27/12/09

No estaba en la caravna

Meditación con motivo de la fiesta de la Sagrada Familia
Ciclo /C/


Textos:
1 Samuel 1,20-22.24-28
1 San Juan 3,1-2.21-24
San Lucas 2,41-52

Una de las realidades vitales dentro de la vida de la sociedad es la familia, sin embargo esta es una de las realidades más atacadas hoy en día. Atacada de manera indirecta, atacada por medio de propuestas alternativas a la vida de la familia, que en búsqueda de una diversidad de propuestas tratan de derribar las bases de la familia so pretexto de modernidad.
Entre estas situaciones podemos encontrar leyes en las que se habla de familias de personas del mismo sexo, marcando que esto es un avance dentro de la sociedad, o que las familias de hoy solo deben tener al padre o la madre, o bien que los cuiden los abuelos. Este tipo de situaciones se llama hoy día modernidad y a la familia conformada por un papá, una mamá, e hijos, se le denomina familia “tradicional”, como si fuese un ejemplar más en medio de la sociedad, o algo antiguo. Con esto no estoy descalificando ningún tipo de familia, sino que trato de advertir que hoy día se le conoce como evolución de la familia a la disgregación de la denominada “familia tradicional” y que esto es presentado como lo mejor.
Creo que esto es una visión errada, si bien existe otro tipo de familia, con otras problemáticas actuales, desde luego que es importante valorarlas, atenderlas, buscar los medios para ayudarlas, para que obtengan lo mejor y se logre su desarrollo. Pero eso no quiere decir que por eso hay una evolución favorable, o que son mejores estos modelos de familias actuales. Porque finalmente la familia es fuertemente afectada.
Pongamos un ejemplo ¿a caso un hijo no necesita de su mamá y de su papá? Ciertamente hay condiciones sumamente complejas en las que por desgracia no se da, pero no es este un derecho del niño. A la Iglesia se le llama trasnochada por anunciar esto, y eso es un error, pues así como los niños tienen derechos a muchas cosas creo que tiene derecho a sus padres, a tener un papá y una mamá. Pero la sociedad que está llena de una mentalidad egoísta, no lo considera así, y sólo se limita a decir que son libres, que ellos pueden decidir, en lugar de educarlos bien, de educarlos en una paternidad responsable, de reconocer las obligaciones que contrae el tener un hijo. Pero en lugar de eso la sociedad habla de que aborten y no sean responsables, que usen métodos anticonceptivos y no sean responsables, de manera que finalmente el hijo es producto de un “desafortunado descuido”, y como consecuencia se queda con uno solo de sus padres. Y la sociedad apoya diciendo que esos son los tiempos modernos, que la mujer puede todo, o que el hombre solo los puede sacar adelante, etc. EN lugar de formar en una verdadera sexualidad, con responsabilidad, abiertos a lo que es la vida, a lo que es la madurez; sólo se limitan a decir “haz lo que quieras”, “protégete”, “no te metas en problemas”, pero en el fondo no hay responsabilidad, y dicen que un preservativo es responsabilidad, reduciendo lo sexual a una mera diversión pero no a una parte constitutiva del ser humano. Puede haber cantidad de publicidad para medidas preventivas de la influenza, para que se cuide la salud y no se propague el virus; pero cuando se trata de formar en la madurez humana, en una autentica madurez sexual, en una verdadera responsabilidad con la vida, con su pareja, no existen esos medios, solo regalan unos “libritos”, reparten preservativos y los incitan a tener relaciones con protección, sin enseñarles nunca el valor de su cuerpo, el valor de la otra persona y el valor de la vida. Todo esto degenera en una sociedad irresponsable, que sólo debe tomar ciertos cuidados, pero nunca valorar lo que es la vida y la dignidad de la persona.
