31/12/09

Fin de año...

Meditación con motivo de fin de año

Texto:
San Juan 1,1-18

El evangelio del día de hoy nos presenta el prólogo de San Juan y quisiera reflexionar sobre una frase al termino de este año civil: «La Palabra estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.» Y esta frase nos puede ayudar a meditar precisamente en el año que se termina.
En primer lugar nos dice que La Palabra está en el mundo. Nos habla de la presencia de Dios en medio de nosotros. Tendríamos que meditar por tanto en este día en todo lo que Dios hace con nosotros en medio de nuestra vida, y agradecerlo. Dios que está presente con nosotros en nuestra propia existencia de modo que debemos de darle gracias por un año más que se termina. Debemos de darle gracias por nuestra familia, por los amigos que tenemos, pues gracias a ellos nuestra vida resulta mejor, gracias a ellos compartimos y seguimos adelante. Debemos agradecer todo lo que hemos tenido en este año que aunque sea sencillo Dios se hace presente ahí. Se hace presente en las alegrías, los logros, incluso en las tristezas, los consuelos. Debemos agradecer a Dios por todo lo que hace por nosotros en nuestra vida.
En segundo ligar debemos el texto dice que el mundo no lo conoció, de modo que debemos pedir perdón por todas las veces que lo ignoramos. Perdón por todas las veces que no lo tomamos en cuenta, que lo olvidamos o desconfiamos de él. Perdón por las veces que lo lastimamos, cuando dañamos a los demás, cuando peleanos, cuando defraudamos, cuando no hacemos lo que nos corresponde: Perdón Señor. Pedir perdón, por todas las mentiras, traiciones, venganzas, rencores que lejos de edificarnos nos van destruyendo lentamente en nuestra vida. Perdón Señor. Perdón porque a lo mejor incluso hoy por la noche voy a olvidarlo y voy a vestirme con ropa de cierto color, porque no confío en él, o perdón porque creo más en mis semillas o velas, pero no en su Providencia, o perdón porque creo que los amuletos son más efectivos que su mismo amor.
Creo que esto es la mejor forma de empezar el año, reconociendo las grandes cosas que hace por nosotros y pidiendo perdón, por todo lo que hacemos; pero sobre todo queriendo iniciar un cambio auténtico en nuestra vida, lleno de su confianza y de su fuerza para ser mejores.
¡Feliz año a Todos!

Navidad: Ser testigo de la luz

Meditación para el 31 de Diciembre
Septimo día en la infraoctava de Navidad

Texto:
1San Juan 2,18-21
San Juan 1,1-18

Hoy en el séptimo día de la octava de Navidad la liturgia nos presenta a la figura de Juan el Bautista, que como lo marca el prologo de San Juan, era testigo de la luz. Esta afirmación tiene su peso pues en la época en la que se escribe este texto, había un grupo que anunciaba que Juan Bautista era el verdadero Mesías. Por esta razón el Evangelio de San Juan trata de combatir esta situación, y ya desde el prólogo aclara de manera contundente su papel dentro de la historia de salvación: Ser testigo de la luz. Sólo se puede vivir desde esta dinámica, siendo un auténtico testigo de Luz y preparando el camino del Señor.
Esto nos da la pauta para nuestra meditación en este día: Ser testigos de la luz. No es posible celebrar la navidad ser verdaderos testigos de la luz, sin ser verdaderos testigos de la presencia de Cristo en nuestro entorno. La navidad no se limita simplemente a algunas cosas banales, que generalmente se reducen a la fiesta, sino a ser un verdadero testigo de la luz. Llevar a todos un mensaje que ilumine sus vidas.
Navidad se convierte en oportunidad de anunciar un mensaje totalmente luminosos para los demás. Navidad es dar la luz de la esperanza a aquel que vive decaído. Navidad es llevar la luz del optimismo a aquel que tiene una visión pesimista la de la vida. Navidad es dar la luz de la paz a aquellos que viven en conflicto. Dar luz de ánimo a los entestecidos de la historia.
La Navidad se convierte en esto. Hoy estamos a punto de celebrar el final de un año civil y creo que es la oportunidad propicia para ser Luz para con los demás, ser luz para aquellos que terminan mal su año, aquellos que no ven claro para el siguiente, para aquellos que viven injusticias. Es el momento en el que este día en el que termina el año, no nos limitemos simplemente a celebrar, y decir “Feliz Año”, sino a dar la luz de Cristo para que con su compañía efectivamente sea un Feliz Año, lleno de la gracia de Dios y lleno de confianza en él. Recordando que sólo Él es la luz que nos ilumina y no los falsos amuletos o las supersticiones ridículas. Feliz Navidad, Feliz Año, feliz lyz de Cristo que los ilumine hoy y siempre.

30/12/09

Navidad: Verdadero encuentro con Dios

Meditación para el 30 de Diciembre
Sexto día en la infraoctava de Navidad


Textos:
1 San Juan 2,18-21
San Juan 1,1-18

Hoy el texto del evangelio nos presenta la continuación de la presentación de Jesús en el templo, y mientras nuestra mirada se centraba ayer en Simeón, el día de hoy la centramos en el segundo personaje que aparece en la escena que es precisamente Ana.
Esta mujer recopila datos importantes del antiguo Pueblo de Israel. Primeramente digamos lo de su: Ana, que ciertamente hace ciertas alusiones al relato de Samuel. El nombre Ana quiere decir gracia, favorita. En ella se encuentra representado el pueblo de Israel, que aguarda una consolación, y que ha hallado en ciertos momentos la gracia de Dios. A continuación nos dice que es hija de Fanuel. La palabra Fanuel, viene del hebreo Penuel, rostro de Dios. Así nos habla del pueblo que ha visto el rostro de Dios, que conoció su misericordia, que se encontró profundamente con Dios. Esto se ve reforzado por la idea de su pertenencia de la tribu de Aser, una tribu que nació en el desierto. Esto se dio especialmente en el desierto, en donde sobre el Sinaí conoció a Dios. Así vemos que se remota a la gloria de la alianza. Ahí en el Sinaí inició una vida nueva, vivió la juventud. Es el Israel que vivió su época de amor con Dios.
Ahora esta mujer es anciana, es un pueblo que recorrió la historia, con todas sus vicisitudes. Había terminado su primera etapa representada por los siete años de esposa fiel, entregada a Dios. Fue una etapa total, completa. Pero ahora tiene 84 años y es viuda, es decir, tiene 77 años sin esposo. Es el pueblo que abandonó a su Dios, que le dejó para no volver con él. Ahora sólo vive de sus recuerdos, ha perdido su frescor, sólo le queda esperar la acción de Dios. Por esa razón está en el templo y no se aparta de él, pues ahí Dios hará su aparición y todo cambiará. Pero el templo ya no comunica nada, sus ayunos y oraciones son medios inútiles para alcanzar a Dios.
Justo en ese momento en el que hace sus ritos aparece Jesús y parece caer todo esto. No sirven esos ritos antiguos lo que se necesita es el encuentro auténtico con Cristo, el encuentro auténtico con el Señor. Ana representa a aquellos que le han sido infieles al Señor `pero ahora buscan encontrarse con él, para ello todo ese ritualismo que lleva a cabo. Justo en ese momento todo parece ser distinto, Dios escapa de esos ritos, a Dios se le encuentra precisamente en el niño, el lo frágil. Esto es una novedad. Cuántas veces nosotros vamos por la vida buscando ritualismos, haciendo lo de siempre, pero nunca dejándonos sorprender por el Señor, descubriéndolo en nuevos criterios de vida.
Cuantas veces creemos que la vida de fe se encierra en una serie de cumplimientos. Creemos que sólo con ir a misa, una que otra oración, participar a lo mejor en el viernes santo con el Viacrucis, es más que suficiente. Pero eso no es posible, no basta eso para encontrase con Dios. Si Ana hubiese pensado eso, y hubiera limitado todo a ayunos y penitencias, no hubiera descubierto a Jesús en ese pequeño niño de Nazareth. A lo mejor Dios se ha aparecido en nuestras vidas muchas veces y no lo vemos. A lo mejor muchas veces se ha hecho presente en nuestra familia, en nuestra casa, con nuestros amigos, pero no lo vemos creyendo que bastan nuestros rezos y demás prácticas de piedad. No digo que no sean importantes estas prácticas, pero cuando estas cosas hacen que nos olvidemos del verdadero encuentro con Cristo y sobre todo tranquilizamos nuestra conciencia con ello todo pierde su verdadero sentido.
La Navidad es justamente lo que Ana ha realizado: encontrase con Jesús niño, ser capaz de hacer eso es el reto de la navidad. Descubrirlo en mi vida, con la gente que me rodea, con la gente que amo, con la gente que necesita de mí. Que este tiempo de Navidad sea realmente fecundo en nuestros corazones y nos ayude a ser mejores cristianos descubriendo a Jesús en nuestras vidas, no sólo al margen sino permitiendo que él nos transforme e interpele.

29/12/09

Navidad: Capacidad de escucha

Meditación para el 29 de Diciembre
Quito día en la infraoctavade Navidad

Textos:
1 San Juan 2,3-11
San Lucas 2,22-35

El evangelio del día de hoy nos presenta la figura de Simeón. Este hombre es un anciano, convirtiéndose así en símbolo del Antiguo pueblo de Israel que espera al Mesías. El nombre Simeón viene del verbo hebreo “Shema”, que quiere decir ‘escucha’. Este nombre indica que es la imagen del pueblo de Israel que escucha, que está atento a la Palabra de Dios en todo momento.
Si lo pensamos bien, Simeón es capaz de distinguir a Jesús en medio de toda la gente porque escucha a dios y se da cuenta precisamente que ahí está el Mesías, en un niño pequeño, en un frágil y necesitado niño. Esto parecería absurdo pues quien se imaginaría que Dios se manifestaría en un niño precisamente, quién pensaría que Dios se haría pequeño. ¿Cómo es que puede saberlo Simeón e identificarlo en medio de la multitud que entra en el templo? Sencillo, escuchando a Dios, descubriendo su Palabra, su mensaje. Sólo así es capaz de descubrir cuáles son los planes de Dios.
Y ahí en medio de este encuentro no se limita simplemente a descubrirlo, sino que eleve un pequeño discurso en un tono profético. Ha esperado bien y ahora sabe morir. Su vida ha culminado, ha tenido sentido lo que ha hecho. Por eso bendice a Dios y le da las gracias. Ahora puede morir desde la esperanza que ha llegado a realizarse, pues ve la llegada del Mesías. El verdadero Israel que es Simeón ha cumplido su tarea, y ahora inicia una nueva etapa. Pero esta etapa del Mesías aclara Simeón, no es sencilla y para ello marca cual es la misión de este niño: Ser luz y contradicción. Luz porque ilumina la vida de los hombres, pero al mismo tiempo contradicción, porque ilumina desde otros criterios diversos a lo que el mundo prefiere, eso traerá el dolor.
Este pasaje colocado justo en este contexto de Navidad pues es el momento para descubrirnos capaces de escuchar así como Simeón lo hizo y transformo su vida encontrándose con Jesús. Deberíamos de preguntarnos hoy que tanto hemos escuchado, que tan sensibles somos para escuchare a Dios en su Palabra. Cuantas veces su Palabra es proclamada y nosotros no le prestamos atención, o creemos que es aburrido, o que ya no la sabemos y no nos damos la oportunidad de escucharla, y de asimilarla.
Qué tanto somos sensibles para escuchar a Dios en los demás. Cuanto tiempo nos damos para escuchar al esposo, a la esposa, a los hijos, a los padres. Generalmente siempre estamos muy apurados, o lo que nos dicen no es tan importante como lo que yo hago, y así vamos por la vida sin ser capaces de escuchar. Precisamente esto es lo importante, porque muchas de las dificultades que a veces nos topamos es porque no escuchamos lo que el otro nos dice. Si este anciano no hubiese escuchado, nunca hubiese descubierto a Jesús; cuando nosotros no escuchamos tampoco nos encontramos con Jesús, ni sabemos cómo afrontar las diversas situaciones de nuestra vida, porque debido a esta falta de escucha no podemos seguir adelante, no sabemos qué acciones tomar.Navidad implica entonces tener un oído sensible y descubrir que piensa el otro, descubrir porque dice ciertas cosas y sólo así iniciar un proceso nuevo en nuestra vida, que debe llevarnos con este pequeño de Nazaret que nos llena de esperanza y de amor todos los días.

