16/1/11

«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo...»

Meditación con motivo del II Domingo del Tiempo Ordinario
Ciclo /A/

Textos:
Isaías 49,3.5-6
1Corintios 1,1-3
San Juan 1,29-34

Como Sabemos bien hemos comenzado el tiempo ordinario, un tiempo en donde la liturgia nos invita a colocar nuestra mirada en Jesús, y ser capaces de descubrir que es lo que nos quiere dar a conocer, percibir sobre todo quién es Jesús. Por esta razón La Iglesia nos presenta en el segundo domingo de tiempo ordinario, un pasaje que genearlemnte sirve para reconocer la grandeza de Jesús, que de algún modo se vio presente en la festividad de la Epifanía, y en este domingo se intenta marcar otra manifestación que dé el punto de inicio para conocer quién es Jesús y así desde la identidad que se revela seamos capaces de introducirnos en la espiritualidad del año litúrgico.
El día de hoy encontramos este pasaje del evangelio de Juan que nos hace la presentación de Jesús. Nada mejor que iniciar el tiempo ordinario, por así decirlo, que con una presentación de Jesús, es una manera de mostrarnos quién es Jesús, y con ello prepáranos, disponer nuestro corazón para acoger lo que él nos va a decir.
Las Palabras con las que se presenta a Jesús son: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.» Con esto se nos invita a reconocer quién es él y así permitir que nuestro recorrido espiritual a lo largo de este año litúrgico tengamos en la mente que el objetivo es la salvación. Pero detengámonos un poco en estas palabras, comprendamos el sentido de ellas y partir de eso conozcamos el plan que salvación que Jesús nos ofrece.
Jesús es llamado “Cordero”, y esto nos recuerda una idea fundamental en la historia de la salvación, nos recuerda la salida de Egipto del pueblo de Israel. En este libro se relata la institución de la Pascua en donde se habla de comer el cordero como preparación para la salida de Egipto y con ello, la preparación para su libertad, y a al mismo tiempo se habla que al colocar la sangre del cordero en las puertas será un signo de protección para que no mueran los primogénitos de la casa de Israel. Por lo tanto el Cordero es una imagen de sacrificio que lleva a la libertad y da la salvación. Jesús ahora es presentado como el codero, pues él será quién nos dará la libertad y nos entregará la salvación definitiva. Así como la sangre del cordero en Antiguo Testamento sirvió para protegerlos de la muerte, Jesús es el cordero cuya sangre nos protegerá de la muerte, y con su sacrificio que nos llevará a la libertad plena.
Incluso, esta presentación de Jesús como Cordero, desde el inicio del evangelio, será fundamental dentro del evangelio de san juna, pues a lo largo de su evangelio y sobre todo durante su pasión, irá colocando paralelismos entre el cordero de pascua de los judíos, con Jesús nuevo cordero pascual. De este modo, san Juan trata de demostrar que la antigua pascua cae, es obsoleta, pues Jesús es el nuevo cordero pascual que dará la salvación definitiva de una manera contundente de una vez para siempre, y nos liberará de la muerte por medio de su resurrección, inaugurando una nueva pascua, por medio de una nueva creación. Con esta presentación el evangelio nos muestra una línea teológica que seguirá el evangelista, y muestra que Jesús es quien trae una nueva pascua como nuevo cordero pascual.
Esta salvación que trae Jesús es anunciada con la expresión: “qué quita el pecado del mundo.” Jesús nos libera del pecado, y es importante hacer notar que el texto nos dice que Jesús viene a quitar el “pecado”, no dice “los pecados”. Cuando hablamos de “pecados”, en plural, se hace referencia a los actos concretos que un individuo o una colectividad. Son unas actos determinados de una o más personas, pero el evangelista habla de “el Pecado”, en singular, y por lo tanto habla de la raíz del pecado, fuente del mal en cuanto tal, es decir el tener la actitud fundamental de desapego a la Palabra que conduce o apunta hacia Dios, que me lleva a la experiencia del amor. Y sobre todo “el Pecado” en el evangelio de san Juan se refiere a la cerrazón del hombre a Dios y su amor. El pecado es la actitud de aliarse con la injusticia y el egoísmo, dañando al hombre, e impidiendo que el hombre sea capaz de realizarse. El Pecado en singular se refiere a la actitud de de cerrarse a Dios y su gracia. Esto es lo que Jesús viene a quitar, viene a mostrar que el hombre no puede vivir en el sistema injusto, que le aliena y le autodestruye, y por ello debe de empezar una vida nueva desde las categorías de la salvación que él da.
