31/12/10

Fin de año...

Meditación con motivo del 31 de diciembre

Textos:
1 San Juan 2,18-21
San Juan 1,1-18

Hoy finalizamos un año más, y con eso damos inicio a un nuevo año, y con ello llegan las ilusiones, llegan los ánimos, llegan las expectativas, pues iniciar un año más, implica iniciar algo nuevo. Ciertamente es el mismo devenir de la historia, sin embargo, al iniciar un nuevo ciclo podemos entender que todo tiene una nueva expectativa.
Un año que termina y un que comienza implica cosas fundamentales. Por un lado, el año que termina se lleva consigo cantidad de cosas. Se lleva las alegrías que hemos vivido a lo largo de él, es momento para recordar que hemos vivido momentos de gozo, nuestros triunfos, nuestros festejos, nuestras alegrías, el valor de los amigos, de la familia, de todo lo buenos que hemos conseguido en este año. Es momento de ponernos en las manos de Dios y agradecer todas estas alegrías, que hemos vivido a lo largo de este año.
Es momento de de ver que termina un año más y eso implica que también que se van momentos tristes que hemos vivido, momentos de soledad, de incomprensión, de dudas, de incertidumbres, pues ha terminado, un año en el que os hemos topado con esos momentos tristes, hemos perdido a lo mejor a algún ser querido, a un amigo; o bien hemos experimentado la traición de un amigo, la llegada de una enfermedad, o incluso hemos vivido un momento de fracaso ante un proyecto que teníamos.
Se va un año, y también con ello se va un momento de tristeza, de dolor, de momentos tristes. Pues de alguna manera también se han atravesado esos momentos. Se va un año, y con ello se van también esos momentos desagradables.
Pero así con el año que se termina se van los buenos momentos y los malos, también el año nos deja algo muy importante, nos deja la experiencia. Pues tanto las cosas buenas nos dan la experiencia para alegrarnos y seguir adelante, sabiendo que hacemos bien las cosas, y de igual manera las cosas malas nos enseñan que a veces tenemos errores, que hay personas malas, que hay situaciones desagradables, y también nos da la experiencia para seguir adelante en la vida, que nos da la experiencia para continuar adelante.
Al mismo tiempo que el año que comienza nos llena de expectativas, pues es el inicio de algo nuevo. Es el momento para continuar proyectos, para llevarlos a mejor término, para poder transformar alguna situación, para evitar cometer los mismos errores del pasado, para aprender a ser mejores y transformar nuestra vida.
Si bien vamos a iniciar un año, es momento de reflexionar, todo lo que termina con este año, bueno y malo, y ver la experiencia que hemos adquirido, de lo contrario sería un año infecundo. Pues terminar un año es valorar la experiencia que hemos adquirido para afrontar las cosas nuevas que vienen por delante. Que este año que está por comenzar sea para nosotros un momento para iniciar cosas nuevas, partiendo de lo que hemos aprendido, para que así los frutos que vayamos logrando sean más fuertes, pues tienen como base nuestra vida, nuestro recorrido por el 2010.

28/12/10

Navidad: Denuncia del sistema injusto

Meditación con motivo de la fiesta de los Santos Inocentes

Textos:
1 San Juan 1,5-10.2,1-2
San Mateo 2,13-18

En continuidad con lo que nos presentaba el evangelio del domingo pasado, encontramos hoy el acontecimiento que sucede después de que José escucha al ángel y se pone en marcha hacia Egipto. Descubrimos que Herodes manda matar a los niños. ¿Pero qué significa este relato? ¿Qué sentido tiene para el evangelista narrar esta atrocidad? No es que esta sea una de las páginas más bellas de la Escritura.
Para entender este episodio tenemos que recordar que los evangelios de la infancia, no son simples historias anecdóticas de la vida de Jesús, sino que son relatos que tienen una fuerte connotación simbólica. De tal manera que estos relatos tratan de presentarnos el sentido de la misión de Jesús, no sólo contarnos algunas cosas que sucedieron en su infancia, sino que, trata de explicarnos la persona de Jesús. De et manera los relatos de la infancia son una especie de prólogo, en donde el evangelista va explicando quién es Jesús, cuál es su misión y que se va a presentar a lo largo de su evangelio.
En este episodio Mateo nos mete de lleno en un elemento fundamental de la persona de Jesús. Para san Mateo, Jesús es quién cumple el sentido del Antiguo Testamento, y lo lleva a esa plenitud, para Mateo, Jesús recorre los diversos estratos del Antiguo Testamento, por lo tanto, en el se cumple esa historia que ha iniciado y él la llevará a su fin. Ya desde que coloca la genealogía da entender esta realidad, y aquí, podemos centrarnos en un aspecto, y ver a Jesús como el nuevo Moisés, y así como Moisés se escapa de la muerte que ha decretado el faraón para todos los niños del pueblo hebreo, de la misma manera, Jesús se escapa de este decreto de muerte.
De esta manera, san mateo nos presenta a Jesús como el Nuevo Moisés que viene dar la verdadera libertad a la humanidad, escapando de la muerte. Mateo ya nos anuncia que Jesús es quien trae la liberación definitiva, que ya no será la esclavitud de Egipto, ahora será la liberación de la esclavitud de la muerte. Jesús nos viene a liberar de la muerte. Desde el inicio del evangelio ya nos presenta de manera anticipada, la gran novedad que Jesús trae. El niño que nace en Belén, vine a ser el rey, que dará la verdadera y tan anhelada libertad a los hombres, pues el dará la liberación de la muerte. La navidad se convierte así en promesa de una vida nueva, de una vida donde la muerte no puede reinar.
Sin embargo, el relatar la muerte de estos niños, por un lado, pone el parangón con Moisés; pero también nos habla de otras realidades. Jesús viene a salvarnos, pero para ello hay reconocer que en el mundo siempre hay estructuras de muerte, si Jesús se aleja a Egipto, es para mostrar que las estructuras de poder están coludidas con la muerte. Esta lejanía a Egipto, es la denuncia de un poder que lleva a la muerte. Jesús no se queda en medio de ese sistema, nos e queda inmersos en el poder de Herodes, pues es un sistema injusto, que mata, que destruye. Él anuncia la vida, la justicia, el amor, mientras que Herodes anuncia la avaricia, el poder, el odio, la injusticia. Jesús nace en ese imperio, pero no está de acuerdo con él, no está relacionado con esta postura. Jesús sale, pues no está de acuerdo con ese sistema de opresión. Esta salida, se convierte así en una denuncia, pues el reinado de Jesús no es un casarse con el poder del momento, sino una verdadera liberación. Se va. Y desde Egipto, donde se realizó en antiguo la primera liberación, ahora se da a conocer la nueva y definitiva liberación.
Esta es la invitación a descubrir que Jesús no está casado con el poder y todo aquel que sea su seguidor no puede estar con esas estructuras, sería una traición total a la experiencia de fe en Cristo. Esto en el fondo es la denuncia a todo tipo de poder, sea político o sea eclesial, o sea social, pues si uno vive en la dimisión de la fe en Cristo, entonces no debe casarse con el poder imperante. Es una contradicción, pues en el nombre de Cristo se puede (y se han hecho), muchas injusticias. Y en lugar de anunciar el Reino, sólo se colabora con el sistema opresor que mata y destruye.
Esta ruptura con lo injusto y por lo tanto el anuncio de una nueva liberación, causa contradicción en un sistema imperante, y como lo podemos ver en el texto, después de la huída, viene la respuesta de ese poder, de Herodes. Esa respuesta trae la muerte, trae la destrucción, comenzando con los más inocentes, en este caso los niños, los sin valor, los sin derecho. Es un imperio que destruye, que margina, que acaba con las esperanzas, empezando por los más pequeños. En el fondo todo sistema injusto, destruye en primer lugar a los frágiles, y a los fuertes los tratará de corromper.
Celebrar la fiesta de los inocentes implica reconocer cuál es el objeto de la navidad: celebrar a Dios que se hace carne, para salvarnos, para alejar nos de la destrucción, y denunciar esas estructuras de murete. Esto implica persecución, pero al final, ese niño de Belén, nos dará la vida definitiva, una vida que ni Herodes, ni los poderes dominantes podrán ofrecer, pues ellos de antemano viven inmersos en la muerte.