28/12/09

Navidad: Dejar que Cristo entre en mi historia

Meditación en la fiesta de los Santos Inocentes

Textos:
1 San Juan 1,5-10.2,1-2
San Mateo 2,13-18


La festividad de hoy nos invita a contemplar a estos niños inocentes que mueren en manos del rey Herodes, al no querer a éste como el Mesías, como lo verdadero rey que rige la vida. Esto es una realidad, pues podemos constatar efectivamente que la actitud de Herodes sigue presente en nuestros días, pues no se desea que los valores del evangelio reinen en la vida. Como respuesta a ello busca apagarlos a toda costa, tachándolo de anticuados o bien de irreales.
Sin embargo, la última palabra la tiene Dios y no esté despótico personaje, pues a partir de su decisión escalofriante de mandar matar a los niños, curiosamente el don de la vida tiene la última Palabra, pues el dueño de la vida (Jesucristo) se salva y da vida nueva a todos los hombres. San Mateo coloca este relato haciendo un paralelismo con el relato del libro del Éxodo (Ex 1-2), en donde se habla del Faraón que manda matar a todos los niños israelitas, y curiosamente como una paradoja se salva uno que el mismo Faraón cuida, alimenta y educa; y que después de cierto tiempo será el libertador de Israel. Ahora en el Evangelio de Mateo, Jesús es presentado como el nuevo Moisés que se escapa de las manos del nuevo Faraón, que es representado por Herodes, y que finalmente traerá la liberación del pueblo y una liberación no sólo de la esclavitud de un pueblo, sino de la esclavitud del pecado.
Jesús se salva, y en medio de esto un despótico rey manda asesinar a tantos niños, para lograr su cometido, que no es otra cosa que seguir siendo el dueño de la historia. A primera vista podríamos pensar que esto es injusto, porque no había necesidad de que tantos niños murieran por culpa de uno, e incluso hay quien coloca a Jesús, y a Dios mismo como culpable de la muerte de estos niños inocentes. Pero el culpable realmente es Herodes, él es quien los manda matar, es él, quien no quiere perder poder y dominio sobre la población; es él y sólo él, quien prefiere optar por la muerte para evitarse problemas; es él, quien no se plante un cambio de vida, iniciando una nueva historia; es él, quien no es capaz de de confrontarse y ser distinto, y prefiere matar que tratar de descubrir lo que Dios quiere en él.
Herodes ha escogido la salida fácil, es mejor quitar del camino, es mejor matar, que meditar, que querer cambiar, que permitir que Dios entre en la vida.
Celebrar Navidad es precisamente confrontarnos y dejar que Dios entre e ilumine en nuestras vidas. Es muy fácil hacer todo a un lado, es muy fácil hacer como que nada pasa, es muy fácil imponerse y decir que se cumpla sólo nuestra voluntad; pero que difícil es permitir que Dios entre y nos ayude a cambiar, iniciar el esfuerzo y transformar nuestra vida. Navidad no sólo es un festejo, sino que, es el compromiso de permitir que Jesús entre en nuestras vidas y se inicie un cambio, siendo iluminados `por los criterios del evangelio.
Podemos optar y ser como Herodes, evitando que su Palabra llegue, haciendo oídos sordos a su propuesta de amor y de justicia; o bien podemos cambiar y dejar que Jesús niño inicie un nuevo caminar en nuestra historia. Creo que al leer el evangelio de este día muchos de nosotros podríamos horrorizarnos y ver como este rey despiadado manda exterminar a los niños, podríamos quedar estupefactos al ver el dolor de estas madres que les asesinan a sus hijos frente a sus ojos; pero de nada serviría este asombro, si caemos en la misma situación y acallamos el cambio que deberíamos iniciar en nuestra vida, sacando a Jesús de nuestro corazón. Que la contemplación del martirio de los santos inocentes nos mueva a cambiar siempre en nuestra vida, dejando que Cristo nazca en nosotros y no sacándolo y eliminando los criterios del evangelio.

27/12/09

No estaba en la caravna

Meditación con motivo de la fiesta de la Sagrada Familia
Ciclo /C/


Textos:
1 Samuel 1,20-22.24-28
1 San Juan 3,1-2.21-24
San Lucas 2,41-52

Una de las realidades vitales dentro de la vida de la sociedad es la familia, sin embargo esta es una de las realidades más atacadas hoy en día. Atacada de manera indirecta, atacada por medio de propuestas alternativas a la vida de la familia, que en búsqueda de una diversidad de propuestas tratan de derribar las bases de la familia so pretexto de modernidad.
Entre estas situaciones podemos encontrar leyes en las que se habla de familias de personas del mismo sexo, marcando que esto es un avance dentro de la sociedad, o que las familias de hoy solo deben tener al padre o la madre, o bien que los cuiden los abuelos. Este tipo de situaciones se llama hoy día modernidad y a la familia conformada por un papá, una mamá, e hijos, se le denomina familia “tradicional”, como si fuese un ejemplar más en medio de la sociedad, o algo antiguo. Con esto no estoy descalificando ningún tipo de familia, sino que trato de advertir que hoy día se le conoce como evolución de la familia a la disgregación de la denominada “familia tradicional” y que esto es presentado como lo mejor.
Creo que esto es una visión errada, si bien existe otro tipo de familia, con otras problemáticas actuales, desde luego que es importante valorarlas, atenderlas, buscar los medios para ayudarlas, para que obtengan lo mejor y se logre su desarrollo. Pero eso no quiere decir que por eso hay una evolución favorable, o que son mejores estos modelos de familias actuales. Porque finalmente la familia es fuertemente afectada.
Pongamos un ejemplo ¿a caso un hijo no necesita de su mamá y de su papá? Ciertamente hay condiciones sumamente complejas en las que por desgracia no se da, pero no es este un derecho del niño. A la Iglesia se le llama trasnochada por anunciar esto, y eso es un error, pues así como los niños tienen derechos a muchas cosas creo que tiene derecho a sus padres, a tener un papá y una mamá. Pero la sociedad que está llena de una mentalidad egoísta, no lo considera así, y sólo se limita a decir que son libres, que ellos pueden decidir, en lugar de educarlos bien, de educarlos en una paternidad responsable, de reconocer las obligaciones que contrae el tener un hijo. Pero en lugar de eso la sociedad habla de que aborten y no sean responsables, que usen métodos anticonceptivos y no sean responsables, de manera que finalmente el hijo es producto de un “desafortunado descuido”, y como consecuencia se queda con uno solo de sus padres. Y la sociedad apoya diciendo que esos son los tiempos modernos, que la mujer puede todo, o que el hombre solo los puede sacar adelante, etc. EN lugar de formar en una verdadera sexualidad, con responsabilidad, abiertos a lo que es la vida, a lo que es la madurez; sólo se limitan a decir “haz lo que quieras”, “protégete”, “no te metas en problemas”, pero en el fondo no hay responsabilidad, y dicen que un preservativo es responsabilidad, reduciendo lo sexual a una mera diversión pero no a una parte constitutiva del ser humano. Puede haber cantidad de publicidad para medidas preventivas de la influenza, para que se cuide la salud y no se propague el virus; pero cuando se trata de formar en la madurez humana, en una autentica madurez sexual, en una verdadera responsabilidad con la vida, con su pareja, no existen esos medios, solo regalan unos “libritos”, reparten preservativos y los incitan a tener relaciones con protección, sin enseñarles nunca el valor de su cuerpo, el valor de la otra persona y el valor de la vida. Todo esto degenera en una sociedad irresponsable, que sólo debe tomar ciertos cuidados, pero nunca valorar lo que es la vida y la dignidad de la persona.
Curiosamente la Iglesia es atacada por defender la vida, por enseñar que todos tenemos dignidad, que sean responsables en sus acciones, que no vean a los demás como mero objeto de satisfacción sino como personas. Y eso es causa de ataque, eso es causa de crítica, porque al parecer a la sociedad le importa la muerte, la irresponsabilidad y el no respeto a los demás.
Cuando no hay apertura y respeto a la vida, cuando no se respeta la dignidad de las personas y no existe una adecuada formación en la responsabilidad, se ve afectada fuertemente la familia. Y esto trae como consecuencia que la sociedad se vea envuelta en situaciones más complejas, como una violencia más fuerte, una indiferencia mayor, una sociedad que se sumerge en situación de caos, porque en el fondo la familia que es célula de la sociedad se está viendo fuertemente atacada. Podemos decir que la sociedad es reflejo de la familia, y cuando la sociedad sufre es porque muchos núcleos familiares están fuertemente afectados.
Hoy la Iglesia en medio de la octava de Navidad nos propone contemplar a la Sagrada Familia y con esto nos hace valorar el papel de la familia dentro de la misma vida de Jesús. Si él se ha hecho hombre reconoce la importancia de vivir y desarrollarse dentro del seno familiar, y pues ahí es donde aprendió sus cosas, sus labores, aprendió a rezar, a respetar, etc. Al hacerse hombre debía crecer como todo hombre y para ello necesitaba todo lo necesario para su desarrollo, y la base de todo fue su familia.
Y el texto del evangelio del día de hoy parece ofrecer una pista para reconocer que se necesita para salvaguardar a la familia, y para seguir adelante en el camino de la vida familiar de todos los días. El texto de san Lucas nos presenta el último relato de los llamados relatos de la infancia en donde se nos presenta a Jesús que tiene 12 años, a punto de iniciar su vida adulta dentro de la sociedad judía, y justó ahí demuestra en qué consiste ser adulto. Para ello toma dos acciones fundamentales, la primera de ellas es que no se queda en la caravana de regreso, con ello marca que Jesús es aquel que desde el principio desafía los estrechos moldes de la experiencia religiosa para provocarnos a ir más allá, a ser creativos y tomar la iniciativa. Rompe con la caravana, y eso es un reto, puesto que es muy fácil continuar siendo parte en ella, es fácil seguirla, pero que al mismo tiempo ya no se espera nada nuevo, por eso ellos creen que él sigue en la caravana, quién se imaginaría que el niño se iba a ir. Frente a las costumbres, se yergue esta actitud escandalosa. Con esto Jesús invita al creyente a romper con las costumbres, con aquellas realidades que parecen ser necesarias, pero no lo son, incluso están que se encuentre uno con Dios. Ser adulto en la fe implica siempre romper con lo repetitivo y descubrir los horizontes de Dios, no dejarse guisar sólo por lo que todos hacen, ni permitir que la mentalidad del mundo sea que reine porque anuncia que todo es lo normal. Hay que salirse y encontrarse con Dios y dar testimonio de ese encuentro con Dios. Y esto da una nueva perspectiva de las cosas, pues después es encontrado con los doctores de la ley que quedan fascinados de su sabiduría. Pero si es sabio, no es porque se hable de grandes conocimientos inimaginables, sino porque tiene una experiencia diferente de Dios, que sólo se logra cuando la vida de fe se desafía, y siempre descubrimos una nueva respuesta de Dios que nos ayuda a seguir adelante. No con lo repetitivo, sino con una visión nueva.
Pero quisiera centrarme ahora en el hecho en el que María y José descubren que no tienen a Jesús con ellos, y deben buscarlo, deben romper con la caravana y descubrir dónde está él. El problema es precisamente este dentro de la sociedad y en la familia, que vamos siempre dejándonos guiar por la caravana, por lo acostumbrado, por lo que la sociedad, o ciertos criterios nos dicen, pero no nos gusta romper con ellos. Vamos por la vida haciendo este camino absurdo. Pero curiosamente Jesús no va ahí, lo hemos perdido.
Creo que en realidad el problema es que vamos caminando por la vida pero sin la presencia de Jesús que nos guíe y nos ilumine, porque preferimos ir en la caravana. Vamos por la caravana de la indiferencia en donde no importan los demás sino sólo nosotros, y así vamos haciendo a Jesús a un lado. Vamos en medio de la caravana de la muerte, y aprobamos el aborto, porque así lo han dicho todos, para que las mujeres sean “libres”, aun en detrimento de la vida de alguien, y vamos en la caravana y dejamos a Jesús de lado. Vamos inmersos en la caravana de la corrupción, jugando a ver quién es más poderoso e influyente, o viendo que tranza podemos hacer, y vamos por la vida de la deshonestidad, pero lo cierto es que Jesús no está ahí. Caminamos en medio de la caravana de la mentira y mentimos, decimos cosas falsas, pero no vivimos la verdad que nos vincula con Jesús. Vamos en la caravana que nos habla de irresponsabilidad, de no ser padres responsables, de no tener una vida sexual bien formada, y desde luego que Jesús no va por ahí. Vamos en una caravana de una fe mediocre, sin esfuerzo, sin compromiso, aletargada, por supuesto que Jesús tampoco va por ahí.
El problema es que alejamos a Jesús de nuestra vida preferimos ir en lo que todos dicen, en lo que la sociedad dicta, en lo que me conviene o me acostumbre, pero no rompo esta mentalidad y busco lo que es la verdadera sabiduría que es precisamente la de Dios, los criterios del evangelio, de la vida, del amor, de la justicia, de la verdad, de la solidaridad. Vamos por la vida sin la orientación de Jesús. Lo hemos perdido.
Es momento para iniciar un camino nuevo permitir que Jesús este con nosotros, en nuestra vida y reconozcamos lo que realmente vale la pena, y salvaguardemos y eduquemos en lo que realmente edifica. Dejemos las caravanas de la corrupción, de la mentira, de la injusticia, de la deshonestidad, de la destrucción, e iniciemos una vida nueva. Así como María y José rompieron con esta estructura y lograron encontrar a Jesús, rompamos con esta realidad y encontremos a Jesús en nuestra historia, dejemos que sus criterios iluminen la vida de nuestra familia, siendo sinceros, escuchando, siendo comprensivos y educando en valores que realmente valgan la pena para que seamos una buena familia y siendo una buena familia edifiquemos una nueva y mejor sociedad que no se deja guiar por criterios ambiguos y obtusos del mundo, de la política y de situaciones que finalmente acaban por desvariar y destruir la sociedad.
La Navidad no es otra cosa sino ayudar a que la familia crezca, se fortalezca, pues ahí comenzó todo su ministerio Jesús de Nazareth, es ahí donde aprendió lo necesario para iniciar la construcción del reino de los Cielos, donde aprendió el valor del servicio y el amor. Que a imitación de esta Sargada Familia tomemos los verdaderos valores que nos hagan construir un mundo mejor, una familia mejor consolidada según nuestra situación, porque lo importante ahora es formar nuevos criterios que forjen en el futuro una mejor sociedad, según la responsabilidad, la vida y el respeto a los demás, sin dejar que falsas ideologías nos desorienten.

