19/2/12

«Le trajeron a un paralítico...»

Meditación con motivo del VII Domingo del tiempo ordinario
Ciclo/B/

Textos:
Isaías 43,18-19.21-22.24b-25
2 Corintios 1,18-22
San Marcos 2,1-12

El día de hoy el evangelio nos presenta el encuentro entre el paralítico y Jesús. La parálisis es una pérdida o disminución del movimiento. Si bien físicamente es esa incapacidad de moverse físicamente, también es cierto que existen inmovilidades espirituales, hay parálisis que se manifiestan en el interior de la persona haciéndoles imposible la capacidad de moverse en la vida.
Meditemos acerca de estas parálisis en la vida espiritual del hombre, del por qué el hombre deja de tener un movimiento en la vida espiritual. Entendiendo la vida espiritual como un proceso por el cual el hombre se va abriendo gradualmente al encuentro con Dios.
A veces la parálisis pude ser por flojera, pues a las personas les puede dar un poco de fastidio tener una vida espiritual, porque se les hace algo totalmente ajeno a su realidad. Algo que no es necesario, y por tanto se paraliza la vida espiritual, no son capaces de seguir caminando en ella. Parece algo imposible, o algo que en realidad no significa nada y por tanto, el hombre se detiene, pues no parece ser significativo para emprender el camino, si bien sabe que se debe recorrer, no quiere hacerlo pues tiene delante otros elementos más interesantes y ese es complejo.
Otra razón por la cual el hombre se paraliza es el miedo, el miedo sin duda es capaz de paralizar al hombre, de impedirle seguir caminando. El miedo es quizá la razón de muchas parálisis en la vida, el miedo hace que el hombre pierda la esperanza, que pierda la razón de vivir, de volver a intentar cosas. Existen tantas dimensiones del miedo que impiden que el hombre realmente se realice, pues lo paraliza y no sigue adelante. Esos temores pueden ser porque se pude recibir un daño, o bien recibir una burla, o incluso un regaño, o bien a sentirse mal por un fracaso o una traición, y entonces el hombre se paraliza, ya no es capaz de seguir adelante, todo pierde sentido.
Otra parálisis es sin lugar a duda causada por el conformismo, es decir, la incapacidad para seguir caminado porque se ha obtenido aquello que se buscaba, y por tanto ya no se requiere de más esfuerzo, ni de más empeño, todo lo que se quería se tiene. Este es una parálisis peligrosa, pues muchas veces las personas no se dan cuenta de esta parálisis pues piensan que van bien y está en camino, pues tiene una vida espiritual buena, pero en realidad está estancado en ella. Cuántas personas se conforman con hacer una oración y es suficiente, o con ir el domingo, o asistir tan solo al denominado miércoles de ceniza, pero en su vida no hay gentileza, ni sinceridad, ni una búsqueda autentica de Dios, simplemente se limitan pensar que es suficiente con lo que hacen. Uno se conforma con lo que tiene y no quiere seguir caminado, haciendo camino espiritual en su encuentro con Dios, ni en su encuentro con los demás.
Otra razón por la cual aparece la parálisis es el cansancio o la desilusión. Pues al ver que las cosas no van como debieran, al ver los obstáculos que la vida presentan la cerrazón de muchos para seguir caminando, el hombre descubre que no vale la pena seguir adelante, pues pareciera que todo es un absurdo, que todo es un sin sentido, tanto hacer y ningún frito, tanto hacer termina cansando. EL hombre se rehúsa a caminar porque se agota de trabajar, se agota de buscar a Dios y no ver ningún fruto, se agota y se desilusiona al ver que nada, ni nadie da frutos auténticos.
Un elemento más que hace al hombre inmóvil en su vida es la apatía e indiferencia. Esto se debe a que la fe no dice nada, simplemente no entra en el horizonte del hombre, no entra en sus búsquedas, en el sentido de la vida. Es más interesante otras cosas que iniciar este camino espiritual, y el hombre se paraliza, no sabe hacia dónde caminar, hacia donde dirigir sus pasos.
Un elemento más es el escándalo, que llega repentinamente y puede truncar un camino espiritual, pues el anti testimonio de otros provoca que otros se alejen de esta senda. Y esto va haciendo que la vida espiritual quede trunca, pues no se sabe qué hacer, pues esos anti testimonios toman tal fuerza que frenan todo camino que se ha emprendido.
Todos de alguna manera nos topamos con parálisis que nos impiden efectivamente seguir nuestro itinerario espiritual. Son embargo, debemos de recordar que Jesús busca restablecernos, lo importante es buscar los caminos necesarios para encontrarlo y reanimarnos, de tal manera que volvamos a nuestro sendero espiritual.
Pero también nosotros nos encontramos muchas veces con estos paralíticos, y ante ellos, como comunidad, como iglesia, debemos llevarlos al encuentro de Jesús, pues el mismo texto presenta tres elementos de la misión de Iglesia delante de los paralíticos.
