11/4/10

La Pascua de Cristo es la Pascua de la comunidad

Meditación con motivo del II Domingo de Pascua
Ciclo /C/


Textos:
Hechos 5,12-16
Apocalipsis 1,9-19
San Juan 20,19-31


El domingo pasado hemos iniciado el tiempo de la Pascua, y esto debe de tener connotaciones que deben repercutir dentro de la Iglesia. No es simplemente que festejemos la resurrección, sino que debe existir un compromiso dentro de la vida eclesial, pues la resurrección da frutos dentro de la vida de la Iglesia. La segunda lectura del día de hoy parece dar una pista la respecto.
Durante el ciclo C la Iglesia nos presenta como segunda lectura el texto del Apocalipsis durante el tiempo de pascua. El día de hoy comenzamos con una parte de la introducción de libro de manera más explícita con la visión introductoria. Sin embargo la liturgia no presenta todo el texto completo, pues le interesa enfocar sólo la idea del domingo en relación al texto evangélico, sin embargo me gustaría comentar hoy esta visión introductoria colocando los versículos 14-16 que la liturgia ha quitado, para entender en su conjunto esta bella visión donde se anuncia el sentido del misterio pascual en la vida de la Iglesia, meditando en las caracteristicas simbolicas que el texto le atribuye. Leamos primeramente en su conjunto el texto:
Yo, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las tribulaciones, el Reino y la espera perseverante en Jesús, estaba exiliado en la isla de Patmos, a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús.
El Día del Señor fui arrebatado por el Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte como una trompeta, que decía: "Escribe en un libro lo que ahora vas a ver, y mándalo a las siete iglesias: a Efeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardes, a Filadelfia y a Laodicea".
Me di vuelta para ver de quién era esa voz que me hablaba, y vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos, a alguien semejante a un Hijo de hombre, revestido de una larga túnica que estaba ceñida a su pecho con una faja de oro.
Su cabeza y sus cabellos tenían la blancura de la lana y de la nieve; sus ojos parecían llamas de fuego; sus pies, bronce fundido en el crisol; y su voz era como el estruendo de grandes cataratas. En su mano derecha tenía siete estrellas; de su boca salía una espada de doble filo; y su rostro era como el sol cuando brilla con toda su fuerza.
Al ver esto, caí a sus pies, como muerto, pero él, tocándome con su mano derecha, me dijo: "No temas: yo soy el Primero y el Ultimo, el Viviente. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo la llave de la Muerte y del Abismo. Escribe lo que has visto, lo que sucede ahora y lo que sucederá en el futuro."


