feliz Navidad!” teniendo la certeza de nuestra dignidad, de nuestra salvación. Anunciar una “¡Feliz Navidad!” convencidos de que Jesús viene a reinar a nuestras vidas y que lo hace dándose totalmente a nosotros. Sólo así como cristianos podemos decir en este día “¡Feliz Navidad!”, sin detenernos tanto en lo material, lo banal, y descubriendo desde la fe lo que realmente celebramos esta Navidad. Y entonces si desde nuestra vida de fe y llenos con la fuerza del evangelio podemos decir: “¡Feliz Navidad!”
Cuando hablamos de Navidad viene a nuestra mente cantidad de imágenes, como árboles, luces, santa Claus, esferas, regalos, comida navideña (Bacalao, romeros, pavo, etc…) Y si llega a faltar esto, entonces pareciera que ya no existe más lo que es la navidad. Eso quiere decir que la Navidad está limitada a algo meramente comercial y material, o incuso sentimental, porque también la navidad se suele limitar sólo a la reunión de personas, y si alguien no se encuentra pareciera que la festividad se desploma totalmente.
Ciertamente la reunión de la familia es importante, pues la navidad es la oportunidad para estar juntos y ello hace que se establecen vínculos más fuertes. También son importantes los signos, son importantes los regalos. Pero la Navidad no puede quedar limitada sólo a esta realidad. Porque a lo largo del año hay otras celebraciones que implican la reunión de la familia, que habla de signos y de regalos, y sin embargo no son Navidad. Por tanto ¿qué es la Navidad?
El texto del evangelio que hoy hemos escuchado parece acercarnos a esta realidad, para entender el verdadero sentido de la Navidad. En primer lugar se nos dice que el nacimiento de Jesús se da en un contexto de censo. El tema del censo dentro de las Sagradas Escrituras está bien testimoniado, como el signo del poder de un soberano sobre el Pueblo, mostrando así que tan poderoso es. Un ejemplo claro lo encontramos en 2Sam 24 en donde David manda hacer un censo, con el fin de ver cuántos hombres tenía para la guerra y así sobrevivir, pero desconfiando de Dios. Esto provocó una peste. Se puede apreciar que un censo en el pasado ha traído calamidades, pero ahora paradójicamente este censo trae un salvador.
Para el evangelista Lucas este contexto sirve para anunciar de antemano la salvación definitiva, que a pesar de que existe fuerzas hostiles y que gobiernan el mundo a su placer el verdadero rey ha de nacer y salvará a los hombres. La celebración de Navidad se convierte en primer lugar en un acontecimiento de salvación, lo que en la noche de Navidad celebramos es un momento de salvación. Así como san Lucas habla de ese censo, también hoy existen otros censos, es decir otras formas de implantar el poder y el mando en medio del mundo. Hoy existen censos (formas de poder) en donde se promulgan leyes a favor de una serie de cosas que atentan contra la vida de los demás, contra la dignidad de la familia, para demostrar que son ellos los que rigen, que ellos mandan y no les importan la gente, sólo les interesa su poder, su soberbia, su despotismo. Y justo ahí e donde deberíamos de descubrir al verdadero salvador que viene a darnos su amor su vida, que viene a devolvernos nuestra dignidad. Esto es el sentido de la navidad.
Es momento de descubrir que la salvación no está en un partido político, no está en una serie de leyes a conveniencia de unos cuantos, no está en los gobernadores corruptos, ni en las instituciones caducas y totalmente llenas de corrupción. La salvación no está en quien va a gobernar porque finalmente todos quedan corrompidos por el sistema. La salvación no está en un poco de diversión que se nos dé para tranquilizar el alma, la salvación no está en leyes en las que supuestamente todos son tomados en cuenta, mientras que en realidad sólo son tomadas en cuenta a favor de sus posturas políticas. La salvación no está ahí. La salvación no está en aquel que hace un censo, sino en aquel que se mueve en medio de esa corrupción para darnos la salvación, devolviendo la dignidad.
