Textos:
Isaías 52,13-53,12
Hebreos 4,14-16;5,7-9
San Juan 18,1-19,1-42
Isaías 52,13-53,12
Hebreos 4,14-16;5,7-9
San Juan 18,1-19,1-42
El día de hoy la liturgia nos invita a centrarnos en el misterio de la cruz. Muchas veces creemos que este acontecimiento es algo triste, incluso hay quien puede llorar al contemplar la cruz de Cristo. Sin embargo este no es el sentido, no es un día marcado por la melancolía, sino para la meditación y para comprender el amor de Dios por nosotros, y al mismo tiempo para entender el misterio de la cruz en medio del misterio pascual.
Centremos esta reflexión en el inicio del relato de la pasión que parece ofrecernos una meditación sobre el significado de la cruz de Cristo.
El relato de la pasión comienza diciendo: «Pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos.» Estas coordenadas geográficas parecen indicar el lugar donde se situaba el huerto de los olivos, sin embargo, parece tener también una connotación simbólica. El torrente servía, según el primer libro de Reyes, para señalar el límite de la ciudad, con esto el evangelista trata de poner en claro que Jesús deja detrás la ciudad, para encontrarse con el Padre. Ni Jesús ni los suyos pertenecen al sistema injusto, al sistema que lo condenará a muerte, se aleja de ellos para encontrase con su Padre. Ahora es un momento de intimidad con el Padre.
Una vez atravesado este torrente llega a un huerto, el huerto es el lugar de la vida, Jesús está a punto de morir pero en realidad está por entrar a la vida, lo que Jesús trae es la vida, la fecundidad. De esta manera podemos comprender que la cruz de Jesús no es un simple y llano camino a la muerte, es un camino hacia la vida. Si contemplamos hoy el misterio de Cristo crucificado, es para contemplar el inicio del camino pascual. Todos estamos llamados a la resurrección, pero para llegar a ella es necesario pasar por la cruz. La gloria no se alcanza si no es por la cruz. Y la cruz no es por tanto un tema de muerte, sino que es un camino hacia la vida. Porque no todo termina en el Viernes santo, sino que caminamos hacia la resurrección.
Continuando con el texto podemos ver una aclaración que aparece particularmente en el evangelio de san Juan: «Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta…» Jesús tiene plena conciencia de la circunstancia. No espera a que el pelotón lo sorprenda, el va sin rodeas a enfrentar la situación. Sale, y con esto da muestras de que es voluntaria su muerte, pues está dispuesto a entregarse. El da la vida a favor nuestro. Da l vida para rescatarnos. Para san Juan el don de la vida de parte de Jesús es algo importante, es un don de amor. La cruz se convierte así en una donación de amor por nosotros.
«…y les pregunta: “¿A quién buscáis?” Le contestaron: “A Jesús el Nazareno.” Díceles: “Yo soy.” Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo ‘Yo soy’, retrocedieron y cayeron en tierra.» Jesús comienza preguntando a quien buscan y se identifica con “Yo soy”, con esto se señala su divinidad, y sobre todo que este hombre no va a ser entregado, sino que él mismo se entrega y proclama ese poder. Al decir “Soy Yo” recordamos el nombre con el que Dios se identifico a Moisés, de modo que con ello Jesús demuestra poder, su condición, su naturaleza. Él es divino, él sabe su misión.
Al escuchar esto, los que llegaban a aprender a Jesús retroceden y caen en tierra. Este retroceder es un lenguaje simbólico que dentro de la teología de los salmos, se aplica a aquellos que son perseguidos y confían en Dios, sabiendo que sus enemigos serán acabados, así este “echarse para atrás” recuerda la huida, la derrota (por ejemplo Sal 20,13). Quiere decir que al darse a conocer Jesús ellos son derrotados, ellos no pueden nada ante Dios. Todo está perdido de antemano. Y con un gesto magistral san Juan agrega la idea de Caer en tierra. Esto puede intensificar el signo de derrota como un signo de derrota total y contundente.
Es como si san Juan anunciará desde antes que sea aprehendido Jesús, que la victoria está anunciada. Lo que viene a continuación es un relato de exaltación, pues los enemigos están vencidos. La muerte no tendrá la última palabra, sino que la muerte, ya está vencida de desde antes. A continuación lo arrestarán, pero para el evangelista Jesús ha ganado, Jesús los ha vencido desde antes. La muerte no tendrá la última palabra.
De este modo se abre el relato de la pasión, haciendo un pre-anuncio del triunfo de Jesús, y como la cruz es sólo el escalón para la gloria. Es una donación por amor, da su vida porque nos ama, y por esta razón, se entrega. Pero ellos están vencidos, el amor vence, el amor tiene la última palabra. El amor no se dejará vencer. Hay muerte, pero la vida, la resurrección tendrá la última palabra en la historia.
Y así como se abre este relato de la Pasión, se abre el triduo pascual, contemplando la muerte, la cruz, el amor, pero sabiendo que de antemano la muerte será vencida, el odio se convertirá en misericordia, la destrucción, en paz. Porque Cristo transformará la estructura injusta para darle un nuevo significado, demostrando que el amor lo vence todo.