Esta visión nos presenta a Jesús resucitado en medio de la Iglesia. Los siete candelabros representan a las siete comunidades. Jesús se encuentra en el centro, es decir la realidad fundamental para la comunidad. Cristo resucitado es el sentido de toda la comunidad y ello implica que la identidad de la Iglesia se entiende desde Cristo. Y para entender el sentido que debe tener la comunidad de de Cristo es necesario entender los diferentes elementos simbólicos que le acompañan, pues cada uno de estos elementos indican la identidad de Cristo y la identidad de la Iglesia en sí misma, pues Cristo es nuestro modelo.
En primer lugar se nos dice que está «Revestido de una larga túnica que estaba ceñida a su pecho con una faja de oro.» La túnica hace referencia a los ropajes del sumo sacerdote. Esta idea refleja que Jesús tiene una condición sacerdotal de Cristo en especial como aquel que se ofrece por toda la humanidad. Esta idea que toca a toda la humanidad se puede complementar pues dice que la túnica es larga, y en el texto original da la idea de que la túnica roza la tierra, de manera que es un sacerdocio que toca al hombre. Junto con la idea de esta túnica se nos dice que Lleva un cinturón de oro. Es un símbolo que complementa la función sacerdotal.
Esto quiere decir que la vida de la Iglesia se entiende desde el sacrificio de Cristo. No es posible entender la vida en comunidad sin esta perspectiva. Muchas veces se puede ver el papel de la Iglesia desde nuestras categorías, desde nuestros esfuerzos, pero no como un fruto que sale de la fuerza de Cristo, del sacerdocio de Cristo. Es su sacrificio el que nos santifica y es su sacrificio lo que nos da identidad. Si hay proyectos, obras, y demás actividades, tiene como base la experiencia de Cristo. La experiencia de pascua se vuelve así, una consecuencia de una vida nueva desde el sacrificio de Cristo a favor de todos.
En segundo lugar nos dice el texto que «su cabeza y sus cabellos son blancos.» La cabeza es símbolo de la autoridad y los cabellos podrían hacer una alusión a la fuerza. Esto aunado al color blanco, que simboliza el color de Dios se puede descubrir varias realidades. Por un lado, que la autoridad y fuerza de Jesús son divinas, no son meras especulaciones humanas, sino que parten de la esfera de Dios. Si Cristo es el centro se debe a que pertenece al mundo divino. Por otro lado los cabellos blancos en sí son signo de su eternidad y sabiduría dando así un realce más al a identidad divina y sabia que tiene Jesús.
Quiere decir que la comunidad cristiana tiene como autoridad a Cristo, no son otros criterios los que rigen a la comunidades sino Cristo, sólo él. La problemática se da cuando queremos gobernar con nuestras ideas, con nuestras conveniencias, nuestro juego de poderes, y dejamos de lado a Cristo. Ese es el verdadero problema. Cuando dejamos que tantas ideas, y proyectos sean las que lleven el cauce de la comunidad, con la bandera de buenas gentes, de buenos proyectos, de buenas intenciones, pero sólo son apariencias, y nos olvidamos de Cristo y su evangelio. Deberíamos de plantarnos si realmente Cristo es cabeza en medio de la comunidad, o si bien sólo dejamos que la cabeza sean otros proyectos y otras conveniencias que finalmente traiciona el evangelio.
Continúa la visión y nos dice que sus «ojos como llama de fuego.» Que los ojos sean como fuego, implica una imagen de luz, de una luz que no se apaga y que carcome todo. El fuego es aquello que va consumiendo todo. En este caso se refiere a los ojos como fuego, es decir, una visión que penetra todo, que nada se le esconde, que puede llegar a lo más profundo posible. Los ojos son el símbolo del juicio. Jesús tiene una mirada penetrante, que juzga a la comunidad iluminándola, dándole sentido de su caminar, no es una mirada cualquiera, sino que es una mirada que trasmite luz, salvación, y a la cual no se le puede esconder nada.
Así los criterios de la comunidad han de ser los de Cristo, dejando que todo se evalúe desde la mirada de Cristo.
No es posible una verdadera vida en comunidad cristiana, si no es evaluado, desde Cristo. Los ojos de fuego nos remiten a esta realidad. Cristo es quien juzga, nuestros juicios deben de ser los de Cristo, y al evaluar nuestra actividad debe de hacerse desde Cristo, no desde algo superficial, sino desde la vivencia del evangelio. Qué tanto nuestras actividades son con la dimensión de Cristo. Si nuestras opiniones, nuestras acciones, nuestras palabras, fuesen puestas desde el juicio de Cristo ¿Cómo saldríamos? ¿Todo lo que hacemos y decimos lo hacemos por Cristo, desde Cristo? Cuando educo a mis hijos lo hago por Cristo, cuando corrijo a una persona es desde la perspectiva cristiana. O sólo lo hago desde mi parámetro, desde mi juicio. Cuando evalúo algo pasa por la visión de Cristo, o sólo valoro las cosas desde mi conveniencia. Es muy dado que en los proyectos pastorales digamos que todo va muy bien, que no hay errores, pero en el fondo no tiene la visión de Cristo. La comunidad Cristiana se debe entender dese el juicio, la evaluación de Cristo, el actuar de Cristo, y no solo algo personal.
