31/8/09

Pureza e interior

Meditación para el XXII Domingo Ordinario
Ciclo /B/

Textos:
Deuteronomio 4,1-2.6-8
Santiago 1,17-18.21-22.27
San Marcos 7,1-8.14-15.21-23

Vivimos en un mundo lleno de violencia, destrucción, corrupción, mentiras, etc. Y esto lo vamos comprobando día a día con las noticias y las diversas manifestaciones culturales que vamos viviendo diariamente. El problema es que al confrontarlas creemos que los responsables son los agentes externos de la vida, como la pobreza, la clase política, los bancos, etc. Sin embargo esto no es sólo así, si bien ellos tienen ciertas culpas y responsabilidades amplias, tendríamos que ver nosotros cual es nuestro papel y nuestra responsabilidad en todo esto, porque no es posible que todos vayamos por la vida culpando a todos de las desgracias del mundo y creer que nosotros somos inocentes
Sobre esta realidad nos habla la liturgia de hoy. En el pasaje de evangelio nos encontramos con los fariseos un grupo judío que era bien considerado en esos tiempos, pues era el grupo de los estudiosos de la Ley, cualquier situación ellos la iluminaban con la vivencia de la Escritura. Sin embargo se presenta una dificultad y es que estos hombres en su afán de dar a conocer la Escritura habían generado una serie de leyes de pureza que en ciertos momentos era insostenible, pues se debían guardar todo tipo de situaciones y normas para evitar la impureza. No es que sea malo el lavarse las manos, lo malo fue cuando se decía que el hombre se volvía impuro precisamente por entrar en contacto con la realidad, con lo exterior.
Para Jesús eso es insostenible, no soporta que las cosas sean así lo exterior no puede hacer impuro al hombre, como es posible que lo que no esté en sí lo haga impuro. Y hay que aclarar que impuro no se refiere simplemente a estar sucio, o mugroso, sino que impureza remite precisamente a aquel que está imposibilitado para entrar en contacto con Dios. De ahí que la impureza provoca que el hombre se aparte de la presencia de Dios. Por esta razón no lo soporta Jesús, es inconcebible que por tocar algo externo el hombre quede imposibilitado para establecer un contacto con Dios.
De ahí que precisamente por eso los desenmascare: «Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.» Lo que realmente hace impuro al hombre no es lo que toca sino lo que tiene en su interior, eso es lo que le daña, lo que le hiere, lo que le aparte de Dios. De nada sirve una práctica ritual externa, si al final de cuentas en nuestro interior vamos anidando una serie de sentimientos y pensamientos que son contrarios a los demás. Eso si es impureza, por ello Jesús termina diciendo que esa impureza, esas prácticas que alejan de Dios no está ni en los alimentos, ni en el polvo, sino que están en el corazón, en la sede de los pensamientos, es ahí donde comienza la corrupción, es ahí en donde inicia la destrucción del hombre y la separación plena y consiente con Dios: «es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre.»
Esto debería hacernos os pensar que a veces si hay corrupción, engaños y violencia no sólo es por el exterior, sino que también nosotros a veces contribuimos a esta realidad. Porque también somos violentos con nuestra familia y seres queridos, cuando les gritamos, los humillamos, e incluso los golpeamos. Somos mentirosos con aquellas situaciones que no nos conviene que salgan a la luz. Si hay corrupción es porque muchas veces somos nosotros quien la propiciamos para salir de una infracción, para acelerar trámites, para salir bien de una situación. No podemos quedarnos y decir que el mundo es malo, que el mundo está podrido, sino que debemos empezar a meditar realmente que tanto propicio yo ese mal.
Las cosas no cambian sólo porque nos quejemos, o porque lloremos, o señalemos a los demás, las cosas cambian sólo cuando queremos iniciar un cambio desde nuestro interior, cuando me vuelvo honesto y veraz, cuando ayudo a los que están cerca de mí, cuando dejo de ser un corrupto empedernido. Sólo cuando tomamos la determinación de iniciar un cambio podremos entonces iniciar una verdadera transformación en nuestro ser y en nuestro entorno. Si nos quejamos de muchas cosas, deberíamos primeramente descubrir hasta que punto voluntaria o involuntariamente hemos contribuido a ello, y sólo así las cosas cambiarán, de lo contrario seremos fariseos tratando de no tocar nuestra realidad, pero si señalándola, sin iniciar nunca un verdadero cambio. Porque como lo marca la segunda lectura: «La religiosidad pura y sin mancha delante de Dios, nuestro Padre, consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas cuando están necesitados, y en no contaminarse con el mundo.» En otras palabras el verdadero hombre de fe transforma su entorno viendo por los demás y no encerrándose en sí mismo y señalando sin lograr un cambio auténtico, que el Señor nos ilumine y nos haga capaces de transformar nuestra vida.

3 comentarios:

  1. ya estoy por estos lugares Dios los bendiga a todos

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  2. PADRE: Corruptio óptimi, pésima...
    GRACIAS PORQUE NUNCA HA TENIDO USTED UNA ACTITUD FARISÉICA.NUNCA NOS CRITICÓ, HUMILLÓ, OFENDIÓ O "BALCONEÓ" ANTE NUESTRAS PREGUNTAS O COMENTARIOS IGNORANTES U "OBVIOS".
    JAMÁS NOS TRATÓ DESPÓTICAMENTE O CON ALTANERÍA. JAMÁS SALIÓ DE SU BOCA, DE SU CORAZÓN ALGUNA OFENSA. NOS MOSTRÓ HUMILDAD. COMPARTIÓ CON NOSOTROS SUS CONOCIMIENTOS Y SU AMOR A CRISTO.
    LA VERDAD, LA RAZÓN, LA SOLIDARIDAD ESTUVIERON EN MEDIO(COMO LO ACONSEJABA SANTO TOMÁS DE AQUINO)
    PERO¡LO MÁS ASOMBROSO:....................!!!!!!
    CONTINÚA USTED COMPARTIENDO A TRAVÉS DE ESTAS HOMILÍAS
    ¡BENDITO SEA DIOS! ¡GRACIAS!

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  3. En verdad he comprendido que vivir y ser apariencia no nos conduce al camino de Dios, al contrario, nos separa de él.

    Debo reflexionar sobre mi persona, hacer un exámen de conciencia para evitar ser como aquellos fariseos. Para tener digna estancia al lado de Jesús. Padre, su homilía es tan profunda
    que nos permite abrir nuestro corazón para pedirle a Dios que nos haga dignos de estar a su lado, que no nos deje lejos de él.

    Le pido a Dios perseverancia en la oración y discernimiento para actuar acorde a las enseñanzas de Jesús.

    Su homilía es maravillosa, le pido a Dios que lo bendiga, lo proteja y libre de todo mal, a usted y a todos los sacerdotes del mundo.

    Padre! si ve a su santidad, Benedicto XVI, dele una mirada de afecto y de amor de mi parte, y si es posible un abrazo.

    Con todo mi amor y respeto,
    Gracias, mi muy querido padre Esteban.

    Sara Hernández Castillo.

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