Meditación con motivo del 20 de Diciembre
Textos:
Isaías 7,10-14
San Lucas 1,26-38
El día de hoy se nos presenta un tema que es parte del ser humano: El temor. El hombre de alguna manera al verse ante una situación se topa con el miedo, tiene temor ante las situaciones que va viviendo, con las que se va encontrando. Se puede temer ante una responsabilidad que se tiene, por ejemplo si se encomienda una misión, puede llegar el temor de no hacerlo bien. Puede llegar el temor cuando uno es padre o madre de algún niño, pues hay temor de no educarlo bien, de no acompañarlo bien. Hay temor cuando estamos ante una nueva empresa, que supera nuestras expectativas. Hay temor cuando lo que estamos haciendo no está quedando como debería y podemos defraudar a las personas. Hay temor cuando nuestros errores van afectando la vida del hombre. El temor es parte del ser humanos ante alguna situación, y es un temor, que tiene a la basa la duda, la incertidumbre, el querer hacer bien las cosas. Ese temor surge, al reconocer que ante la novedad, ante la responsabilidad, debemos hacer lo mejor posible las cosas. Es un temor que invita al reto, a la expectativa, al querer y esperar hacer bien las cosas.
El temor es natural, sin embargo a veces ese temor puede paralizar y evitar que llevemos a cabo las cosas. Hay temores que paralizan, temores que no dejan trabajar, que nos impiden realmente hacer las cosas, pues al ver la empresa que tenemos enfrente podemos decir “Es imposible", "mejor desisto.” O bien, puede presentarse lo contrario, hay veces que ese temor no aparece, porque el hombre se cree autosuficiente, cree que no hay nada que temer, y que él lo puede todo.
Ciertamente esta ultima actitud es lo ideal, pues el hombre se sabe capaza de hacer las cosas, sin embargo a veces este tipo de situaciones se pueden desvirtuar, cayendo en una soberbia y auto suficiencia absoluta, en donde uno comienza a creerse indispensable, comienza a sentirse que lo puede todo, incluso, sin saber que va a hacer, comienza diciendo que él lo puede todo, sin medir sus fuerzas. Comienza a pensar que todo lo que él hace está bien y que los demás están mal, y se hace de tal manera autosuficiente que deja de prescindir de los demás, cosa que no siempre es posible, pues el eje de sus acciones es la soberbia, que lo lleva sólo a ver lo corto que llega su vista. Esto es una actitud peligrosa, pues no sólo es que no tenga temor, sino que llega la soberbia o el desinterés por hacer bien las cosas, pues sabe que saldrá ¡de una manera, y que no hay nada de que preocuparse.
La primera lectura de hoy nos presenta el lado negativo del temor. Nos encontramos con el rey Acaz, que está en medio de una guerra, que seguramente perderá, pues es un minúsculo pueblo, ante dos frentes enemigos enormes. Por un lado, se encuentra el imperio Asirio, que en ese tiempo tiene dominado todo, y por el otro lado, se encuentra un conjunto de pueblos, entre ellos el reino del norte, que quieren hacer la guerra contra Asiria y así ganar su libertad. Acaz está perdido, puesto que enfrentar a Asiria lo llevará a la destrucción, pero si no se une a estos pueblos lo destruirá. La situación es difícil, pero Dios no deja solo a su Pueblo y le dice al Rey que pida un signo, para que vea que no está solo, para que no se deje invadir por el temor.
Sin embargo, ante esta prueba que Dios le promete darle él niega totalmente su ayuda. Marcando así, no sólo una falta de fe, sino que denota ante todo su soberbia, el pensar que él puede ganar la guerra, que no es necesario ningún signo de Dios. Cree que él podrá salir adelante por sí mismo, sin requerir la ayuda de nada, ni de nadie, incluso prescindir de Dios. Acaz es un hombre con miedos, pero no los absolutiza, simplemente cree que todo se solucionará, cree que todo pasará que él hará algo en su momento, creyendo que no es necesario Dios, ni nadie más.