27/12/10

Acto 4: Anunciar al que ha puesto su tienda entre nosotros

Meditación con motivo de la fiesta de san Juan, apóstol y evangelista

Textos:
1 San Juan 1,1-4
San Juan 20,2-8

Hemos reflexionado en tres actos los días pasados sobre la tienda en la cual se quiere resguardar a Dios, pero que en el fondo sólo es por mera conveniencia, pues a la hora de confrontarse con la realidad, de ver lo que se debe de vivir, del compromiso que implica el encuentro con Dios, el camino de la encarnación, el hombre le da miedo y retrocede, no hay lugar para él, sin embargo la Palabra se hace carne, y pone su tienda en medio del mundo, porque Dios quiere estar en medio de la creación. De tal manera que la Navidad nos invita a acércanos a la tienda y conocer el proyecto de Dios.
Pero este acercarnos no se puede limitar solamente a contemplar y a dejar que se transforme nuestra vida, sino que nos debe convertir en portadores de este anuncio, y a darlo a conocer, y este sería por lo tanto un cuarto acto, que lleva a la responsabilidad de auténtico creyente, de anunciar el mensaje de la encarnación, y es el objetivo de esta fiesta del día de hoy.
Hoy la Iglesia centra su mirada en la persona del evangelista san Juan, y lo hace justo en medio del tiempo de la navidad, porque es precisamente el evangelista quien ha hecho una reflexión más profunda sobre el misterio de la encarnación. Invitándonos a ver, como este apóstol al contemplar el misterio de la encarnación lo anuncia, es consciente de la grandeza, del Dios que se hace carne, que acampa en medio a nosotros y lo anuncia, anuncia la encarnación, convirtiéndose así en paradigma de aquel que debe anunciar este misterio que en este tiempo celebramos.
Y justamente el día de hoy en la primera lectura comenzamos a leer la primera carta en donde se habla de dar este testimonio de la encarnación, dar el testimonio de Cristo que ha acampado en medio de nosotros: «Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos
San Juan coloca que el anuncio que realiza, no es sobre una realidad efímera, una realidad pasajera, sino lo que existía desde el principio, por lo tanto, de la divinidad, de lo que está en el principio, lo que tiene un origen y sentido rector de la vida. Se anuncia a aquel que da sentido a la creación y a la historia, lo que es el principio, lo que da origen a todo, lo que le da orden y armonía a la creación. Por lo que su anuncio remite a los orígenes, al sentido último de la realidad.
Y ese anuncio del verbo encarnado, no es una mera idea abstracta, no es una mera suposición, sino que es el anuncio de aun realidad, de una persona que ha puesto su tienda entre nosotros y por esa razón nos invita a transformar nuestra vida. Y es una realidad porque es lo que se ha oído, parte de sus enseñanzas, se anuncia la enseñanza del maestro. Es lo que han visto, y por lo tanto es un anuncio que parte de un testimonio visible, que han sido capaces de observar, no es algo que les contaron, sino que es una realidad.
Es el anuncio de lo que se ha contemplado, que implica la capacidad de profundizar en lo que se ha visto y oído, no es sólo el recuento de una historia, no es simplemente la capacidad de contar cosas, no es un mero relato, sino que parte de lo que se vio y escucho y por esa razón se contempló, es decir, se medito, se entiende todo a la luz de la fe, del misterio pascual que el mismo evangelio remite, es el anuncio de algo que al verse y oírse, se ha profundizado, entendiendo bien las cosas, y sacando conclusiones que dan sentido a la vida misma.
Es el anuncio de lo que ha tocado con sus manos, remitiendo no sólo a una mera expresión corporal, sino a la capacidad de la vivencia. Es el anuncio de un misterio que se ha vivido, que se ha tocado, que se ha experimentado en la vida de todos los creyentes. Ese es el anuncio que hoy se hace, ese es el anuncio que hoy se comunica, una anuncio que se vive, que se han dejado trasformar `por él, que se han dejado renovar por ese acontecimiento.
De tal manera, que el anuncio parte de un acontecimiento histórico que se ve y se escucha, que se contempla, profundizándolo, y que se vive, dejándose trasforma por él y convirtiéndose así en un testimonio vivo, para los demás. Ese es el anuncio que él trae, y ese debe ser el anuncio que debe transformar a los hombres. Ese anuncio es el que hoy se vive en este tiempo de la navidad.
Hoy, debemos anunciara Cristo que se ha hecho carne por nosotros, que está con nosotros, a lo mejor podríamos decir, pero si no lo he visto con mis ojos, ni lo he escuchado de viva voz, pero si que me he dejado transformar por él, y he visto su acción en mi vida, y he descubierto el sentido de sus palabras en medio de mi vida. Y esa transformación de convierte en testimonio, de que Hoy Cristo está en medio e mi, de que Hoy Cristo ha nacida y me ha renovado, de que Hoy es posible entrar a la tienda y salir a anunciar transformando el mundo radicalmente. Ese anuncio es lo que da sentido a la navidad, impidiendo que se quede en una mera fiesta, y dejando que se convierta en un situación de visa y transformación del mundo, anunciándolo con nuestra propia vida, pues si la Palabra se ha hecho carne y habita en medio de nosotros, debemos hacerlo creíble, de lo contrario es sólo un enunciado más, un dogma más con el que se especula, pero no dice nada al mundo ni transforma la historia, y en el fondo implicaría que sigue sin ser acogido por nadie, pues no vemos esa tienda que ha puesto entre nosotros.

26/12/10

«Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto…»

Meditación con motivo de la fiesta de la Sagrada Familia: Jesús, María y José
Ciclo /A/

Textos:
Eclesiástico 3,2-6.12-14
Colosenses 3,12-21
San Mateo 2,13-15.19-23


El domingo que se encuentra en la octava de navidad que hemos comenzada ayer y termina el próximo 1 de enero, la Iglesia celebra la festividad de la Sagrada Familia. Con esto se nos invita a contemplar el misterio de la navidad desde la perspectiva de la familia, pues Jesús al hacerse hombre habita con una familia, marcando así su humanidad la cual se desenvuelve como cualquier otro hombre, en medio del seno de la familia. Con esto se nos invita a ver el misterio de la navidad en donde Jesús vive en medio de la familia, nos ayuda a recordar la importancia de la familia en medio de la sociedad, y sobre todo a ver en la sagrada familia en el ámbito de la espiritualidad, viendo en ella el camino para alcanzar la perfección de la vida cristiana.
Sobre este camino de vida espiritual lo podemos encontrar en el texto del evangelio por medio de dos elementos fundamentales: la figura de san José, y las palabras que le dirige el ángel.
La figura de san José nos coloca a este hombre como alguien capaz de reconocer la acción de Dios, le habla en medio de los sueños, y ello conlleva a descubrir algo fundamental. San José es un hombre que es capaz de soñar, de permitir que en medio de los sueños Dios le hable, convirtiéndose así en un modelo de la contemplación. En el fondo ser soñador., es ser capaz de ser contemplativo, pues un sueño es algo que sucede fugazmente, no es algo que permanezca, que yo pueda consultar constantemente, no es un documento escrito o una obra edificada. El sueño es algo pasajero, por lo tanto, sólo el contemplativo puede vislumbrar el sentido del sueño, y por ende ser capaz de captar un significado y sobre todo en su caso, ser capaz de escuchar el mensaje de Dios en medio de su situación.
De esta manera el sueño es el vehículo por donde Dios le habla a san José y él es capaz de descubrir lo que Dios le va pidiendo. El sueño es un instrumento que san José contempla y contemplándolo, vislumbra la acción de Dios. San José es el contemplativo que descubre la voluntad de Dios, contemplando su acción, convirtiéndose en un hombre de interioridad, que desde su reflexión sabe reconocer esa acción, esa voluntad. Y en esa contemplación, hay unas palabras que nos invitan a descubrir precisamente el camino de espiritualidad: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo
En primer lugar dice: «Levántate.» El verbo levantar es utilizado a lo largo del Nuevo Testamento para referir a la resurrección. Quiere decir que, el camino espiritual comienza, reconociendo que el hombre está llamado a resucitar, es decir a vivir desde la dinámica de la vida. Es la capacidad de permitir que la vida entre en las estructuras de muerte. No dejar que la corrupción entre en la vida del creyente, evitando que se corrompa la amistad, la fidelidad, la solidaridad, el perdón. Levantarse implica reconocer que en el mundo hay valores que valen la pena y que ayudan a mejorar el caminar en medio de la vida. Levantarse implica ser un contemplativo de los valores que realmente ayudan al hombre a ser mejores, que no son el poder, la venganza, el acaparar más, el ser avaricioso lo que da sentido a la historia, pues en realidad producen injusticias y destrucciones, generando así un ámbito de muerte.
Una vez que el hombre es capaz de levantarse, dejando que las estructuras de vida permeen su vida y por lo tanto, sea capaz de reconocer lo que realmente le fortifica y le ayuda a continuar en el camino, debe dar otro paso fundamental, que le permiten precisamente ser fiel en ese levantarse, ser fiel en esa dinámica de vida: «Toma al niño
Tomar al niño, se refiere a tomar a Cristo, implica acoger a Cristo, sobre todo, en esta dimensión de la navidad, es decir, tomar a Cristo que se hace hombre, que se ha rebajado por nosotros, que se ha hecho pequeño por nuestra salvación. Tomar al niño es tomar a Cristo, niño, a Cristo en el camino de la fragilidad, es tomarlo en su pequeñez, en su nada, en su insignificancia para el mundo. El creyente es ahora invitado a reconocer que si bien es invitado a levantarse, debe hacerlo reconociendo que ese levantarse y optar por el camino de la vida se hace acogiendo al niño de Belén, a Dios hecho hombre, a Cristo Niño, y por lo tanto acoger el camino de la humildad, de la pequeñez, del servicio, del amor, del servicio a favor de los demás.
Navidad es precisamente el tiempo para recordarnos que debemos de tomar al niño. No basta con ver el nacimiento, el Belén con sus figuritas y ver como se representa de manera hermosa el acontecimiento de Navidad, sino que se debe de tomar el niño, es decir, tomar a Dios hecho niño, y por tanto tomar los criterios de esa encarnación, de hacerse pequeño delante del mundo, de reconocer que el camino hacia la perfección cristiana, es el camino de la pequeñez, de la insignificancia, de la entrega. Ver al Niño de Belén, es ver al Dios que ama al hombre y que se abaja para hacerse uno de nosotros, renunciando a todo, para hacernos grandes a sus ojos.
De esta manera tenemos dos elementos para contemplar el camino de vis espiritual. Primeramente levantarse, iniciando una vida nueva desde los criterios evangélicos, los criterios de la vida. Y para mantenernos en esa dinámica hay que dar el segundo paso, tomar al niño, es decir, tomar los criterios de Cristo niño, de Cristo servidor, empequeñecido por amor. Sin embargo, este acoger a Cristo, implica siempre de una escucha constante de la Palabra, y estar dispuesto a obedecerla. Por ello dice el texto: «Y [toma] a su madre
Tomar a la Madre, implica acoger a aquella que ha escuchado la Palabra de Dios y que ha obedecido. Por lo tanto un tercer paso implica la capacidad de estar siempre atento a la Palabra de Dios como María, una escucha que debe de llevarnos a obedecer, descubriendo en esa Palabra, el camino que conduce a la verdadera plenitud de vida. No se puede ser autentico discípulo, si el hombre no acoge en su vida la Palabra, no es de un auténtico creyente sin la escucha de la Palabra, y la capacidad para ponerla en práctica. Tomar a la Madre es la invitación a recordar que no es posible vivir sin la dimensión de la escucha y la obediencia de la Palabra.
Y una vez que lleva se lleva a cabo estos tres elementos, debe ponerse en marcha, puesto que el cristiano es aquel que siempre está en movimiento, siempre está en capacidad de ir hacia adelante. EL creyente no puede ser alguien instalado, no puede ser alguien que ya se sienta pleno, siempre hay algo nuevo, siempre hay un reto, siempre hay algo nuevo en su vida. Caminar, caminar, caminar, ese es el proyecto del creyente. Caminar, para resucitar, para ser nuevo siempre, pues lo nuevo que no se pone en movimiento se anquilosa, se muere y el creyente debe de estar siempre en movimiento, debe vencer los retos para vivir en la dinámica de lo nuevo, en la dinámica de la vida. Caminar para acoger siempre a Jesús en la vida con los retos y perspectivas que se presentan a cada momento, pues no siempre son las mismas. Caminar es estar en marcha, tomando a la Madre, descubriendo siempre el mensaje de la Palabra, una Palabra siempre nueva, una Palabra que siempre dice cosas diferentes una Palabra capaz de transformar las situaciones de cada momento. Pero para ello es necesario ponerse en marcha, no está estático, no quedarse paralizado, sino ser libres, y seguir la marcha, pues el camino espiritual del creyente es un movimiento constante, pues, levantarse, tomar al niño y a la madre impide quedarse quieto, es movimiento de continuo, que arroja fuera de casa, que imprime un pulso que mantiene siempre inquieto, siempre deseoso de más, siempre anhelante de encontrar una respuesta un signo de vida en cada instante.
Y este ponerse en marcha, es parte del creyente, pues la fe es movimiento, es vida, pero también debe de ser capacidad de vencer el mal, pues el texto lo dice: «Huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» Quiere decir que no se debe dejar corromper por las estructuras imperantes, por las mentalidades del momento. El creyente no es el acomodaticio a las modas o las posturas sociales o políticas del momento. Siempre camina para alejar a Herodes, es decir, camina para mostrar que la verdad no está en Herodes, que no están en la estructuras de muerte aunque parece lo más moderno, lo más actual, lo más sencillo. Alejarse de Herodes, es anunciar que la verdad, que la salvación, no están en esas estructuras; pues esas estructuras son homicidas, son estructuras, quieren matar al niño, quieren matar al amor. EL creyente debe saber reconocer que hay estructuras que no dan vida y debe distanciarse de ellas para mostrar que hay otra opción que están llenas de vida y que ellas dan sentido a la vida del hombre. Alejarse y anunciar la verdad, el amor, la vida, como el camino que lleva a la plenitud.
Un dato curioso es que deben regresar a Egipto, un lugar donde en antiguo, el pueblo de Israel, fue esclavo. Ahora José y su familia deben de regresar ahí. ¿Por qué? Porque en esa tierra se vivió la esclavitud, pero ahí comenzó la libertad, ahí inicio el proyecto de liberación de lo hombre. Por tanto, regresar a Egipto es regresar al punto donde comenzó todo, al punto donde se comenzó a hacer realidad la libertad. Dese Egipto se anuncia que Dios existe, que esta vivió, y que esos son los criterios que salvan al hombre, y ese anuncio se hace desde Egipto, pues debe hacerse precisamente en donde se inicio la liberación, pues si ahí se hizo posible, hoy es posible. El anuncio se hace en el lugar de la esclavitud, porque ahí se rompió la esclavitud. Ellos anunciarán la vida, en el lugar donde se hizo posible una vez, y quiere decir que otra vez será posible. La indicación es encilla: alejarse de Herodes, para no dejarse imbuir por las situaciones de muerte, y permanecer en donde se destruyó la muerte en un primer momento, para recordar que si una vez la vida, la libertad, el amor triunfó, otra vez lo hará a partir de los criterios del Evangelio. Si yo he vencido el pecado, es posible partiendo de ese acontecimiento, volver a vencerlo.
Este camino que él ángel propone a san José, no es un camino hecho, ni fácil de ver. Este camino presupone la actitud de la contemplación (como san José), presupone que se es capaz de descubrir qué es lo que Dios le está pidiendo. Por tanto el primer paso para vivir esta dinámica es la contemplación, el ser capaz de descubrir la acción de Dios en medio de su vida, ver a Dios, contemplar, empezar a tener interioridad, y ser capaz de ver más allá de lo que aparece.
Celebrar la fiesta de la sagrada familia, implica contemplar el modelo de la sagrada familia, comenzando por la interioridad de san José capaz de descubrir el actuar de Dios en la historia, y desee ahí levantarse, acoger el niño, a Jesús con las categorías del evangelio desde la pequeñez, y viviendo desde la dinámica de la acogida a la Palabra de Dios como María. Un camino que nos lleva a vencer las estructuras importantes que producen la muerte en la historia del hombre. Así la Sagrada Familia desde su propia dinámica de fe nos ofrece un camino para acercarnos a la vivencia cristiana, y hacer que la navidad sea un tiempo verdaderamente fructífero.

