2/8/09

Eucaristía: Trascender lo material

Meditación del XVIII domingo Ordinario
Ciclo /B/

Textos:
Éxodo 16,2-4.12-15
Salmo 77
Carta a los Efesios 4,17.20-24
San Juan 6,24-35


Una problemática en la vida del hombre es la búsqueda desmedida de cosas materiales, se puede vislumbrar una tensión desmedida por querer comprar o adquirir cosas materiales porque presentan un falso paraíso de la felicidad. Se ve la búsqueda ávida del dinero que parece ofrecer el sentido de la vida e incluso la ideologías cargadas de un gran materialismo como la moda, el tener estilo, el vestir de marca, el hedonismo que se limita todo a lo material, que encierra la vida del hombre en lo meramente pasajero. De ahí que se abarrote la gente al escuchar cualquier tipo de oferta, de promoción y sin pensarlo se lanza a la aventura para alcanzar lo que se ofrece; y muchas veces ni siquiera se piensa si se necesita, simplemente se compra porque está de oferta, creyendo así que ahí está la felicidad.
Estamos en un mundo de un a búsqueda desmedida de lo material, para obtener así lo que nos de el confort o la misma felicidad. Sobre esta realidad parece que nos hablan las lecturas del día de hoy.
La primera lectura tomada del libro del éxodo nos presenta el camino del pueblo de Israel por el desierto una vez que han salido de Egipto. Y ahí en medio del desierto, lugar para encontrarse con Dios y su vocación a la libertad comienzan a protestar y añorar las ollas de carne. No es que sea malo sentir hambre, lo malo es vivir añorando el pasado, el tener hambre de las cosas que no valen la pena, de una búsqueda del pan verdadero.
Si el pueblo ha salido de Egipto implica que hay algo nuevo en su vida, pero el pueblo de Israel sigue aferrado a lo antiguo y no descubre la novedad. Podemos descubrir entonces que el verdadero obstáculo para alcanzar la libertad no fue el faraón, ni el mar rojo, o los enemigos que se pudiesen encontrar en el árido desierto, sino que son ellos mismos que no se abrieron a Dios, que no descubren sus dones, su fuerza.
Pero aún ahí en medio de su protesta y su murmuración Dios hace suscitar una nueva expectativa de salvación para saciar al hombre. Lo hace para que reconozcan un nuevo alimento que viene de Dios, par que no se esclavicen, sino que vean la novedad, sino que se abran a la novedad.
Con esta acción el pueblo de Israel de abrirse a la acción d Dios, levantar la vista y descubrir el Maná que viene del cielo, es momento par descubrir que siempre hay algo nuevo, algo diferente que nos ayuda a descubrir que Dios que no nos abandona y darse la oportunidad de descubrir que Dios nos da cosas nuevas, situaciones que nos ayudan a cambiar nuestra historia.
Nosotros muchas veces somos así, vivimos en el pasado, anhelando lo anterior, no somos capaces de ver la novedad que nos da Dios. Pensamos en el dinero, en la envidia, en la ropa, en los artículos de moda. Sólo vivimos soñando, anhelando muchas cosas materiales, pero nunca descubrimos todo lo que Dios nos da; como por ejemplo El amor, la familia, la paz la reconciliación, la amistad. A veces nos volvemos ciegos esperando otras realidades materiales.
Un problema que se suma a este materialismo se da cuando creemos que Dios sólo sirve para proveer nuestros caprichos. Y el evangelio nos lo da a entender claramente: «Ustedes me buscan, no porque habéis visto los signos, sino porque comieron el pan y se saciaron.» Ellos buscan a Jesús porque les dio pan y se saciaron, no lo buscan porque hayan entendido el signo de la multiplicación de los panes, sino porque buscan su conveniencia, buscan lo material, buscan el pan gratuito. No son gente de fe, no buscan el sentido de su cercanía con Cristo, sólo se han quedado a un nivel utilitarista. Se alejan de la fe y no viven en una fe que renueva y transforma.
A veces somos así, asistimos a nuestros cultos, a nuestras oraciones, a nuestras bendiciones, pero no lo hacemos para descubrir lo que Dios nos quiere enseñar, lo que Dios quiere iluminar en mi vida, con su palabra, con sus acontecimientos. Sino que vamos a encontrarnos con Dios, a orarle, a comulgar pero para que nos vaya bien, para nuestras supersticiones, para que nos ayude: Cuántos vienen a orar para que Dios le de el premio de la lotería, para que le de un coche, para que se encuentre dinero, para que le vaya bien, para que saque una buena calificación, para que me de un novio, etc. Una serie de peticiones y de oraciones y de celebraciones que tienen todo menos una viuda de fe.