En cambio, en el evangelio encontramos a María, que recibe un anuncio, ella será la Madre del Hijo de Dios. Esto sin lugar a dudas, debe de llenar de temor a cualquiera. Ser madre, de cualquier niño, llena de temor a cualquiera, surgen dudas, surgen preguntas, ¿Qué voy hacer con él? ¿Cómo lo voy a educar? ¿Si se va por el mal camino? ¿Si no tengo los medios para darle lo necesario? ¿Si lo dejo solo con el paso del tiempo? ¿Cómo ser una buena madre? ¿Cómo ayudarlo y responder a sus inquietudes? Estás y otras preguntas que seguramente las que son madres y padres se han hecho y se siguen haciendo a lo largo de su vida. En fin, Si esas preguntas surgen a cualquiera, qué preguntas, qué temores no llegarían a la Virgen María, puesto que sería la Madre del Hijo de Dios. Una empresa grande, inmensa, con una responsabilidad que no tiene medida. Sin embargo, ella no dice “No quiero”, o “Haber que pasa”, ni es una negación rotunda, ni una respuesta conformista. Sino que acepta, a partir de la palabra que ha recibido de parte de Dios.
Por ello ante esa grande responsabilidad que en ese momento iniciará el ángel le dice: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios.» Esas palabras le indican que no hay razón para temer, cierto que hay incertidumbre, que hay dudas y vacilaciones, pero no debe temer, pues esta empresa no la hace el hombre por sí mismo, no es María quien carga con toda esta responsabilidad: Pues Dios está con ella, ella ha encontrado gracia en Dios, es decir, esta empresa no la carga María por sí misma, sino que es Dios quien la carga. Hallar gracia se refiere a que tiene la fuerza de Dios junto a ella. Por tanto, hay temor, pero está el arrojo y saber de que ella no carga todo, sino que hay una fuerza que la sostiene. Finalmente, ella da su aceptación, pues se adentra en esta misión, que ciertamente va con la gracia de Dios, pero también va con su esfuerzo, a lo largo de su vida ella aprenderá cosas nuevas, comprenderá como ir guiando a Jesús desde su cultura, sus conocimientos, su vida. Así, María, con “temor y temblor”, se lanza al vacío para cumplir esta misión, pero sabiendo que así como ella pone de de su parte, también Dios le irá ayudando para sostenerse en este caminar.
Ciertamente ante las situaciones que se nos presenta, debemos ver que hay temores, pero que no son absolutos, sino que siempre hay medios, desde nuestras capacidades, la ayuda de los demás y la fuerza de Dios que nos iluminan, nos ayudan, nos sostienen para seguir adelante con las diversas responsabilidades que tenemos, pero poniendo lo mejor de nosotros para que eso salga adelante. Hay temor, pero no por ello desesperación, pues si uno saber abrirse a los demás, es temor desparecerá y todo llegará a buen término.
Textos:
Isaías 7,10-14
San Lucas 1,26-38
El día de hoy se nos presenta un tema que es parte del ser humano: El temor. El hombre de alguna manera al verse ante una situación se topa con el miedo, tiene temor ante las situaciones que va viviendo, con las que se va encontrando. Se puede temer ante una responsabilidad que se tiene, por ejemplo si se encomienda una misión, puede llegar el temor de no hacerlo bien. Puede llegar el temor cuando uno es padre o madre de algún niño, pues hay temor de no educarlo bien, de no acompañarlo bien. Hay temor cuando estamos ante una nueva empresa, que supera nuestras expectativas. Hay temor cuando lo que estamos haciendo no está quedando como debería y podemos defraudar a las personas. Hay temor cuando nuestros errores van afectando la vida del hombre. El temor es parte del ser humanos ante alguna situación, y es un temor, que tiene a la basa la duda, la incertidumbre, el querer hacer bien las cosas. Ese temor surge, al reconocer que ante la novedad, ante la responsabilidad, debemos hacer lo mejor posible las cosas. Es un temor que invita al reto, a la expectativa, al querer y esperar hacer bien las cosas.
El temor es natural, sin embargo a veces ese temor puede paralizar y evitar que llevemos a cabo las cosas. Hay temores que paralizan, temores que no dejan trabajar, que nos impiden realmente hacer las cosas, pues al ver la empresa que tenemos enfrente podemos decir “Es imposible", "mejor desisto.” O bien, puede presentarse lo contrario, hay veces que ese temor no aparece, porque el hombre se cree autosuficiente, cree que no hay nada que temer, y que él lo puede todo.
Ciertamente esta ultima actitud es lo ideal, pues el hombre se sabe capaza de hacer las cosas, sin embargo a veces este tipo de situaciones se pueden desvirtuar, cayendo en una soberbia y auto suficiencia absoluta, en donde uno comienza a creerse indispensable, comienza a sentirse que lo puede todo, incluso, sin saber que va a hacer, comienza diciendo que él lo puede todo, sin medir sus fuerzas. Comienza a pensar que todo lo que él hace está bien y que los demás están mal, y se hace de tal manera autosuficiente que deja de prescindir de los demás, cosa que no siempre es posible, pues el eje de sus acciones es la soberbia, que lo lleva sólo a ver lo corto que llega su vista. Esto es una actitud peligrosa, pues no sólo es que no tenga temor, sino que llega la soberbia o el desinterés por hacer bien las cosas, pues sabe que saldrá ¡de una manera, y que no hay nada de que preocuparse.
