23/1/10

El mensaje del evangelio: Liberación

Meditación con motivo del III domingo del tiempo ordinario
Ciclo /C/


Textos:
Nehemías 8,2-4.5-6.8-10
1 Corintios 12,12-30
San Lucas 1,1-4.4,14-21


En nuestros tiempos surge una serie de inquietudes sobre nuestra vida de fe, que llaman fuertemente nuestra atención. Pareciera que el mensaje cristiano se ve envuelto en una serie de preceptos, de dogmas inamovibles, y por tanto en algo que parece muerte, sin vida, sin movimiento alguno.
Sin embargo esto no es la vida de la fe, la fe va más allá de esto. La fe no se puede encerrar simplemente en conceptos, dogmas o meros formulismos. La fe implica un movimiento interno y dinámico que nos ayude a ser mejores. La fe no puede ser meramente estática, la fe debe ser movimiento, la fe debe de ser cambio. Y un cambio basado en la fuerza de la Palabra y en la potencia de la gracia. Un movimiento que lanza al hombre para que sea mejor, para que .logre un fuerte cambio en su ser. Eso es la fe. Si la fe se queda sólo en doctrinas y mandatos, la fe pierde su verdadero horizonte, pues no da el verdadero sentido de esperanza y dinamismo que se requiere.
El evangelio del día de hoy trata de colocar esta realidad. El texto de san Lucas no presenta a Jesús llegando a la sinagoga y tomando el rollo de Isaías. Curiosamente Jesús no lee el rollo de la Ley, no lee el rollo del Pentateuco. Esto se debe a que la Ley se ha convertido en algo duro, en algo pesado, en algo complejo. Esa Ley no les ha dado la libertad que se requiere, por ello Jesús viene a dar un giro en esta situación y para ello decide leer a los profetas, leer un nuevo mensaje, leer un mensaje cargado de esperanza y de salvación.
«El Espíritu del Señor está sobre mí, y me ha ungido…» Jesús inmediatamente nos muestra la papel en el mundo como el ungido por el espíritu, es decir el que ha sido consagrado y elegido por la fuerza del Espíritu. La unción implica la selección de alguna persona o comunidad, en este caso es ungido para una misión fundamental: la salvación del hombre. Sin embargo esta misión no se da de un modo vago, sino que hay unos destinatarios muy claros que explica a continuación:
«Anunciar el evangelio a los pobres.» El pobre implica a aquellos que tienen alguna carencia y ponen en Dios su fuerza. Ser pobre implica una actitud existencial, pone todas sus fuerzas en Dios. El rico pondrá su apoyo en su prestigio, su fama, su belleza. Pero el pobre se apoya en Dios y como consecuencia puede ser receptor de la buena nueva. Es capaz de abrirse al anuncio del cual Dios le ama, en el aquí y en el ahora, no en el mañana. Ser pobre es esperar todo de Dios, sólo él da lo necesario, sólo él colma todos los anhelos del corazón del hombre, sólo él sacia, llena, plenifica. Sólo Dios y sólo él basta. Y esto es lo que sabe el pobre. Quiere decir que somos invitados a ser pobres, para recibir el evangelio es necesario sentirnos necesitados de Dios, saber que él lo puede todo, y con él todo lo podemos hacer.
«Anunciar la liberación a los cautivos.» El tema de la cautividad hace referencia a Egipto, signo de la esclavitud. La esclavitud es un poder opresor que nos ata, es la idolatría. Esto se da cuando el corazón no se fía de Dios. Los cautivos son los que desconfían de Dios y se apegan a las realidades inmediatas. A éstos se les anuncia la liberación, que no es lo mismo que libertad. La vida de fe debe llevarnos a comprender que muchas veces vivimos esclavizados, que vivimos aferrados a tantas cosas que en realidad no nos dan la felicidad, tantas cosas que el mundo presenta pero que realmente dejamos de lado. Estamos llamados a reconocer que nuestra vida de fe es precisamente que Dios es importante y por tanto a dejar de depender de los falsos ídolos que finalmente nos alejan de él. El cristianismo nos enseña que hay muchas ataduras que realmente nos hacen infelices, ataduras que no nos llevan a plenitud, ataduras disfrazadas de bien, de progreso, de grandeza, pero que en el fondo son esclavitudes.