25/12/10

Acto 3: Dios pone una tienda entre nosotros

Meditación con motivo de la Solemnidad de la Natividad del Señor
Misa del día

Textos:
Isaías 52,7-10
Hebreos 1,1-6
San Juan 1,1-18

En las últimas reflexiones hemos meditado sobre ponerle una casa a Dios, por su parte David quería ponerle una casa, porque así legitimaría su poder, sin embargo Dios no piensa así y Él lo legitimará por medio de su descendencia. Pero mientras se quiere construir una casa para Dios y así contenerlo, resulta contradictorio que cuando llega, cuando se hace hombre, no encuentra alojamiento en ningún lado. Y esto porque su encarnación trae criterios y elementos que no conviene al poder imperante, pues esa fragilidad y pequeñez no combina con los criterios de este mundo o las conveniencias personales, la conclusión es sencilla: «No había lugar para ellos en el albergue.»
Sin embrago Dios no viene a quedar bien con los poderosos, él viene a salvarnos y para ello viene a quedarnos, por esa razón encontramos hoy en el evangelio una frase fundamental, que nos lleva a descubrir el sentido de la salvación que Jesús nos trae, y con ello descubrir la grandeza de esta fiesta de la navidad: «Y la Palabra se hizo carne y puso su tienda entre nosotros
La expresión del evangelio de san Juan para hablar de la encarnación del hijo de Dios, está formada por dos expresiones. La primera de ellas: «Se hizo carne.» Pero, que debemos de entender con la expresión “Carne”. La carne en el evangelio de san Juan tiene el significado de la debilidad, en este caso, de la fragilidad. Hacerse carne quiere decir que toma la debilidad, no es que venga el Hijo de Dios y sea alguien poderoso, al contrario, se hace carne, se transforma una pequeña realidad. Con esto se ve que el camino que toma la historia de salvación, es el proyecto de la pequeñez, de la fragilidad, la Palabra se hace carne, se hace frágil, se pequeña. Y no es que parezca pequeña, sino que es pequeña, frágil, es carne. No dice que se disfrazó de carne, o que tomo una carne, sino que se hizo, es carne.
En segundo lugar san Juan nos dice que se hace carne y este hacerse carne lo lleva a poner s tienda ente nosotros. La tienda para los judíos y los habitantes del desierto, es algo habitual. Cuando ellos van caminando día con día, llegan a algún lugar y se establecen ahí. Ponen tienda, es decir, se establecen ahí, para vivir ahí. Poner la tienda quiere decir que acomodan todo, y van disponiendo todo de manera que puedan establecerse. No es simplemente poner una tienda de campaña, es llegar colocar la tienda, en medio de la tierra, acomodarla, y colocar dentro todos los utensilios para la vida, así como los animales y demás cosas. Poner la tienda significa establecerse, introducirse a la vida.
Si bien el hombre quiere hacer construcciones para retener a Dios y poder manejarlo (Como David), o bien de plano el hombre no acepta a Dios porque va en contra de sus principios (como el pueblo de Belén), la sorpresa es que Dios pone la tienda, pone la tienda para quedarse con nosotros, para vivir en medio de nosotros, nosotros somos su tienda, él está aquí para transformarnos, para conocernos, apara saber como somos, Él se hace carne para conocer nuestra fragilidad, nuestra pequeñez, nuestro dolor, y se establece aquí, pone su tienda para que esté siempre cerca de nosotros, viviendo junto a nosotros.
Dios quiere estar con nosotros, y quiere entrar en nuestras vidas, pero no para que lo encerremos en nuestras categorías, en nuestros esquemas, en nuestras maneras de pensar. Dios viene para que descubramos la novedad de la fe, seamos capaces de ver más allá de una mera idea que tenemos de él. Ciertamente, esto para muchos es un absurdo, porque vemos en Dios algo lejano, algo sin sentido, una mera idea, un absurdo o una quimera más. Y por ello, no hay lugar en nuestro corazón, no hay lugar porque Dios no significa nada, o bien porque los conceptos que tenemos de Dios, los conceptos meramente piadosos no dicen nada al mundo ni a mí, o bien no entra Dios porque no me favorece, no me conviene.
Sin embargo Dios quiere entrar, y él ha `puesto su tienda en medio de nosotros, ha puesto su tienda, ha venido a establecerse, ha venido a conocernos de manera plena, se ha hecho carne. Celebrar la navidad es ser capaces de ir a la tienda, de encontrarnos con él, de descubrir quién es realmente, sin ideas, sin prejuicios, sin dogmatismos, pues sólo así podemos celebrar la navidad, sólo así podemos decir que existe la fe. Él ha puesto su tienda entre nosotros, él ha puesto esa tienda para recibirnos, no basta que no lo hayamos aceptado, ahora hay una tienda por la cual nosotros podemos entrar y esa tienda es su humanidad.
La navidad se convierte de esta manera en un momento de confrontación con nuestras vidas, de confrontación con lo que creemos de él. No es posible hablar de Idos, si no entramos a la tienda. No es que yo lo meta a mi tienda, a si ideas, no es que yo quiera sacarle un provecho, sino que es conocerlo realmente y ver lo que me propone en la vida, de lo contario mi fe es un absurdo en medio de la historia, pues reduje a mis criterios la experiencia de Dios, pero no entre a la tienda, en donde está con su humanidad y enseñándome realmente lo que es la vida desde Dios. Sin esta la navidad no tiene ningún sentido, se queda en nacimientos, árboles, regalos y en una diminuta idea, que muchas veces no tiene nada que ver con Dios.

24/12/10

Acto 2: Dios no encuentra ninguna morada

Meditación con motivo de la solemnidad de la Natividad del Señor
Misa de Medianoche

Textos:
Isaías 9,1-6
Tito 2,11-14
San Lucas 2,1-14
El texto de la mañana nos decía claramente que David quería construir una casa para Dios. Hoy celebramos la solemnidad de la navidad, y curiosamente, Dios se hace presente, pero el texto nos duce algo curioso que «Dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.» Por qué no hay lugar para ellos, parece una contradicción, antes David quería hacer templos, incluso los mismos judíos querían que Jesús, el Mesías viniera. Pero no hay lugar. Meditemos sobre las diferentes razones por lo cual Jesús no encuentra lugar. Analicemos algunos elementos de esta falta de hospitalidad.
En primer lugar podemos ver haciendo un parangón con David, como meditábamos; hacer el templo y hospedar a Dios no era una mera cortesía o piedad, sino que quería con ella encerrar a Dios y con ello legitimar su poder. Podemos concluir con esto que quería hacer la casa a Dios para tenerlo a su favor, una mera conveniencia. Quiere decir que no hospedamos a Dios porque no hay el interés que David tiene, es decir, mientras que no se pueda utilizar la acción de Dios, para algún beneficio queda fuera. Descubrimos que Dios no me ayuda en mi sistema de poder y por lo tanto quedamos fuera.
Otra razón por la que no había lugar para ellos, es porque no lo esperaban, no hay expectativa de esperarlo. Cuando alguien no tiene lugar en la vida del otro, es simplemente porque no es necesario, no entra en la estructura. Muchas veces Dios no tiene lugar en la vida de los demás, porque en realidad no tiene nada de importante en sus vidas. No hace ningún eco en la vida, sea porque en su filosofía, en su vida, no entra. Es algo accesorio, es algo que no esperaban, es algo que nunca se necesita, ni se requerirá. Se puede vivir bien en el consumismo, en la conveniencia, en la corrupción, en el mero pacer. No se espera a Dios.
Otra razón es que no lo esperan porque para ellos no es importante. Es decir, en su vida no era importante la salvación, vivían contentos con lo que tenían y hacían, y por ello no esperan a nadie ni a nada. Por ejemplo, no se espera a Jesús porque sólo lo necesitamos de vez en cuando, cuando se ofrece algo, pero mientras vivimos bien, al margen de Dios. No es que No nos interese Dios, no es que nunca lo esperamos, si lo esperamos, pero sólo se recurre a él cuando es necesario. De tal manera que muy difícilmente lo encontramos en nuestra vida, difícilmente será cogido así, sólo es cuando es necesario.
O puede ser que no es aceptado porque no tenía reservación. Reservación implica que debe de tenerse planeado todo. Pero Dio no es así actúa de improviso, actúa cundo menos lo esperamos. Y muchos no les gusta, pues llama cuando no debe, pide lo que no nos imaginamos. Eso molesta, porque no nos imaginamos que vaya a pedir, qué exigencia tiene para nosotros. Mejor no lo aceptamos, que reserve y así planeamos o de plano emprendemos la retirada.
Otra cosa es que tal vez se desilusionaron y descubrieron que el Mesías no era lo que esperaban. Los judíos esperaban a un Mesías que destruyera a sus enemigos, pero Jesús llega pequeño y frágil como un niño. Ese Mesías no les gusta a los judíos. A lo mejor nosotros queremos milagros, cosas llamativas, pero no descubrimos el verdadero sentido de la fe, creemos que todo es desde lo grande, y a nuestros criterios de poder.
O bien, no hay lugar, porque todo está lleno. Y es que la vida la vamos llenando de cantidad de cosas, que impiden que haya un lugar para los demás. En especial, la llenamos de cosas, ¡y no hay lugar para Jesús. Por ejemplo la vamos llenando de momentos felices, y creemos que no hace falta ahí, o que incluso que estorbará, sin descubrir que Jesús da sentido y plenitud a la verdadera alegría. O bien la vamos llenando de cosas negativas, al vamos llenando de cosas destructivas, como las mentiras, las envidias, los rencores y por lo tanto, no es posible llenar nuestra vida la experiencia del amor y generosidad que viene de Jesús.
Una vez meditado esto deberíamos de ver hasta qué punto vamos dejando que Jesús entre en nuestras vidas. Esta navidad realmente encontrará Jesús acogida y un lugar en medio de nosotros. Sólo así se puede celebrar la navidad, pues navidad es acoger a Jesús, es dejar que entre en nuestras vidas. Si nos detenemos un poco, hay unos que lo acogen y son los pastores, es decir, los que son pequeños, los frágiles en la historia son capaces de escuchar y acoger un mensaje y se dirigirán hacia Jesús, mostrando que si hay un lugar para ellos en su corazón. Tal vez, no lo podían acoger en su casa, pues tenían casa, estaban en descampado, pero lo acogen en el momento en el que salen a su encuentro. Hoy podemos como esos pastores acoger su palabra y acogerlo en nuestras vidas.