Navidad se convierte así, en la renovación de toda la creación, de toda la historia, a fin de iniciar una total transformación en la vida del hombre. Es el momento para elevar la vista y descubrir que no caminamos solos en el mundo, que a pesar de las injusticias, de las cerrazones, de las corrupciones, hay alguien que rige la verdadera historia, alguien que nos ama, que no nos deja solos y que va buscando los medios necesarios para que vayamos saliendo adelante, rescatando nuestra historia, nuestra dignidad, nuestra persona. Cuando nosotros somos capaces de descubrir esto la Navidad toma un nuevo sentido, la Navidad se vuelve realmente un momento especial, porque no sólo es reunión o es fiesta, es un acontecimiento en donde nos llenamos de esperanza y somos capaces de descubrir que no estamos solos en la vida, este Jesús que nos salva y que a pesar de esos poderosos corruptos en medio de la historia. La Navidad se convierte de este modo en salvación, en esperanza, y en un verdadero gozo, que no se sostiene simplemente en algo esporádico o comercial, sino en la certeza de la salvación que sólo viene de Dios.
Esta verdad puede parecer inadvertida e incluso totalmente oculta a los ojos de los demás, y sobre todo por los poderosos de la historia que van comercializando la Navidad y lo limitan a tantas cosas, menos a llenarlos de esperanza, de dignidad y de reconocerse llamados a ser hijos de Dios. Esta idea está puesta implícitamente en el texto: «...no había lugar para ellos en el albergue.» Para la salvación y dignidad del hombre nunca habrá sitio en el albergue, nunca habrá la posibilidad de la salvación, porque esto no conviene a los poderes de la historia.
En segundo lugar el texto nos invita a acercarnos un poco más al misterio de la navidad y descubrir en donde está la salvación, descubriendo a Jesús: «…lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre.» Nos habla de dos realidades vitales para encontrar a Jesús. Primeramente los pañales. Ser envuelto en pañales, no es un mero signo de pobreza sino que remite al texto de Sabiduría 7,4-5, en donde Salomón, el más rico de Judea afirma: «Me criaron con mimo entre pañales. Ningún rey empezó de otra manera.» Así que Jesús nace como cualquier rey, con esto se anuncia la realeza de Jesús. Ese niño, pequeño y débil, en el fondo es Rey, y tare la salvación porque es Rey, porque realmente gobierna. Hay emperadores, políticos, gobiernos, pero este que inicia su vida es Rey, este gobierna de un modo distinto, lejos de toda corrupción, lejos de toda situación de maldad. Este niño, trae un nuevo criterio con lo cual regirá la tierra. ¿Pero cuál es este criterio? El texto ofrece la respuesta a continuación al decir que es recostado en el pesebre.
El verbo “recostar” es el mismo término que Lucas empleará para designar al cuerpo de Jesús que es reclinado en el sepulcro, marcando así que se deposita un cuerpo de modo pasivo. Con esta idea san Lucas parece aludir a la relación entre el pesebre y la cruz, como diciendo: el pesebre es el lugar apropiado para el Hijo de Dios, como lo será el leño de la cruz y la “cuna” del sepulcro. Ésta es la suerte del Mesías y su deber ser: así es y será salvador Jesús. La Salvación del mundo y la manera de dirigir la vida del hombre se dará a partir de la entrega en su cruz, y ya desde la narración del nacimiento se ve claramente la sombra de la cruz con la cual regirá al mundo y lo salvará.
Con estos dos elementos que he considerado, creo que podemos acercarnos mejor a la Navidad y decir “¡Feliz Navidad!”, teniendo en cuenta la salvación, la esperanza, la capacidad de cambio que se puede iniciar desde ahora la gracia de Dios. Decir “¡Feliz Navidad!” teniendo la certeza de nuestra dignidad, de nuestra salvación. Anunciar una “¡Feliz Navidad!” convencidos de que Jesús viene a reinar a nuestras vidas y que lo hace dándose totalmente a nosotros. Sólo así como cristianos podemos decir en este día “¡Feliz Navidad!”, sin detenernos tanto en lo material, lo banal, y descubriendo desde la fe lo que realmente celebramos esta Navidad. Y entonces si desde nuestra vida de fe y llenos con la fuerza del evangelio podemos decir: “¡Feliz Navidad!”
PADRE, GRACIAS.
ResponderEliminar¡FELIZ NAVIDAD!