Misa del día
Textos:
Isaías 52,7-10
Hebreos 1,1-6
San Juan 1,1-18
En las últimas reflexiones hemos meditado sobre ponerle una casa a Dios, por su parte David quería ponerle una casa, porque así legitimaría su poder, sin embargo Dios no piensa así y Él lo legitimará por medio de su descendencia. Pero mientras se quiere construir una casa para Dios y así contenerlo, resulta contradictorio que cuando llega, cuando se hace hombre, no encuentra alojamiento en ningún lado. Y esto porque su encarnación trae criterios y elementos que no conviene al poder imperante, pues esa fragilidad y pequeñez no combina con los criterios de este mundo o las conveniencias personales, la conclusión es sencilla: «No había lugar para ellos en el albergue.»
Sin embrago Dios no viene a quedar bien con los poderosos, él viene a salvarnos y para ello viene a quedarnos, por esa razón encontramos hoy en el evangelio una frase fundamental, que nos lleva a descubrir el sentido de la salvación que Jesús nos trae, y con ello descubrir la grandeza de esta fiesta de la navidad: «Y la Palabra se hizo carne y puso su tienda entre nosotros.»
La expresión del evangelio de san Juan para hablar de la encarnación del hijo de Dios, está formada por dos expresiones. La primera de ellas: «Se hizo carne.» Pero, que debemos de entender con la expresión “Carne”. La carne en el evangelio de san Juan tiene el significado de la debilidad, en este caso, de la fragilidad. Hacerse carne quiere decir que toma la debilidad, no es que venga el Hijo de Dios y sea alguien poderoso, al contrario, se hace carne, se transforma una pequeña realidad. Con esto se ve que el camino que toma la historia de salvación, es el proyecto de la pequeñez, de la fragilidad, la Palabra se hace carne, se hace frágil, se pequeña. Y no es que parezca pequeña, sino que es pequeña, frágil, es carne. No dice que se disfrazó de carne, o que tomo una carne, sino que se hizo, es carne.
En segundo lugar san Juan nos dice que se hace carne y este hacerse carne lo lleva a poner s tienda ente nosotros. La tienda para los judíos y los habitantes del desierto, es algo habitual. Cuando ellos van caminando día con día, llegan a algún lugar y se establecen ahí. Ponen tienda, es decir, se establecen ahí, para vivir ahí. Poner la tienda quiere decir que acomodan todo, y van disponiendo todo de manera que puedan establecerse. No es simplemente poner una tienda de campaña, es llegar colocar la tienda, en medio de la tierra, acomodarla, y colocar dentro todos los utensilios para la vida, así como los animales y demás cosas. Poner la tienda significa establecerse, introducirse a la vida.
Si bien el hombre quiere hacer construcciones para retener a Dios y poder manejarlo (Como David), o bien de plano el hombre no acepta a Dios porque va en contra de sus principios (como el pueblo de Belén), la sorpresa es que Dios pone la tienda, pone la tienda para quedarse con nosotros, para vivir en medio de nosotros, nosotros somos su tienda, él está aquí para transformarnos, para conocernos, apara saber como somos, Él se hace carne para conocer nuestra fragilidad, nuestra pequeñez, nuestro dolor, y se establece aquí, pone su tienda para que esté siempre cerca de nosotros, viviendo junto a nosotros.
Dios quiere estar con nosotros, y quiere entrar en nuestras vidas, pero no para que lo encerremos en nuestras categorías, en nuestros esquemas, en nuestras maneras de pensar. Dios viene para que descubramos la novedad de la fe, seamos capaces de ver más allá de una mera idea que tenemos de él. Ciertamente, esto para muchos es un absurdo, porque vemos en Dios algo lejano, algo sin sentido, una mera idea, un absurdo o una quimera más. Y por ello, no hay lugar en nuestro corazón, no hay lugar porque Dios no significa nada, o bien porque los conceptos que tenemos de Dios, los conceptos meramente piadosos no dicen nada al mundo ni a mí, o bien no entra Dios porque no me favorece, no me conviene.
Sin embargo Dios quiere entrar, y él ha `puesto su tienda en medio de nosotros, ha puesto su tienda, ha venido a establecerse, ha venido a conocernos de manera plena, se ha hecho carne. Celebrar la navidad es ser capaces de ir a la tienda, de encontrarnos con él, de descubrir quién es realmente, sin ideas, sin prejuicios, sin dogmatismos, pues sólo así podemos celebrar la navidad, sólo así podemos decir que existe la fe. Él ha puesto su tienda entre nosotros, él ha puesto esa tienda para recibirnos, no basta que no lo hayamos aceptado, ahora hay una tienda por la cual nosotros podemos entrar y esa tienda es su humanidad.
La navidad se convierte de esta manera en un momento de confrontación con nuestras vidas, de confrontación con lo que creemos de él. No es posible hablar de Idos, si no entramos a la tienda. No es que yo lo meta a mi tienda, a si ideas, no es que yo quiera sacarle un provecho, sino que es conocerlo realmente y ver lo que me propone en la vida, de lo contario mi fe es un absurdo en medio de la historia, pues reduje a mis criterios la experiencia de Dios, pero no entre a la tienda, en donde está con su humanidad y enseñándome realmente lo que es la vida desde Dios. Sin esta la navidad no tiene ningún sentido, se queda en nacimientos, árboles, regalos y en una diminuta idea, que muchas veces no tiene nada que ver con Dios.
