5/8/09

La Gloria de Dios

Meditación para la fiesta de la Transfiguración del Señor

Textos:
Daniel 7,9-10.13-14
Salmo 97
San Marcos 9,2-10

El día de hoy la Iglesia celebra esta festividad de la Transfiguración del Señor. Una permite reconocer algo muy importante: la gloria de Dios. El texto de san Marcos nos presenta a Jesús transfigurándose, poniendo sus vestidos blancos como símbolo de su pertenencia al mundo divino y por otro lado, la nube que cubre a los apóstoles. Con ello, san Marcos trata de aproximar una especie de visión mística que tuvieron los discípulos que contemplaron esa gloria de Jesús.
La Gloria de Dios es una de las características fundamentales que tiene Dios y creo conveniente, con motivo de esta fiesta meditar un poco sobre ella.
Al hablar de la gloria de Dios estamos remitiendo a un vocablo hebreo que es Kabod, una palabra que en sus orígenes nos remite a la idea de peso, de algo que es pesado. Aplicado a la Gloria, implicaría que es algo de peso, algo que tiene poder, influencia. De ahí que la palabra Gloria nos remitirá ciertamente a esa experiencia de fuerza, de poder que influye en las decisiones del mundo. Si hablamos de la gloria de Dios implica entonces hablar de esa fuerza que viene de Dios, de su poder creador, de su poder misericordiosos. Contemplar por tanto, la gloria de Dios no es otra cosa sino ver el poder y la fuerza de Dios en el hombre y la creación, un poder e influencia que es creativa, que es transformante, misericordiosa.
De este modo, cuando nosotros hablamos de la Gloria de Dios estamos hablando de su fuerza y poder en la historia, y esto no es otra cosa sino su amor y perdón que reina y renueva la creación. Contemplar su Gloria es contemplar su amor. Cantar Gloria a Dios es alabarlo pidiendo su amor a nuestras vidas; es cantar la misericordiosa acción de Dios en nuestra historia.
Pero es el texto de la primera lectura quien pudiese aproximarnos más a lo que es esta Gloria de Dios y su repercusión en neutras vidas.
Comencemos diciendo que el extraordinario texto del profeta Daniel 7, es de gran importancia para la teología bíblica sobre todo del Nuevo Testamento. Comencemos diciendo que el texto que hemos escuchado en este día se coloca después de cuatro visiones que ha tenido en donde se han presentado cuatro bestias monstruosas un león, un osos, un leopardo y una cuarta bestia terrible que en sí misma no tiene aspecto parecido a ningún animal para poner en evidencia que es una bestia totalmente grotesca y la peor de todas, que en su bestialidad no hay límites. Estas bestias son aquellos imperios que a lo largo de la historia se han opuesto al plan de Dios.
Justamente después de estas visiones se presenta el juicio y he aquí en donde se centra nuestro pasaje. Aparece este anciano vestido de blanco. Este hombre representa a Dios, por un lado porque las vestiduras blancas reflejan el mundo de Dios, mientras que los cabellos blancos nos recuerdan la sabiduría de alguien, por tanto, este anciano pertenece al mundo de Dios y posee la Sabiduría en plenitud. Este simbolismo parece adentrarnos precisamente en lo que es la Gloria de Dios. Es la capacidad de vestir de blanco, es decir de adentrarnos en el mundo de Dios. La Gloria de Dios no es de exclusivismos o de zonas VIP, sino es capacidad de entrada. Contemplar la Gloria debe ayudarnos a entrar en la vida de Dios. Y si entramos en esa Gloria, quiere decir que debemos tener una nueva visión de las cosas y de la vida misma. Eso son los cabellos Blancos, la capacidad de tener Sabiduría, de descubrir que en la vida hay algo más, descubrir que la vida tiene un horizonte de futuro lleno de esperanza. Entrar a la Gloria es tener la capacidad de tener una nueva perspectiva con la ayuda de Dios.