Acto 1: Queremos construirle una morada Dios

Meditación con motivo del 24 de diciembre
Textos:
2Samuel 7,1-5.8-12.14.16
San Lucas 1,67-79

Estamos casi por llegar al tiempo de la navidad. Y por ello, podemos contemplar gracias a la liturgia de la Palabra tres actos, que nos llevan a reconocer lo que significa esta celebración, y ver cómo nos disponemos a celebrar este tiempo, reconociendo nuestra visión de la navidad en nuestra vida. Para podemos profundizar en esta realidad quisiera partir de una meditación acerca de una idea: La tienda o el lugar donde se habita.
El día de hoy en la liturgia matutina podemos descubrir, como el rey David quiere construir una tienda, quiere establecer la tienda para que allí habite Dios: «Mira, yo vivo en una casa de cedro mientras que el arca de Dios se encuentra por debajo de las cortinas de una tienda de campaña.» David descubre que él vive en lo fastuoso de su palacio, y ve que es algo inadmisible, pues Dios está a las afueras sin nada que le reconozca su grandeza. David quiere construir un templo para que dese ahí se vea la grandeza de Dios. Este proyecto tiene a la base dos intenciones. Por un lado, una visión de un hombre piadoso, pues quiere reconocer la grandeza de Dios, no basta que él viva en su palacio, que manifiesta su papel delante del pueblo, sino que se debe de reconocer también la grandeza de Dios. Manifiesta así su piedad y fervor hacia Dios.
Pero también existe en otra intención: La legitimación del reinado de David. Una legitimación que se hace no sólo políticamente, como lo ha venido haciendo, ganado las guerras, y demostrando que es un líder carismático capaz de unir las diferentes tribus del pueblo de Israel. Esta legitimación de debe de hacer también desde el ámbito religioso demostrando que él tiene la protección de Dios, que Dios está junto con él. Así, si bien ha llegado la paz al pueblo de Israel, deben descubrir que David debe de seguir al frente porque Dios lo ha escogido, y por tanto sigue junto a él, y el templo será el signo de la presencia de Dios, que vive y habita junto a él.
Sin embargo a Dios no le parece esta visión, pues mantener una sede permanente es inaceptable, porque él es un Dios en movimiento, no es estático, siempre va haciendo camino, siempre va conduciendo a su pueblo. Yahveh es el Dios del éxodo, de la salida continua, del camino perpetúo. Desde que llama a Abraham, lo pone en marcha y él camino junto a él, llama a su pueblo para que se liberan de la esclavitud, y para ello camina junto con ellos, no los establece en un solo lugar, si bien debían llegar a la tierra prometida, también les demuestra que es un Dios de camino, un Dios que sale, que está en marca. Un templo, por lo tanto, parece contradecir la visión de Dios, pues lo encarcela, lo atrapa. El templo viola la libertad y la esencia de Dios.
Una morada para Dios significaría querer atrapara Dios en una sola ideología, en quererlo tener a su servicio. El templo contradice la comprensión de Dios, pues no puede ser corrompido y controlado por un mero sistema, representado por el templo. Por esa razón Dios manda al profeta y le dice que no serán así las cosas: «El Señor anuncia que va a hacer una casa.»Dios legitima a David, le recuerda que Él siempre ha estado con él, pues Él lo escogió para sr rey, pero para legitimarlo, no es necesario crear estructuras, corromper el sentido religioso, querer encasillara Dios en sistematizaciones, y señal de que estará con él, es la promesa de una casa. Aquí encontramos un juego de palabras, pues David quería construirle una casa, un edificio, ahora será Dios quien construya una casa, es decir una familia, una descendencia. Con esto legitima Dios a David, y no sólo en ese momento sino que se trasporta hacia el futuro, hacia su descendencia, Dios estará siempre con él, con su familia, con su descendencia.
Tal vez nosotros también, somos como David, queremos construir una casa a Dios, queremos que esté con nosotros, pero veces queremos que esté para que nos vaya bien, para que tengamos suerte, para tener poder o dinero. Eso no es la fe, no es encerrar a Dios en meros dogmas o estructuras, o en modos de pensar, ni en falsas ideologías, no es encerrar a Dios en nuestra conveniencia, para obtener lo que queramos. Dios nos hace promesas, de que siempre está con nosotros, manifestándose en diversas formas para alcanzar el verdadero sentido de la vida.
Esta promesa a David se ve cumplida en el acontecimiento de Navidad, pues Jesús nace en la descendencia de David, por san José. Y nace para que descubramos que Dios está más allá de una estructura. Celebrar la navidad es celebrar que Dios viene a nuestras vidas, sin estructuras, sin modelos, sino que rompe todo eso, porque él es libre, quiere caminar con nosotros, y quiere que seamos libres y capaces de acogerlo desde la dimensión del amor. Celebremos la navidad, pero no encasillando en meros paradigmas que no dan sentido a la fe y que evitan el verdadero encuentro con Jesús. No queramos construirle una casa a Jesús, no queramos encerrarlo en nuestras ideas, al contrario, dejemos que nazca, nos libere y nos de una nueva visión de la vida. Sólo así se vive realmente la navidad.

23/12/10

Navidad: Generadora de novedad...

Meditación con motivo del 23 de diciembre

Textos:
Malaquías 3,1-4.23-24
San Lucas 1,57-66

El día de hoy ante la inminencia de la festividad de la navidad nos encontramos con este pasaje de san Lucas que nos narra el nacimiento de san Juan Bautista, y con ello parece adentrarnos en el significado profundo de la navidad y por lo tanto en el significado de la misma fe.
Nos colocan en este contexto en donde nace el niño y comienza una discusión: Cuál será el nombre del niño. Y curiosamente todos quieren ponerle Zacarías, como su padre, sin embargo Isabel, y después Zacarías, lo aclara: “Juan es su nombre.” La extrañeza de todo esto se puede descubrir en la frase: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre.» Ponerle Zacarías quiere decir que existe una línea de continuidad entre el padre y el hijo, y por lo tanto en la familia y sus tradiciones. Ponerle Juan suena un tanto extraño, pues nadie se le llama con ese nombre, y por lo tanto refleja una cierta discontinuidad con las tradiciones familiares. El problema de fondo es que con el cambio del nombre, se están minando las mismas tradiciones y se están orientando hacia una nueva realidad, que no son las raíces familiares.
Si se debe cambiar el nombre, se debe a que manifiesta que con el nacimiento del precursor (Juan Bautista), se inicia un nuevo anuncio, en donde todo debe de cambiar de horizonte. No se puede uno quedar anclado en el pasado, sino que se debe tener una nueva mirada. EL nacimiento del Mesías por lo tanto se debe de dar en medio de una nueva estructura, de un nuevo modelo de vida, pues el nacimiento de Jesús deberá de traer una novedad y no una continuidad de las estructuras antiguas.
Cambiar el nombre del niño, por lo tanto es el anuncio de una nueva identidad y de una nueva estructura. No se puede llamar Zacarías como su padre, pues ahora no se puede seguir con las estructuras del antiguo sacerdocio, no se puede quedar la llegada del Mesías como el eslabón de la misma cadena. Es el momento de una transformación. De esta manera quiere decir que la navidad es la transformación de la humanidad. No es que la navidad sea la continuidad de ritos decrépitos, y ancianos como Zacarías, sino que es el anuncio de algo nuevo. Navidad es novedad, se rompen las estructuras, se rompe lo ya establecido, lo que ya está colocado de antemano. Es ahora el inicio de algo nuevo. Esto ya se anuncia con el nacimiento del Bautista. No hay una continuidad con el antiguo sacerdocio, ahora comienza algo nuevo.
Quiere decir que, creer en Jesús, implica la transformación de las estructuras. No es un mero seguimiento de lo antiguo, es el inicio de algo nuevo. Navidad, es abrirse a la novedad, porque el evangelio es novedad, es ruptura con el pasado con lo anquilosado. Lamentablemente, a veces esto se olvida y queremos seguir manteniendo hoy en día estructuras que ya están anquilosadas, que son viejas, que no tienen futuro. Pero se quieren mantener, alegando y defendiendo una estructura de fe, sin llegar a ver la novedad que hay en frente, sin ver cuál es el reto hoy en día para seguir caminando, para abrirse a la novedad, para transformar las estructuras. Muchas veces nos desgatamos tratando de sostener estructuras viejas, so pretexto de que son parte de la fe, en lugar de utilizar esas fuerzas en transformar las cosas, y darle más solidez a la fe, desde la vivencia del evangelio a partir de las necesidades de hoy en día.
«Su nombre es Juan.» Es el inicio de una aventura, de una trasformación de la fe, de el avanzar y seguir adelante, de no seguir sosteniendo una estructura del pasado, sino de empezar a descubrir que hay de nuevo, que novedad quiere Dios ahora, qué necesidades se deben de satisfacer a la luz de la fe. Navidad es esa novedad, tira las murallas de una tradición antigua, y abrirse a una nueva, no porque traicione la fe del pasado, pues finalmente ahí están las raíces y eso se conserva, sino novedad porque quitando las estructuras antiguas, se forma un nuevo edificio que va dando plenitud a esas raíces con frutos nuevos, y no con hojas secas. La navidad de convierte en el camino de la novedad, de la transformación de la historia con algo nuevo, con estructuras nuevas. Y por tanto la fe debe de ser esa novedad constante, no porque se cambien todo, sino porque da una nueva forma una nueva estructura a partir de las raíces, pero generando siempre frutos nuevos, y evitando querer mantener frutos antiguos sin ver la exigencia de nuestro mundo.
Hoy a unas cuantas horas de celebra la navidad deberíamos de meditar hasta que punto vivimos la novedad, hasta que punto nuestra fe es fresca, nueva, una verdadera opción delante al mundo, o hasta donde se ha anquilosado, se ha quedado detenida, sin dar frutos. Hoy más que nunca deberíamos de sonar en neutras vidas aquella frase: «Su nombre es Juan» y comenzar nuevas estructuras de fe, animada y fresca que de sentido a la vida, iniciando algo nuevo, iniciando una navidad en nuestra vida de fe.

