Textos:
Hechos 4,13-21
San Marcos 16,9-15
Hechos 4,13-21
San Marcos 16,9-15
Hoy Sábado de Pascua la liturgia nos presenta el texto de san Marcos, un sumario que se escribió posteriormente al evangelio. La primera parte nos coloca es el testimonio de la comunidad cristiana respecto a estos acontecimientos, y que a nosotros nos puede servir como una especie de resumen de lo que hemos escuchado durante estos días.
La segunda parte parece ser la raíz de este sumario, y es que ante el acontecimiento de la Pascua pueden surgir dudas e incredulidades. Dice el texto que: «en seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación.» Jesús viene a los discípulos pero debido a su incredulidad, a su dureza de corazón. No es que venga porque quiera saludarlos, sino quiere hacerlos entender, que capten y entiendan todo.
Nosotros podemos vivir esta incredulidad y obstinación, cuando no queremos aceptar nuestra fe. Porque podemos decir que rezamos, que cumplimos, que vamos a misa. Pero la resurrección es un reto, implica un cambio de vida, una manera nueva de desarrollar todo. Eso es la resurrección.
Cuando celebramos la pascua y no cabíamos nada. Podemos tener un cirio pascual nuevo, cantar aleluya, pero si no repercute en nuestra vida de nada sirve. La resurrección no es sólo un festejo más en la vida de la Iglesia sino que es un compromiso que debe hacernos madurar, y ser mejores creyentes, de lo contrario seríamos farsantes. Estamos a punto de terminar la octava de pascua donde hemos meditado diversos elementos del acontecimiento pascual, sin embargo hoy nos confronta con el más importante que es reconocer si realmente la pascua nos hace cambiar, o simplemente somos como los apóstoles, incrédulos y obstinados.
Que esta pascua no pase desapercibida en nuestras vidas y realmente haga en nosotros el cambio que se necesita, para ser testigos de la resurrección, y no meros espectadores, que celebran, pero que no permiten que la Pascua se encarne en uno mismo. Pues la pascua no es sólo de palabras, sino de renovación de la propia vida.
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