26/12/09

Navidad: Dar la vida

Meditación con Motivo de la fiesta de San Esteban

Textos:
Hechos de los Apóstoles 6,8-10.7,54-59
San Mateo 10,17-22


Al día siguiente de la Navidad la liturgia nos presenta la fiesta de san Esteban, el primero de los Mártires. Podríamos preguntarnos que significa que al día siguiente de la Navidad se celebre su fiesta, qué tiene que ver con el acontecimiento de la Navidad. Sin embrago, esta fiesta nos coloca con una realidad verdaderamente extraordinaria, pues al día siguiente de la Navidad la liturgia nos invita a contemplar el misterio de la cruz sobre el pesebre de Belén. El mismo Papa Benedicto XVI nos dice: «En el clima de alegría de la Navidad no está fuera de lugar la referencia al martirio de san Esteban. En efecto, sobre el pesebre de Belén se cierne ya la sombra de la cruz. La anuncian la pobreza del establo donde el Niño da vagidos, la profecía de Simeón sobre el signo de contradicción y sobre la espada destinada a traspasar el alma de la Virgen, y la persecución de Herodes, que hará necesaria la huida a Egipto.»
Así la liturgia nos hace comprender que la Navidad implica la capacidad de dar la vida. No es posible celebrar Navidad si no se entrega y se da la vida. Si alguien celebró la Navidad pero, lo hizo en un ambiente de egoísmo, sin compartir lo que tenía, haciendo distinciones, humillando a los demás, entonces esa persona no ha celebrado la Navidad. Tal vez hizo una fiesta a su ego, pero no una fiesta de Navidad. Navidad es dar la vida así como san esteban la dio para identificarse totalmente con Cristo. Celebrar la Navidad es identificarse con Cristo, es tener la capacidad de dar la vida.
Navidad se vuelve entonces en donación, compartiendo lo que tengo, dando de mi tiempo al que lo requiere, escuchando a aquellos que usualmente no escucho, comprendiendo a las personas que me rodean para acercarme a ellos. Sin este tipo de cosas es imposible dar la vida y por tanto imposible de celebrar la Navidad. Es momento de reflexionar y de pensar si realmente celebramos Navidad, porque si nos peleamos con alguien, deje de hablarle a alguna persona, estuve discutiendo con alguien de mi familia, fui envidioso y no compartí mis cosas, creo que no podríamos decir que estamos celebrando la Navidad.
San Esteban, siempre dio testimonio de Cristo y finalmente al finalizar su vida vio al Señor delante de él, marcando así que toda su vida estuvo orientada totalmente hacia esta realidad, mientras que las autoridades religiosas simplemente se negaron a reconocerlo, pues solo les interesaba sus ritos, sus preceptos, su poder, pero habían dejado de lado totalmente la experiencia de Dios, de modo que al sentirse amenazados, no se dieron la oportunidad de conocerlo, de meditar, sino que simplemente destruyeron, optaron por la muerte. Nosotros podríamos ser igual, y solo ver nuestras conveniencias, sin que perturben nuestra paz, nuestros negocios, nuestros intereses, nuestra aparente paz; pero sin ver realmente a Dios en nuestras vidas. Esta fiesta nos invita a no ser como esas autoridades que sólo se veían a sí mismos, pero no veían a Dios; y abrirnos como san Esteban en nuestras vidas para comprender qué es lo que Dios quiere de nosotros y a dirigir nuestros pasos siempre hacia él, dando totalmente lo que somos y así hacer de nuestra vida una auténtica Navidad.

Octava de Navidad

Del 25 de Diciembre al 1 de Enero la iglesia celebra la llamada octava de Navidad en donde con gozo todos celebramos la fiesta de Navidad como si fuese solo un día. Durante estos días todos notros estamos invitados a reflexionar un poco sobre el sentido de la Navidad, y con ello descubrir un poco más sobre esta realidad.
Durante la octava de Navidad, el Misal señala: para el 26 de diciembre, la fiesta del Protomártir San Esteban; para el 27, la de San Juan Evangelista; para el 28, la de los Santos Inocentes, los siguientes días no tienen un santo en especial pero se nos presentan personajes en la lectura del evangelio, Simeón, Ana, Juan Bautista, hasta culminar la octava de Navidad con la solemnidad de María, Madre de Dios.
Por esta razón en este blog voy a ofrecer unas pequeñas meditaciones sobre estos días de la octava de Navidad para conocer un poco más sobre la espiritualidad de la Navidad iluminados por los textos de la liturgia. Con esta meditación podremos apreciar un poco más lo que es la Navidad y su repercusión en nuestras vidas.
Podemos decir a modo de conclusión que la Octava ha sido muy importante sobre todo en la Edad Media, donde toda la octava de Navidad era de extraordinario regocijo. Cada día se organizaban fiestas litúrgicas populares, con representaciones escénicas, las cuales, además de divertir y entretener, ilustraban en los misterios de la fe de modo pedagógico.

22/12/09

Feliz Navidad????

Meditación con motivo de la solemnidad de Navidad
(Misa de Medianoche)