Isaías 52,7-10
Hebreos 1,1-6
San Juan 1,1-18
En las últimas reflexiones hemos meditado sobre ponerle una casa a Dios, por su parte David quería ponerle una casa, porque así legitimaría su poder, sin embargo Dios no piensa así y Él lo legitimará por medio de su descendencia. Pero mientras se quiere construir una casa para Dios y así contenerlo, resulta contradictorio que cuando llega, cuando se hace hombre, no encuentra alojamiento en ningún lado. Y esto porque su encarnación trae criterios y elementos que no conviene al poder imperante, pues esa fragilidad y pequeñez no combina con los criterios de este mundo o las conveniencias personales, la conclusión es sencilla: «No había lugar para ellos en el albergue.»
Sin embrago Dios no viene a quedar bien con los poderosos, él viene a salvarnos y para ello viene a quedarnos, por esa razón encontramos hoy en el evangelio una frase fundamental, que nos lleva a descubrir el sentido de la salvación que Jesús nos trae, y con ello descubrir la grandeza de esta fiesta de la navidad: «Y la Palabra se hizo carne y puso su tienda entre nosotros.»
La expresión del evangelio de san Juan para hablar de la encarnación del hijo de Dios, está formada por dos expresiones. La primera de ellas: «Se hizo carne.» Pero, que debemos de entender con la expresión “Carne”. La carne en el evangelio de san Juan tiene el significado de la debilidad, en este caso, de la fragilidad. Hacerse carne quiere decir que toma la debilidad, no es que venga el Hijo de Dios y sea alguien poderoso, al contrario, se hace carne, se transforma una pequeña realidad. Con esto se ve que el camino que toma la historia de salvación, es el proyecto de la pequeñez, de la fragilidad, la Palabra se hace carne, se hace frágil, se pequeña. Y no es que parezca pequeña, sino que es pequeña, frágil, es carne. No dice que se disfrazó de carne, o que tomo una carne, sino que se hizo, es carne.
En segundo lugar san Juan nos dice que se hace carne y este hacerse carne lo lleva a poner s tienda ente nosotros. La tienda para los judíos y los habitantes del desierto, es algo habitual. Cuando ellos van caminando día con día, llegan a algún lugar y se establecen ahí. Ponen tienda, es decir, se establecen ahí, para vivir ahí. Poner la tienda quiere decir que acomodan todo, y van disponiendo todo de manera que puedan establecerse. No es simplemente poner una tienda de campaña, es llegar colocar la tienda, en medio de la tierra, acomodarla, y colocar dentro todos los utensilios para la vida, así como los animales y demás cosas. Poner la tienda significa establecerse, introducirse a la vida.
Si bien el hombre quiere hacer construcciones para retener a Dios y poder manejarlo (Como David), o bien de plano el hombre no acepta a Dios porque va en contra de sus principios (como el pueblo de Belén), la sorpresa es que Dios pone la tienda, pone la tienda para quedarse con nosotros, para vivir en medio de nosotros, nosotros somos su tienda, él está aquí para transformarnos, para conocernos, apara saber como somos, Él se hace carne para conocer nuestra fragilidad, nuestra pequeñez, nuestro dolor, y se establece aquí, pone su tienda para que esté siempre cerca de nosotros, viviendo junto a nosotros.
Dios quiere estar con nosotros, y quiere entrar en nuestras vidas, pero no para que lo encerremos en nuestras categorías, en nuestros esquemas, en nuestras maneras de pensar. Dios viene para que descubramos la novedad de la fe, seamos capaces de ver más allá de una mera idea que tenemos de él. Ciertamente, esto para muchos es un absurdo, porque vemos en Dios algo lejano, algo sin sentido, una mera idea, un absurdo o una quimera más. Y por ello, no hay lugar en nuestro corazón, no hay lugar porque Dios no significa nada, o bien porque los conceptos que tenemos de Dios, los conceptos meramente piadosos no dicen nada al mundo ni a mí, o bien no entra Dios porque no me favorece, no me conviene.
Sin embargo Dios quiere entrar, y él ha `puesto su tienda en medio de nosotros, ha puesto su tienda, ha venido a establecerse, ha venido a conocernos de manera plena, se ha hecho carne. Celebrar la navidad es ser capaces de ir a la tienda, de encontrarnos con él, de descubrir quién es realmente, sin ideas, sin prejuicios, sin dogmatismos, pues sólo así podemos celebrar la navidad, sólo así podemos decir que existe la fe. Él ha puesto su tienda entre nosotros, él ha puesto esa tienda para recibirnos, no basta que no lo hayamos aceptado, ahora hay una tienda por la cual nosotros podemos entrar y esa tienda es su humanidad.
La navidad se convierte de esta manera en un momento de confrontación con nuestras vidas, de confrontación con lo que creemos de él. No es posible hablar de Idos, si no entramos a la tienda. No es que yo lo meta a mi tienda, a si ideas, no es que yo quiera sacarle un provecho, sino que es conocerlo realmente y ver lo que me propone en la vida, de lo contario mi fe es un absurdo en medio de la historia, pues reduje a mis criterios la experiencia de Dios, pero no entre a la tienda, en donde está con su humanidad y enseñándome realmente lo que es la vida desde Dios. Sin esta la navidad no tiene ningún sentido, se queda en nacimientos, árboles, regalos y en una diminuta idea, que muchas veces no tiene nada que ver con Dios.
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