29/5/10

«Mi delicia es estar con los hijos de los hombres...»

Meditación con motivo de la Solemnidad de la Santísima Trinidad
Ciclo /C/

Textos:
Proverbios 8,22-31
Salmo 8,4-5.6-7.8-9
Romanos 5,1-5
San Juan 16,12-15


El misterio de la Trinidad es uno de los grandes fundamentos de nuestra fe. Esta verdad de fe es fundamental y es única dentro de la historia de la Religiones, e incluso de las monoteísticas pues siempre se ha hablado de un Dios, pero no de un Dios Trino. Es una verdad que se ha ido desvelando desde los primeros siglos del cristianismo, en donde se reflexiona sobre la divinidad de Cristo, y a su vez del Espíritu develándonos e este misterio Trinitario de un solo Dios en tres personas.
Sin embargo este misterio Trinitario parece pertenecer al mundo de lo intelectual, del proponer cosas nuevas a nivel intelectual, y muy raramente tendría algo que ver con el hombre. Sin embargo no es así, el misterio Trinitario está en estrecha relación con el hombre y la primera lectura parece llevarnos a una dirección fundamental del misterio trinitario, nos dice que la Sabiduría ya existía desde los inicios, ya existía desde los cimentos de la historia. Marcando así una tipología del Hijo, marcando que Dios no es solitario, ha estado esa Sabiduría desde los inicios. Ya hay una idea de esta presencia de un Dios Trino con la Sabiduría, que está junto a Dios como asistente, como "arquitecto" y que se interrelaciona con esta creación. Esto demuestra que la creación no es obra de una sola mente, no es algo individual, sino es parte de un misterio comunitario que hoy en día podemos llamar “Trinidad”.
Esto puede acercarnos al valor de la vida Trinitaria en nuestra historia, en nuestra vida. Parece que este texto no sólo da el anuncio del Misterio Trinitario, sino que da una enseñanza acerca del misterio Trinitario e nuestra vida. Y podemos ver dos aspectos de este misterio Trinitario en nosotros.
En primer lugar, él sabe todo. Él es quien nos conoce. Misterio Trinitario es un misterio de amor y todo lo ha creado por amor. Pero nos conoce, y lo marca el texto diciendo que él está cuando dice: «Antes que fueran cimentadas las montañas, antes que las colinas, yo nací, cuando él no había hecho aún la tierra ni los espacios ni los primeros elementos del mundo. Cuando él afianzaba el cielo, yo estaba allí; cuando trazaba el horizonte sobre el océano, cuando condensaba las nubes en lo alto, cuando infundía poder a las fuentes del océano, cuando fijaba su límite al mar para que las aguas no transgredieran sus bordes, cuando afirmaba los cimientos de la tierra
Con esto manifiesta que conoce todo, que no hay nada que no lo conozca. Conoce los cimientos de la creación, conoce el fundamento de la realidad. Todo tiene un sentido, y Dios lo sabe, pues conoce la razón de todo. No oculta nada, todo lo conoce y sabe cómo funciona. Si él conoce el origen y fin de la creación, conoce aún más el sentido y fundamento de nuestra vida.
Dios está ante de todo, el nos conoce, sabe la razón de nuestros sufrimientos, nuestras caídas, nuestras debilidades, nuestros dones y carismas. Él nos creo sabe de lo que somos capaces, conoce de nuestros límites. Él nos creo y nos conoce profundamente. Podemos engañar a muchos, podemos decir que no fallamos, podemos decir que no somos buenos, pero finalmente hay alguien que lo sabe todo, porque sabe cómo hemos sido creados.
De esta manera el misterio de la Trinidad nos lleva al misterio de la creación, y sobre todo al misterio de nuestra creación. Es la invitación a contemplar la grandeza de Dios en mi vida. Reconocer que soy grande, que soy una creación perfecta a los ojos de Dios. El misterio Trinitario me lleva a reconocer que Dios lo creo todo con su fuerza, pero lo creo en un sentido de amor, y en su sentido de comunión. Nosotros somos ese misterio de comunión, pues somos su imagen. Somos una imagen de amor, y él nos conoce plenamente.