La pascua debe ser el móvil de nuestros juicios. La pascua es vida, es triunfo, es luz. Quiere decir que todos nuestros criterios deben de ser de vida, de luz, de paz, capaces de genera vida. Cuando nuestros juicios provocan divisiones, malentendidos, discrepancias. Quiere decir que no hay vida, quiere decir que estamos buscando otras cosas que no son la verdadera vida, ni frutos de pascua.
El texto continúa y nos dice que los pies son «como bronce fundido en el crisol.» La comparación de los pies que el autor hace nos remite no precisamente al bronce, sino a una palabra griega difícil de traducir y puede ser que remita a una especie bronce de oro de gran valor. Lo cierto es que el autor ha escogido este metal porque en sí el metal es costoso, valioso y apreciado. Este metal remite a los pies, por tanto se manifiesta una solidez en los pies de Jesús, dando una imagen de estabilidad. Por otro lado este metal está como fundido en el crisol, dando una imagen de luz. Quiere decir que el camino de Cristo es iluminador. Da luz a los demás.
Con esto se marca que la comunidad cristiana es aquella que debe ponerse en marcha, dispuesta a emprender el camino, pero un camino con solidez y estabilidad que nada le tira. La comunidad cristiana debe ser aquella que siempre esté en camino. La pascua debe poder en marcha a la Iglesia, para romper con sus esclavitudes, debe ponernos en marcha para romper nuestros pecados. Si Cristo está en el centro implica que como nuestro modelo nos lleva siempre a caminar, a no apoltronarnos en nuestro estado, son que siempre debemos caminar. Además la comunidad cristiana ilumina a los demás, su caminar en la historia debe ser luz que guíe a otros. Esa luz adquiere fuerza desde el acontecimiento pascual, pues finalmente la resurrección es la luz de esperanza para la humanidad, para la libertad plena. La lamentablemente a veces la falta de testimonio hace que ese camino de vida cristiana se mal entienda y se convierta en tiniebla en vez de una luz que trasmita un nuevo sendero.
Continúa diciendo que su «voz como estruendo de aguas.» La voz es el medio por el cual se puede acceder a conocer a alguien, en este caso a Dios por medio de Jesús. Aquí la voz remite a una idea de la majestad de su voz. Se marca su potencia, la autoridad que Jesús tiene. Así la comunidad es aquella que está atenta a lo que Dios le trasmite, pues es una voz que continuamente da un mensaje. La comunidad cristiana vive de la escucha de la Palabra, de esa voz que guía a la Iglesia. Esta voz no es sólo un mensaje esporádico, sino que es de manera periódica, pues el texto dice que es como las aguas, es un fluir constante de la Palabra.
La Pascua da un valor a la Palabra, pues es una palabra veraz, una palabra que de antemano promete vida. Y la comunidad debe estar siempre atenta a esa Palabra que se manifiesta de diversas formas. Ya sea por la escritura, o bien por los acontecimientos. Jesús habla, para iluminar la vida comunitaria, y es nuestro deber estar atentos a lo que nos pide. Es necesario ver nuestra vida y descubrir que es lo que nos dice, que nos pide Dios que cambiemos, a lo mejor dejar nuestras mentiras, dejar nuestras envidias. Es momento de analizarlo, así como escuchar su Palabra en la comunidad, reflexionarla y sacar consecuencias para nuestra historia.
«En su mano derecha siete astros.» La mano remite a la idea de poseer todo el cosmos y lo hace con autoridad, tal y como lo indica al reforzar la idea de mano derecha. Estas estrellas si bien puede remitir al cosmos también lo pueden hacer respecto a los dirigentes de las siete iglesias, pues el mismo autor indica que esas estrellas son las autoridades. Cristo por su resurrección es dueño del Cosmos, y al mismo tiempo es quien ilumina a los dirigentes de la Iglesia para que la sepan guiar y acompañar realmente, y esa es la meta.