Textos:
Isaías 9,1-6
Tito 2,11-14
San Lucas 2,1-14
El día de hoy muchos por la noche se dirán “¡Feliz Navidad!”, pero, cuál es la razón por la que será feliz la navidad, ¿Qué entendemos por Navidad? ¿Qué es lo que la hace feliz? Recuerdo en una caricatura que vi que la navidad era feliz en la medida en la que había un árbol y lleno de regalos, y que al ser quemada curiosamente se perdía la navidad y la felicidad de la misma, ciertamente es un acto terrible, que impacta, que causa una tristeza, pero ¿Implica que se `pierda el espíritu navideño? Creo que en realidad no hemos sido capaces de entender que es Navidad.
Cuando hablamos de Navidad viene a nuestra mente cantidad de imágenes, como árboles, luces, santa Claus, esferas, regalos, comida navideña (Bacalao, romeros, pavo, etc…) Y si llega a faltar esto, entonces pareciera que ya no existe más lo que es la navidad. Eso quiere decir que la Navidad está limitada a algo meramente comercial y material, o incuso sentimental, porque también la navidad se suele limitar sólo a la reunión de personas, y si alguien no se encuentra pareciera que la festividad se desploma totalmente.
Ciertamente la reunión de la familia es importante, pues la navidad es la oportunidad para estar juntos y ello hace que se establecen vínculos más fuertes. También son importantes los signos, son importantes los regalos. Pero la Navidad no puede quedar limitada sólo a esta realidad. Porque a lo largo del año hay otras celebraciones que implican la reunión de la familia, que habla de signos y de regalos, y sin embargo no son Navidad. Por tanto ¿qué es la Navidad?
El texto del evangelio que hoy hemos escuchado parece acercarnos a esta realidad, para entender el verdadero sentido de la Navidad. En primer lugar se nos dice que el nacimiento de Jesús se da en un contexto de censo. El tema del censo dentro de las Sagradas Escrituras está bien testimoniado, como el signo del poder de un soberano sobre el Pueblo, mostrando así que tan poderoso es. Un ejemplo claro lo encontramos en 2Sam 24 en donde David manda hacer un censo, con el fin de ver cuántos hombres tenía para la guerra y así sobrevivir, pero desconfiando de Dios. Esto provocó una peste. Se puede apreciar que un censo en el pasado ha traído calamidades, pero ahora paradójicamente este censo trae un salvador.
Para el evangelista Lucas este contexto sirve para anunciar de antemano la salvación definitiva, que a pesar de que existe fuerzas hostiles y que gobiernan el mundo a su placer el verdadero rey ha de nacer y salvará a los hombres. La celebración de Navidad se convierte en primer lugar en un acontecimiento de salvación, lo que en la noche de Navidad celebramos es un momento de salvación. Así como san Lucas habla de ese censo, también hoy existen otros censos, es decir otras formas de implantar el poder y el mando en medio del mundo. Hoy existen censos (formas de poder) en donde se promulgan leyes a favor de una serie de cosas que atentan contra la vida de los demás, contra la dignidad de la familia, para demostrar que son ellos los que rigen, que ellos mandan y no les importan la gente, sólo les interesa su poder, su soberbia, su despotismo. Y justo ahí e donde deberíamos de descubrir al verdadero salvador que viene a darnos su amor su vida, que viene a devolvernos nuestra dignidad. Esto es el sentido de la navidad.
Es momento de descubrir que la salvación no está en un partido político, no está en una serie de leyes a conveniencia de unos cuantos, no está en los gobernadores corruptos, ni en las instituciones caducas y totalmente llenas de corrupción. La salvación no está en quien va a gobernar porque finalmente todos quedan corrompidos por el sistema. La salvación no está en un poco de diversión que se nos dé para tranquilizar el alma, la salvación no está en leyes en las que supuestamente todos son tomados en cuenta, mientras que en realidad sólo son tomadas en cuenta a favor de sus posturas políticas. La salvación no está ahí. La salvación no está en aquel que hace un censo, sino en aquel que se mueve en medio de esa corrupción para darnos la salvación, devolviendo la dignidad.
Navidad se convierte así, en la renovación de toda la creación, de toda la historia, a fin de iniciar una total transformación en la vida del hombre. Es el momento para elevar la vista y descubrir que no caminamos solos en el mundo, que a pesar de las injusticias, de las cerrazones, de las corrupciones, hay alguien que rige la verdadera historia, alguien que nos ama, que no nos deja solos y que va buscando los medios necesarios para que vayamos saliendo adelante, rescatando nuestra historia, nuestra dignidad, nuestra persona. Cuando nosotros somos capaces de descubrir esto la Navidad toma un nuevo sentido, la Navidad se vuelve realmente un momento especial, porque no sólo es reunión o es fiesta, es un acontecimiento en donde nos llenamos de esperanza y somos capaces de descubrir que no estamos solos en la vida, este Jesús que nos salva y que a pesar de esos poderosos corruptos en medio de la historia. La Navidad se convierte de este modo en salvación, en esperanza, y en un verdadero gozo, que no se sostiene simplemente en algo esporádico o comercial, sino en la certeza de la salvación que sólo viene de Dios.
Esta verdad puede parecer inadvertida e incluso totalmente oculta a los ojos de los demás, y sobre todo por los poderosos de la historia que van comercializando la Navidad y lo limitan a tantas cosas, menos a llenarlos de esperanza, de dignidad y de reconocerse llamados a ser hijos de Dios. Esta idea está puesta implícitamente en el texto: «...no había lugar para ellos en el albergue.» Para la salvación y dignidad del hombre nunca habrá sitio en el albergue, nunca habrá la posibilidad de la salvación, porque esto no conviene a los poderes de la historia.
En segundo lugar el texto nos invita a acercarnos un poco más al misterio de la navidad y descubrir en donde está la salvación, descubriendo a Jesús: «…lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre.» Nos habla de dos realidades vitales para encontrar a Jesús. Primeramente los pañales. Ser envuelto en pañales, no es un mero signo de pobreza sino que remite al texto de Sabiduría 7,4-5, en donde Salomón, el más rico de Judea afirma: «Me criaron con mimo entre pañales. Ningún rey empezó de otra manera.» Así que Jesús nace como cualquier rey, con esto se anuncia la realeza de Jesús. Ese niño, pequeño y débil, en el fondo es Rey, y tare la salvación porque es Rey, porque realmente gobierna. Hay emperadores, políticos, gobiernos, pero este que inicia su vida es Rey, este gobierna de un modo distinto, lejos de toda corrupción, lejos de toda situación de maldad. Este niño, trae un nuevo criterio con lo cual regirá la tierra. ¿Pero cuál es este criterio? El texto ofrece la respuesta a continuación al decir que es recostado en el pesebre.
El verbo “recostar” es el mismo término que Lucas empleará para designar al cuerpo de Jesús que es reclinado en el sepulcro, marcando así que se deposita un cuerpo de modo pasivo. Con esta idea san Lucas parece aludir a la relación entre el pesebre y la cruz, como diciendo: el pesebre es el lugar apropiado para el Hijo de Dios, como lo será el leño de la cruz y la “cuna” del sepulcro. Ésta es la suerte del Mesías y su deber ser: así es y será salvador Jesús. La Salvación del mundo y la manera de dirigir la vida del hombre se dará a partir de la entrega en su cruz, y ya desde la narración del nacimiento se ve claramente la sombra de la cruz con la cual regirá al mundo y lo salvará.
Con estos dos elementos que he considerado, creo que podemos acercarnos mejor a la Navidad y decir “¡Feliz Navidad!”, teniendo en cuenta la salvación, la esperanza, la capacidad de cambio que se puede iniciar desde ahora la gracia de Dios. Decir “¡Feliz Navidad!” teniendo la certeza de nuestra dignidad, de nuestra salvación. Anunciar una “¡Feliz Navidad!” convencidos de que Jesús viene a reinar a nuestras vidas y que lo hace dándose totalmente a nosotros. Sólo así como cristianos podemos decir en este día “¡Feliz Navidad!”, sin detenernos tanto en lo material, lo banal, y descubriendo desde la fe lo que realmente celebramos esta Navidad. Y entonces si desde nuestra vida de fe y llenos con la fuerza del evangelio podemos decir: “¡Feliz Navidad!”

20/12/09

¿Cómo nos preparamos a celebrar la Navidad?

Meditación del IV Domingo de Adviento
Ciclo /C/

Textos:
Miqueas 5,1-4
Hebreos 10,5-10
San Lucas 1,39-45

La solemnidad de la navidad se acerca, sin embargo pareciera que el sentido de esta ha perdido su razón de ser, pues estamos rodeados de luces, de santa Claus, de regalos, productos, tiendas, ofertas, pero curiosamente el verdadero sentido de esta fiesta, que es el nacimiento del niño Jesús no aparece realmente. Deberíamos de preguntarnos en este día ¿Cuál es el significado de la Navidad que se acerca tan vertiginosamente a nuestra vida?
La primera lectura nos ofrece una pista sobre esta realidad: «Y tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel…» La Navidad es reconocer que Jesús viene a nuestra vida, que viene a nuestra historia. Estamos ante un acontecimiento vital dentro de nuestra vida de fe. No es que venga algún personaje ilustre entre nosotros, no es un presidente de gran `poder el que viene, no es un cantante o estrella de la farándula la que viene, no es cualquier genio que quiere visitarnos. Resulta ser que el que Viene es Dios, Dios mismo en persona el que viene a nuestro encuentro, ni más ni menos. Pero curiosamente nadie se percata de ello, es posible hacer grandes aspavientos porque el presidente de Estados Unidos viene, o porque ha muerto el príncipe del Rock, pero si viene Dios curiosamente no nos importa, es algo intrascendente. Incluso colocamos la fiesta, pero él no aparece. Nos reunimos, pero no es él el objetivo, lo importante es la comida, el abrazo, los regalos. Pero el gran acontecimiento del nacimiento de Jesús no hace revuelo en nuestra vida. Él viene, él nace, pero eso no nos importa.
Pero ¿A qué viene?, el texto lo dice: «El se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor, con la majestad del nombre del Señor, su Dios.» Curiosamente no viene para que le saquen fotos, o para recaudar dinero, o para que le hagan grandes festejos. Él viene parta apacentarnos, para fortalecernos, para levantarnos, en otras palabras viene a ayudarnos. Celebrar la Navidad curiosamente es permitir que Jesús me apaciente, que le de paz a mi corazón, que me levante de la tristeza que tengo, que me ayude a superar la soledad que tengo, que me levante de mi pecado y sea mejor, que cambie cierta conducta que me daña y lastima a los demás.
La Navidad no es otra cosa sino celebrar que Dios se hace cercano y me quiere ayudar, pero… ¿Yo me dejo apacentar por él? O simplemente me dejo llevar por cosas superficiales, y cada navidad se queda con regalos, risas superficiales, buenos momentos, pero sin encontrar realmente la salvación en mi vida, sin dejar que sea Dios el que entre en mi vida y me haga ser una mejor persona, que no se deja abatir por la tristeza y sabe que Dios le ayuda en todo, se sabe capaz de vencer el pecado. Navidad es salvación, cercanía, amor; celebrar la Navidad es dejar que Dios me toque y sea mejor. El tiempo del adviento que estamos cercanos a concluir es precisamente esta preparación, poniendo en nuestra vida la disposición para dejar que Dios nos toque y haga de nosotros mejores personas. ¿Qué tan sensibles estamos para recibir a Dios en nuestra vida?
Pero Navidad es todavía más, es dejar que Dios nos toque y realmente nos renovemos venciendo todo pecado, pues la segunda lectura refuerza esta idea: «… en virtud de esta voluntad quedamos santificados pro la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre.» Jesús nace para morir por nosotros, nace y da su vida en rescate por todos, y empezar a vivir distintos, venciendo el pecado. Tendríamos que preguntarnos entonces qué tanto dejamos que el pecado vaya siendo venciendo en nuestras vidas cada navidad. Sería un absurdo decir que celebramos Navidad, y seguir siendo los mimos groseros, los mismos irrespetuosos, con los mismos vicios, con la misma indiferencia, etc. Navidad es iniciar una vida venciendo alguna cosa que no me hace perfecto, si no me hace ser mejor: ciertamente no podemos cambiar de golpe todo pero si podemos ser un poco mejores venciendo el mal que llevamos dentro, aunque sea un poco: navidad es eso.
Creo que con estas dos lecturas podemos comprobar que ciertamente muchos de nosotros hemos tergiversado el sentido de navidad y sólo dejamos que se nos quien con otros criterios que no son los que Dios quiere en nuestra vida. Sólo nos dejamos impresionar con las luces, los regalos, la fiesta, pero no dejamos que realmente la navidad sea un efecto de fecundidad en cada uno de nosotros. Es momento de dejar que Jesús venga a nuestras vidas y nos fecunde, así como lo presenta el texto del evangelio e donde podemos descubrir el encuentro de estas dos mujeres: María e Isabel.
Para el evangelista Lucas estas dos mujeres son el signo de dos realidades fundamentales. Por un lado Isabel representa a la vieja comunidad israelita, apegada a las instituciones, anquilosada y destinada a morir (ella era estéril, lo cual es signo de muerte porque ya no tiene ninguna opción de futuro). Junto con su esposo –Zacarías- forma la pareja emblemática del antiguo pueblo de Israel. Así Isabel es ese Pueblo antiguo que ya no da vida y no tiene futuro. Por otro lado aparece María, la joven, símbolo de la nueva comunidad, de la que habrá de nacer el Salvador del mundo, es la pequeña comunidad cristiana, que reconoce a su Mesías y se convierte en comunidad de discípulos. Es imagen de la Iglesia. Ella va “presurosa” por las montañas de Judea, llevando en su seno a aquel que debe salvar a los hombres. Ella va anunciar el sentido de vida a aquella comunidad vieja, estéril, sin opción de futuro.
Y ahí en ese encuentro donde Antiguo y nuevo testamento se encuentran, donde lo que no tenía vida comienza a tener una opción de futuro por el Mesías que está a punto de nacer. A lo mejor somos como Isabel, una comunidad triste, sin vida, que hemos alejado el verdadero sentido de la navidad de nuestra vida. Somos estériles porque ya no hay vida en nosotros, no hay esperanza de que la navidad sea novedad y liberación en nuestra vida, somos ancianos, porque todo está perdido en nosotros, ya no dejamos nada, no cambiamos nada porque creemos que ya no hay remedio para nada. Seguramente si que nos parecemos a Isabel, y tal vez pase la Navidad y no la vivamos como se debe, sólo nos quedemos con la fiesta, el árbol, la posada, la bebida, la comida, la música, pero que finalmente nos deja sin vida, nos deja estériles, sin ser capaces de iniciar una nueva historia, sin dejar que realmente que la navidad se vuelva encuentro con el Señor.
Qué así como María fue al Encuentro de Isabel para darle vida y esperanza de sentido en su vida, dejemos que ella venga y nos dé a Jesús, su hijo y de sentido a nuestra vida y esta Navidad sea una verdadera Navidad, pues habrá muchas cosas, pero lo más importante que es encontrarse con Jesús, es lo que vale la pena.