22/12/10

Identidad Cristiana

Meditación con motivo del 22 de diciembre

Textos:
1 Samuel 1,24-28
San Lucas 1,46-56

Un cántico, es una característica central que aparece dentro de la vida de una comunidad, para mostrarnos los elementos que conforman la identidad de una comunidad. Por ejemplo hoy en día cada nación tiene su propio himno nacional, que es un cántico que indica diversos elementos de la vida de una nación, que dan una razón de ser a su país. O bien, cuan do alguien escucha alguna canción y llega a decir que esa canción le recuerda alguna etapa de su vida o el inicio de una relación, en el fondo nos está indicando que esa canción lo lleva a identificarse con alguna característica de su vida, que le describe algo de sí, o que da una memoria o sustenta a alguna relación. De esta manera un canto, se puede convertir en la sustancia de una realidad, de la vida de alguien o de una nación.
Hoy el texto del evangelio nos presenta el cántico de María, este cántico que no es simplemente una mera alabanza, sino que nos remite a una alabanza que muestra la identidad de María, y con ella la identidad de la comunidad cristiana. Analicemos algunos elementos para descubrir cuál es la identidad de la comunidad cristiana, y con ello descubrir cuál es el llamado que Dios nos hace por medio de esta alabanza que se convierte en el rezo de todas las tardes en la oración oficial de la Iglesia: las vísperas.
«Mi alma alaba la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador.» En primer lugar se nos habla acerca de una comunidad que alaba, una comunidad que vive orientada hacia Dios. Cuando dice que su alama a Dios, se refiera a que toda su vida está orientada hacia Dios. El alma en el pensamiento bíblico nos lleva a la idea de la vida del hombre, la vida en cuanto animada. Por tanto es una imagen de toda la vida del hombre, toda la vida con sus diferentes características, con sus diversos elementos. Que él alma alabe al Señor, se refiere ante todo a que la vida toda está orientada a alaba a Dios, a poner los ojos en Dios. Es una salida del hombre hacia Dios, pues se descubre capaz de orientarse a Dios. Esto quiere decir que, la comunidad debería de ser aquella que oriente su vida hacia Dios. Sin embargo hoy en día el hombre vive aprisionado en sí mismos, aprisionado en su propio egoísmo, en su propia autosatisfacción, creyendo que todo lo puede hacer por sí mismo, y no es capaz de levantar la vista y descubrir que Dios le ama, no es capaz de dirigirse hacia Dios.
«Todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.» Al hablar de las generaciones se refirieren a que los hombres de las diferentes etapas de la historia reconocerán un don en la Virgen, y por lo tanto, un don en la comunidad cristiana. Ese don que serán capaces de ver las diversas generaciones es el don de la felicidad. Todos la llamarán feliz porque ha sido mirada por Dios. Dios es la fuente de la felicidad y a lo largo del evangelio nos mostrará en donde radica la verdadera felicidad. Quiere decir que la comunidad cristiana es aquella que se caracteriza por la vivencia de la felicidad y las demás generaciones deben de descubrir esa característica. Esta es la invitación a descubrir que debemos vivir en la dimensión de la felicidad, que no parte de nuestra visión consumista, no del poder, ni de la soberbia. El cristiano es aquel que debe vivir orientado hacia Dios y esto debe llevar a tener la verdadera felicidad, una saciedad en la vida, que se contagia, que da sentido a nuestro caminar por la historia. La pregunta que deberíamos hacer en este día sería el por qué no soy feliz, que me falta, y descubrir si realmente vale la pena perder esa felicidad por ese deseo.
«La fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.» En tercer lugar podemos observar que la comunidad cristiana es la que reconoce que el lugar primordial de la comunidad, son los frágiles y pequeños de la historia. Pues el texto nos dice que Dios disipa a los soberbios, a los ricos; en cambio engrandece y favorece a los humildes. Dios no viene, por los que se creen superiores, no por los que dicen tener más fuerza o poder en el mundo, viene por los frágiles y pequeños, y así elevarlos. Tal vez, muchas veces olvidamos por ver a los frágiles, a los necesitados del mundo, y lo peor es que sólo vemos a los grandes, a los que tienen poder, y los vemos buscando un favor o beneplácito. Seguramente, hoy día se busca sólo quedar bien con el poder, y olvidamos a los frágiles que realmente necesitan del consuelo, ese consuelo que Dios quiere darles. Esta parte del cántico nos invita a descubrir que la identidad de la comunidad cristiana es la de la favorecer a los frágiles, a los pequeños, pero que muchas veces no vivimos esto como horizonte de comunidad, pues se busca el poder y sostener una estructura, mas no el evangelio.
«Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.» Esta estrofa nos habla de la presencia de Dios en medio de la historia, pues la comunidad no sale de la nada, es fruto del amor de Dios que se va manifestando en la historia, y por lo tanto hace historia con nosotros, comenzando con Abraham, y continuando. Por tanto, la comunidad es una comunidad que hace historia, se involucra en la historia para trasformar las estructuras, desde la visión del evangelio, y esto involucrase en la historia, es vital, pues creemos en un Dios que hace historia. La navidad es celebrar precisamente la plenitud, el sentido profundo de la historia de ese Dios que se ha hecho historia con nosotros, haciéndose hombre.Meditemos en este día hasta que punto vivimos auténticamente nuestra identidad como cristianos a la luz de este cántico, que es nuestra identidad y nuestra razón de ser en medio de la historia. Sólo así se puede celebrar auténticamente la navidad, pues la navidad es una fiesta en donde celebramos que Dios se hace uno con nosotros, que comparte nuestra historia, y si creemos en eso deberíamos de ver siempre hasta que punto vivimos orientados hacia él, hasta que punto buscamos la verdadera felicidad que viene de él, hasta donde vivimos unidos a los pequeños de la historia y desde ahí hacemos historia junto con él.

21/12/10

«Ahí viene el amado, saltando por las montañas...»

Meditación con motivo del 21 de Diciembre

Textos:
Cantar de los Cantares 2,8-14
San Lucas 1,39-45


El adviento es un tiempo que la Iglesia ha previsto para meditar y prepararnos a la festividad de la navidad. La navidad en sí misma es una fiesta de alegría, pues Dios está viene para estar en medio de nosotros, como el domingo nos lo decía, es el Emanuel, el Dios con nosotros. Dios viene a estar con nosotros, Dios quiere salvarnos, quiere entrar en nuestra historia y para ello viene a nuestro encuentro. Y esa idea de la presencia del Emanuel, el Dios que quiere estar entre el hombre, y que hoy nos lo sigue presentando la Liturgia de la Palabra.
En la primera Lectura, se nos muestra esta búsqueda de Dios, este querer estar cerca del hombre, mostrando que el deseo de Dios por estar cerca de nosotros es una realidad que desde el Antiguo Testamento era visible. El libro del cantar de los cantares nos presenta esta realidad, por medio de estos cantos, en donde se habla del amor de una pareja, donde simbólicamente se habla del Amor de Dios que él tiene a su pueblo, marcando como busca constantemente a su pueblo y como este no se deja encontrar, escondiéndose en medio de su pecado y autosuficiencia.
Esto se ve claramente en el texto que hoy la liturgia nos presenta: «¡La voz de mi amado! Ahí viene, saltando por las montañas, brincando por las colinas.» El texto nos presenta la voz de Dios, su palabra que viene, que se acerca a la amada, a su pueblo. Y curiosamente viene saltando entre las montañas. Las montañas dentro del pensamiento bíblico nos remiten a los falsos dioses, pues Dios es representado por la montaña, en singular; en cambio al hablar de montañas, hablamos de falsos dioses. Dios viene al encuentro de su pueblo, saltando n medio de los dioses, de sus falsas expectativas, de sus idolatrías. El pueblo se olvida de Dios porque confía en otras cosas, confía en el dinero, en el poder, en la las realidades meramente terrenas. Y ahí en medio de sus montes, de sus ídolos en donde ha querido refugiarse al desconfiar de Dios, en medio de sus montes, viene Dios, viene saltando esas barreras que el pueblo ha ido haciendo para llegar a su encuentro.
Esta bella imagen nos remite a la festividad y sentido de la navidad, Dios se hace hombre para acercarse a nosotros. Y este hacerse hombre, implica precisamente ir saltando todos los uros que construimos. Dios viene saltando, esquivando nuestras hipocresías, nuestros odios, nuestras ambiciones, nuestras flaquezas, nuestro poder, sólo para salir a nuestro encuentro. Navidad es ver a Dios que se acerca y que viene hacia mí, sabiendo que he confiado en cantidad de ídolos, sabiendo que he desconfiado de él, que he confiado en cantidad de cosas, y que lo he dejado de lado. ´LE lo sabe, y viene a mi encuentro, saltando todo eso porque quiere encontrase conmigo.
Viene al encuentro de hombre y entonces «se detiene detrás de nuestro muro; mira por la ventana, espía por el enrejado.» Dios se detiene quiere encontrarse con el hombre, y curiosamente una vez que ha saltado todos los montes, se topa con el muro, la última barrera que el hombre pone, es decir la división entre Dios y el hombre, entre el amor de Dios y las propias aspiraciones que están al margen de ese amor. Y comienza a espiar, espía porque quiere ver como estamos, como nos encontramos, pero espía porque en el fondo quiere vernos, le interesamos, nos ama.
Y entonces la llamada: «¡Levántate, amada mía, y ven, hermosa mía! Porque ya pasó el invierno, cesaron y se fueron las lluvias. Aparecieron las flores sobre la tierra, llegó el tiempo de las canciones, y se oye en nuestra tierra el arrullo de la tórtola. La higuera dio sus primeros frutos y las viñas en flor exhalan su perfume. ¡Levántate, amada mía, y ven, hermosa mía!» El llamado se hace pidiendo su presencia, le pide que deje de lado el muro, que salga que experimente el amor y la gracia, que se deje transformar, que deje de lado esos odios, esos rencores esas perezas, esas destrucciones. La amada, el pueblo es llamado. Y para pedirle que salga, le indica que ha pasado las tormentas, que todo florece, comienzan los frutos. Es una descripción del inicio de la primavera, todo es nuevo, los fríos y las lluvias han terminado. En otras palabras, lo caótico, lo destructivo ha cesado, es momento del florecer, es momento de la nueva vida, comienza los cantos y la alegría. Dios sabe que el hombre es caótico, que destruye, que hace tormentas de su vida, pero Dios perdona todo, él mismo ha saltado los montes y las colinas para llegar a él y comenzar una vida nueva, un nuevo modo de ver las cosas. Las tormentas cesaron, es el inicio de una nueva estación.
Eso es la navidad. El hombre vive en su pecado, que se ha olvidado de Dios, ha destruido su vida y la de los demás. ¡Basta! Es el momento de iniciar algo nuevo, Dios viene y nace para decirnos que hay una nueva oportunidad, que es posible entrar en la dinámica de amor, sólo hay que escuchar la voz y salir. Eso es la navidad, salir al encuentro de Dios, salir al encuentro del amor, salir e iniciar una nueva vida, una nueva transformación de la propia historia. Nada que ver con regalos, con árboles, con Santa Claus y consumismos. Es el momento de transformar la vida. El adviento es la preparación para dejar que la vida comience.
Y finalmente el texto concluye con una súplica ante el drama del hombre: «Paloma mía, que anidas en las grietas de las rocas, en lugares escarpados, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz; porque tu voz es suave y es hermoso tu semblante.» La súplica que se hace, es para que salga, para que no se quede encerrada en su pecado, en su desgracia, en su ruptura interior. Y para llamarla describe el drama del hombre, nos dice que “anida en las grietas de lugares escarpados”, manifestando que el hombre en su pecado, en lugar de anidar en lo más seguro y placentero de la vida, se dirige a las grietas, a los lugares más incómodos, puesto que cuál comodidad puede tener estar entre unas grietas; además son grietas que están en lugares peligrosos, pues son grietas en lugares escarpados. Esto indica que el hombre prefiera cantidad de veces estar en situaciones de peligro, donde se arriesga su estabilidad, su felicidad, su paz. Finalmente vivir en la mentira, casado con el poder, con la envidia, con la destrucción, con las difamaciones, son en realidad meras grietas en lugares escarpados, que traen consecuencias difíciles para los demás y para nosotros mismos. Y por ello Dios alza la voz y le pide ir a su encuentro, quiere que le muestre su rostro, su identidad, que se muestre tal cual es, pues así le ama.Navidad es esa llamada que Dios nos hace para encontrarnos con él, el nos llama y bien a nuestro encuentro, pues así como se describe en la primera lectura, el texto del evangelio muestra el cumplimento de esto, pues con el relato de la visitación de María a Isabel, nos muestra como Dios se hace hombre en el seno de la Virgen María y viene al encuentro de la humanidad frágil y cansada, representada por Isabel. Dios viene y esa es la Navidad. Que esta Navidad dejemos que la voz de Dios resuene en nuestros corazones y atendamos a su llamada, pues él ha salido a nuestro encuentro haciéndose hombre.