La Trinidad nos lleva a descubrir que no estamos solos en el camino e la vida, sino que Dios está siempre con nosotros, pues nos conoce, y sabe todo de nosotros. Es como si dijese- parafraseando un poco el texto de Proverbios- : “Antes de que fueras creado yo te conozco, antes de que pisaras y fueras cimentado en la historia ya sabía quién eras, sabía cómo estarías cimentado en la vida; no existía nada cuando ya te tenía proyectado con una misión en la vida, un llamado al amor; No había ni dificultades, ni problemas y sabía tus límites, que te ayudarían acrecer y saber quién eres, que te ayudarían a saber qué camino abráis de seguir en la vida; No había cosas grandes, ni buenas, pero ya sabía quién eras tú, sabía de lo que serías capaz, de los retos que podrías afrontar y salir adelante, de tus dones y carismas.” En otras palabras así como Dios conoce los fundamentos del universo entero, conoce nuestros fundamentos.
En segundo lugar nos demuestra que es un Dios que le gusta interrelacionares con nosotros. No es él arquitecto “teísta” que crea y nos tira a nuestra suerte, sino es el arquitecto que nos ama y quiere relacionarse con nosotros. Nos dice el texto de Proverbios «Recreándome sobre la faz de la tierra, y mi delicia era estar con los hijos de los hombres.» Con esta frase nos habla de cómo le complace habitar en medio de los seres humanos. Es un Dios que nos ama y quiere interrelacionarse con nosotros. Se recrea en la tierra, en otras palabras ama su creación, le maravilla contemplarla. Cuando uno se recrea con algo implica que a la visita es algo hermoso. Nos ama, Dios nos ama nos ha creado con amor, y no hay cosa mejor que recrearse con nosotros. Pero recrearse implica también interactuar, pus le gusta estar en medio de esta creación, complementando, salvando, redimiendo. Y así surge una historia de salvación en donde Dios camina con el hombre para mostrar la grandeza de su amor. Por ello aclara que su delicia es estar en medio de los hijos de los hombres. Hablar de Trinidad es hablar de cercanía de Dios. La Trinidad no es sólo lejanía o abstracción de lo real, al contrario, es cercanía con Dios.
Y esto se ve reforzado por el mismo Salmo 8: «¿Qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides?» En donde el Salmista manifiesta con una pregunta dos realidades, por un lado busca la respuesta al ver lo valioso que es el hombre, se pregunta quién pude ser el hombre para que Dios esté atento a sus necesidades; pero al mismo tiempo lo dice en todo de admiración, marcando la realidad, somos tan especiales que Dios se fija en nosotros, no sabemos cómo es posible, pero así es. Con esta frase parece quedar especificado lo que la primera lectura ya nos marcaba, Dios está maravillado con nosotros. Y así como el Salmista lo marca, hoy debemos hacer estas palabras como nuestra oración, al ver que él nos conoce y nos busca para estar con nosotros, pues somos lo más grande a sus ojos.
Este texto nos enseña que el misterio Trinitario no es sólo una cosa que implica divagar con proposiciones y tesis teológicas de latos vuelos. La Trinidad no puede quedar sólo en puras hipótesis mentales, puesto que eso no sirve en realidad. El misterio Trinitario debe descender a la vida del hombre, debe remitir necesariamente a la historia del hombre. Si el misterio de Dios no desciende a la realidad del hombre e un misterio inútil, pues no dice nada a nuestra realidad.
El misterio Trinitario debe llevar a confrontarnos y a entendernos más profundamente. Y la misma Liturgia nos lo indica, pues al escuchar esta primera lectura descubrimos que ya desde el Antiguo Testamento hay luces del misterio Trinitario, pero en relación a la creación, en relación al hombre, puesto que desde esta relación es posible hablar del misterio Trinitario.
El misterio del Dios uno y Trino, nos lleva a reconocer que es un misterio de amor, que desciende en una creación, que tiende en nuestra creación. Un Dios que nos crea con limites, y grandezas, pero que finalmente la mayor grandeza es que le pertenecemos a él, que él es quien nos ha dado todo, nos conoce y nunca nos deja solos, pues interviene y le gusta intervenir con nosotros para salvarnos y ser compañero de nuestro camino.
Qué al contemplar el misterio de la Trinidad nos contemplemos y veamos que somos imagen de este Dios que nos da todo, y que él nos ha creado, nos conoce y que no vamos solos en medio de la historia.

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