13/12/09

«¿Qué debemos hacer?»

Meditación del III Domingo de Adviento

Textos:
Sofonías 3,14-18
Filipenses 4,4-7
San Lucas 3,10-18


El día de hoy la Iglesia celebra el tercer domingo de adviento, denominado domingo del Gaudete, es decir domingo del gozo, pues está caracterizado por la alegría; una alegría que tiene su fundamento en la llegada inminente de la Navidad. Esto es señal de gozo, sin embargo cuál es el sentido de la vida del gozo en el creyente, cuál es el medio por el cual nosotros podemos hablar de un verdadero gozo dentro de nuestra fe cristiana.
La pregunta que surge ante esto es sin duda ¿Qué se necesita para ser felices? Y parece ser que el texto del evangelio da un acercamiento sencillo respecto a esta realidad. El texto de Lucas nos coloca el ministerio del Juan Bautista y todo el pueblo reunido a su entorno haciendo sólo una pregunta: «¿Qué debemos hacer?» esto tiene un significado: se trata de una pregunta que anida en el corazón de muchas personas. Es el cuestionamiento sobre el sentido de la propia existencia, que surge en la conciencia de aquellos que se encuentran insatisfechos y ansían algún cambio en sus vidas. Es el que se pregunta: “¿Qué vida es ésta, la mía? ¿Hacia dónde me lleva? ¿Qué tendría yo que hacer para sentirme en paz conmigo mismo?” Es una pregunta que nos hacemos a nosotros mismos y que dirigimos a aquellas personas que, según nuestro parecer, podrían ayudarnos.
Muchas veces ante esta pregunta esperamos grandes cosas, respuestas asombrosas y formidables. Pero Juan Bautista contesta con cosas muy sencillas. ¿Eres soldado, o cobrador de impuestos, o, simplemente, un rico que tiene de sobra mientras otros no tienen nada? Para cada uno, Juan tiene una palabra que amonesta y que orienta. Pero que es sencillo, el hombre sólo debe de hacer lo que le corresponde. No exigir más de lo estipulado, no extorsionar, ser compartido, que en el fondo es lo que el hombre debe de hacer.
Muchas veces tratamos de buscar múltiples formas para ser felices, buscamos comprar cosas, ir a múltiples lugares, estar rodeados de gente, ver las novedades, sacar provecho de alguna cosa, y curiosamente la felicidad no está ahí. Ser feliz no es otra cosa que hacer lo que te corresponde, y hacerlo bien. Muchas veces creemos que la felicidad llega cuando hacemos cosas fuera de lo común, que sean un tanto llamativas o que pertenezcan al mundo de la moda; pero esto no es así la principal felicidad comienza precisamente cuando hacemos lo que nos corresponde, cuando somos generosos par con los que vivimos, cuando somos honestos en nuestro trabajo, cuando atendemos nuestras responsabilidades bien. Y esto da la felicidad porque no nos deja intranquilos, pues estamos seguros que hacemos lo que os compete y lo hacemos bien.
Cuando alguien busca tantas cosas por la vida, y no atiende ni lo que debe desde luego que su felicidad es muy efímera y no tiene un fuete sustento. Si una madre de familia trabaja y atiende a sus hijos a su esposo y su trabajo, es feliz, pero si empieza a buscar cosas extras para quedar bien con otras realidades, y empieza a desatender a sus hijos, a su esposo, desde luego que en su interior hay una cierta insatisfacción, porque sabe que hay algo mal, y tratará de compensarlas curiosamente con otras cosas, pero al no atender su responsabilidades caerá en la cuenta que no es feliz. O un Papá que se llena de cosas, de múltiples trabajos y no tiene tiempo para su esposa o sus hijos, llega un momento que busca la felicidad con amigos, fiestas, compromisos, que en ese momento hacen que se le olvide, pero curiosamente queda en su interior un vacío. Porque no hace lo que le corresponde. O bien un estudiante que va a fiestas, echa relajo con sus amigos, pero no estudia, en su interior tiene un vacío, y no alcanza la felicidad, porque curiosamente el punto de arranque de la felicidad es hacer lo que nos corresponde.
Y después de hacer lo que nos corresponde en nuestra vida debemos descubrir a Dios en nuestro caminar, puesto que Él es el sentido de toda la felicidad. Y eso hace Juan Bautista, una vez que los exhorta a vivir de manera adecuada les dice que miren hacia Dios: «Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más fuerte que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.» Finalmente su mirada debe de estar dirigida hacia Dios, pues sólo él da sentido a toda la realidad humana.
Aquí es donde podemos captar la grandeza de Juan. Juan es grande no porque es capaz de dar indicaciones morales con extrema claridad y sorprendente energía, sino porque es el profeta de la novedad que salva: “ya viene otro más poderoso que yo”. Se nota que Juan está conquistado por este evento tanto que su preocupación no es la de aparecer sino la de desaparecer para dejar el lugar a aquel que debe venir. “Viene”: no es ni siquiera necesario buscarlo; es él quien viene a buscarnos a nosotros. “Es más poderoso que yo”. Es como si Juan dijese: “Lo que yo puedo darles no basta. Es Él el esperado. Solo Él puede escuchar las invocaciones, conocidas o no conocidas, que suben de lo profundo del corazón”.
Caminemos, por ello, al encuentro de la Navidad que se aproxima con el deseo de encontrar la presencia viva del Señor. Preguntémosle, en algún momento de comunión profunda: “¿Qué tengo que hacer?” Y Él nos dirá: «Haz lo que te corresponde, atiende lo tus obligaciones, atiende lo que tienes, no busques salidas falas, no huyas de tu realidad, al contrario haz bien lo que tienes en tus manos entrégate a ellas totalmente, y sobre todo cree en mí, y después ama. Y goza. Y anuncia a todos la “buena noticia” de la esperanza.» Entonces se llega a experimentar la ligereza, la espontaneidad, la alegría de una existencia que se acoge como don y se vive bajo el signo de la gratitud, y que sin duda se vive palpablemente en la solemnidad de Navidad.

12/12/09

Fiesta o Fe????

Meditación con motivo de la solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe

Textos:
Eclesiástico 24, 23-31
Gálatas 4, 4-7
San Lucas 1, 39-48

Hoy celebramos la solemnidad de la Virgen de Guadalupe, y podríamos preguntarnos cuál es el sentido de dicha celebración, porque si sólo nos quedamos con la algarabía, las mañanitas, los cohetes, la música, el mariachi, pues se queda en una fiesta más, en otro momento más de la vida. Cuál sería la diferencia entre esta festividad, y otra que a nosotros nos guste. En todas hay comida, alegría, música. ¿Qué hace la diferencia entre esta fiesta y otras? ¿Será qué sólo la hemos convertido esta celebración en un pretexto más para tener fiesta?
Creo que no debe ser así, porque esta fiesta realmente debe tener una característica distinta a las demás fiestas, y es precisamente la experiencia de fe. Hoy estamos celebrando una característica fundamental de nuestra vida de fe. Celebrar a la Virgen de Guadalupe no es simplemente celebrar a la Virgen porque se nos ocurre, sino que celebramos un acto de fe. Y al decir acto de fe me refiero a dos cosas. Por un lado estamos celebrando a la Virgen como modelo de fe, si nosotros somos creyentes eso implica que debemos tener un modelo, y es precisamente María el modelo que nos ayuda para segur adelante en nuestra vivencia de fe. Si celebramos a la Virgen no es sólo porque nos cae bien, o porque es milagrosa, o porque es nuestra Madre, en primer ligar porque es quién nos ayuda a caminar en la vida de fe con su ejemplo.
Pero, en segundo lugar, la fiesta de hoy conmemora nuestra experiencia de fe como cultura. LA Virgen María viene a México, no porque se le ocurrió, porque quisiese dejar sólo una imagen. La Virgen ha venido para cimentar nuestra fe. Recordemos que sus apariciones se dan en medio de un ambiente hostil, en medio de una situación de Crisis para el pueblo Mexicano, pues han perdido su cultura, su fe, su identidad; y pareciera que los españoles han impuesto otra realidad totalmente ajena a lo que ellos creen, viven y son. Y justo en ese momento en donde `pareciera que no había ninguna solución para este encuentro de culturas, viene la Virgen con un mensaje de unidad y de reconciliación. La imagen que queda plasmada en el Ayate de Juan Diego es precisamente un mensaje de paz, para aquellos que estaban atribulados.
Por tanto esta celebración, no es otra cosa sino recordar precisamente las bases d nuestra vida de fe. Si hoy hay fiesta, alegría, música, está bien mientras que detrás de todo esto se tenga la convicción del nacimiento de nuestra vida de fe; pero si por el contrario sólo buscamos la fiesta para pasarla, para tomar, para comer; pero sin ninguna expresión de fe creo que esta fiesta ha perdido su verdadero sentido, ha perdido su razón de ser, porque en realidad no celebramos nada. Al terminar esta celebración implicaría que vayamos haciendo más sólida nuestra vida de fe, si María es nuestro modelo de Vida de fe, deberíamos preguntarnos qué tanto dejo que ella me lleve al encuentro con Dios. Sin este encuentro es imposible una verdadera fiesta de la Virgen de Guadalupe. Sin una renovada vida en la fe es absurda la fiesta de hoy. Meditemos si realmente para nosotros significa algo esta festividad, o como de costumbre hemos paganizado una fiesta más…

6/12/09

Esperar...