La primera lectura de hoy nos presenta el lado negativo del temor. Nos encontramos con el rey Acaz, que está en medio de una guerra, que seguramente perderá, pues es un minúsculo pueblo, ante dos frentes enemigos enormes. Por un lado, se encuentra el imperio Asirio, que en ese tiempo tiene dominado todo, y por el otro lado, se encuentra un conjunto de pueblos, entre ellos el reino del norte, que quieren hacer la guerra contra Asiria y así ganar su libertad. Acaz está perdido, puesto que enfrentar a Asiria lo llevará a la destrucción, pero si no se une a estos pueblos lo destruirá. La situación es difícil, pero Dios no deja solo a su Pueblo y le dice al Rey que pida un signo, para que vea que no está solo, para que no se deje invadir por el temor.
Sin embargo, ante esta prueba que Dios le promete darle él niega totalmente su ayuda. Marcando así, no sólo una falta de fe, sino que denota ante todo su soberbia, el pensar que él puede ganar la guerra, que no es necesario ningún signo de Dios. Cree que él podrá salir adelante por sí mismo, sin requerir la ayuda de nada, ni de nadie, incluso prescindir de Dios. Acaz es un hombre con miedos, pero no los absolutiza, simplemente cree que todo se solucionará, cree que todo pasará que él hará algo en su momento, creyendo que no es necesario Dios, ni nadie más.
En cambio, en el evangelio encontramos a María, que recibe un anuncio, ella será la Madre del Hijo de Dios. Esto sin lugar a dudas, debe de llenar de temor a cualquiera. Ser madre, de cualquier niño, llena de temor a cualquiera, surgen dudas, surgen preguntas, ¿Qué voy hacer con él? ¿Cómo lo voy a educar? ¿Si se va por el mal camino? ¿Si no tengo los medios para darle lo necesario? ¿Si lo dejo solo con el paso del tiempo? ¿Cómo ser una buena madre? ¿Cómo ayudarlo y responder a sus inquietudes? Estás y otras preguntas que seguramente las que son madres y padres se han hecho y se siguen haciendo a lo largo de su vida. En fin, Si esas preguntas surgen a cualquiera, qué preguntas, qué temores no llegarían a la Virgen María, puesto que sería la Madre del Hijo de Dios. Una empresa grande, inmensa, con una responsabilidad que no tiene medida. Sin embargo, ella no dice “No quiero”, o “Haber que pasa”, ni es una negación rotunda, ni una respuesta conformista. Sino que acepta, a partir de la palabra que ha recibido de parte de Dios.
Por ello ante esa grande responsabilidad que en ese momento iniciará el ángel le dice: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios.» Esas palabras le indican que no hay razón para temer, cierto que hay incertidumbre, que hay dudas y vacilaciones, pero no debe temer, pues esta empresa no la hace el hombre por sí mismo, no es María quien carga con toda esta responsabilidad: Pues Dios está con ella, ella ha encontrado gracia en Dios, es decir, esta empresa no la carga María por sí misma, sino que es Dios quien la carga. Hallar gracia se refiere a que tiene la fuerza de Dios junto a ella. Por tanto, hay temor, pero está el arrojo y saber de que ella no carga todo, sino que hay una fuerza que la sostiene. Finalmente, ella da su aceptación, pues se adentra en esta misión, que ciertamente va con la gracia de Dios, pero también va con su esfuerzo, a lo largo de su vida ella aprenderá cosas nuevas, comprenderá como ir guiando a Jesús desde su cultura, sus conocimientos, su vida. Así, María, con “temor y temblor”, se lanza al vacío para cumplir esta misión, pero sabiendo que así como ella pone de de su parte, también Dios le irá ayudando para sostenerse en este caminar.
Ciertamente ante las situaciones que se nos presenta, debemos ver que hay temores, pero que no son absolutos, sino que siempre hay medios, desde nuestras capacidades, la ayuda de los demás y la fuerza de Dios que nos iluminan, nos ayudan, nos sostienen para seguir adelante con las diversas responsabilidades que tenemos, pero poniendo lo mejor de nosotros para que eso salga adelante. Hay temor, pero no por ello desesperación, pues si uno saber abrirse a los demás, es temor desparecerá y todo llegará a buen término.
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