7/10/09

Jonás: Invitación a vencer el materialismo

Meditación del Miercoles XXVII de Tiempo Ordinario
Ciclo Ferial /I/
Año impar


Textos:
Jonás 4,1-11
San Lucas 11,1-4

El día de hoy contemplamos el final del libro de Jonás. Hemos visto dos características de este gran texto, por un lado la huída de la llamada de Dios, el no querer ser corresponsable con lo que Dios nos pide en medio de la vida; y por otro hemos meditado el porqué la llamad de Dios deja una huella en nosotros, que nos hace no dejarla tan desapercibida, lo cual toca al hombre, aunque éste no permita la total acción de la Palabra.
El día de hoy lo contemplamos haciendo un berrinche porque Dios no ha cumplido su sentencia de destruirlos, y para ello aduce a un argumento fundamental: «Yo sabía que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para enojarte y de gran misericordia, y que te arrepientes del mal con que amenazas.» Descubrimos el enojo de Jonás causado porque Dios no cumple su amenaza destructora. Si él había huido era porque sabía que Dios no cumplía y salvaba a los demás, y él no quiere que se salvaran, por ello hizo una predicación escasa de un día para que no se convirtieran y se condenaran. Se puede ver que Jonás es aquel que no quiere el bien del otro y se enoja, se suscita en él la envidia porque Dios no ha cumplido con la destrucción.
Podemos contemplar aquí un deseo malsano por el mal que le puede suceder al otro, y a veces existen creyentes que piden y desean el mal para los demás. Hay veces que pedimos por la destrucción de los demás, que pedimos para que le vaya mal a alguien, parece absurdo, pero así sucede. Esto es generado por la envidia, por el coraje de que al otro de va bien, o incluso obtiene el favor de Dios.
La problemática de esto va en aumento cuando descubrimos que somos más interesados por lo meramente material, que por lo que realmente vale pena. Por qué si lo pensamos la envidia que surge en nuestro corazón se da por lo material, lo pasajero, envidiamos un coche, una ropa, un don personal, un circulo de personas que rodean a otro, la fama, la belleza, etc. Son en el fondo cosas que rodean a la persona, y hacen que al envidiarla le deseemos lo peor, deseamos que le suceda algo. Pero en realidad la envidia nos ciega al punto de no descubrir que lo importante es la persona, y sólo vemos lo que le rodea; es más poderoso lo externo que el valor de la persona, su dignidad. Esto mismo se ve reflejado en el pasaje de Jonás, por un lado porque Dios no cumple su antojo de destruir al pueblo de Nínive, pero por otro lado, porque el árbol de ricino que crece se seca. Este dato refleja su total materialismo. Así como se preocupa por una planta, se preocupa sólo por lo exterior por sus antojos
El coraje por ese acontecimiento de perder la sombra hace que pida la muerte. Con esto vemos que su vida se valúa sólo en lo material: “He perdidó mi planta de Ricino, mejor me muero”. Con esto vemos el total desprecio de la vida, al enfocar todo en lo material. Así como deseaba la muerte de ese pueblo por puro capricho, por creer que no son dignos de la salvación, ahora él prefiere la muerte por otro capricho: perder una planta que no le da la sombra y le calor. ¿A caso el calor, o una planta son más fuertes y valiosos que un hombre, que la vida de alguien? Al parecer si en muchos contextos, pues pareciera que si no se cuenta con lo material, es mejor morir. Cuantos no sufren y se apenan si no lucen bien su belleza, o si no están a la moda, o si no compran lo último en tecnología. A veces disminuimos lo más grande que puede existir, –la vida del hombre- en lo más mediocre e insignificante –lo material-. Jonás es un claro ejemplo de esto, no le importó la vida de un pueblo y ahora ni su vida le importa, en primer lugar porque Dios no cumplió sus caprichos y en segundo porque le quitó el árbol. Dios debe ponerlo en su lugar: «Tú te conmueves por ese ricino que no te ha costado ningún trabajo y que tú no has hecho crecer, que ha brotado en una noche y en una noche se secó, y yo, ¿no me voy a conmover por Nínive, la gran ciudad, donde habitan más de ciento veinte mil seres humanos que no saben distinguir el bien del mal.» Con esta expresión Dios trata de hacerlo entender que hay cosas más valioso que lo material, que es la misma vida del hombre. Es más valioso la salvación del pueblo que su condenación, por consecuencia ha de descubrir que es más valiosa su vida que su árbol con sombra.