20/12/10

«No temas...»

Meditación con motivo del 20 de Diciembre

Textos:
Isaías 7,10-14
San Lucas 1,26-38

El día de hoy se nos presenta un tema que es parte del ser humano: El temor. El hombre de alguna manera al verse ante una situación se topa con el miedo, tiene temor ante las situaciones que va viviendo, con las que se va encontrando. Se puede temer ante una responsabilidad que se tiene, por ejemplo si se encomienda una misión, puede llegar el temor de no hacerlo bien. Puede llegar el temor cuando uno es padre o madre de algún niño, pues hay temor de no educarlo bien, de no acompañarlo bien. Hay temor cuando estamos ante una nueva empresa, que supera nuestras expectativas. Hay temor cuando lo que estamos haciendo no está quedando como debería y podemos defraudar a las personas. Hay temor cuando nuestros errores van afectando la vida del hombre. El temor es parte del ser humanos ante alguna situación, y es un temor, que tiene a la basa la duda, la incertidumbre, el querer hacer bien las cosas. Ese temor surge, al reconocer que ante la novedad, ante la responsabilidad, debemos hacer lo mejor posible las cosas. Es un temor que invita al reto, a la expectativa, al querer y esperar hacer bien las cosas.
El temor es natural, sin embargo a veces ese temor puede paralizar y evitar que llevemos a cabo las cosas. Hay temores que paralizan, temores que no dejan trabajar, que nos impiden realmente hacer las cosas, pues al ver la empresa que tenemos enfrente podemos decir “Es imposible", "mejor desisto.” O bien, puede presentarse lo contrario, hay veces que ese temor no aparece, porque el hombre se cree autosuficiente, cree que no hay nada que temer, y que él lo puede todo.
Ciertamente esta ultima actitud es lo ideal, pues el hombre se sabe capaza de hacer las cosas, sin embargo a veces este tipo de situaciones se pueden desvirtuar, cayendo en una soberbia y auto suficiencia absoluta, en donde uno comienza a creerse indispensable, comienza a sentirse que lo puede todo, incluso, sin saber que va a hacer, comienza diciendo que él lo puede todo, sin medir sus fuerzas. Comienza a pensar que todo lo que él hace está bien y que los demás están mal, y se hace de tal manera autosuficiente que deja de prescindir de los demás, cosa que no siempre es posible, pues el eje de sus acciones es la soberbia, que lo lleva sólo a ver lo corto que llega su vista. Esto es una actitud peligrosa, pues no sólo es que no tenga temor, sino que llega la soberbia o el desinterés por hacer bien las cosas, pues sabe que saldrá ¡de una manera, y que no hay nada de que preocuparse.
La primera lectura de hoy nos presenta el lado negativo del temor. Nos encontramos con el rey Acaz, que está en medio de una guerra, que seguramente perderá, pues es un minúsculo pueblo, ante dos frentes enemigos enormes. Por un lado, se encuentra el imperio Asirio, que en ese tiempo tiene dominado todo, y por el otro lado, se encuentra un conjunto de pueblos, entre ellos el reino del norte, que quieren hacer la guerra contra Asiria y así ganar su libertad. Acaz está perdido, puesto que enfrentar a Asiria lo llevará a la destrucción, pero si no se une a estos pueblos lo destruirá. La situación es difícil, pero Dios no deja solo a su Pueblo y le dice al Rey que pida un signo, para que vea que no está solo, para que no se deje invadir por el temor.
Sin embargo, ante esta prueba que Dios le promete darle él niega totalmente su ayuda. Marcando así, no sólo una falta de fe, sino que denota ante todo su soberbia, el pensar que él puede ganar la guerra, que no es necesario ningún signo de Dios. Cree que él podrá salir adelante por sí mismo, sin requerir la ayuda de nada, ni de nadie, incluso prescindir de Dios. Acaz es un hombre con miedos, pero no los absolutiza, simplemente cree que todo se solucionará, cree que todo pasará que él hará algo en su momento, creyendo que no es necesario Dios, ni nadie más.
En cambio, en el evangelio encontramos a María, que recibe un anuncio, ella será la Madre del Hijo de Dios. Esto sin lugar a dudas, debe de llenar de temor a cualquiera. Ser madre, de cualquier niño, llena de temor a cualquiera, surgen dudas, surgen preguntas, ¿Qué voy hacer con él? ¿Cómo lo voy a educar? ¿Si se va por el mal camino? ¿Si no tengo los medios para darle lo necesario? ¿Si lo dejo solo con el paso del tiempo? ¿Cómo ser una buena madre? ¿Cómo ayudarlo y responder a sus inquietudes? Estás y otras preguntas que seguramente las que son madres y padres se han hecho y se siguen haciendo a lo largo de su vida. En fin, Si esas preguntas surgen a cualquiera, qué preguntas, qué temores no llegarían a la Virgen María, puesto que sería la Madre del Hijo de Dios. Una empresa grande, inmensa, con una responsabilidad que no tiene medida. Sin embargo, ella no dice “No quiero”, o “Haber que pasa”, ni es una negación rotunda, ni una respuesta conformista. Sino que acepta, a partir de la palabra que ha recibido de parte de Dios.
Por ello ante esa grande responsabilidad que en ese momento iniciará el ángel le dice: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios.» Esas palabras le indican que no hay razón para temer, cierto que hay incertidumbre, que hay dudas y vacilaciones, pero no debe temer, pues esta empresa no la hace el hombre por sí mismo, no es María quien carga con toda esta responsabilidad: Pues Dios está con ella, ella ha encontrado gracia en Dios, es decir, esta empresa no la carga María por sí misma, sino que es Dios quien la carga. Hallar gracia se refiere a que tiene la fuerza de Dios junto a ella. Por tanto, hay temor, pero está el arrojo y saber de que ella no carga todo, sino que hay una fuerza que la sostiene. Finalmente, ella da su aceptación, pues se adentra en esta misión, que ciertamente va con la gracia de Dios, pero también va con su esfuerzo, a lo largo de su vida ella aprenderá cosas nuevas, comprenderá como ir guiando a Jesús desde su cultura, sus conocimientos, su vida. Así, María, con “temor y temblor”, se lanza al vacío para cumplir esta misión, pero sabiendo que así como ella pone de de su parte, también Dios le irá ayudando para sostenerse en este caminar.
Ciertamente ante las situaciones que se nos presenta, debemos ver que hay temores, pero que no son absolutos, sino que siempre hay medios, desde nuestras capacidades, la ayuda de los demás y la fuerza de Dios que nos iluminan, nos ayudan, nos sostienen para seguir adelante con las diversas responsabilidades que tenemos, pero poniendo lo mejor de nosotros para que eso salga adelante. Hay temor, pero no por ello desesperación, pues si uno saber abrirse a los demás, es temor desparecerá y todo llegará a buen término.

