Meditación con motivo del 23 de diciembre
Textos:
Malaquías 3,1-4.23-24
San Lucas 1,57-66
El día de hoy ante la inminencia de la festividad de la navidad nos encontramos con este pasaje de san Lucas que nos narra el nacimiento de san Juan Bautista, y con ello parece adentrarnos en el significado profundo de la navidad y por lo tanto en el significado de la misma fe.
Nos colocan en este contexto en donde nace el niño y comienza una discusión: Cuál será el nombre del niño. Y curiosamente todos quieren ponerle Zacarías, como su padre, sin embargo Isabel, y después Zacarías, lo aclara: “Juan es su nombre.” La extrañeza de todo esto se puede descubrir en la frase: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre.» Ponerle Zacarías quiere decir que existe una línea de continuidad entre el padre y el hijo, y por lo tanto en la familia y sus tradiciones. Ponerle Juan suena un tanto extraño, pues nadie se le llama con ese nombre, y por lo tanto refleja una cierta discontinuidad con las tradiciones familiares. El problema de fondo es que con el cambio del nombre, se están minando las mismas tradiciones y se están orientando hacia una nueva realidad, que no son las raíces familiares.
Si se debe cambiar el nombre, se debe a que manifiesta que con el nacimiento del precursor (Juan Bautista), se inicia un nuevo anuncio, en donde todo debe de cambiar de horizonte. No se puede uno quedar anclado en el pasado, sino que se debe tener una nueva mirada. EL nacimiento del Mesías por lo tanto se debe de dar en medio de una nueva estructura, de un nuevo modelo de vida, pues el nacimiento de Jesús deberá de traer una novedad y no una continuidad de las estructuras antiguas.
Cambiar el nombre del niño, por lo tanto es el anuncio de una nueva identidad y de una nueva estructura. No se puede llamar Zacarías como su padre, pues ahora no se puede seguir con las estructuras del antiguo sacerdocio, no se puede quedar la llegada del Mesías como el eslabón de la misma cadena. Es el momento de una transformación. De esta manera quiere decir que la navidad es la transformación de la humanidad. No es que la navidad sea la continuidad de ritos decrépitos, y ancianos como Zacarías, sino que es el anuncio de algo nuevo. Navidad es novedad, se rompen las estructuras, se rompe lo ya establecido, lo que ya está colocado de antemano. Es ahora el inicio de algo nuevo. Esto ya se anuncia con el nacimiento del Bautista. No hay una continuidad con el antiguo sacerdocio, ahora comienza algo nuevo.
Quiere decir que, creer en Jesús, implica la transformación de las estructuras. No es un mero seguimiento de lo antiguo, es el inicio de algo nuevo. Navidad, es abrirse a la novedad, porque el evangelio es novedad, es ruptura con el pasado con lo anquilosado. Lamentablemente, a veces esto se olvida y queremos seguir manteniendo hoy en día estructuras que ya están anquilosadas, que son viejas, que no tienen futuro. Pero se quieren mantener, alegando y defendiendo una estructura de fe, sin llegar a ver la novedad que hay en frente, sin ver cuál es el reto hoy en día para seguir caminando, para abrirse a la novedad, para transformar las estructuras. Muchas veces nos desgatamos tratando de sostener estructuras viejas, so pretexto de que son parte de la fe, en lugar de utilizar esas fuerzas en transformar las cosas, y darle más solidez a la fe, desde la vivencia del evangelio a partir de las necesidades de hoy en día.
«Su nombre es Juan.» Es el inicio de una aventura, de una trasformación de la fe, de el avanzar y seguir adelante, de no seguir sosteniendo una estructura del pasado, sino de empezar a descubrir que hay de nuevo, que novedad quiere Dios ahora, qué necesidades se deben de satisfacer a la luz de la fe. Navidad es esa novedad, tira las murallas de una tradición antigua, y abrirse a una nueva, no porque traicione la fe del pasado, pues finalmente ahí están las raíces y eso se conserva, sino novedad porque quitando las estructuras antiguas, se forma un nuevo edificio que va dando plenitud a esas raíces con frutos nuevos, y no con hojas secas. La navidad de convierte en el camino de la novedad, de la transformación de la historia con algo nuevo, con estructuras nuevas. Y por tanto la fe debe de ser esa novedad constante, no porque se cambien todo, sino porque da una nueva forma una nueva estructura a partir de las raíces, pero generando siempre frutos nuevos, y evitando querer mantener frutos antiguos sin ver la exigencia de nuestro mundo.
Hoy a unas cuantas horas de celebra la navidad deberíamos de meditar hasta que punto vivimos la novedad, hasta que punto nuestra fe es fresca, nueva, una verdadera opción delante al mundo, o hasta donde se ha anquilosado, se ha quedado detenida, sin dar frutos. Hoy más que nunca deberíamos de sonar en neutras vidas aquella frase: «Su nombre es Juan» y comenzar nuevas estructuras de fe, animada y fresca que de sentido a la vida, iniciando algo nuevo, iniciando una navidad en nuestra vida de fe.