Contemplemos hoy la cruz, contemplemos el amor de Jesús, pero contemplémoslo con un espíritu de alegría, no de tristeza, sino de gozo porque en esa cruz está el más grande signo de amor, y en esa cruz está el camino para nuestra salvación.
Centremos esta reflexión en el inicio del relato de la pasión que parece ofrecernos una meditación sobre el significado de la cruz de Cristo.
El relato de la pasión comienza diciendo: «Pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos.» Estas coordenadas geográficas parecen indicar el lugar donde se situaba el huerto de los olivos, sin embargo, parece tener también una connotación simbólica. El torrente servía, según el primer libro de Reyes, para señalar el límite de la ciudad, con esto el evangelista trata de poner en claro que Jesús deja detrás la ciudad, para encontrarse con el Padre. Ni Jesús ni los suyos pertenecen al sistema injusto, al sistema que lo condenará a muerte, se aleja de ellos para encontrase con su Padre. Ahora es un momento de intimidad con el Padre.
Una vez atravesado este torrente llega a un huerto, el huerto es el lugar de la vida, Jesús está a punto de morir pero en realidad está por entrar a la vida, lo que Jesús trae es la vida, la fecundidad. De esta manera podemos comprender que la cruz de Jesús no es un simple y llano camino a la muerte, es un camino hacia la vida. Si contemplamos hoy el misterio de Cristo crucificado, es para contemplar el inicio del camino pascual. Todos estamos llamados a la resurrección, pero para llegar a ella es necesario pasar por la cruz. La gloria no se alcanza si no es por la cruz. Y la cruz no es por tanto un tema de muerte, sino que es un camino hacia la vida. Porque no todo termina en el Viernes santo, sino que caminamos hacia la resurrección.
Continuando con el texto podemos ver una aclaración que aparece particularmente en el evangelio de san Juan: «Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta…» Jesús tiene plena conciencia de la circunstancia. No espera a que el pelotón lo sorprenda, el va sin rodeas a enfrentar la situación. Sale, y con esto da muestras de que es voluntaria su muerte, pues está dispuesto a entregarse. El da la vida a favor nuestro. Da l vida para rescatarnos. Para san Juan el don de la vida de parte de Jesús es algo importante, es un don de amor. La cruz se convierte así en una donación de amor por nosotros.
«…y les pregunta: “¿A quién buscáis?” Le contestaron: “A Jesús el Nazareno.” Díceles: “Yo soy.” Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo ‘Yo soy’, retrocedieron y cayeron en tierra.» Jesús comienza preguntando a quien buscan y se identifica con “Yo soy”, con esto se señala su divinidad, y sobre todo que este hombre no va a ser entregado, sino que él mismo se entrega y proclama ese poder. Al decir “Soy Yo” recordamos el nombre con el que Dios se identifico a Moisés, de modo que con ello Jesús demuestra poder, su condición, su naturaleza. Él es divino, él sabe su misión.
Al escuchar esto, los que llegaban a aprender a Jesús retroceden y caen en tierra. Este retroceder es un lenguaje simbólico que dentro de la teología de los salmos, se aplica a aquellos que son perseguidos y confían en Dios, sabiendo que sus enemigos serán acabados, así este “echarse para atrás” recuerda la huida, la derrota (por ejemplo Sal 20,13). Quiere decir que al darse a conocer Jesús ellos son derrotados, ellos no pueden nada ante Dios. Todo está perdido de antemano. Y con un gesto magistral san Juan agrega la idea de Caer en tierra. Esto puede intensificar el signo de derrota como un signo de derrota total y contundente.
Es como si san Juan anunciará desde antes que sea aprehendido Jesús, que la victoria está anunciada. Lo que viene a continuación es un relato de exaltación, pues los enemigos están vencidos. La muerte no tendrá la última palabra, sino que la muerte, ya está vencida de desde antes. A continuación lo arrestarán, pero para el evangelista Jesús ha ganado, Jesús los ha vencido desde antes. La muerte no tendrá la última palabra.
De este modo se abre el relato de la pasión, haciendo un pre-anuncio del triunfo de Jesús, y como la cruz es sólo el escalón para la gloria. Es una donación por amor, da su vida porque nos ama, y por esta razón, se entrega. Pero ellos están vencidos, el amor vence, el amor tiene la última palabra. El amor no se dejará vencer. Hay muerte, pero la vida, la resurrección tendrá la última palabra en la historia.
Y así como se abre este relato de la Pasión, se abre el triduo pascual, contemplando la muerte, la cruz, el amor, pero sabiendo que de antemano la muerte será vencida, el odio se convertirá en misericordia, la destrucción, en paz. Porque Cristo transformará la estructura injusta para darle un nuevo significado, demostrando que el amor lo vence todo.
Contemplemos hoy la cruz, contemplemos el amor de Jesús, pero contemplémoslo con un espíritu de alegría, no de tristeza, sino de gozo porque en esa cruz está el más grande signo de amor, y en esa cruz está el camino para nuestra salvación.
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