19/12/10

Signos de Dios

Meditación con motivo del IV Domingo de Adviento
Ciclo /A/


Textos:
Isaías 7,10-14
Romanos 1,1-7
San Mateo 1,18-24

Una de las situaciones más comunes en la vida de fe, es el anhelo de algún signo que demuestra que vamos por un buen camino. Siempre tratamos por todos los medios de ver una expresión de Dios que nos demuestre si efectivamente vamos por el camino adecuado. El hombre se siente tentado a pedir a Dios un signo, una forma visible y plástica que le demuestre que va por el camino indicado.
Queremos señales, signos, pruebas de que no hemos equivocado en el camino de la fe. Sin embargo, debemos ¡entender cuál es el sentido auténtico de los signos. Los signos son consecuencia de la confianza y fe en Dios. Es decir, el hombre que tiene fe, es capaz de vislumbrar o de pedir un signo que muestre su fe. Por tanto no es posible pedir signos para que se suscite la fe, de lo contrario, implicaría que el hombre se está adhiriendo a una signo, o se vio obligado a aceptar la alianza con Dios debido a lo que se le mostró, pero no una fe auténtica, que se da en el hombre a partir de su libertad.
Por lo tanto, Dios da los signos para el hombre que es creyente y pone su plena confianza en Dios, no al revés, no es que Dios de signos para que le tengan confianza. Un ejemplo de esto se puede ver en la primera lectura del día de hoy. En este pasaje se muestra como es el mismo Dios, quien por medio del profeta dice al rey Ajaz que le pida una señal. Dios dice estas palabras, porque se supone que el rey, es aquel que dirige al pueblo y por tanto es una persona llena de fe, que confianza en Dios, que sabe que Dios es fiel a su alianza, y por tanto, Dios les dice que se le pida una señal, un signo por el cual el mismo Señor les librará de la fuerza del enemigo. Sin embargo, nos topamos con una figura absurda del rey que carece de fe y disfraza su incredulidad con palabras vacías: «No lo pediré ni tentaré al Señor.» Esto demuestra que este hombre no tiene fe, puesto, que al decir que no quiere tentar al Señor, uno pudiera pensar que es un hombre que no requiere de pedir signos a Dios para sustentar su fe, el problema es que Dios es quien le dice que pida el signo, no es una iniciativa de él, no es una iniciativa de alguna persona, sino de Dios. Dios quiere dar signos y le dice “Pide lo que quieras”. Pero Acaz no entiende nada, y creyéndose muy devoto renuncia a pedir un signo, marcando que no tiene fe.
Sin embargo, Dios no dejará a su pueblo a la deriva, no lo dejará en manos de los enemigos, Dios los salvará y para ello les dará un signo, a pesar de la ineptitud de este rey. El signo, será dado, pero curiosamente Dios no se distingue por signos portentosos tipo ‘Hollywood’, Dios da signos nuevos, pequeños, pero generadores de una transformación y de liberación del hombre: «Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel
El signo en medio del peligro resulta ser un niño. Nacerá un niño que será llamado Emanuel. Un niño que es señal de futuro. Quiere decir que Dios da una promesa de futuro, el pueblo no está perdido, no se ha acabado nada, viene un niño, un futuro, hay un porvenir por delante y eso es garantía de plenitud en medio de la historia. Uno podría pensar, que en medio de una guerra como la que se estaba involucrando al pueblo judaico, sería absurdo que Dios de cómo señal un niño, pero lo que Dios les está mostrando es precisamente es una promesa de futuro, no estarán acabados, no será su fin en medio de esta guerra que están viviendo. Este signo por lo tanto es un signo de futuro, pero también es un signo que se hace con el paso del tiempo visible y ese niño que nace en la corte del rey será el rey Ezequías, y será él quien de la armonía al pueblo.
Dios da signos para demostrar que está con ellos, que es fiel a su alianza y que no se apartara de su historia. Se puede ver entonces que Dios ofrece señales, pero, como respuesta al hombre creyente, en este caso el pueblo que confía en Dios (aunque no así, el rey).
Otro ejemplo de esto lo encontramos en el evangelio del día de hoy. Encontramos a san José que está en medio de una de las crisis más complejas que alguien puede enfrentar, pues María su prometida está embarazada y él no lo entiende. Sin embargo, trata de entender, pues como dice el texto él es “un hombre justo.” Dice que planea repudiarla en secreto. Esto lo hace para que él sea quien a los ojos de los demás la abandone y no sea María la que parezca que está embarazada por serle infiel a su esposo, pues ello le causaría la muerte, al ser infiel, al estar embarazada antes de vivir con su esposo.
Seguramente José estaba en medio de una situación compleja, no entendía porque María estaba embarazada, no lograba entender todo esto, pero él al no lograr entender todo, decide alejarse. No forzar nada, no trata de indagar más, puesto que esto le rebaza. El intuye que está ocurriendo algo diferente en la vida de María, pero decide mejor no tratar de entenderlo, y decide cortar por lo sano, decide apartarse. Por tanto podemos ver dos dimensiones de san José aquí. Podemos ver primeramente que es un hombre que intuye algo, pero que ante el misterio decide alejarse. Y también ver que es un hombre justo, que decide alejarse con amor, haciendo parecer que él es quien decide repudiarla, dejando bien a María.
Sin embargo ante esta situación Dios interviene y lo introduce en sus planes: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo […] Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros”.» Dios entra en la vida de José, un hombre con fe, un hombre que no alcanza a vislumbrar el misterio que tiene delante, pero que finalmente, está presente, ante eso, Dios actúa y viene a darle un signo, que casualmente es el mismo que se le dio a Acaz: Un niño. San Mateo retoma la misma profecía para hacer entender que Dios sigue manifestándose, y que así como en antiguo la salvación se dio con la promesa de un niño, ahora la salvación está presente con otro niño, una promesa de vida, y de vida eterna, pues salvará de los pecados. José es invitado de ese modo a descubrir que Dios se manifiesta con signos, que deben fortalecer su fe totalmente.
Podemos pedir signos a Dios cuando parten de la fe, y no del chantaje y conveniencia personal, puesto que muchas veces queremos que Dios nos dé signos de poder, de magia, de conveniencias personales, par que se arreglen las cosas súbitamente. Pero eso no son los signos que Dios da, sino que los signos deben partir de una vida de fe, y deben servir para que la fe se fortalezca, de lo contrario de nada sirven esos signos huecos y vacíos. La fe no es para que ahora si podamos creer, sino que, porque creemos ahora nos vemos fortalecidos e iluminados por Dios.
La navidad se acerca, y si lo vemos bien la navidad no es otra cosa sino ver que Dios está presente en medio de nosotros, que él es el Emanuel. Un signo sencillo, insignificante a los ojos mercantilistas de los hombres, pero un signo que debe ayudar a fortalecer nuestra fe. La navidad se vuelve así, un recordatorio, para ver hacia el pesebre, para ver al niño, ver la fragilidad de este Dios que se hace hombre por nosotros; y con ello voltear, abrir bien los ojos desde la perspectiva de la fe y entender cuáles son los diversos signos que Dios nos va dando a lo largo de nuestra vida, pero que gracias a ellos nuestra fe tiene un nuevo sentido en la historia.

18/12/10

«...se le apareció en sueños»

Meditación con motivo del 18 de Diciembre

Textos:
Jeremías 23,5-8
San Mateo 1,18-24

El día de hoy se nos presenta este texto en donde se presenta una situación peculiar para san José, pues llega el momento de la crisis, al no comprender lo que sucede con María. Y el autor coloca una realidad en medio de esta situación: «Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños
Tenemos aquí dos elementos para la reflexión, que nos sirven de guía y luz para entender el sentido de la preparación a la navidad. En primer lugar, se nos habla de la aparición del ángel. El ángel dentro de la Escritura nos habla de la intervención de Dios, en la historia. Siempre que parece un ángel en la Escritura nos habla de Dios que interviene en un momento crucial, en un momento determinada en el cuál se va a dar la transformación de una etapa en la historia. Dios viene para dar un anuncio, para dar una esperanza, pero una esperanza, que se ve desde la dimensión de un cambio profundo en la vida del hombre.
En este caso, viene el ángel porque va a iniciar un momento nuevo en la historia, pues Jesús se va a encarnar, va iniciar la plenitud de los tiempos, el sentido final de la historia, del que ayer meditábamos. Eso quiere decir que Dios siempre viene para hablar al hombre, para explicar los momentos de tensión y de dudas, y para inaugurar una nueva etapa en la vida del hombre.
Celebrar la navidad quiere decir que está por iniciar algo nuevo, y ese anuncio se le hace a José, porque él representa a la comunidad justa que espera la intervención de Dios, y ahora esa intervención viene, pero de una manera inhóspita, donde menos e lo imaginan. Es momento de ver, que la salvación se dará por medio de la encarnación, un Dios que se hace cercano.
Por otro lado, se habla del sueño. Los sueños en la Biblia suceden cuando hay una confusión, y Dios habla por medio de ellos. Así, se nos habla que Dios ahora va a cambiar la etapa de la historia, se inaugura una nueva era, pero es necesario captar bien esta realidad y no vivir en la total confusión. Si lugar a Dudas, este mensaje en medio de los sueños es necesario hoy, para calificar las dudas, a la interrogantes del hombre, que liberas de todo dogmatismos, se anuncio un Dios vivo, un Dios que da realmente respuestas, que es cercano, que se hace hombre, que conoce nuestra fragilidad.
Nosotros podemos ser esos mensajeros, que hablen en sueños, bíblicamente hablando, es decir, ser capaces de anunciar, una noticia que transforme la vida de los hombres. Preparar la navidad, es anunciar a Dios que se encarna, que da la salvación, que da la transformación del hombre. Anunciar y disipar las dudas, disipa las crisis, y dar a conocer una realidad que hace que la vida del hombre sea profundamente nueva y renovadora en su vida. De lo contrario, la navidad será sólo una fiesta más, pero no un acontecimiento que hace mella en la vida del hombre y le puede transformar.

16/12/10

Cristo: Centro y sentido de la historia

Meditación con motivo del 17 de Diciembre

Textos:
Génesis 49,2.8-10
San Mateo 1,1-17

Hoy comienza lo que en la liturgia se denomina “ferias privilegiadas”, es decir, días en los cuales no se pueden interrumpir por ninguna celebración, y por tanto se debe dirigir todo hacia la meditación del adviento, centrándose de manera especial en la preparación para conmemorar la primera venida de Jesús, es decir, la Navidad. Y precisamente para entender y prepáranos a esta festividad, la liturgia de estos días nos presenta, los llamados evangelios de la infancia, que han sido escritos para presentarnos anticipadamente, quién es Jesús, y cuál es la misión que tiene de frente.
Sin lugar a dudas, ya el evangelio de hoy nos presenta un elemento fundamental para entender quién es Jesús. El día de hoy se nos presenta esta larga lista de nombres, las denominadas genealogías. A primera vista esto puede parecer engorroso, pues vemos una cantidad considerable de nombres, que para nosotros no dice nada, sin embargo, apara los antiguos es muy importante estas genealogías que ya se encuentran en el libro del Génesis, de éxodo, crónicas, entre otros. Estas genealogías hablan de la historia de un pueblo, de la historia de alguna persona, pues están anclados a la historia, tienen una identidad a partir de ellos. Una genealogía muestra sus raíces históricas, pero de cara a Dios nos muestra su providencia, la providencia de un Dios que actúa en la historia, reflejando la realización del plan creador de Dios en una historia de salvación.
Centrémonos hoy en las últimas palabras del texto: «El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.» Aquí nos presenta un conteo de las generaciones. Este conteo es un artificio simbólico que nos presenta una enseñanza, pues hace coincidir el número catorce, en tres bloques. El número catorce es un múltiplo de siete, por lo tanto, si describe, tres generaciones de catorce, son seis generaciones de siete. Por otro lado, san mateo ha colocado tres bloques. El número tres es símbolo de la perfección, quiere decir que hay una etapa que ha culminado perfectamente, que en este caso es la historia de Israel, del Antiguo Testamento.
Ahora bien, si bien ha culminado esa historia, no ha terminado en plenitud, pues esa etapa está formada por seis generaciones. Jesús es quien inicia la séptima generación, y el siete es símbolo de la plenitud, por lo tanto, con Cristo inicia la plenitud de la historia, Si bien ha terminado una etapa perfecta en la historia, ahora debe llegar a plenitud con Cristo, quien da sentido a la historia, pues Abraham, David, los profetas, los exiliados, en el fondo esperaban la promesa de una plenitud, y esa plenitud se da en Cristo.
Celebrar la Navidad, no es sólo celebrar una fiesta más, sino celebrar que Cristo viene a darle sentido y plenitud a la historia. La pregunta sería: hasta qué punto hemos encontrado sentido a esta historia en Cristo, hasta dónde realmente mi vida tiene sentido desde Cristo. Porque al parecer sólo hablamos de creencias, de ritos, de devociones, pero no de una verdadera adhesión personal, a un estilo de vida que manifieste que en Cristo está el sentido de la vida, la respuesta a toda mi vida. Que esta Navidad sea realmente el inicio de una transformación de mi vida de fe, como una adhesión a un proyecto que transforma y da plenitud a mi vida. Un reto que exige esfuerzo, pero que da razón de ser a la vida.