Textos:
Malaquías 3,1-4.23-24
San Lucas 1,57-66
El día de hoy ante la inminencia de la festividad de la navidad nos encontramos con este pasaje de san Lucas que nos narra el nacimiento de san Juan Bautista, y con ello parece adentrarnos en el significado profundo de la navidad y por lo tanto en el significado de la misma fe.
Nos colocan en este contexto en donde nace el niño y comienza una discusión: Cuál será el nombre del niño. Y curiosamente todos quieren ponerle Zacarías, como su padre, sin embargo Isabel, y después Zacarías, lo aclara: “Juan es su nombre.” La extrañeza de todo esto se puede descubrir en la frase: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre.» Ponerle Zacarías quiere decir que existe una línea de continuidad entre el padre y el hijo, y por lo tanto en la familia y sus tradiciones. Ponerle Juan suena un tanto extraño, pues nadie se le llama con ese nombre, y por lo tanto refleja una cierta discontinuidad con las tradiciones familiares. El problema de fondo es que con el cambio del nombre, se están minando las mismas tradiciones y se están orientando hacia una nueva realidad, que no son las raíces familiares.
Si se debe cambiar el nombre, se debe a que manifiesta que con el nacimiento del precursor (Juan Bautista), se inicia un nuevo anuncio, en donde todo debe de cambiar de horizonte. No se puede uno quedar anclado en el pasado, sino que se debe tener una nueva mirada. EL nacimiento del Mesías por lo tanto se debe de dar en medio de una nueva estructura, de un nuevo modelo de vida, pues el nacimiento de Jesús deberá de traer una novedad y no una continuidad de las estructuras antiguas.
Cambiar el nombre del niño, por lo tanto es el anuncio de una nueva identidad y de una nueva estructura. No se puede llamar Zacarías como su padre, pues ahora no se puede seguir con las estructuras del antiguo sacerdocio, no se puede quedar la llegada del Mesías como el eslabón de la misma cadena. Es el momento de una transformación. De esta manera quiere decir que la navidad es la transformación de la humanidad. No es que la navidad sea la continuidad de ritos decrépitos, y ancianos como Zacarías, sino que es el anuncio de algo nuevo. Navidad es novedad, se rompen las estructuras, se rompe lo ya establecido, lo que ya está colocado de antemano. Es ahora el inicio de algo nuevo. Esto ya se anuncia con el nacimiento del Bautista. No hay una continuidad con el antiguo sacerdocio, ahora comienza algo nuevo.
Quiere decir que, creer en Jesús, implica la transformación de las estructuras. No es un mero seguimiento de lo antiguo, es el inicio de algo nuevo. Navidad, es abrirse a la novedad, porque el evangelio es novedad, es ruptura con el pasado con lo anquilosado. Lamentablemente, a veces esto se olvida y queremos seguir manteniendo hoy en día estructuras que ya están anquilosadas, que son viejas, que no tienen futuro. Pero se quieren mantener, alegando y defendiendo una estructura de fe, sin llegar a ver la novedad que hay en frente, sin ver cuál es el reto hoy en día para seguir caminando, para abrirse a la novedad, para transformar las estructuras. Muchas veces nos desgatamos tratando de sostener estructuras viejas, so pretexto de que son parte de la fe, en lugar de utilizar esas fuerzas en transformar las cosas, y darle más solidez a la fe, desde la vivencia del evangelio a partir de las necesidades de hoy en día.
«Su nombre es Juan.» Es el inicio de una aventura, de una trasformación de la fe, de el avanzar y seguir adelante, de no seguir sosteniendo una estructura del pasado, sino de empezar a descubrir que hay de nuevo, que novedad quiere Dios ahora, qué necesidades se deben de satisfacer a la luz de la fe. Navidad es esa novedad, tira las murallas de una tradición antigua, y abrirse a una nueva, no porque traicione la fe del pasado, pues finalmente ahí están las raíces y eso se conserva, sino novedad porque quitando las estructuras antiguas, se forma un nuevo edificio que va dando plenitud a esas raíces con frutos nuevos, y no con hojas secas. La navidad de convierte en el camino de la novedad, de la transformación de la historia con algo nuevo, con estructuras nuevas. Y por tanto la fe debe de ser esa novedad constante, no porque se cambien todo, sino porque da una nueva forma una nueva estructura a partir de las raíces, pero generando siempre frutos nuevos, y evitando querer mantener frutos antiguos sin ver la exigencia de nuestro mundo.
Hoy a unas cuantas horas de celebra la navidad deberíamos de meditar hasta que punto vivimos la novedad, hasta que punto nuestra fe es fresca, nueva, una verdadera opción delante al mundo, o hasta donde se ha anquilosado, se ha quedado detenida, sin dar frutos. Hoy más que nunca deberíamos de sonar en neutras vidas aquella frase: «Su nombre es Juan» y comenzar nuevas estructuras de fe, animada y fresca que de sentido a la vida, iniciando algo nuevo, iniciando una navidad en nuestra vida de fe.
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