2/11/10

«Cuando lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo.»

Meditación con motivo de la conmemoración de los fieles difuntos

Textos:
Sabiduría 3,1-9
Romanos 6,3-9
San Mateo 25,31-46

Hoy la liturgia nos invita a contemplar el misterio de los fieles difuntos, pero cuál es el sentido de esta celebración. Creo que podríamos tener tres elementos a la reflexión con respecto esta festividad.
En primer lugar la oración por los difuntos, hoy somos invitados a hacer oración por todos aquellos que ha fallecido para que entren en la dinámica del amor de Dios, a su presencia. Todos nosotros somos invitados a esta realidad: orar por esos hermano nuestros para que entren a la presencia de Dios.
En segundo lugar es el momento propicio para recordar que todos estamos llamados a la muerte, de una u otra manera todos en algún momento habremos de morir. Podemos tener sueños de eternidad, de que nunca nos alcanzara esa realidad, o creer que somos invencibles y tenernos, pero no es así, este día os hace reconocer nuestra finitud, somos finitos, tendemos a ser frágiles, y esta festividad nos lo recuerda, y así como muchos han fallecidos, en algún momento eso nos sucederá nosotros.
Esto nos lleva a una tercera consideración: ¿Cómo nos preparamos para ese encuentro con la muerte y por lo tanto el encuentro definitivo con Dios? El texto del evangelio nos lo marca claramente estamos llamados a una vida en la caridad. La mejor manera de encontrarnos con Jesús es viviendo la caridad y siendo capaces de descubrir la presencia de Jesús en nuestros hermanos: «Cuando lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo
Quiere decir que el encuentro con Dios no se vale de parámetros pietistas, no es que Dios nos juzgue por las misas que asistimos, o por la cantidad de oraciones que hagamos; no porque eso no sea importante, sino porque el nivel de oración, de la Eucaristía celebrada, se mide en relación a la vivencia de la caridad con los hermanos. La auténtica espiritualidad está precisamente en función de mi vida y testimonio con el hermano. La verdadera oración me lleva a ser mejor con mi hermano, me lleva a descubrir en él la presencia de Jesús. La celebración de la eucaristía, la escucha de la Palabra, la comunión, no se basa sólo en saber cosas o en decir amén de frente a la forma consagrada (pan eucarístico), sino que se mide en la medida en la que esa Palabra me interpela para ser mejor de frente al hermano, así como la Eucaristía me da la fortaleza para dar testimonio fehaciente delante del hermano pequeño que requiere mi ayuda, haciendo con mi testimonio con el otro un signo del auténtico vinculo y comunión que tengo con Jesús.
Celebrar a los fieles difuntos, es recordar nuestra realidad, estamos llamados a morir, y no una muerte vacía y sin sentido, pues como dice la segunda lectura, estos llamados a vivir una vida nueva en Cristo resucitado, iniciada por nuestro bautismo: «Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva.» Pero esta vida debe de prepararse a vivir desde ahora en sintonía de caridad con el hermano. De manera que hoy si bien somos invitados a orar por nuestros hermanos difuntos, también somos invitados a meditar sobre nuestra vida y ver hasta qué punto he vivido la caridad con los demás, puyes son ellos el parámetro para encontrarme con Jesús y por ende el camino para una vida eterna unida a él.

4 comentarios:

  1. ¿Como puede haber un dios tan bueno que haya creado la muerte? ¿como puede permitir el mal y todo lo que nos aqueja? ¿se puede tener fe en dios con todo lo que vemos dia a dia en los periodicos, en la television y los miles de muertos de nuestro pais?yo soy creyente, pero a veces pienso esto que le digo.
    Sra Rosalia Vargas

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  2. PADRE ¡QUÉ HERMOSA LA PRIMERA LECTURA TAMBIÉN!
    ...LOS PROBÓ COMO ORO EN EL CRISOL...
    BIEN DIJO SAN PABLO: "PARA MÍ LA VIDA ES CRISTO Y LA MUERTE UNA GANANCIA" (Flp 1,21)

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  3. Dios te da un soplo de vida, la vida es y un dia deja de ser, nosotros le llamamos muerte y le damos un significado tragico.
    La vida eterna seria insoportable, para muchos enfermos que sufren, morir es una bendicion.
    Debemos preocuparnos de vivir una vida de provecho y dejar la mejor imagen y el mejor ejemplo posible a las nuevas generaciones.
    Ninguna calamidad natural se compara a las atrocidades que ha hecho el hombre con el hombre.
    No fue Dios quien busco exterminar a millones de judios.
    No fue Dios quien mando a Stalin a asesinar a casi treinta millones de sus compatriotas.

    Si estamos hecho a semejanza de Dios, como podemos hacer esto ??

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  4. Al hablar del hombre, que ha sido creado por Dios, debemos tener en cuenta que nos ha dado la libertad. Esta libertad hace que el hombre cometa tantas atrocidades, No es culpa de Dios, sino del hombre que utiliza mal su libertad. Cuando una mamá educa a su hijo, le dice lo que le conviene, lo ayuda, lo acompaña, y al final el hijo decide hacer todo lo contrario y comienza a lastimar a todos, no podemos decir que es culpa de su mamá, sino que es culpa de él, pues él en su libertad, en sus actos ha optado por dañar. Lo mismo pasa con Dios, no es él el culpable, al contrario, él nos da los preceptos, la vida, lo necesario para ser felices, el problema es que nosotros buscamos la felicidad por otros caminos, que dañan a otros o a nosotros mismos.
    La muerte no la ha creado Dios, es parte del devenir de la vida, nacemos y morimos, es una etapa más de nuestra historia, así como hay niñez, hay juventud, hay vejez, también hay muerte. Sin embargo a la luz de la fe, la muerte no es el final, sino el paso a un nuevo estado de vida y así como de la niñez se pasa a la adolescencia, así también de la muerte se pasa a la vida, pero una vida nueva, plena, distinta capaz de transformar nuestra propia realidad.
    Cierto que el mal que existe, el mal uso de la libertad y por lo tanto la muerte nos deja con incertidumbres en nuestra vida de fe, sin embargo debemos permitir que lejos de que esto nos nuble nuestro caminar, sea el pórtico por donde veamos que Dios está presente, y que en medio de esas situaciones él se hace presente. Abrir los ojos implica sobre todo, dejar que la fe no disminuya, sino que sea la luz que en medio de esa oscuridad nos de claridad, cierto que no es fácil, pero es posible.
    Espero que esta breve reflexión pueda ayudar a responder la cuestión Sra Rosalia, y una disculpa por responder con retraso .

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