29/12/09

Navidad: Capacidad de escucha

Meditación para el 29 de Diciembre
Quito día en la infraoctavade Navidad

Textos:
1 San Juan 2,3-11
San Lucas 2,22-35

El evangelio del día de hoy nos presenta la figura de Simeón. Este hombre es un anciano, convirtiéndose así en símbolo del Antiguo pueblo de Israel que espera al Mesías. El nombre Simeón viene del verbo hebreo “Shema”, que quiere decir ‘escucha’. Este nombre indica que es la imagen del pueblo de Israel que escucha, que está atento a la Palabra de Dios en todo momento.
Si lo pensamos bien, Simeón es capaz de distinguir a Jesús en medio de toda la gente porque escucha a dios y se da cuenta precisamente que ahí está el Mesías, en un niño pequeño, en un frágil y necesitado niño. Esto parecería absurdo pues quien se imaginaría que Dios se manifestaría en un niño precisamente, quién pensaría que Dios se haría pequeño. ¿Cómo es que puede saberlo Simeón e identificarlo en medio de la multitud que entra en el templo? Sencillo, escuchando a Dios, descubriendo su Palabra, su mensaje. Sólo así es capaz de descubrir cuáles son los planes de Dios.
Y ahí en medio de este encuentro no se limita simplemente a descubrirlo, sino que eleve un pequeño discurso en un tono profético. Ha esperado bien y ahora sabe morir. Su vida ha culminado, ha tenido sentido lo que ha hecho. Por eso bendice a Dios y le da las gracias. Ahora puede morir desde la esperanza que ha llegado a realizarse, pues ve la llegada del Mesías. El verdadero Israel que es Simeón ha cumplido su tarea, y ahora inicia una nueva etapa. Pero esta etapa del Mesías aclara Simeón, no es sencilla y para ello marca cual es la misión de este niño: Ser luz y contradicción. Luz porque ilumina la vida de los hombres, pero al mismo tiempo contradicción, porque ilumina desde otros criterios diversos a lo que el mundo prefiere, eso traerá el dolor.
Este pasaje colocado justo en este contexto de Navidad pues es el momento para descubrirnos capaces de escuchar así como Simeón lo hizo y transformo su vida encontrándose con Jesús. Deberíamos de preguntarnos hoy que tanto hemos escuchado, que tan sensibles somos para escuchare a Dios en su Palabra. Cuantas veces su Palabra es proclamada y nosotros no le prestamos atención, o creemos que es aburrido, o que ya no la sabemos y no nos damos la oportunidad de escucharla, y de asimilarla.
Qué tanto somos sensibles para escuchar a Dios en los demás. Cuanto tiempo nos damos para escuchar al esposo, a la esposa, a los hijos, a los padres. Generalmente siempre estamos muy apurados, o lo que nos dicen no es tan importante como lo que yo hago, y así vamos por la vida sin ser capaces de escuchar. Precisamente esto es lo importante, porque muchas de las dificultades que a veces nos topamos es porque no escuchamos lo que el otro nos dice. Si este anciano no hubiese escuchado, nunca hubiese descubierto a Jesús; cuando nosotros no escuchamos tampoco nos encontramos con Jesús, ni sabemos cómo afrontar las diversas situaciones de nuestra vida, porque debido a esta falta de escucha no podemos seguir adelante, no sabemos qué acciones tomar.Navidad implica entonces tener un oído sensible y descubrir que piensa el otro, descubrir porque dice ciertas cosas y sólo así iniciar un proceso nuevo en nuestra vida, que debe llevarnos con este pequeño de Nazaret que nos llena de esperanza y de amor todos los días.

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