12/12/10

Proyecto de liberación

Meditación con motivo de la solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe

Textos:
Eclesiástico 24, 23-31
Gálatas 4, 4-7
San Lucas 1, 39-48

El tiempo del adviento, como sabemos es un tiempo de espera, un tiempo para recordar que estamos llamados a la esperanza. Estamos en espera del tiempo de navidad, un tiempo en donde descubrimos, si, la venida del salvador, y por lo tanto de nuestra liberación. Todo hombre es llamado a vivir esta dinámica de libertad, y Cristo ha venido para que en la salvación que nos trae, nos redima y nos rescate, llamándonos a la libertad. Navidad se vuelve así, un tiempo en donde descubrimos al Dios cercano, para que experimentemos la libertad, de manera que el adviento, en una de sus dimensiones, es justamente eso, la espera de la libertad.
El evangelio de hoy nos propone de manifiesto este elemento, con la narración del episodio de la visitación de la Virgen María a Isabel, en donde se ve el anuncio de esta liberación, que se hace patente con dos expresiones que Isabel pronuncia.
La primera de ellas: «Bendita tú entre las mujeres.» Estas palabras reflejan que existe la bendición porque hay presencia de Dios, debido a que María ha aceptado el proyecto de Dios, ha acogido su Palabra. Por lo tanto la liberación comienza con esto, con la aceptación de la Palabra. Sólo es posible vivir en la dinámica de la liberación, en la medida en la que se acoge la Palabra de Dios. Sólo se puede vivir el proyecto de la liberación, si uno acepta la Palabra que libera. Esa Palabra que desde el principio genero la vida y la creación, esa Palabra que es fecunda y le prometió vida y descendencia a Abraham, esa Palabra que finalmente promete y libera al pueblo de la esclavitud, esa Palabra que constantemente les recuerda su alianza y la fidelidad que han de observar por medio de los profetas, esa palabra que finalmente se hace carne.
Cuando esa Palabra es acogida, se acoge todo un proyecto de salvación, cuando la Palabra se acoge no es sólo el acoger el mensaje, es acoger toda una historia que constantemente remite a Dios y por consiguiente, remite al proyecto de libertad, a lo que hace realmente libre al hombre, pues finalmente es una Palabra que anuncia justamente el camino para ser libres.
Decir: «Bendita tú entre las mujeres», implica decir, has recibido la bendición, porque tienes la palabra de dios en ti, porque has hecho que esa Palabra diga el bien en ti. Y es bendita entre todas, porque alguien acogido esa Palabra plenamente en su vida. Quiere decir que realmente hay un proyecto de libertad en el hombre, que el proyecto de Idos sigue adelante, quiere que su Palabra siempre es cercana, quiere indicar que esa Palabra entre, y sigue ofreciendo esa dinámica de liberación en el hombre.
Pero esta acogida de la Palabra, implica la bendición, la entrada de un camino que dice bien a lo largo de la historia, y que lleva a una segunda expresión, que refleja, no sólo la acogida de una Palabra, sino la plenitud de un proyecto, la plenitud de una salvación que Dios quiere para el hombre: «Apenas llegó tu saludo el niño saltó en mi seno», dice en un segundo momento Isabel. ¿Qué significa esta expresión? Ciertamente es una expresión de Jubilo, de gozo, pero sobre todo es una expresión de cumplimento de las promesas, pues según las tradiciones rabínicas los profetas saltarían de gozo en el seno de la tierra cuando legará el Mesías. Entonces tenemos ahí a Juan el Bautista, el último de los profetas, símbolo de la comunidad profética, que salta de gozo, pues el Mesías ha llegado y todo se cumple ahora. Esto produce un gozo, pues Dios cumple sus promesas. Vivir en el gozo es el segundo elemento de la liberación, si bien la liberación se da en la acogida de la Palabra, esa liberación produce el gozo y sólo se puede comprobar esto, si existe el gozo.
La experiencia de liberación, requiere esta experiencia del gozo, pues el gozo renueva profundamente al hombre, es el gozo hace que la vida tenga sentido, sin ello no es posible que realmente sea uno libre, pues alguien triste, en realidad no es libre, pues está atado a su tristeza; o alguien angustiado, está atado a sus miedos; o alguien inseguro, está atado sus frustraciones y complejos. Por lo tanto no hay libertad, pues el gozo no existe. Por tanto, es necesario acoger la Palabra, y por ende, debemos acogerla con gozo, pues la liberación comienza. «Apenas llegó tu saludo el niño saltó en mi seno», son palabras que halan de alegría, hablan de entusiasmo, pues ahora la liberación ha llegado.
El adviento es un tiempo que nos invita a esto, nos invita a ser capaces de acoger esa Palabra que libera, y por ende, es una Palabra que nos lleva al gozo. Estas palabras que aquí se dirigen a María, no se quedan sólo en ella, sino que nos remite a todos nosotros, pues María en el evangelio de san Lucas, es el símbolo de la nueva comunidad a la cual estamos todos insertos.
Pero detengámonos un poco en María, ella acepto esa Palabra, y por ende trajo alegría, pues seguramente ella fue la primera que lande gozo empezó una transformación en su vida. Y si ella es portadora de estos sentimientos, entonces, es portadora de un mensaje de liberación, un mensaje que se hace visible de un modo particular en la fiesta que hoy celebramos: Nuestra Señora de Guadalupe.
María de Guadalupe se pareció para traer un mensaje de liberación, ella misma pidió al aparecerse a Juan Diego, una casa, y en el pensamiento Náhuatl remite a una nación, ella viene a dar cimentos a una nación, que se siente derruida, que se siente derrotada y fracasada, es ella que viene a dar sentido a sus vidas, viene ella dar un mensaje de liberación, de dignidad y de transformación a una nación. A eso vino la Virgen, y eso es lo que hoy deberíamos celebrar, no vino a que se construyeran simplemente templos, o plazas, ¡No! Vino a construir una nación donde se puede vivir la unidad, la paz, y sobre todo empezar a vivir ese mensaje de liberación.
Celebrarla, implica por lo tanto reconocer que ella trae ese mensaje de salvación que libera, de nada sirven templos, basílicas, plazas, si no somos capaces de vivir ese sentido de libertad a la cual estamos llamados. Todo se queda en lo material, todo se queda en el absurdo de una vida externa, en un mensaje meramente materialista, en una devoción frágil, en una celebración de comida, misas, y cohetes, pero sin el verdadero fundamento de esta celebración: Sr libres, desde la acogida de la Palabra y el gozo que ella trae.

10/12/10

¡Gaudete!

Meditación con motivo del III Domingo de adviento
Ciclo/A/


Textos:
Isaías 35,1-6.10
Santiago 5,7-10
San Mateo 11,2-11

Hoy la Iglesia celebra este tercer domingo de adviento, denominado domingo de Gaudete, el domingo del gozo. Es un gozo, que sucede en medio del tiempo del adviento, un gozo que inunda el corazón del creyente en medio de la espera, porque Dios viene a su encuentro. Dios viene, y eso es señal de alegría pues la luz se hace cada vez más cercana a nuestra historia, a nuestra realidad, la luz de la navidad está ya cerca.
Y justo sobre eso nos habla el evangelio de hoy, nos retrata de una manera magistral la razón y sentido del gozo: «Los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres.» Nos habla de las señales mesiánicas, signos que deben suscitar precisamente el gozo, pues Dios viene a salvar al hombre, viene a darle plenitud a su historia y para ello debe salir adelante, regenerando todo tipo de enfermedades que lo alejan de su presencia salvadora.
Estos signo de Jesús deben suscitar la alegría, pues es posible la transformación del hombre, es posible una nueva historia en su realidad. Jesús viene a transformar las estructuras, Dios viene a hacerse cercano a nuestras vidas. La pregunta que se impone hoy, por lo tanto, no es si Dios viene a nosotros, sino meditar y ver, si nosotros dejamos que Dios entre en nuestras vidas, pues a veces dejamos que nuestro corazón se vea invadido por el materialismo, por la indiferencia, la desconfianza, el desamparo, pero no dejamos que Dios venga entre en la vida y le de una nueva perspectiva.
Este tercer domingo se convierte por lo tanto, en un momento para meditar y ver hasta donde nosotros dejamos que Dios entre en nuestra vida, hasta donde somos capaces de ser sensibles a descubrir sus signos mesiánicos que están en medio de nosotros, caminando esos sentimientos que nos destruyen, en unos que regeneren nuestro corazón, sean capaces de suscitar la alegría en nuestro ser.Cierto que a lo mejor las dificultades de esta vida son tan arduas que no podemos seguir adelante, que nos desaniman, que nos hunden en la más terrible de las tristezas, pero es momento de alzar los ojos y ver que Dios está en medio de nosotros, a lo mejor no lo vemos como quisiéramos, a lo mejor parece que nos ha dejado, que no está aquí, y ante eso recordemos lo que nos dice la segunda lectura: «Tengan paciencia y anímense, porque la Venida del Señor está próxima.» Y entendamos la paciencia no como algo meramente pasivo, como si no hiciéramos nada, pero no, ser pacientes significa sobre todo, esperar, pero trabajando, desde la dinámica del esfuerzo, haciendo lo que toca, lo que corresponde para seguir adelante, y en medio de so ser capaces de ir reconociendo los signos de Dios, los signos de vida que nos alientan y animan a seguir adelante, a no perder la alegría, pues ese es la característica del cristiano, y que se pelnifica a la luz de la navidad.