Tendríamos que preguntarnos qué tanta fe tenemos, qué tanto permitimos que Dios nos guíe; o bien qué tanto tratamos de manipular a Dios en nuestras vidas, utilizándolo a nuestra conveniencia, para que nos de lo que queremos. Realmente buscamos a Dios llenos de una fe pura y limpia, desinteresada y llena de un convencimiento que transforma nuestra vida.
Podemos decir que nuestra fe está prostituida, porque en realidad buscamos a Dios para encontrarnos con otros intereses. Es una fe interesada en lo material pero no interesada en encontrar a Dios.
Lo importante de la multiplicación de los panes es la fe que se debe de suscitar, el encuentro con Cristo. No con lo material, por eso Jesús inmediatamente los denuncia.
Lo esencial es buscar a Cristo, y purificar nuestra fe de lo meramente materialista y utilitarista. Sólo Cristo puede saciar nuestra hambre de infinito y de inmortalidad. Cristo es ese Pan de vida que da sentido a nuestra hambre espiritual. Cada vez que venimos a la Eucaristía deberíamos caer en la cuenta de que nos encontramos con el cuerpo de Jesús. De que comulgamos a Cristo, un alimento que no es para saciar el vientre, lo material, sino para dar plenitud a nuestra vida.
Al contemplar la Eucaristía deberíamos caer en cuenta de que este mundo no e sólo materialista, y deberíamos de ser invitados a trascender lo material, a descubrir que no podemos quedarnos con lo meramente pasajero, lo meramente terrenal, sino que ha de trascender y renovar toda nuestra vida. Comulgar debe ser el encuentro con Jesús y descubrir que no requerimos de otras realidades sino sólo y únicamente Él. Sólo Dios llena, sólo Dios sacia. Si bien es necesario lo material, también lo espiritual, porque al dejar que Cristo entre se llena la experiencia del amor, de la paz, de la misericordia, que son situaciones meramente espirituales que tanto requerimos en nuestra historia.
El creyente es invitado a venir cada domingo a la celebración de la Eucaristía para encontrarse con la comunidad, con Cristo y descubrir que la vida no se encierra en lo meramente material, sino que hay algo más que le llena, le ilumina y le ayuda para seguir adelante.
De tal manera que hoy somos invitados a descubrir el sentido real de nuestra vida y no quedar atorados en lo material, o en una fe utilitarista- caprichosa, sino a encontrarnos con Cristo. Esto implica dejar nuestra mentalidad materialista, y revestirnos de Dios, dejar que el nos llene, nos sacie como el mismo san Pablo nos lo ha dicho hoy en la segunda lectura: «Despojense del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos, renovaos en el espíritu de su mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.» revistámonos de una nueva fe encontrándonos con Jesús y animándonos a seguir adelante, teniendo por seguro que Dios no nos deja ni abandona.

2 comentarios:

  1. Parece mentira, pero es real. Un mexicano de Coahuila tiene el nombre "más largo" del país y uno de los más exóticos del mundo:
    Brhadaranyakopanishadvivekachudamani Erreh Muñoz

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  2. PADRE, es curioso también que este nombre largo haga referencia a la VÍRGEN DEL REFUGIO(católica)y a 2 filósofos de la india ¡QUÉ COMBINACIÓN! Mi nombre ha sido difícil para los espacios"normales"en dependencias, nóminas,computadoras.Pero qué alivio sentí cuando me enteré que el 22 de abril de 1914 en el Registro Civil del D.F. fue inscrita una mujer con ¡30 NOMBRES! A saber: MARIA DE LA ASUNCIÓN LUISA CONZAGA GUADALUPE REFUGIO LUZ LORETO ALTAGRACIA CARMEN MATILDE JOSEFA IGNACIA FRANCISCA SOLANO VICENTA FERRER ANTONIA RAMONA AGUSTINA CARLOTA INOCENCIA FEDERICA GABRIELA DE DOLORES DE LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA SALDÍVAR Y SALDÍVAR (ay, creo que no transcribí uno, me faltó ¿verdad?)Y sólo le decían MARÍA.

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