Curiosamente la Iglesia es atacada por defender la vida, por enseñar que todos tenemos dignidad, que sean responsables en sus acciones, que no vean a los demás como mero objeto de satisfacción sino como personas. Y eso es causa de ataque, eso es causa de crítica, porque al parecer a la sociedad le importa la muerte, la irresponsabilidad y el no respeto a los demás.
Cuando no hay apertura y respeto a la vida, cuando no se respeta la dignidad de las personas y no existe una adecuada formación en la responsabilidad, se ve afectada fuertemente la familia. Y esto trae como consecuencia que la sociedad se vea envuelta en situaciones más complejas, como una violencia más fuerte, una indiferencia mayor, una sociedad que se sumerge en situación de caos, porque en el fondo la familia que es célula de la sociedad se está viendo fuertemente atacada. Podemos decir que la sociedad es reflejo de la familia, y cuando la sociedad sufre es porque muchos núcleos familiares están fuertemente afectados.
Hoy la Iglesia en medio de la octava de Navidad nos propone contemplar a la Sagrada Familia y con esto nos hace valorar el papel de la familia dentro de la misma vida de Jesús. Si él se ha hecho hombre reconoce la importancia de vivir y desarrollarse dentro del seno familiar, y pues ahí es donde aprendió sus cosas, sus labores, aprendió a rezar, a respetar, etc. Al hacerse hombre debía crecer como todo hombre y para ello necesitaba todo lo necesario para su desarrollo, y la base de todo fue su familia.
Y el texto del evangelio del día de hoy parece ofrecer una pista para reconocer que se necesita para salvaguardar a la familia, y para seguir adelante en el camino de la vida familiar de todos los días. El texto de san Lucas nos presenta el último relato de los llamados relatos de la infancia en donde se nos presenta a Jesús que tiene 12 años, a punto de iniciar su vida adulta dentro de la sociedad judía, y justó ahí demuestra en qué consiste ser adulto. Para ello toma dos acciones fundamentales, la primera de ellas es que no se queda en la caravana de regreso, con ello marca que Jesús es aquel que desde el principio desafía los estrechos moldes de la experiencia religiosa para provocarnos a ir más allá, a ser creativos y tomar la iniciativa. Rompe con la caravana, y eso es un reto, puesto que es muy fácil continuar siendo parte en ella, es fácil seguirla, pero que al mismo tiempo ya no se espera nada nuevo, por eso ellos creen que él sigue en la caravana, quién se imaginaría que el niño se iba a ir. Frente a las costumbres, se yergue esta actitud escandalosa. Con esto Jesús invita al creyente a romper con las costumbres, con aquellas realidades que parecen ser necesarias, pero no lo son, incluso están que se encuentre uno con Dios. Ser adulto en la fe implica siempre romper con lo repetitivo y descubrir los horizontes de Dios, no dejarse guisar sólo por lo que todos hacen, ni permitir que la mentalidad del mundo sea que reine porque anuncia que todo es lo normal. Hay que salirse y encontrarse con Dios y dar testimonio de ese encuentro con Dios. Y esto da una nueva perspectiva de las cosas, pues después es encontrado con los doctores de la ley que quedan fascinados de su sabiduría. Pero si es sabio, no es porque se hable de grandes conocimientos inimaginables, sino porque tiene una experiencia diferente de Dios, que sólo se logra cuando la vida de fe se desafía, y siempre descubrimos una nueva respuesta de Dios que nos ayuda a seguir adelante. No con lo repetitivo, sino con una visión nueva.
Pero quisiera centrarme ahora en el hecho en el que María y José descubren que no tienen a Jesús con ellos, y deben buscarlo, deben romper con la caravana y descubrir dónde está él. El problema es precisamente este dentro de la sociedad y en la familia, que vamos siempre dejándonos guiar por la caravana, por lo acostumbrado, por lo que la sociedad, o ciertos criterios nos dicen, pero no nos gusta romper con ellos. Vamos por la vida haciendo este camino absurdo. Pero curiosamente Jesús no va ahí, lo hemos perdido.