Pero detengámonos más en este símbolo de la estrellas. Estas están relacionadas con los candelabros. Ambos, candelabros y estrella, son símbolos luminosos; pero uno pertenece al cielo (estrellas) y otro a lo terreno (candelabro). Pero ambos nos llevan a la iglesia en su ministerio. Se puede decir que esta iglesia terrena hace visible en la tierra la acción de Dios y participa de su luz estelar, convirtiéndose así en una iglesia que quiere y aspira ser estrella, participar plenamente la vida en Dios, desea ser estrella en las manos de Cristo.
La imagen se complementa diciendo que de «su sale boca sale espada aguda de doble filo.» La palabra es equiparada aquí a una espada, cosa que ya se había visto en el Antiguo Testamento. La Palabra es la que ha de destruir el mal, es una Palabra creadora de bien y destructora del mal. Es de doble filo y aguda. De doble filo implica que siempre cortara y penetrará en la vida de la comunidad a fin de quitar todo lo que le impide crecer y aguda marca la idea de afilada, dispuesta para cortar.
La comunidad cristiana tiene la fuerza de esa Palabra para transformar la realidad, para dar un nuevo sentido a la historia. Es la Palabra la que rompe los engaños, y las falsas seducciones que enrollan a la comunidad. Cuando queremos desenmascara algo que no va bien, algo que no es testimonio no se necesita de otras cosas, sino de la fuerza de la Palabra.
Finalmente la descripción de Cristo culmina diciendo que «su rostro como el sol que brilla en su apogeo.» El rostro es símbolo de la identidad, y aquí se equipara con el sol marcando la intensidad de la luz, es luna luz irresistible. El brillo es signo de su fuerza según Sal 80,4. No es cualquier brillo, sino que brilla en su apogeo, en su fuerza, marcando así que hay un pleno dominio de Dios en la historia que trasmite su salvación. Jesús trasmite que su identidad es divina y que domina todo, con una fuerza irresistible incapaz de ser detenida. Esta fuerza es la fuerza de la pascua, la fuerza de la resurrección, que le hace tener dominio sobre todo, no hay ninguna otra fuerza capaz de dominar el mundo. No es el poder, ni la mentira, ni la muerte, ni la destrucción, los parámetros que rigen el mundo, ahora e Cristo que con la fuerza de la resurrección ilumina el mundo.
La comunidad cristiana debe dejarse siempre iluminar por esa fuerza e irradiar a Cristo, pues ese es su sentido. Las primeras comunidades anunciaban precisamente eso, anunciaban el amor, anunciaban la vida, anunciaban la fuerza de la resurrección, y es nuestra misión. Anunciar la verdadera identidad de Cristo, no sólo una parte, no sólo un sentimiento, no sólo una devoción, sino dar el anuncio de una fuerza que es capaz de genera un mundo nuevo, una vida distinta, la fuerza de Cristo resucitado.
La pascua se convierte de este modo en una fuerza capaz de dar sentido a toda la comunidad, porque es un sacrificio a favor de la humanidad, dando así una apertura de salvación (vestidura larga), la comunidad como fruto de la pascua debe dejarse guiar por la sabiduría de Cristo, pues sólo él es parámetro de la comunidad (cabeza y cabellos blancos), a fin de dejar que todo sea enjuiciado desde los parámetros del evangelio, y de la fuerza de la resurrección (ojos de fuego). Una comunidad que por el acontecimiento pascual debe estar dispuesta al camino (pies de bronce), un caminar sólido y cimentado por la fuerza de la pascua. Viviendo de la escucha de la Palabra que se anuncia continuamente y orienta la vida de la Iglesia (voz como estruendo de aguas), con el fin de desenmascara todo aquello que no viene de Dios, pues la palabra es su arma (de su boca sale una espada), y anunciar que la resurrección es el acontecimiento pascual que lleva a dar sentido a la vida humana pues es la fuerza que ilumina la historia (rostro resplandeciente) y así ser luces en medio de la historia. Esto es un reto, sin embargo implica esfuerza, pero sobre todo abrirse al donde Cristo día a día, pues eso es lo que nos da fuerza para seguir adelante. Al ver esta visión el vidente cae por suelo al reconocer la divinidad y tal vez nosotros también a reconocer la grandeza de Jesús y al mismo tiempo la grandeza del proyecto, pero así como invita al vidente a no temer, también hoy nos dice «No temas», pues finalmente es un proyecto grande, pero posible porque es gracias a la fuerza del resucitado. Que la fuerza de la resurrección de verdaderos frutos en medio de nuestra vida y de nuestras comunidades.

1 comentario:

  1. PADRE, DIOS mediante, nuestra comunidad, y las del mundo entero, escuchemos con verdadera entrega a esa "voz que cae como estruendo de agua", como la de USTED Y LA DE LOS DEMÁS MINISTROS DEL SEÑOR QUE, CON SUS OBRAS,SU VIDA Y SU ENTREGA NOS GUÍAN HACIA EL PADRE.
    GRACIAS, DIOS LO CUIDE EN TODO INSTANTE.

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