Meditación del segundo domingo de Adviento
Ciclo /C/

Textos:
Baruc 5,1-9
Filipenses 1,4-6.8-11
San Lucas 3,1-6

Una de las realidades vitales en el hombre es el encuentro con los demás, necesitamos de encuentros con otras personas para seguir adelante en la vida, pues por medio de los encuentros somos felices, compartimos nuestra vida, nos ayudamos, seguimos adelante. Y cuando estos encuentros se dan generalmente nos preparamos para que se lleven a cabo de la mejor manera. Algunas veces son de manera informal, otras de modo muy formal. Lo cierto es que para encontrarnos con otras personas solemos vestirnos bien, llevar cosas que nos den buena presencia, llevar lo que al otro le gusta, preparar la comida si es en casa, etc. El encuentro con los demás necesariamente lleva a prepararnos. Nunca lo haremos de modo arbitrario, aún cuando es informal nos preparamos.
Hemos iniciado el segundo domingo del tiempo del adviento que está caracterizado por la preparación al camino del Señor. La liturgia nos invita a preguntarnos si realmente nos preparamos para encontrarnos con el Señor.
El texto del evangelio nos presenta este tema en dos bloques. Primeramente se nos ofrece una panorámica histórica de la época de Jesús. Con esto san Lucas juega con su papel de historiador y quiere situarnos concretamente en la historia para reconocer la actuación de Jesús; pero más allá de estas certezas históricas –que algunas ciertamente nos son muy precisas-, hay una fuerte enseñanza y es precisamente que el evangelista quiere poner de manifiesto en donde se mueve Jesús y con quienes se va a enfrentar. Finalmente Jesús viene a predicar y para ello deberá enfrentarse con los poderes del mundo y Lucas refleja estos poderes colocando este listado.
Con ello quiere decir que, no todos están preparados para Jesús, hay gente que en el marco histórico no estarán preparados para su mensaje. Son los poderosos de la historia en donde Jesús no entrará. Sin embargo el mensaje que Jesús viene a traer contradice esos poderes, y con ello se dará una confrontación que lo llevara a la muerte.
Inmediatamente después de este episodio san Lucas hace un acercamiento y nos presenta a alguien que si espera a Jesús, y le prepara el camino: Juan Bautista. Y curiosamente su mensaje versa en torno a esta realidad: «Preparar los caminos del Señor.» Y esta preparación no se da ni en los palacios de los poderosos romanos (Tiberio o Pilato), ni en las grandes estructuras religiosas del templo (Anás o Caifás). Se da en el desierto, porque para recibir al Señor se debe hacer en un lugar donde nada estorbe, donde no haya nadie más que la presencia de Dios. El desierto se vuelve así un lugar donde no hay distractor alguno, sino que Dios está e interviene en la vida.
Con esta realidad podríamos preguntarnos hoy ante la inminencia de la navidad “¿Cómo preparamos nuestro encuentro con Jesús?” Somos como los poderosos en donde Jesús no tiene nada que decirnos, en donde es un articulo más de nuestra vida. Es un regalo, un agente de emergencia, un adorno más, pero que finalmente no interviene para nada en nuestras vida y en nuestro pensamientos. O somos como Juan el Bautista que realmente vamos preparando el camino del Señor, y realmente nos preocupamos por hacer lo necesario para acercarnos a él.
Cuando nos preparamos para encontrarnos con alguna persona tomamos muchas actitudes. Algunos ponen todo para llegar a tiempo, otros se bañan, se rasuran, se perfuman, preparan algo para darlo, hacen planes para que todo vaya bien, preparan comida, barren la casa, etc. Son cantidad de cosas que hacemos para preparar el encuentro con alguien. Pero cuando algo no nos interesa, ni lo hacemos con ganas, ni nos apuramos, en otras palabras, ni lo preparamos.
Si para esperar al alguien importante y significativo realmente nos esforzamos, como nos preparamos para encontrarnos con Jesús. O a lo mejor estamos tan ocupados que ni nos importa y vamos por la vida como si no nos interesara. Así que pasa desapercibido. No lo descubrimos en nuestra vida, ni en nuestra familia, ni en lo que vivimos. Incluso todos celebraremos navidad pero seguramente, llenos de luces, risas, regalos, personas, pero… seguramente sin Dios.
Si todos nos preocupamos por esperar el encuentro con los demás, creo que sería muy importante descubrir a Dios, abrir nuestros ojos y descubrir que ahí está Dios. Así como nos arreglamos para presentable nos con los demás, porque no nos arreglamos para Dios, y no me refiero a la físico: por qué no arreglamos nuestro carácter, o porqué no arreglamos nuestras diferencias con nuestros amigos, con nuestro esposo/a, o con nuestros hijos y somos mejores. Porque si nos maquillamos o perfumamos, no vamos llenando nuestra vida del perfume de la bondad, e la sonrisa dejando ese mal genio y así vamos recibiendo al Señor. Si barremos la casa, porque no quitamos esos defectos y vamos siendo mejores con nosotros mismos. Así prepararemos efectivamente un encuentro con Dios
El adviento es el momento propicio para recordar que Dios viene a la vida, descubrir que él está aquí en medio de nosotros y que está navidad quiere nacer. Adviento es adentrarse en el desierto. Quitarse de aquello que nos incomoda, de aquello que no nos sirve, que es superficial y dejar que lo que realmente vale la pena, es decir, la experiencia de Dios sea la que va ayudándonos continuamente. Lo primero para adentrarnos en ese desierto será por tanto descubrir que nos estorba para estar realmente con Dios, puede ser una actitud, un pensamiento, un vicio, una persona, una intención. Pueden ser cantidad de cosas, lo importante es que detectándolas las vayamos quitando, y así en la medida en la que vamos dejando de lado estas situaciones entramos en el desierto, y vamos preparando lentamente los caminos del Señor, y sobre todo vamos poniendo las bases para una nueva Navidad distinta y renovada en mi ser.

29/11/09

«Levanten la cabeza, porque ya está cerca la hora de su liberación…»

Meditación con motivo del Primer domingo de Adviento

Textos:
Jeremías 33,14-16
1 Tesalonicences 3,12-13.4,1-2
San Lucas 21,25-28.34-36

Hoy iniciamos un nuevo año litúrgico con la celebración del adviento. Este tiempo litúrgico nos invita a meditar en la espera gozosa del Señor en nuestras vidas. Por un lado, nos invita a prepararnos para recibir a Jesús que viene a nuestras vidas en todo momento, es el momento adecuado pare recordarnos que todos caminamos en la historia acompañados por el Señor que viene. Por otro, es un momento para preparar la navidad, porque a veces estamos tan acostumbrados a celebrarla que precisamente el adviento nos invita a la reflexión y ver con una nueva óptica esta fiesta siempre nueva.
Y en medio de este caminar para reconocer a Jesús que viene a nuestras vidas y para ser capaces de prepárenos mejor al tiempo del adviento la liturgia del día de hoy nos presenta el tema de la esperanza, un tema vital dentro de la espiritualidad del adviento.
¿Pero qué es la esperanza? Para muchos la virtud de la esperanza es una visión un tanto pesimista o conformista de la historia, pues sólo se limitan a ver, la esperanza como una especie de virtud que nos paraliza, que nos hace decir “haber si cambia algo”, y con ello no se hace nada sólo esperar a que Dios cambie las cosas, a conformarnos con lo que tenemos, irla pasando y ya ni modo. Sin embargo, la esperanza no es esto, es una virtud que como su nombre lo indica, espera; pero no lo hace ni de manera pasiva, ni de modo conformista, al contrario, la esperanza es una virtud activa que confiando en el actuar de Dios en la historia, es capaz de ir renovando la historia dese ahora su vida y su entorno. El hombre de esperanza, vive seguro de que lo que hoy existe no es definitivo, que Dios transformará todo, pero al mismo tiempo esta virtud le va transformando y va renovando todo, haciendo posible y visible el actuar de Dios.
La segunda lectura del día de hoy precisamente pone las pautas de esa esperanza, que es totalmente activa en la vida del actuar cristiano, del hombre de fe: «Que el Señor los haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás.» La esperanza debe llevarnos precisamente a permitir que Dios nos transforme profundamente. Y esa transformación se logra a través de la vivencia radical del amor. Ese es un distintivo de la esperanza, es decir, el crecimiento profundo en el amor. Un amor que nos lleva a hacer comunidad , un amor mutuo, que se comparta con los demás, y debe de compartirse porque la fuerza del amor es lo que renueva todo, es lo que hace al hombre distinto, y hace que los demás sean distintos, se sientan interpelados y descubran algo nuevo que puede renovarse en ellos. De este modo el amor se convierte en medio para animar a los demás y descubrir que todo se renueva, y por tanto hacer de la esperanza una fuerza que transforma todo y hace una experiencia de comunidad.
Y esta vivencia del amor desde luego que cansa sin embargo hace que nos acerquemos a Dios y Dios entra en nuestra vida, por ello nos dice san Pablo: «Que él fortalezca sus corazones en la santidad y los haga irreprochables delante de Dios.» Con esto san Pablo pone de manifiesto dos realidades fundamentales: La santidad y el ser irreprochables. Al decir santidad se refiere a la capacidad que el hombre tiene para vivir desde la dinámica de Dios. Santo es aquel que vive según los criterios del evangelio. La palabra Santo incluso quiere decir precisamente eso: “otro”, es decir, distinto, diferente a las categorías del mundo. Vivir en la esperanza dese la dinámica del amor implica precisamente vivir con un nuevo valor en medio de la historia. En segundo lugar dice que sean irreprochables, y aquí utiliza la palabra “sin tacha”, que remite a una experiencia de los sacrificios, pues un animal sólo podía ser sacrificado siempre y cuando estuviese “sin tacha”, es decir, sin marcas, sin defectos. Si algún animal tenía alguna herida, o estaba mal, era inmediatamente rechazado, pues a Dios se le debía dar lo mejor. Si san Pablo recomienda que seamos irreprochables, quiere decir que nos invita a no tener defectos, es una invitación a quitarnos aquellas situaciones que no nos hacen ser mejores personas, al contrario, nos dañan, nos lastiman y lastimamos a los demás.
La esperanza es constructora de una nueva humanidad y ello implica que dejándonos transformar por esta fuerza podemos iniciar dos cosas, por un lado empezar a vivir desde otras categorías, vivir desde Dios, pensar y hacer nuestros juicios como Dios, como él lo va haciendo, come él lo va marcando. Eso es lo importante. La esperanza no es por tanto sentarse a esperar es tener la capacidad de empezar a tener nuevos criterios, y por esa razón todo puede cambiar, todo puede ser diferente e iniciar una nueva historia. En segundo ligar hace que vayamos ciertos vicios, ciertas situaciones que no nos ayudan en nada, sino que nos van limitando e la vida, dejando y venciendo aquello que en realidad nos daña y daña a los demás. Esta es la razón por la cual la esperanza e formadora de una nueva realidad, porque ahora vivimos desde nuevos parámetros y con el intento de formar una nueva vida, que de antemano hemos iniciado.
A veces esto se nos puede frustrar por as situaciones que vamos viviendo, sin embargo el texto del evangelio nos invita precisamente a esta esperanza a no permitir que nuestra vida viva sumida en un conformismo o en un sin sentido de la vida: «Tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.» Con esta frase Jesús deja en claro que las penurias, que lo momentos difíciles van a llegar, sin embargo no podemos sentirnos mal, no podemos defraudarnos, al contrario debemos de seguir adelante y alimentar nuestra esperanza, empezar a transformar nuestra vida. Levantar la cabeza es el símbolo de la libertad y de la esperanza, mientras que estar cabizbajo es el símbolo de la esclavitud, del pecado, de la pérdida del sentido de la vida, el ensimismamiento. Jesús exhorta por tanto al creyente a no claudicar en el proyecto del Reino y a levantar la cabeza teniendo la certeza de que todo cambia y que siempre es posible salir delante: «Levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación
Cuando llegue la tristeza, levanta la cabeza; Cuando llegue la traición, levanta la cabeza; cuando surjan dudas, levanta la cabeza; cuando t sientas solo, levanta la cabeza, cuando te sientas oprimido, levanta la cabeza, cuando te sientas angustiado, levanta la cabeza; cuando creas que estas a la deriva, levanta la cabeza; cuando creas que tu vida ha perdido sentido, levanta la cabeza; cuando estés desesperado levanta la cabeza, porque llega la liberación, porque Jesús no te deja solo, porque Jesús viene a transformar tu vida. Pero levanta la cabeza, levanta tu esperanza, y veras que Dios nunca te deja solo.
El adviento es esto, es permitir que en nuestra vida venga el Señor, y reconozcamos que nunca nos deja solos, porque el continuamente viene, lo importante es que lo reconozcamos, de lo contario entonces el adviento será un tiempo más, pero no habremos encontrado el verdadero sentido que es descubrir en el “hoy” la presencia del Señor que ya viene.