En primer lugar nos lo indica el inicio del relato: «Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres.» Vemos aquí la figura del Iglesia representado por el número cuatro. El cuatro en la biblia es el símbolo del mundo, el símbolo de lo universal, de los cuatro puntos cardinales, es el símbolo del mundo de lo humano, por tanto nos remite a pensar en una comunidad que está en medio del mundo. Podemos decir, por consiguiente que estos cuatro son una comunidad que carga al paralitico para que se encuentre con Jesús, y ello es por consiguiente la misión es la iglesia.
De ahí, que la misión de la iglesia debe ser esa, cargar a los paralíticos de la historia y llevarlos al encuentro de Jesús. Cargar con todos aquellos que son esclavos, que han perdido una visión de eternidad, que han perdido una visión de alegría, que se han encerrado en sus criterios, que piensan que en el vicio o en el poder está la felicidad, y se han quedado suspendidos en su vida, en su historia, cerrando las posibilidades de encontrarse con los demás.
La iglesia debe ser esa comunidad que busca a los paralíticos y se esfuerza por llevarlos con Jesús, se esfuerza para que se topen con el evangelio y descubran un nuevo horizonte en la vida. La misión de La Iglesia a veces se desvirtúa buscando tantas cosas o tantos honores, sin embargo debería ser la de llevar a los paralíticos de la historia hacia Jesús.
Cada uno de nosotros desde nuestra vida deberíamos de llevar a los paralíticos de la historia, cuántas veces hay gente paralizada por la decepción y nosotros a veces pasamos de largo si detenernos a ver si podemos ayudarlos y darles una palabra de ánimo. Cuántos se encuentran paralizados en medio de la soledad, porque nadie los escucha o les tiende una mano. Llevar a los paralíticos es detenerse y ayudarlos, cargarlos y llevarlos al encuentro con el Señor, llevarlos con nuestra amistad, con nuestra atención, con nuestra sencillez y fraternidad.
En segundo lugar encontramos otro elemento de la misión de la Iglesia: «Como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba.» La comunidad cristiana si bien debe llevar a los paralíticos de la historia hacia Jesús debe también saberlo hacer y quitar todas la barreras que lo impiden. En el caso del texto nos topamos con la dificultad de la multitud, descubrimos que esta multitud que busca a Jesús es la que impide que se encuentre el paralitico con Jesús. Con esta escena san Marcos nos muestra desde el inicio del evangelio que las multitudes pueden ser peligrosas, pues buscan a Jesús, pero no permiten el acceso al encuentro con Jesús. Las multitudes muchas veces se dejan llevar por la inercia de los acontecimientos, pero no se dan la oportunidad de ser realmente objetivos en su relación con Jesús. Esa misma multitud es la que impide el encuentro con Jesús con aquellos que lo necesitan y es la misma multitud que lo alabará cuando entre triunfante a Jerusalén, y será la misma multitud que gritará que lo crucifiquen. Son multitudes que finalmente no se comprometen, se dejan llevar por ideas, por modas, pero que no se encuentran con Jesús realmente.
Por tanto estos cuatro deben buscar la manera de hacer llegar al paralitico con Jesús, no hay otra oportunidad, no hay otro día, se debe hacer en el momento, no se puede dar marcha atrás. Y entonces deciden, meterlo por el techo. Esta imagen nos muestra el ingenio de la comunidad para hacerlo entrar en contacto con Jesús. No basta con llevarlo, sino tratar de vencer los diversos obstáculos, ver la manera conveniente para que se de ese contacto.
Si lo pensamos bien hoy en día existen cantidad de obstáculos para encontrarse con Jesús, existe una idea de la importancia de lo meramente material, o bien el reducir todo al placer, las diferentes opiniones que surgen en la diversidad de medios de comunicación. Son barreras que impiden el encuentro con Jesús. La comunidad es aquella que debe buscar los medio para lograr el encuentro con Jesús buscar los medios que evitan el encuentro y así iniciar el proceso que provocan las parálisis. Buscar los medios para vencer la flojera, la apatía, el miedo, esa es la misión de la Iglesia.
Y finalmente en tercer lugar la vida de fe pues el texto nos dice: «Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados". » Si el perdón llega al paralitico y con ella la renovación de su vida, no es por el paralitico, él no pude caminar, el no está en la posibilidad de entrar en contacto con Jesús, sino por la fe que estos hombres tiene, por lo tanto es la fe de la comunidad es quien lo lleva a este encuentro y a esta restauración de su vida. Es una comunidad de fe, que hace posible el encuentro y la transformación del hombre. Si esa fe no se presenta dentro de la vida de comunidad es un absurdo, pues uno no puede realmente encontrase con Jesús. La parálisis siempre estará presente en la vida, lo importante es que nos dejemos encontrar para que sea Jesús quien nos libere de la parálisis, o bien seamos nosotros los instrumentos que llevemos hacia Jesús a aquellos que ha perdido el sentido de la vida y se han paralizado.

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