Además el gusano llega a representar dentro del mundo bíblico la pequeñez y fragilidad del hombre (cfr. Isaías 41,14; 66,24; Job 25:4-6), de ahí que en realidad quien destruye el árbol es la pequeñez, la precariedad del hombre. El gusano en el fondo refleja la pequeñez y pecado del profeta Jonás, que al quedarse en el límite de lo material destruye la vida misma. Con esto Dios le quiere dar a entender que cuando uno se queda en lo meramente material, uno destruye la vida y no se sabe capaz de reconocer lo grande en la vida encerrándolo todo en nuestros deseos egoístas, que llevan a destruirlo todo.
Creo que este texto nos ilumina fuertemente en nuestro contexto mundial, en donde todo es tan relativo y materialista, pues vamos por la vida sólo juzgando, valorando y envidiando, sólo por lo externo, lo material sin llegar a descubrir lo que realmente es valioso, sin ver lo grande de nuestra vida, de nuestras facultades, de nuestro ingenio, de mi persona que es única y que es grande, y no hay nada que pedirle a los demás.
Y me surge una pregunta más: ¿Por qué no se fue?!!! Si ya se había enojado, porque Dios los perdonó, por qué no decidió irse, por qué no se regreso a su casa, sino que sólo se va al este de la ciudad. El texto, como lo encontramos hoy, parece sugerir algo: «…allí levantó una choza y se sentó a la sombra de ella, para ver qué iba a suceder en la ciudad.» De alguna manera Jonás todavía quiere que algo le suceda a la ciudad, tiene una esperanza de que la conversión sea aparente y Dios los castigue. Marcando así su deseo de cumplir su gusto, no se conforma con el perdón de Dios, quiere que algo le pase. Eso sin duda es parte de materialismo exacerbado que se vive, pues buscamos medios para conseguir todo, buscamos medios, colocamos planes, con tal de alcanzar o quitarle algo a alguien. Por eso Dios manda ese gusano, para que todo cambie, para que caiga en la cuenta de que él no cambiará su postura de amor y misericordia por un deseo mezquino que no brota de la experiencia de Dios.
Con este texto se nos invita reflexionar y pensar que tan materialistas y egoístas somos, con el fin de iniciar un cambio. Un camino para lograr esto se da por medio de la interiorización, la capacidad de dejar lo material y entrar en el ámbito espiritual, ya analizar lo grande de mi existencia, y más aún, lo grande del don de la vida. Curiosamente junto con el texto de Jonás aparece el texto del evangelio que propone un camino para esta interiorización: La oración. Hoy Jesús deja una gran enseñanza: la oración del Padre Nuestro. Y con esta oración se ve la importancia no por lo material, sino por la vida, reconociendo que nos viene de lo alto, que viene de Dios. Que mi vida se convierte en medio para testimoniar a Dios, a mi creador y santificarlo; Que es posible un Reino donde los valores no es la apariencia y lo material, sino valores más altos; Un Dios que me da lo necesario para la vida, que no necesariamente es lo material, pues el pan del que habla, no es lo material simplemente es el pan de la vida, el pan de la fuerza, del amor, de la sabiduría, de la paciencia todo aquello que necesitamos en nuestra jornada y que es básico para seguir adelante; finalmente es la capacidad de experimentar su misericordia, su perdón y darlo a los demás, mostrando lo valioso de la vida que no se encierra en lo meramente, material, sino que hay cosas más trascendentes. Así, el Padre Nuestro se convierte en una oración para comprender el misterio de Dios en nuestra vida, valorando y descubriendo lo que realmente es importante.
Y hoy además celebramos la fiesta de Nuestra Señor del Rosario, una invitación más para la oración, que no consiste en repetir rezos, sino en contemplar a Cristo y con ello descubrir otros valores vitales en nuestra vida. Con esto podemos decir que un medio para vencer el materialismo es la oración el encuentro con Dios que me abre el horizonte para valorar otras realidades vitales en mi vida. No por ello quiere decir que caigamos en un espiritualismo o una fuga del mundo, pues como dice el Santo Padre Benedicto XVI: «Para un cristiano orar no equivale a evadirse de la realidad y de las responsabilidades que implica, sino asumirlas a fondo, confiando en el amor fiel e inagotable del Señor» (4 de marzo de 2007).

1 comentario:

  1. PADRE, QUE DIOS NOS AYUDE A MEDITAR BIEN. NOS AYUDE A DESCUBRIR CUÁLES SON NUESTROS CRITERIOS Y CAMBIEMOS NUESTRAS EQUIVOCADAS MANERA DE PENSAR Y DE ACTUAR.
    PADRE ¿podría sugerirme algún libro que trate de Santo Domingo de Guzmán y su relación con el proyecto del PAPA INOCENCIO III?
    GRACIAS PADRE.

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