«Dar la vista a los ciegos.» La ceguera es la incapacidad para ver a Dios en la historia, la imposibilidad del hombre para descubrirlo en los acontecimientos de la vida. Que los ciegos recuperen la visión implica que ahora verán lo que otros no ven, todo será un constante encuentro con Dios y ello implica una transformación de vida, ahora la vida de fe implica la capacidad de ver y descubrir como Dios les va ayudando en todo momento, saber que ellos no van solos, sino que Dios les ayuda.
«Dar la libertad a los oprimidos.» Los oprimidos son los hombres fracasados, tristes, deprimidos, en donde su vida ha ido perdiendo totalidad de sentido. Viven arrojados al absurdo existencial. La vida de fe les hace capaces de iniciar un nuevo camino, una nueva manera de ser en la historia, sabiendo que hay una felicidad que el hombre no puede vivir preso en su tristeza y su fracaso, que es posible una nueva vida y ello es la salvación, presencia de Dios, presencia de plenitud. Sólo en él podemos ser libres. La vida de fe nos debe llevar a la libertad.
Todo esto confluye en una realidad: «Proclamar el año de gracia.» Comienza el gran jubileo. El año de gracia no es un estado temporal, sino un estado de permanencia, una permanencia en la presencia de Dios. Con este anuncio Jesús quiere dar a entender que la última palabra en la historia es una sola: gracia, que es otra forma de llamar al amor. Lo último en la historia es el encuentro con Dios, que vive y salva al hombre. Esto debe de llenarnos de gozo, pues todo en la historia tiene un rumbo: dejarnos llenar de la experiencia de Dios. Esto quiere decir que la vida de fe no es de formalismos, ni de doctrinas o posicionamientos dogmáticos. La vida de fe es experiencia de Dios, de libertad, de amor, de salvación, es una palabra: experiencia de gracia. Es permitir que Dios entre y trasforme totalmente al hombre.
El texto termina con una tensión en medio de este mensaje: «Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: “Hoy se ha cumplido esta Escritura, que acabáis de escuchar.”» Jesús da a conocer el cumplimiento, en el Hoy. Hoy inicia el cumplimento de este mensaje, hoy es posible vivir desde esta dimensión de esperanza. Ya no es necesario esperar más, ya no es necesario múltiples prácticas para alcanzar a Dios. Todo ha iniciado desde este momento. Hoy se cumple, Jesús es el inicio de todo cumplimento de las antiguas promesas. El problema que se podría plantear aquí es precisamente, que tanto hemos permitido que eso se cumple en nosotros. Qué tanto dejamos que nuestra vida se guíe desde Dios, que todo nos venga desde él. Qué tanto dejamos nuestras esclavitudes y somos libres desde el dinamismo de Dios. Qué tanto dejamos nuestras cegueras e iniciamos una vida descubriendo que Dios está con nosotros. Sólo así iniciaremos el año de la gracia, tendremos una vida llena de Dios. Pidamos para que este mensaje sea realmente la fuerza que nos ayude a dar razones de nuestra fe. Y que todo lo que hagamos no sea porque está dicho, porque se obliga, porque así debe de ser, sino lo hagamos porque realmente somos hombres libres, tocados por la experiencia de Dios.

1 comentario:

  1. "LO ÚLTIMO EN LA HISTORIA ES EL ENCUENTRO CON DIOS, QUE VIVE Y SALVA AL HOMBRE"

    PADRE, ¡BENDITO ENCUENTRO!

    ¡QUÉ BENDICIÓN ES TERMINAR NUESTRA HISTORIA ENCONTRÁNDONOS CON EL SEÑOR!

    GRACIAS PADRE

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