Creo que en realidad el problema es que vamos caminando por la vida pero sin la presencia de Jesús que nos guíe y nos ilumine, porque preferimos ir en la caravana. Vamos por la caravana de la indiferencia en donde no importan los demás sino sólo nosotros, y así vamos haciendo a Jesús a un lado. Vamos en medio de la caravana de la muerte, y aprobamos el aborto, porque así lo han dicho todos, para que las mujeres sean “libres”, aun en detrimento de la vida de alguien, y vamos en la caravana y dejamos a Jesús de lado. Vamos inmersos en la caravana de la corrupción, jugando a ver quién es más poderoso e influyente, o viendo que tranza podemos hacer, y vamos por la vida de la deshonestidad, pero lo cierto es que Jesús no está ahí. Caminamos en medio de la caravana de la mentira y mentimos, decimos cosas falsas, pero no vivimos la verdad que nos vincula con Jesús. Vamos en la caravana que nos habla de irresponsabilidad, de no ser padres responsables, de no tener una vida sexual bien formada, y desde luego que Jesús no va por ahí. Vamos en una caravana de una fe mediocre, sin esfuerzo, sin compromiso, aletargada, por supuesto que Jesús tampoco va por ahí.
El problema es que alejamos a Jesús de nuestra vida preferimos ir en lo que todos dicen, en lo que la sociedad dicta, en lo que me conviene o me acostumbre, pero no rompo esta mentalidad y busco lo que es la verdadera sabiduría que es precisamente la de Dios, los criterios del evangelio, de la vida, del amor, de la justicia, de la verdad, de la solidaridad. Vamos por la vida sin la orientación de Jesús. Lo hemos perdido.
Es momento para iniciar un camino nuevo permitir que Jesús este con nosotros, en nuestra vida y reconozcamos lo que realmente vale la pena, y salvaguardemos y eduquemos en lo que realmente edifica. Dejemos las caravanas de la corrupción, de la mentira, de la injusticia, de la deshonestidad, de la destrucción, e iniciemos una vida nueva. Así como María y José rompieron con esta estructura y lograron encontrar a Jesús, rompamos con esta realidad y encontremos a Jesús en nuestra historia, dejemos que sus criterios iluminen la vida de nuestra familia, siendo sinceros, escuchando, siendo comprensivos y educando en valores que realmente valgan la pena para que seamos una buena familia y siendo una buena familia edifiquemos una nueva y mejor sociedad que no se deja guiar por criterios ambiguos y obtusos del mundo, de la política y de situaciones que finalmente acaban por desvariar y destruir la sociedad.
La Navidad no es otra cosa sino ayudar a que la familia crezca, se fortalezca, pues ahí comenzó todo su ministerio Jesús de Nazareth, es ahí donde aprendió lo necesario para iniciar la construcción del reino de los Cielos, donde aprendió el valor del servicio y el amor. Que a imitación de esta Sargada Familia tomemos los verdaderos valores que nos hagan construir un mundo mejor, una familia mejor consolidada según nuestra situación, porque lo importante ahora es formar nuevos criterios que forjen en el futuro una mejor sociedad, según la responsabilidad, la vida y el respeto a los demás, sin dejar que falsas ideologías nos desorienten.

1 comentario:

  1. GRACIAS PADRE.
    En verdad no es fácil "bajarse de la caravana" por su gran comodidad. Pero DIOS ES TAN MISERICORDIOSO Y NOS AMA TANTO QUE NOS GUIA, NOS CUIDA Y, "hasta nos baja ÉL mismo de la caravana"algunas veces. TODO, con tal de SALVARNOS.
    Nos corresponde a cada uno de nosotros BAJAR, BUSCAR Y ENCONTRAR A JESÚS. HACIENDO LO QUE NOS CORRESPONDE. HACIÉNDOLO BIEN, CON RESPONSABILIDAD, CON AMOR Y CON ALEGRÍA.
    NO ES FÁCIL,PERO DIOS MISERICORDIOSO SIEMPRE NOS AUXILIA. NUNCA NOS DEJA SOLOS.
    ¡BENDITO SEA DIOS!
    GRACIAS PADRE

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