22/11/09

«¿Entonces tú eres rey?»

Meditación con motivo de la solemnidad de Jesucristo Rey del universo

Textos:
Daniel 7,13-14
Apocalipsis 1,5-8
San Juan 18,33-37

El día de hoy la Iglesia celebra la solemnidad de Cristo Rey, una fiesta que nos recuerda la soberanía de Cristo sobre todo y del sentido de la historia desde Jesucristo, pues él es el sentido de la historia, de la creación y de nuestros pasos a través de nuestro continúo caminar, reconociendo que no lo hacemos todo por nosotros mismos, sino que hay alguien superior que nos invita a transformarlo todo. De tal manera que esta solemnidad nos pone de frente a dos realidades, que están íntimamente relacionadas: Por un lado, a reconocer el papel que Jesús juega en nuestras vidas y reconocer si realmente él es Rey; y en segundo lugar a confortar nuestras vidas y nuestra historia desde los valores del evangelio con el fin de conocer nuestra escala de valores desde nuestra fe en el mundo actual, dando como consecuencia el descubrir el reinado de Jesucristo en nuestra vida.
El texto del evangelio de este día parece iluminar esta realidad. En primer lugar nos sitúa de frente a una realidad que Jesús vivió: Su pasión. Curiosamente para abordar el tema de la realeza de Jesús la liturgia nos coloca esta escena, demostrando que el reinado de Jesús no consiste en grandes palacios, lujosos ropajes, éxitos garantizados, fama indescriptible. El reinado de Jesús se comprende desde la dimisión de la cruz, del fracaso, de la pequeñez. Porque Jesús no vino a destruir, no vino a sobresalir, no vino a formar imperialismos, Jesús ha venido a instaurar un reino desde la dimensión del amor, la libertad, la verdad, el servicio, de tal manera que todo lo que se opone a ello no está en armonía con el evangelio, no con el verdadero reinado de Cristo.
En otras palabras los hombres muchas veces piensan que los criterios del evangelio no son del todo buenos o bien son absurdos, y que no tienen nada que decirnos a nosotros. Y justamente esa es la situación que se presenta en el evangelio, pues cuando Jesús comienza a hablar del reino, Pilato lo ve seguramente con una mirada un tanto despectiva e irónica y le dice: «¿Entonces tú eres rey?», una pregunta totalmente satírica porque al ver a ese guiñapo humano, que ha sido humillado, que lo han maltratado, que nadie sale en su defensa, que todos se burlan de él, que no tiene simpatizante alguno, y resulta que es Rey, eso sí que es un absurdo en la vida, por eso su pregunta: «¿Entonces tú eres rey?»
Esta es una pregunta que refleja en Pilato toda su incredulidad y burla posible, al ver lo absurdo ce un rey delante de él. Jesús no puede ser rey, es sólo un fracasado en la vida, con sueños y aires de grandeza, pero realmente no es nada. Y si nos ponemos a pensar un poco más esa pregunta de Pilato la hacemos siempre nosotros cuando vemos lo absurdo de los valores del evangelio en nuestra vida, en nuestro mundo tan podrido en tanta injusticia en las cuales también nosotros nos hacemos cómplices.
«¿Entonces tú eres rey?» le preguntamos al perdón, al verlo tan desgastado, al verlo tan absurdo en un mundo tan duro de corazón, donde lo que vale es la violencia, la guerra, la destrucción, el desquite. Pareciera que el perdón es un absurdo más en la vida, pereciera que el perdón no es posible en nuestra historia. «¿Entonces tú eres rey?» ¿Eres rey en medio de la violencia y de la venganza? Parce ridículo, lo dudamos, así como Pilato lo dudo al ver a Jesús totalmente desecho, manifestando que no podía ser Rey, del mismo modo notros decimos que el perdón no puede ser rey, y mejor vivimos en medio de la violencia, de la destrucción, desquitándonos; pero no creemos realmente en el proyecto de Jesús.
«¿Entonces tú eres rey?» es la pregunta que también le hacemos a la honestidad, puesto que vivimos en un país lleno de corrupciones, en donde el que no hace alguna “tranza” no puede seguir adelante. Preferimos robar, preferimos quitar y aprovecharnos de los demás, pero no nos quedamos con la honestidad, es un absurdo ser honesto cuando los políticos roban, cuando la sociedad busca aprovecharse de ciertas situaciones y robar, cuando todos estamos ávidos de sacar un provecho. Cuando no somos capaces de cobrara bien, o cuando no devolvemos un cambio, o cuando le robamos algo en un negocio. Desde luego que la honestidad no puede ser rey, sino más bien el robo y la corrupción, son los que reinan.
«¿Entonces tú eres rey?», le preguntamos a la verdad, cuando todos mienten para sacar un beneficio ya sea a costa de los pobres, o para favorecer a alguien que queremos, pero que finalmente, se mueve todo por engaño para salir adelante. La verdad no reina, más aún parece que la verdad no existe, porque la verdad es un sueño, lo que existe es la información a mi conveniencia, a mi favor, pero la verdad no reina. Es más poderosa mi Palabra llena de mentira, de chismes, de intriga; pero no somos capaces de anunciar la verdad, pues el mundo vive lleno de mentiras y nuestro corazón también. Si la verdad está tan desgastado claro que la verdad no es Rey, y menos en mi vida. Incluso podemos caer en el absurdo de decir que la verdad es relativa, porque cada uno tiene su verdad, así que cada quien crea lo que quiere, y por tanto todo es relativo, todo es verdad y todo es falso. La verdad no es capaza de Reinar.
«¿Entonces tú eres rey?», le preguntamos a la misericordia, porque en realidad quien se preocupa por la miseria y la necesidad de los demás. Nadie. La misericordia no existe, porque es mejor deshacernos de los que nos estorban, es mejor destruir a los que quieren acaparar cosas que nos interesan a nosotros. No importa si se lastima o se hiere al otro, mientras que yo tenga todo lo necesario para sobresalir. Lo importante es ser fuerte, y no preocuparse por los que está abajo, mientras no me favorezcan en algo.
«¿Entonces tú eres rey?», le preguntamos a la justicia. Cuando vivimos en un mundo tan corrupto y lleno de injusticias. La justicia no reina, es la más ciega de todas, y por tanto, lo que reina es el poder, es el privilegio, pero jamás la justicia. Es más fácil que yo no escuche a los demás, que no los ayude, que ,me preocupe y haga justicia. La justicia jamás reinará.
«¿Entonces tú eres rey?», le preguntamos al amor, cuando el mundo vive la indiferencia, el odio. El amor no reina. El amor es una palabra, un sentimiento, pero pasajero que pronto desaparece, que pronto se va y no dice nada, es una cursilería en medio del mundo, pero que al ver la realidad decimos que el amor no es posible, m{as a{un el amor se convierte en la desgracia más grande, que pronto se va y nos deja a medias, o en el peor de los casos nos deja vacíos y solos. El amor no reina, y nunca reinará porque es la utopía más grande que nunca alcanzará su meta. Pero curiosamente el amor ha triunfado en Cristo que desecho en una cruz ha demostrado que el amor es posible, el problema es que el cristiano no lo cree, no cree que ese sea su Rey, no cree que ese crucificado pueda cambiar su vida, pueda hacerlo ser más justo, más unido, más misericordioso, más sencillo, más humilde, más honesto.
Creo que hoy en lugar de estar cuestionando como Pilato: «¿Entonces tú eres rey?», seamos capaces de decir “Tu eres Rey”, y puedes cambiar mi vida, hacerme nuevo y capaza de vivir con otros parámetros que me ayudan a ser mejor persona, mejor ciudadano, y por tanto un pequeño motor que en mundo va haciendo un cambio radical. Podemos decir que esto es un absurdo, podemos dudar y quedarnos incrédulos con Pilato, o podemos iniciar un cambio. Ser como Pilato es fácil púes juzgamos desde la silla, sin movernos, sin cambiar, diciendo que no estamos preparados y haciendo juicios; o bien podemos vivirlo como Jesús, con dolor, con trabajo, pero llenos de un gozo nuevo porque este Rey no deja vacío.

15/11/09

¿Fin del mundo?

