Hoy estamos celebrando la Vigilia Pascual, pero ¿Qué significa esta celebración? Para entender esto es necesario reflexionar en lo que significa esta palabra. La vigilia como su nombre lo indica es una vigilia, es estar en vela. Cuando uno está en vela lo hace por razones importantes, por razones de peso, no se pone uno en vigilia nada más porque si. Una mamá por ejemplo no está en vela sólo porque no quiere dormir, está en vela porque está cuidando a su hijo, porque está esperando que llegue, en fin se pone en vela para realizar algún acontecimiento importante.
De esta manera podemos decir que la vigilia es una invitación para permanecer despiertos, para no dormirnos. Esta es la razón por la cual la vigilia debe hacerse al iniciar al anochecer, puesto que una actitud de vigilancia se hace en la noche.
Pero que características debe tener un vigilante. En primer lugar se debe tener disposición para velar, es decir, estar despierto, es decir, no debe dejarse dominar por el sueño, porque el sueño hace que el hombre no esté atento a sus responsabilidades. Cuando el hombre duerme y no vigila pueden suceder muchas cosas. La parábola del la cizaña, por ejemplo dice, que mientras dormían llegó el enemigo y cembro la cizaña en medio del campo. Ellos durmieron y entro el mal en medio del sembradío. De esta manera el hombre que duerme puede dejar que en el campo de su vida entre la cizaña, entre la enemistad, el odio, el rencor. Todos estamos llamados a estar vigilantes, a estar atentos a lo que pasa en nuestras vidas, con nuestros semejantes, con nuestras amistades, con nuestros sentimientos, nuestras emociones, porque finalmente en todas ellas puede entrar el mal, puede tergiversarse la amistad, el amor, la solidaridad, la familia, y con ello convertir nuestra vida en algo malo, equivocar el camino y dañarnos y dañar a los demás. Cuando el creyente no vigilia, se duerme y deja que el odio anide en su corazón, deja que los vicios alteren su vida, deja que la destrucción arruine sus relaciones, deja que la envidia rompa amistades, deja que la enemistad se vaya haciendo cada vez más fuerte.
Estar despiertos equivale no dormirnos en nuestra vida, analizarnos y descubrir que va mal en nosotros, que cosa nos lastima o lastima a los demás, por qué mi relación de pareja ha cambiado, por qué no entiendo a mis hijos, por qué me he alejado de los míos, por qué me va mal en el trabajo, por qué mi carácter es distinto. Pero es necesario detenernos y meditar por qué suceden las cosas. Pero si decimos, pues ya ni modo, que se aguanten, eso les toca a ellos, yo estoy bien; implica que nos dormimos y no estamos en vela. Velar quiere decir meditar sobre nosotros, hacer examen de conciencia y ver en qué cosas vamos fallando y en que podemos mejorar.
En segundo lugar en una vigilia necesitamos de la luz. No es posible estar despiertos en la noche y estar atentos a lo que sucede, si no lo hacemos con luz. Los guardias en las noches portan lámparas, porque sin ellas no podrían ver que pasa a su alrededor. El día de hoy tenemos un bello signo de vigilia: La bendición del fuego nuevo. Este fuego se bendice con el fin de marcar el inicio de una nueva luz que está por venir. Por esta razón una vez que el fuego nuevo se enciende podemos nosotros percatarnos que después se enciende el cirio, signo de Cristo y al mismo tiempo se enciende las candelas de toda la gente ahí presente.
¿Por qué se hace este signo? Si todos encendemos nuestras candelas, es precisamente en señal de vigilancia. Encendemos nuestras luces para estar atentos, para poder estar despiertos. Finalmente si podemos estar atentos a lo que viene es precisamente porque estamos vigilantes con la luz de Cristo. No son nuestras luces, no es un fuego cualquiera con el que se encienden nuestras candelas, sino con un fuego nuevo, y por lo tanto con un fuego distinto, con una luz diferente a las otras. Por esta razón se bendice el fuego, porque estamos invitados a vigilar, pero con una luz que no es de nosotros, con la luz de Dios, con una luz distinta.
¿Por qué ha de ser con una luz distinta? Porque si estuviéramos vigilantes con nuestras luces habituales, no podríamos vigilar bien, pues estaríamos atentos a nuestras conveniencias, con nuestros pretextos, con nuestras manías y vicios. Porque muchas veces esas son las luces que nos guían. Muchas veces el parámetro para guiar e iluminar nuestra historia es precisamente nuestros propios criterios. Pensamos que nosotros estamos bien y los demás mal. Cuántas veces al tener problemas con alguien nos ponemos a pensar la razón, y curiosamente no vemos nuestros errores, sino que decimos ‘me tiene envidia’, ‘es que es insoportable’, ‘es que me cae mal’, ‘yo estoy bien y no lo reconoce’, ‘se debería de ir’. Con ese tipo de criterios vamos por la vida haciendo nuestra evaluación de vida, y por supuesto que eso no es vigilancia sino pura soberbia, y nunca cambiamos. Con ese tipo de vigilancia jamás podernos esperar que la resurrección esté presente en medio de nosotros, jamás llegará a nuestra vida.