Otro elemento es el verbo, pues dice que Quita el pecado, no dice que lo perdona, sino que lo erradica. Jesús es el Cordero que destruye el pecado, que destruye lo que enemista con Dios, que destruye la injusticia que se anida en el corazón del hombre. Es el Cordero que viene a acabar con toda distancia entre Dios y el hombre, cavando con aquello que realmente hiere y envenena el corazón humano: El pecado, la injusticia, la cerrazón a la gracia y amor de Dios. Si el hombre es capaz de abrirse a esta gracia, puede efectivamente acercarse a Dios y vencer todo tipo de destrucción en su vida, y acercarse a Dios, peros e requiere la decisión de hacerlo.
El tiempo ordinario nos presenta de este modo a Jesús que trae esta salvación nueva, que trae esta salvación definitiva. Esta presentación nos indica que Jesús es aquel que ha abierto el camino para acercarnos a Dios de una manera distinta, pues ahora es Jesús el cordero inmolado que dará su vida para mostrar que el odio puede ser vencido, y la injusticia destruida por medio de la entrega. Esto desde luego es el proyecto, es un proyecto que debe ir tomando forma lentamente en nuestras vidas. La presentación que hace Juan Bautista desde luego que nos indica la persona y el quehacer de Jesús, pero para ir descubriendo en nuestra vida esa salvación, esa liberación, ese proyecto de salvación no basta con escuchar la presentación del bautista, sino que hay que profundizarla, y el evangelio es precisamente el medio para conocer como nos salva, como da su vida, y sobre todo como podemos acoger y hacer presente en nosotros esa salvación. Los diferentes domingos del tiempo ordinario sirven precisamente para esto, para escuchar la para que me muestra el itinerario a seguir para alcanzar esta salvación que se da en el cordero. Lo que nos se nos presenta, es una tarea en la cual debemos de proseguir día a día para conocer bien el proyecto, asimilarlo y hacerlo nuestro.
Sin embrago, ya con esta presentación que hace Juan Bautista nos coloca la base para invitarnos a profundizar en el evangelio. Pues si bien estamos llamados a meditar en el evangelio, no es simplemente por simpatía, o por curiosidad, sino porque en el evangelio encontramos el camino que nos lleva al padre, en el evangelio conocemos los elementos para abrirnos a la nueva pascua que nos da Jesús-Cordero pascual. Finalmente esta es la aseveración fundamental, todo tiene sentido dentro de la fe cristiana, porque Jesús nos da una nueva vida, una nueva pascua, pero que es necesario abrirse a esto acogiendo la vivencia del evangelio.
Sin embargo a veces podríamos olvidar esta realidad, olvidar que en el fondo acoger su proyecto de amor, el proyecto del reino es acoger la salvación que bien de Jesús. Por eso, cada vez que celebramos la eucaristía, nos lo recuerda la misma liturgia pues antes de comulgar se nos dice eso: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, dichosos los invitados a la cena del Señor…”
Comulgar es acercarse al Cordero, para acogerlo, para hacer mía su entrega en la cruz, pues en la celebración Eucarística, se vive el sacrificio del Cordero, la entrega de su vida por nosotros. Y por ello antes de comulgar se nos recuerda que lo que vamos a comulgar, lo que vamos a hacer nuestro, de lo que vamos a participar es de la salvación plena, de la entrega al extremo, del sacrificio que nos hace capaces de destruir nuestro pecado y ser auténticamente libres. Comulgar por lo tanto es estar en comunión, con el Cordero, con su sacrificio, haciendo mía su liberación, sería por tanto inútil pasar a comulgar si realmente uno no vive ese misterio de salvación en la propia vida. Por ello siempre se nos recuerda antes de comulgar para que seamos consientes de que estamos a punto de entrar en el misterio de salvación, que nos hace capaces de vencer el pecado. Y esto lo hacemos al final de la misa, iluminados por su Palabra que nos da los lineamientos para que esa comunión sea plena y participemos de los frutos de la salvación que nos da el Cordero.
De esta manera la invitación a la comunión nos pone alerta de lo que ese momento debe significar para nosotros, y por otros nos recuerda que estamos llamados a vivir en comunión con él, que debemos recordar siempre que debemos ponernos en marcha, escuchar su Palabra, conocerlo y erradicar definitivamente lo que nos aparta del verdadero amor que viene de Dios.

1 comentario:

  1. La comunión ademas de darnos la oportunidad de vivir el momento en que el Espiritu Santo lleva a cabo la transubstransiación de convertir el cuerpo de Cristo en pan y su sangre en vino, es un milagro que se lleva a cabo en cada misa y ademas como dice la omilia estar en comunion, con el Cordero, con su sacrificio, haciendo nuestra su liberación, hacercandonos a Dios.

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