Meditación para el domingo XXXIII Ordinario
Ciclo /B/


Textos:
Daniel 12,1-3
Hebreos 10,11-14.18
San Marcos 13,24-32

Una de las realidades que más preocupan al hombre, que más le mortifican y que incluso le causan cierto morbo, es todo lo que se refiere al fin del mundo. Esto lo podemos ver claramente en el ambiente colectivo, en la misma cultura cuando salen grupos religiosos que anuncian el final inminente, e incluso por medio le lecturas fundamentalistas de la Escritura dan el número de los que se salvarán, logrando con esto asustar a la gente y ganar adeptos. Del mismo modo los avances científicos van manifestando que vivimos sólo por casualidad porque la tierra siempre está en cambio y qué seguramente el final está cerca. Y en el mundo cinematográfico podemos apreciar un sinfín de películas que narran la inminente destrucción de la humanidad como consecuencia de un meteorito, de una fuerza extraterrestre, de un mal en el ambiente, etc. O numerosos estudios de profecías que se han dado a lo largo del tiempo como la de Nostradamus, Malaquías, milenaristas, o la de los mayas (tan de moda hoy día).Lo cierto es que fascina y causa temor esta realidad.
Pero qué se puede decir desde la experiencia de fe de esta realidad. Primeramente podemos decir que en un momento determinado todo terminará, pero que no hay fechas precisas para dicho suceso: «En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre.» Sin embargo algo que si debería de interesarnos es que tanto nos preparamos para el final de nuestra vida, y cuando digo final no me refiero necesariamente a nuestra muerte, sino a la finalidad de nuestros actos y pensamientos, de nuestro caminar por la historia. El pasaje evangélico de este día nos orienta hacia una pregunta fundamental: ¿Cuál es nuestra finalidad en la vida? Porque podríamos preocuparnos por la destrucción mundial, pero no descubrir nuestra destrucción personal, la destrucción de mi familia, de mi entorno, que son consecuencias de una mala elección de paramentaros de vida. Analicemos el texto evangélico y descubramos algunas implicaciones para nuestra vida.
El texto que San marcos nos propone pertenece al ámbito apocalíptico, es decir, un género literario en donde se trata de hablar del sentido de la historia por medio de imágenes y símbolos para dar un mensaje de actualidad y de esperanza a todos los creyentes. La parte que hemos escuchado el día de hoy nos da aliento en medio de la tribulación, así como una invitación a confrontarnos con nuestra manera de vivir en medio del mundo.
El texto comienza hablando de una conmoción cósmica: «El sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar.» Dentro del simbolismo apocalíptico el sol y la luna refieren a los falsos ídolos, es decir las falsas seguridades que el hombre tiene y que finalmente le dan luz a su vida. El sol y la luna son el símbolo de las falsas luces en la vida del hombre, de esos ídolos que creen que dan sentido a su caminar, como el dinero, la belleza, el poder, las cosas materiales, la moda, etc. Son realidades que hacen que nos alejemos de Dios y creamos que sólo podemos vivir con ellas, haciéndolas el criterio de nuestra vida. Cuántas personas creen que su vida tiene sentido por el dinero que tienen, por las cosas que compró, por su intelecto, sin llegar descubrir a Dios y otros valores que son los más importantes en la vida.
Por eso Jesús avisa que llegará el momento en el que esos valores perderán su luz, porque eso no nos hace ser realmente humano, cuantas guerras y muertes se han dado por el poder, el placer, el dinero. Eso no es la verdadera luz, es una luz falsa, una luz que está condenada a extinguirse. Por ello Jesús nos marca que se oscurecerán, esas luces falsas, esos falsos ídolos están llamados a eclipsarse, porque la vida del hombre no puede entenderse desde esos criterios, no puede entenderse desde esas realidades tan pasajeras, que en el fondo le dejan vacío y le destruyen.
Deberíamos de meditar en primer lugar el día de hoy que tanto vivimos aferrados a estas falsas luces, a esos falsos ídolos que no nos conducen a la autentica verdad. Nuestra finalidad en la vida está en el tener cosas, en el mandar, en estar vestido a la moda. Ello implica que nuestra vida carece de un verdadero sentido, pues en el fondo nos deshumanizamos, en el fondo no somos totalmente hombres porque nuestra finalidad y horizonte en la historia son simplemente cosas pasajeras que se terminan y no tienen futuro.
«Las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán.» En segundo lugar nos habla de la caída de las estrellas y de las fuerzas (astros) del cielo. Las estrellas son el símbolo de aquellos hombres que se creen dioses, que creen poder ocupar el poder de Dios. Son como estrellas porque se han colocado en el cielo, lugar de Dios, se han atribuido un papel divino que no les corresponde. Cuántos hombres así se han dado a lo largo de la historia, que se han creído dueños del mundo con la capacidad de conceder o quitar la vida a otros, sólo porque tienen un puesto político determinado, son simplemente estrellas mediocres que al final de la historia caen, y seguirán cayendo. El verbo que utiliza san Marcos es caerán, es decir, que inician una caída y siguen cayendo. Es el anuncio de que todas esas personas irán cayendo lentamente a lo largo de la historia.
Pero, también nosotros podemos caer, porque a veces somos así. Nos creemos los más listos, los más capaces, los mejores líderes, los mejores amigos, los mejores trabajadores. Con ello vamos impidiendo el desarrollo de los demás, los señalamos, los enjuiciamos, los criticamos, los menospreciamos, pero no llegamos a nada. Algún día esa fama, esa inteligencia, ese poder, se terminará y caeremos.
Con estas frases Jesús no trata de asustar a nadie, sino que nos invita a estar alerta y descubrir precisamente que hacemos de nuestra vida, descubrir si vivimos simplemente iluminados por falsas luces, o creyéndonos fuerzas y potencias pasajeras. Lo importante no son los ídolos, ni el creernos superiores, lo importante es tener la capacidad de hacernos más humanos y vivir desde criterios que ayuden a crecer y hagan crecer a los demás haciéndolos mejores personas, al igual que nosotros.
Por esta razón Jesús presenta una imagen que remite a estos parámetros de una nueva humanidad: «Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria.» Ante los falsos ídolos que pierden su brillo y la caída de los soberbios y déspotas de la historia, emerge una imagen que ilumina y no cae: El hijo del hombre. Una imagen que si bien remite a Jesús también remite a la humanidad misma. El hijo del hombre es la imagen de la humanidad nueva y regenerada, a la cual estamos llamados todos nosotros. El hijo del hombre es la persona que ha logrado ser plenamente humano, dejando que Dios sea la luz en su sendero, dejando que sea Dios que le transforme y sea el único criterio de su vida. Y por tanto no ocupar lugares que no le corresponden, siendo déspota o juez de los demás. Sino que vive desde la experiencia del amor, dese la experiencia de la fe, de la donación de la misericordia, del servicio, de la fraternidad, tratando de vencer su pecado y haciendo de su vida algo mejor, para ser mejor con los demás. En otras palabras siendo más humano.
Creo que ponerse a especular sobre el fin del mundo, el fin de los tiempos, si va a venir un meteorito, o una catástrofe mundial, o si existen profecías, no sirven de nada, pues causan duda, temor, o morbo, pero por ninguna razón causan un cambio en la vida. Sería bueno que a la luz de este extraordinario pasaje evangélico del día de hoy nos preguntáramos por la finalidad de nuestra vida, la finalidad de nuestros pensamientos, y de nuestras obras. Si esa finalidad es humillar, destruir, mentir, sentirse superior a los demás, es momento de cambiar y tener un nuevo horizonte: Ser plenamente humanos y ser un hombre que se han topado con Jesús, y logran transformar las estructuras de su entorno. El final definitivo es secundario, si actuamos hoy y vivimos desde las categorías evangélicas, porque eso si es un reto para cada uno de nosotros.

9/11/09

«Y vi que salía agua …»

Meditación con motivo de la fiesta de la dedicación de la Basílica San Juan de Letrán

Textos:
Ezequiel 47,1-2.8-9.12
San Juan 2,13-22

La liturgia de hoy nos invita a celebrar hoy la fiesta de la Dedicación de la basílica de San Juan de Letrán, la cual es la Catedral de Roma, en donde se encuentra la sede episcopal del Obispo de Roma (es decir, el Papa). Por esta razón es llamada "madre y cabeza de todas las Iglesias de la urbe y del orbe". Esta basílica fue la primera en ser construida después del edicto del emperador Constantino, el cual, en el año 313, concedió a los cristianos la libertad de practicar su religión. Está dedicada a Cristo Salvador, sin embargo es más conocida hacia el siglo VI se les dio los nombre de san Juan, aludiendo a san Juan Evangelista y Juan Bautista.
Esta festividad nos invita a contemplar el misterio de la Iglesia, la cual tiene muchas directrices, sin embargo la primera lectura del día de hoy parece ofrecernos una directriz fundamental: Dios que permanece con su pueblo y lo va renovando en todo momento.
Entendamos un poco esta lectura para sacar las conclusiones pertinentes. El profeta nos habla del templo, y al hablar del templo no se refiere simplemente a una estructura de piedras, sino que remite a dos realidades muy importantes, en primer lugar su vida de fe, que conlleva su encuentro con Dios. Porque el templo es el lugar donde el hombre se encuentra con Dios y por y tanto donde puede expresar su fe. Hablar del templo implica hablar de su identidad religiosa, de su encuentro muy particular de encontrarse con Dios.
En segundo lugar el templo remite a su identidad nacional, puesto que al templo sólo entran los judíos, sólo pueden entrar aquellos que pertenecen al Pueblo de Dios. Nadie ajeno a este pueblo puede pisar y entrar a este recinto.
De esta manera el templo junta las dos realidades fundamentales del pueblo de Israel: Fe y nación, que en el fondo confluyen a un solo punto: Dios. Pues su fe les hace encontrarse con Dios, y es Dios quien les constituye como pueblo. De este modo el templo es más que un recinto, es el encuentro con sus raíces, con su identidad, con su fe, su historia, su ser judío, su relación con Dios. No es sólo un lugar turístico, no es sólo un edificio más del paisaje; el templo son ellos, el templo es su identidad.
Y curiosamente este texto se escribe en medio de la deportación de Babilonia, en medio de exilio, en medio de una situación catastrófica, pues precisamente han perdido todo, han perdido su fe, su tierra, su templo. En el fondo el exilio de Babilonia es la pérdida de su identidad, es la desaparición de su persona, no hay vuela atrás, todo se ha perdido, y ellos son ahora, seres desterrados, sin dirección, sin rumbo, sin camino, sin ninguna identidad que les oriente en su vida. Ahora qué tierra podrían anunciar si están lejos de ella, ahora que Dios puede anunciar si no sienten su presencia, finalmente qué vida, qué fe pueden tener, si no hay templo, no hay nada qué los una y los identifique. Son un sin sentido en el mundo.
Y justo ahí en la perdida de todo surge esta extraordinaria lectura del profeta Ezequiel. Se marca que en el templo comienza a brotar el agua, ahí en donde se anunciaba la destrucción, la perdida de la vida, de la identidad, del ser perteneciente al Pueblo de Dios, en una palabra donde no hay vida, surge la esperanza, surge la vida, brota el agua, brota la fecundidad, brota la vida misma, y es la vida de Dios, la vida que viene de Dios. Es una figura extraordinaria pues el templo destruido, estéril, vacío y condenado a muerte, comienza a llenarse de agua que dentro del simbolismo bíblico nos recuerda la vida, puesto que son un pueblo del desierto y el agua es vital para ellos, el agua es todo anhelo y toda promesa de vida.
Con esto está anunciando que su destrucción no es total, hay posibilidad de fecundidad, porque Dios está con ellos, Dios no los ha dejado, los acompaña en todo momento y viene a darles vida en medio de su exilio, en medio de sus arideces espirituales. No es el momento para darse por vencidos, sino para descubrirse acompañados por Dios y un Dios que fecundará su vida, su fe, su identidad, pues el río de agua fluye en el templo.
Esta agua tiene una característica especial: «Vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del altar.» El agua sale de abajo, es decir es una manantial que está brotando, ahí donde parecía que todo estaba perdido, donde parecía estéril, surge un manantial, y ese río va hacia el oriente, el ligar de Dios, el lugar de la vida. Quiere decir que es un agua que vive de Dios, y me fecunda para ir al encuentro de Dios. Finalmente desciende a la derecha, símbolo de la bendición. Por tanto, es un momento de bendición. Dios no deja a su pueblo viene a darle vida, a que se reencuentren con él y descubran su bendición.
Esta promesa de esperanza está cargada de vida: «Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas. Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas partes adonde llegue el torrente.» Es un río que está llamado a dar vida y dará vida hasta al mar, es decir no hay nada que temer, ahí donde pareciera que todo está perdido surge la llamada a la vida. Recordemos que el amor es símbolo de las fuerzas malignas y curiosamente estas aguas lo sanearán, es decir le dará vida, porque las fuerzas del mal, las fuerzas que han exiliado al pueblo, no tiene la última palabra, hay una esperanza de vida.
Con este mensaje el profeta ilumina muy bien el sentido del templo, marcando que a pesar del momento difícil, el templo, es decir el pueblo quedará sanado, quedará lleno de vida, porque Dios siempre está con ellos.
Si hoy celebramos a la Basílica de san Juan de Letrán no quiere decir que celebramos a un edificio, sino que estemos llamados a recordar que pertenecemos a una Iglesia, una Iglesia que nos da una identidad como hombres, con una dignidad que nos ha dando Dios y que tenemos la característica de tener una fe que nos ilumina. La festividad de hoy es una invitación a recordar que así como el templo es símbolo de la identidad de del pueblo, pertenecer a la Iglesia es también parte de nuestra identidad. Porque nuestra fe nos vincula y nos hace tener una identidad.
Pero también nos hace recordar que a veces nos toparemos con situaciones difíciles, estériles, pero que Dios fluye como río de agua viva que sana y da vida poco a poco, lo importante es dejar que ese mensaje y esa esperanza se haga realidad.