La resurrección es algo que se debe vivir hoy en día, que debe hacerse presente entre nosotros, que es posible hoy; pero curiosamente la liturgia de la vigilia pascual nos coloca como preámbulo para iniciar la Vigilia y con ello esperar la resurrección, este rito del fuego nuevo y las candelas vigilantes. Es como si la liturgia nos quisiera decir, estas a punto de vivir la resurrección, es más, la resurrección está a t alcance, hoy puedes vivir como un hombre nuevo; pero para acceder totalmente a ella, debes estar vigilante, pues la nueva vida no puede entrar a tu historia, si tu se lo permites, si no descubres de que cosas debes deshacerte, cuales son los obstáculos en tu historia, cales son los pecados que debes deshacerte. La resurrección e hoy, pero es necesario que tu le permitas actuar, y para ello debes ver que estás haciendo para eliminar todo eso que te daña y daña a los demás. Para poder iniciar ese cambio, y tener la nueva vida en Cristo debes vigilar, debes descubrir que hay ti, que te falta o que te sobra, y descubriendo esto dejar que Dios transforme tu vida.
Vigilar con el fuego nuevo, con la luz que viene de Dios, esa luz que deja ver tu soberbia, tu pecado, tu antipatía, tu egoísmo, tu mediocridad. Ese fuego nuevo que te invita a reconocer que has fallado, y ver tus debilidades, porque es con la luz de Dios. Todos los que participan hoy de la vigilia pascual han encendido su cirios, sus candelas, pero ese signo externo deben hacerlo interno, deben hacer que ese signo se convierta en realidad y sea él la luz que en medio de nuestras tinieblas, la luz que en medio de las angustias, la luz que en medio de nuestro pecado nos descubre y deja ver quiénes somos y que hemos dejado de hacer para nuestra salvación. Si permitimos que el fuego nuevo, la luz de Dios guie nuestra vida seremos vigilantes y haremos que en esta vigilia la resurrección esté en nosotros y nos renueve profundamente.
Si ese fuego nuevo nos guía seremos resucitados, con la fuerza de Dios y entonces si estaremos en la pascua del Señor. Qué el Señor sea ese fuego para que guíe sus vidas y Felices Pascuas de Resurrección
De esta manera podemos decir que la vigilia es una invitación para permanecer despiertos, para no dormirnos. Esta es la razón por la cual la vigilia debe hacerse al iniciar al anochecer, puesto que una actitud de vigilancia se hace en la noche.
Pero que características debe tener un vigilante. En primer lugar se debe tener disposición para velar, es decir, estar despierto, es decir, no debe dejarse dominar por el sueño, porque el sueño hace que el hombre no esté atento a sus responsabilidades. Cuando el hombre duerme y no vigila pueden suceder muchas cosas. La parábola del la cizaña, por ejemplo dice, que mientras dormían llegó el enemigo y cembro la cizaña en medio del campo. Ellos durmieron y entro el mal en medio del sembradío. De esta manera el hombre que duerme puede dejar que en el campo de su vida entre la cizaña, entre la enemistad, el odio, el rencor. Todos estamos llamados a estar vigilantes, a estar atentos a lo que pasa en nuestras vidas, con nuestros semejantes, con nuestras amistades, con nuestros sentimientos, nuestras emociones, porque finalmente en todas ellas puede entrar el mal, puede tergiversarse la amistad, el amor, la solidaridad, la familia, y con ello convertir nuestra vida en algo malo, equivocar el camino y dañarnos y dañar a los demás. Cuando el creyente no vigilia, se duerme y deja que el odio anide en su corazón, deja que los vicios alteren su vida, deja que la destrucción arruine sus relaciones, deja que la envidia rompa amistades, deja que la enemistad se vaya haciendo cada vez más fuerte.
Estar despiertos equivale no dormirnos en nuestra vida, analizarnos y descubrir que va mal en nosotros, que cosa nos lastima o lastima a los demás, por qué mi relación de pareja ha cambiado, por qué no entiendo a mis hijos, por qué me he alejado de los míos, por qué me va mal en el trabajo, por qué mi carácter es distinto. Pero es necesario detenernos y meditar por qué suceden las cosas. Pero si decimos, pues ya ni modo, que se aguanten, eso les toca a ellos, yo estoy bien; implica que nos dormimos y no estamos en vela. Velar quiere decir meditar sobre nosotros, hacer examen de conciencia y ver en qué cosas vamos fallando y en que podemos mejorar.
