6/10/09

Jonás: Una Palabra que llega y no se va

Meditación del Martes XXVII de Tiempo Ordinario
Ciclo Ferial /I/
Año impar

Textos:
Jonás 3,1-10
San Lucas 10,38-42

Continuamos con la lectura del libro de Jonás. El día de ayer contemplábamos como este profeta está renuente para ir a Nínive, pues no quiere la salvación para los paganos, mostrando así la total cerrazón, no sólo de este hombre, sino el pueblo de Israel. Ante esta negativa decide escaparse, y cuando Dios lo encuentra decide que lo arrojen al mar y así morir, pues prefiere su destrucción a la salvación de los ninivitas, y así con esta instrucción puede evitar cumplir su encargo. Pero resulta que un monstruo marino se lo traga y es arrojado en las orillas de Nínive para cumplir con el encargo del Señor.
Me hace pensar en algo muy peculiar. Si Jonás no quería ir, ¿Por qué simplemente no fue? Es decir, porque no ignoró la voz de Dios y se quedaba en su vida como si nada hubiese sucedido; o incluso pudo darle la dirección de otra persona o esperar que dios le dijera a alguien más para que las cosas no las hiciera él. Eso hubiese sido lo más lógico, para que ir a un barco, para que pedir que lo arrojen al mar y arriesgar su vida, pudiendo vivir en la ignorancia del mensaje. Creo que se debe a la fuerza de la Palabra de Dios, que en el fondo nos marca y no podemos dejar de hacer lo que nos pide, por eso decide huir, porque en el fondo sabe que lo tiene que hacer, y al escaparse trata no sólo de escaparse de Dios, sino de sí mismo, de esa palabra que lo ha tocado totalmente en su ser, de su misión y obligación en la vida. La Palabra de Dios es tan grande que cuando toca el corazón del hombre no es posible escaparse de ella, no es posible olvidarla tan fácilmente, deja una huella profunda en la vida. Lo mejor es tratar de olvidarla, de escaparse de ella, de hacerse a la idea de que nunca me ha hablado, uno trata de huir de eso. Jonás lo hizo, porque esa Palabra en un momento determinado lo dejó totalmente marcado. Tan marcado que en lugar de ignorarla, se escapa, y por eso Dios lo busca, porque la Palabra ha llegado a lo más profundo de su ser, que no la puede ignorar, el hubiera querido que Dios lo olvidara, y así no sentirse tan mal. Se escapa a ver si Dios se le olvida y de paso él se distrae pero no fue así: Dios lo busca, sabe lo que hay en su corazón, sabe que su Palabra está cavando hondo. Y esto se puede corroborar con la lectura del día de hoy.
Hoy encontramos a este profeta en la tierra de Nínive, y ahí en lugar de irse, de no hacer nada, de regresarse a su casa, comienza a predicar, comienza a hacer el anuncio de conversión. Y lo hace porque es precisamente la Palabra de Dios quien le mueve a realizarlo, es una fuerza tan grande que puede hacer precisamente del hombre un motor para iniciar un cambio. Encontramos entonces al profeta que al ver que no pudo escapar entonces decide hacer lo que esa Palabra le decía, por un lado porque así se quita ese remordimiento y misión de encima; y por otro porque esa Palabra taladra su corazón y le pide hacerlo, debe hacerlo.
Pero a pesar de que siente la necesidad de hacerlo nos topamos con la libertad del hombre que en su ser no le gusta su misión, y si bien la hace porque Dios lo pide, lo hace a su modo, para manifestar su descontento al respecto. Esto lo descubrimos cuando hace el anuncio de conversión n un solo día, siendo que se necesitaba de tres para recorrer la ciudad según nos marca el texto. Esto quiere decir que en realidad sólo hizo el anuncio en 1/3 parte de la ciudad, para que no se enteraran todos y así no se salvaran. Por un lado, cumple lo que le pide la Palabra, y por otro lo hace según lo dicta su corazón egoísta. Podemos ver por tanto la ambivalencia del corazón del hombre, que por un lado es tocado y cuestionado por Dios; y por otro, su pecado, que le impide seguir adelante en ese proyecto o hacerlo a medias.
Por otro lado, podemos ver la capacidad que tienen los Ninivitas para recibir la Palabra de Dios y hacerse dóciles a ella, pues en cuanto oyen el mensaje se pasan la voz y se inicia el proceso de conversión. Ellos a diferencia de Jonás permiten que la Palabra entre y la ponen en práctica iniciando ese camino de conversión.
Si hiciéramos un balance cabría preguntarnos ¿Qué tanto permito que la Palabra de Dios entre en mí? ¿Qué tanto soy como Jonás cerrándome a esa Palabra? ¿O qué tanto como los ninivitas que ponen en práctica el mensaje de Dios? Cuántas veces hemos escuchado la Palabra de Dios y vamos por la vida huyendo de ella, tratando de que no nos alcance, de que no se cumpla algún proyecto de Dios en nuestra vida. Cuantas veces Dios te pide algo en tu vida, que tu sabes que es necesario, algo que debes cambiar, y sin embargo dices que a ti no te toca, que cambien otros, que hay personas más capacitadas, y así vamos por la vida sin dejar que esa Palabra vaya siendo fecunda en cada uno de nosotros. Cuantos años llevamos huyendo de esa Palabra, que pide el cambio de nuestro ser y con los demás. O bien cuántas veces se huye de una misión o vocación determinada, porque no nos favorece, o simplemente porque no queremos. Lo cierto es que la Palabra está en mí. Si analizáramos nuestra vida podríamos descubrir que es lo que dios nos pide, y veríamos como esa Palabra toca constantemente nuestras vidas para transformarla, porque no dejamos que hoy entre esa Palabra y a ejemplo de los Ninivitas dejemos que nos renueve y haga de nosotros mejores personas, porque finalmente eso es lo que hace que el hombre de fe vaya siendo mejor y vaya transformándose, pues el evangelio nos lo ha dicho hoy al colocar a María escuchando la Palabra, y el mismo Jesús lo rectifica diciendo: «Una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada.» Porque es ahí en la escucha de la Palabra y la docilidad a ella en donde se inicia una verdadera y auténtica transformación.

1 comentario:

  1. PADRE ¡Cómo somos "berrinchudos", "indolentes" y "distorsionadores" de la PALABRA DE DIOS!
    PADRE, aquí se vé claramenmte que hasta el pueblo ninivita entendió, el rey...HASTA LOS ANIMALES...
    ¡QUE DIOS NOS LIBRE DE NO ESCUCHAR SU VOZ Y DE NO SER DÓCILES!
    GRACIAS.

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