Sexto día en la infraoctava de Navidad
Textos:
1 San Juan 2,18-21
San Juan 1,1-18
1 San Juan 2,18-21
San Juan 1,1-18
Hoy el texto del evangelio nos presenta la continuación de la presentación de Jesús en el templo, y mientras nuestra mirada se centraba ayer en Simeón, el día de hoy la centramos en el segundo personaje que aparece en la escena que es precisamente Ana.
Esta mujer recopila datos importantes del antiguo Pueblo de Israel. Primeramente digamos lo de su: Ana, que ciertamente hace ciertas alusiones al relato de Samuel. El nombre Ana quiere decir gracia, favorita. En ella se encuentra representado el pueblo de Israel, que aguarda una consolación, y que ha hallado en ciertos momentos la gracia de Dios. A continuación nos dice que es hija de Fanuel. La palabra Fanuel, viene del hebreo Penuel, rostro de Dios. Así nos habla del pueblo que ha visto el rostro de Dios, que conoció su misericordia, que se encontró profundamente con Dios. Esto se ve reforzado por la idea de su pertenencia de la tribu de Aser, una tribu que nació en el desierto. Esto se dio especialmente en el desierto, en donde sobre el Sinaí conoció a Dios. Así vemos que se remota a la gloria de la alianza. Ahí en el Sinaí inició una vida nueva, vivió la juventud. Es el Israel que vivió su época de amor con Dios.
Ahora esta mujer es anciana, es un pueblo que recorrió la historia, con todas sus vicisitudes. Había terminado su primera etapa representada por los siete años de esposa fiel, entregada a Dios. Fue una etapa total, completa. Pero ahora tiene 84 años y es viuda, es decir, tiene 77 años sin esposo. Es el pueblo que abandonó a su Dios, que le dejó para no volver con él. Ahora sólo vive de sus recuerdos, ha perdido su frescor, sólo le queda esperar la acción de Dios. Por esa razón está en el templo y no se aparta de él, pues ahí Dios hará su aparición y todo cambiará. Pero el templo ya no comunica nada, sus ayunos y oraciones son medios inútiles para alcanzar a Dios.
Justo en ese momento en el que hace sus ritos aparece Jesús y parece caer todo esto. No sirven esos ritos antiguos lo que se necesita es el encuentro auténtico con Cristo, el encuentro auténtico con el Señor. Ana representa a aquellos que le han sido infieles al Señor `pero ahora buscan encontrarse con él, para ello todo ese ritualismo que lleva a cabo. Justo en ese momento todo parece ser distinto, Dios escapa de esos ritos, a Dios se le encuentra precisamente en el niño, el lo frágil. Esto es una novedad. Cuántas veces nosotros vamos por la vida buscando ritualismos, haciendo lo de siempre, pero nunca dejándonos sorprender por el Señor, descubriéndolo en nuevos criterios de vida.
Cuantas veces creemos que la vida de fe se encierra en una serie de cumplimientos. Creemos que sólo con ir a misa, una que otra oración, participar a lo mejor en el viernes santo con el Viacrucis, es más que suficiente. Pero eso no es posible, no basta eso para encontrase con Dios. Si Ana hubiese pensado eso, y hubiera limitado todo a ayunos y penitencias, no hubiera descubierto a Jesús en ese pequeño niño de Nazareth. A lo mejor Dios se ha aparecido en nuestras vidas muchas veces y no lo vemos. A lo mejor muchas veces se ha hecho presente en nuestra familia, en nuestra casa, con nuestros amigos, pero no lo vemos creyendo que bastan nuestros rezos y demás prácticas de piedad. No digo que no sean importantes estas prácticas, pero cuando estas cosas hacen que nos olvidemos del verdadero encuentro con Cristo y sobre todo tranquilizamos nuestra conciencia con ello todo pierde su verdadero sentido.
La Navidad es justamente lo que Ana ha realizado: encontrase con Jesús niño, ser capaz de hacer eso es el reto de la navidad. Descubrirlo en mi vida, con la gente que me rodea, con la gente que amo, con la gente que necesita de mí. Que este tiempo de Navidad sea realmente fecundo en nuestros corazones y nos ayude a ser mejores cristianos descubriendo a Jesús en nuestras vidas, no sólo al margen sino permitiendo que él nos transforme e interpele.
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