En segundo lugar en una vigilia necesitamos de la luz. No es posible estar despiertos en la noche y estar atentos a lo que sucede, si no lo hacemos con luz. Los guardias en las noches portan lámparas, porque sin ellas no podrían ver que pasa a su alrededor. El día de hoy tenemos un bello signo de vigilia: La bendición del fuego nuevo. Este fuego se bendice con el fin de marcar el inicio de una nueva luz que está por venir. Por esta razón una vez que el fuego nuevo se enciende podemos nosotros percatarnos que después se enciende el cirio, signo de Cristo y al mismo tiempo se enciende las candelas de toda la gente ahí presente.
¿Por qué se hace este signo? Si todos encendemos nuestras candelas, es precisamente en señal de vigilancia. Encendemos nuestras luces para estar atentos, para poder estar despiertos. Finalmente si podemos estar atentos a lo que viene es precisamente porque estamos vigilantes con la luz de Cristo. No son nuestras luces, no es un fuego cualquiera con el que se encienden nuestras candelas, sino con un fuego nuevo, y por lo tanto con un fuego distinto, con una luz diferente a las otras. Por esta razón se bendice el fuego, porque estamos invitados a vigilar, pero con una luz que no es de nosotros, con la luz de Dios, con una luz distinta.
¿Por qué ha de ser con una luz distinta? Porque si estuviéramos vigilantes con nuestras luces habituales, no podríamos vigilar bien, pues estaríamos atentos a nuestras conveniencias, con nuestros pretextos, con nuestras manías y vicios. Porque muchas veces esas son las luces que nos guían. Muchas veces el parámetro para guiar e iluminar nuestra historia es precisamente nuestros propios criterios. Pensamos que nosotros estamos bien y los demás mal. Cuántas veces al tener problemas con alguien nos ponemos a pensar la razón, y curiosamente no vemos nuestros errores, sino que decimos ‘me tiene envidia’, ‘es que es insoportable’, ‘es que me cae mal’, ‘yo estoy bien y no lo reconoce’, ‘se debería de ir’. Con ese tipo de criterios vamos por la vida haciendo nuestra evaluación de vida, y por supuesto que eso no es vigilancia sino pura soberbia, y nunca cambiamos. Con ese tipo de vigilancia jamás podernos esperar que la resurrección esté presente en medio de nosotros, jamás llegará a nuestra vida.
La resurrección es algo que se debe vivir hoy en día, que debe hacerse presente entre nosotros, que es posible hoy; pero curiosamente la liturgia de la vigilia pascual nos coloca como preámbulo para iniciar la Vigilia y con ello esperar la resurrección, este rito del fuego nuevo y las candelas vigilantes. Es como si la liturgia nos quisiera decir, estas a punto de vivir la resurrección, es más, la resurrección está a t alcance, hoy puedes vivir como un hombre nuevo; pero para acceder totalmente a ella, debes estar vigilante, pues la nueva vida no puede entrar a tu historia, si tu se lo permites, si no descubres de que cosas debes deshacerte, cuales son los obstáculos en tu historia, cales son los pecados que debes deshacerte. La resurrección e hoy, pero es necesario que tu le permitas actuar, y para ello debes ver que estás haciendo para eliminar todo eso que te daña y daña a los demás. Para poder iniciar ese cambio, y tener la nueva vida en Cristo debes vigilar, debes descubrir que hay ti, que te falta o que te sobra, y descubriendo esto dejar que Dios transforme tu vida.
Vigilar con el fuego nuevo, con la luz que viene de Dios, esa luz que deja ver tu soberbia, tu pecado, tu antipatía, tu egoísmo, tu mediocridad. Ese fuego nuevo que te invita a reconocer que has fallado, y ver tus debilidades, porque es con la luz de Dios. Todos los que participan hoy de la vigilia pascual han encendido su cirios, sus candelas, pero ese signo externo deben hacerlo interno, deben hacer que ese signo se convierta en realidad y sea él la luz que en medio de nuestras tinieblas, la luz que en medio de las angustias, la luz que en medio de nuestro pecado nos descubre y deja ver quiénes somos y que hemos dejado de hacer para nuestra salvación. Si permitimos que el fuego nuevo, la luz de Dios guie nuestra vida seremos vigilantes y haremos que en esta vigilia la resurrección esté en nosotros y nos renueve profundamente.
Si ese fuego nuevo nos guía seremos resucitados, con la fuerza de Dios y entonces si estaremos en la pascua del Señor. Qué el Señor sea ese fuego para que guíe sus vidas y Felices Pascuas de Resurrección
No hay comentarios:
Publicar un comentario