El texto añade algo más a la descripción«su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente.» El fuego dentro de la Escritura representa la fuerza de Dios o su juicio. Detengámonos en el primer simbolismo: La fuerza. Si Dios tiene un trono de fuego quiere decir que reina para dar valor, dar su fuerza al hombre. La Gloria de Dios no es simplemente para sorprendernos de Dios por lo grande y majestuoso que es, sino que decir que Dios tiene Gloria implica reconocer que ese Dios que adoramos está cerca de nosotros, está en nuestras vidas y nos transforma y renueva. Hablar de la Gloria de Dios, es hablar de la fuerza que Dios nos da para salir adelante y cambiar nuestra vida, puesto que al ser distinto provocamos que otros alaben a Dios y dejen que también en ellos entre esa fuerza transformadora.
Esta idea va ligada al juicio como lo podemos ver en el mismo texto. Este anciano parece para juzgar tal y como lo dice el texto: «El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros.»Y aparece precisamente para juzgar a aquellos que han hecho el mal, para juzgar a esos imperios bestiales que han destruido al pueblo. Con esto podemos comprender entonces que la Gloria de Dios no es otra cosa sino precisamente eso. La acción de Dios que viene a juzgar y a quitar a aquello que limita la vida del hombre, que viene a destruir aquellas situaciones bestiales que destruyen y carcomen la existencia humana.
Por tanto, el texto nos presenta a Dios que viene a juzgar, y precisamente ese juicio el signo de la Gloria de Dios. Contemplar la Gloria no es otra cosa sino la capacidad para que Dios entre y nos libere del maligno, es contemplar la bondad de Dios y permitir que arroje todo nuestro pecado. La Gloria de Dios, por tanto debe liberarnos totalmente, no es simplemente decir que es poderoso, sino que debemos ser capaces de de permitir que entre en nuestras vidas y nos libere, sólo así podemos decir que vemos la Gloria de Dios.
Junto al anciano aparece esta misteriosa figura del Hijo del Hombre, que hace referencia contraria a las bestias. Es como si el texto nos dijiera que una vez que las bestias han sido eliminiadas, aparece la humanidad. Quitar a las bestias es permitir paso a la humasnidad. Esto quiere decir que cuando Dios nos libera nos humaniza. La Gloria de Dios se convierte precisamente en un motor de humanización.
De este modo, la Gloria de Dios se convierte no simplemente en algo que debamos contemplar, sino que se convierte en una fuerza motora que es capaz de liberarnos, es capaz de iniciar en nosotros una vida nueva. La Gloria de Dios no sólo es contemplativa, sino puesta en marcha.
Ante esta fiesta de la Transfiguración en donde Pedro, Santiago y Juan vieron la Gloria de Jesús, deberíamos meditar que tanto hemos visto la Gloria de Dios en nuestra vida, ¿Que tanto hemos entrado en relación con Dios?, ¿Qué papel tiene en nuestra vida?, ¿Qué capacidad de fuerza tenemos en nuestra historia?, pero sobre todo ¿Qué tanto hemos dejado que su Gloria sea en nosotros un motor de liberación, que nos haga más humanos? Y al decir más humanos implica decir más comprensivos, más pacientes, más serviciales, porque así dejamos que la magnificencia de Dios se haga presente en nostros.

1 comentario:

  1. PADRE,el lunes(además de otros días), cómo me acordé de Usted en Mt.14 "...DENLES USTEDES DE COMER..." Es lo que ha hecho con nosotros en la comunidad. Ha multiplicado nuestros poquísimos y raquíticos panes: poca reflexión, conocimiento, paz, deseo de transformación, etc. LOS HA MULTIPLICADO Y MEJORADO (es de poco a poco) Y no se imagina cómo desearía decirle: "SEÑOR, QUÉ BIEN SE ESTÁ AQUÍ...NO SE VA--.Pero sé que no se debe decir; además, no quiero ser una persona más que lo mortifique con lo que diga. Me conforta saber que MUCHÍSIMAS PERSONAS MÁS SE BENEFICIARÁN CON LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES QUE RECIBIRÁN EN ROMA A TRAVÉS DE USTED.¡BENDITO SEA DIOS! Le suplico,por favor, que no deje de escribir en esta página: DENOS MÁS DE ESE PAN. GRACIAS PADRE.

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