14/5/10

«... desde el bautismo hasta el día de la ascensión...»

Meditación con motivo de la fiesta de san Matías

Textos:
Hechos 1,15-17.20-26
San Juan 15,9-17

Hoy celebramos la fiesta de san Matías. La primera lectura nos habla acerca de la elección de este apóstol como sustituto de Judas, que había traicionado. Este acto es simbólicamente importante, puesto que dentro del pensamiento de san Lucas, trata de manifestar sobre todo que es importante que se complete el número doce, puesto que este número juega un papel importante dentro del simbolismo bíblico.
El doce representa el pueblo de Dios. Recordemos como en el Antiguo Testamento se elige simbólicamente doce tribus. De este modo el doce comienza a ser un signo del pueblo de Dios. Cada vez que encontremos el número doce, nos habla de esta realidad, nos habla de la importancia de ser elegidos por Dios, de ser una comunidad, de pertenecer a una Alianza. Jesús de modo simbólico al iniciar su ministerio escogió doce apóstoles para indicar que inicia un nuevo pueblo, una nueva comunidad mesiánica.
Sin embargo en esta comunidad hay uno que ha muerto como consecuencia de su traición. No quiere decir que uno sea el traidor, pues como hemos meditado en otras ocasiones, todos en un momento determinado traicionaron a Jesús. Sin embargo, hay uno que se encontró al borde de la angustia y al captar realmente lo que había hecho se suicido. Ahora deciden completar el número y volver a colocar el número doce, para mostrar que son la nueva comunidad.
Pero detengámonos en una cosa muy singular. Se colocan una serie de condiciones para marcar quien puede pertenecer al grupo de los Doce: «Es necesario que uno de los que han estado en nuestra compañía durante todo el tiempo que el Señor Jesús permaneció con nosotros, desde el bautismo de Juan hasta el día de la ascensión, sea constituido junto con nosotros testigo de su resurrección.» Se habla que el sucesor debe haber estado con ellos, en cuanto que estuvo en contacto con Jesús.
San Matías seguramente era conocido por los apóstoles, incluso seguramente tenía un trato de amistad con ellos, sin embargo no dicen que lo elijan porque era su amigo. No dicen “elijamos a uno que estuvo con nosotros”, o “a uno con el que nos llevemos bien”. Ese no es el criterio para ser apóstoles, sino que el criterio, es sobre todo que estuviesen con Jesús desde el misterio de Juan bautista hasta su ascensión. Manifestando así que ha vivido el misterio de Jesucristo. Si es elegido apóstol no es por su amistado con Pedro u otro de los apóstoles, sino por su amistad con Jesús, por la cercanía que tuvo con él.
Este pasaje nos da una lección muy importante: Ser apóstol no es de conveniencias o de influencias, sino de cercanía y amistad con Jesús. Lamentablemente en varios rubros de la vida eclesiástica estamos marcados por las influencias, los compadrazgos, las amistades, y muchas veces dejamos de lado la amistad con Jesús al escoger un cargo de servicio dentro de la comunidad. Cuantas veces se elige a un coordinador, sólo porque es el que tiene dinero, o bien porque se lleva bien con un padre, o tiene influencias con alguna autoridad o es amigo de algún coordinador. Y curiosamente lo eligen así, pero puede ser que no tenga ninguna relación de amistad con Jesús.
Cuantas veces creemos precisamente que ser apóstol se reduce a una situación de influencia o de poder, pero muy raramente pensamos en la relación con Jesús. Y ante eso podemos decir que son coordinadores, líderes, pertenecientes a un grupo; pero no son realmente apóstoles, no son enviados por Dios. Y no lo son precisamente porque no son amigos de Jesús.
Matías no es apóstol por un tráfico de influencias, o porque era el consentido de los apóstoles, o muy simpático. Sino que es un hombre que conoció a Jesús, es un hombre que se encontró con él y por lo tanto podía trasmitirlo.
Ser apóstol es precisamente ser amigo de Jesús, para darlo a conocer. No basta con dar dinero, o comparar materiales, hacer donativos sustanciosos, quedar bien con alguna autoridad, meterse en políticas sucias. Ser apóstol es cosa de experiencia, lo demás es sólo parte de una burocracia eclesiástica que no sirve para nada.
Cada domingo hacemos nuestra profesión de fe, por medio del rezo del Credo, y en él reconocemos que la Iglesia es apostólica, es decir que somos llamados a ser apóstoles, es decir enviados. El ser apóstoles es una misión para cada uno de nosotros desde nuestro bautismo. Y si somos enviados por Jesús, implica que siempre somos invitados a reconocer que debemos estar cerca de Jesús y tener una relación de amistad con él. De parte de Jesús siempre somos sus amigos como lo dice hoy en el evangelio, sin embargo deberíamos preguntarnos que tan en serio nos tomamos nosotros esa amistad con él. Porque en la medida en la que tengamos esa amistad, es encuentro personal con él y estemos llenos de su fuerza, seremos realmente sus apóstoles. No basta con venir cada domingo a misa, no basta hacer una oración, no basta tener un cargo eclesiástico, no basta decir que tengo un servicio en la parroquia, no basta decir que voy a un curso de biblia o de doctrina cristiana. Ser apóstol requiere el encuentro con él, el conocerlo más, no sólo intelectualmente, sino vivencialmente, reconocer su actuar, y llenarnos de una experiencia de fe. Sólo con una verdadera experiencia de Jesús podemos llamarnos apóstoles.
Que en esta fiesta de San Matías reconozcamos que cosas hacemos y que debemos dejar de hacer para ser realmente apóstoles, no de palabra, sino de corazón.

2 comentarios:

  1. ¡SEÑOR, AUMENTA MI FÉ!
    GRACIAS PADRE

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  2. PADRE, POR FAVOR, LE SUPLICAMOS LAS DEMÁS HOMILÍAS. ¡TENEMOS HAMBRE!
    Evidentemente tiene USTED muchas actividades pero "DAR NUESTRO TIEMPO A LOS DEMÁS, ES TAMBIÉN HACER CARIDAD CON ALGO NUESTRO (EL TIEMPO)"
    POR FAVOR,aun cuando sea de poco en poco, no deje de ayudarnos a reflexionar estas LECTURAS TAN INTERESANTES. ¡POR FAVOR!
    GRACIAS PADRE

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