23/10/09

Todavía hay tiempo de cambiar

Meditación del Sábado XXIX de Tiempo Ordinario
Ciclo ferial /I/
Año impar

Textos:
Romanos 8,1-11
San Lucas 13,1-9

Muchas veces vamos por la vida con una actitud meramente conformista, y creemos que como somos es suficiente. Creemos que los demás tienen la obligación de aguantarnos, o de conformarse así como somos. Esto puede abarcar la vida de la fe, la vida social, escolar, de trabajo. Todos los ámbitos. Cuántos estudiantes llegan a decir “yo no voy a estudiar al fin que los maestros ya saben que no hago nada”, o cuantos en el trabajo no hacen nada porque así son, o cuantos hablan con groserías o insultos porque dicen que así son y que ni modo, que los aguanten los demás. Y en la vida de fe muchos opinan que Idos ya saben como son y que así los quiere, que él se aguante porque nosotros no vamos a cambiar, o incluso llegamos a decir que vamos a cambiar luego o al final de la vida, porque Dios es tan grande que finalmente nos va a perdonar, y sobre todo que podemos arrepentirnos al final de los tiempos.
El día de hoy en el evangelio escuchamos una parábola en donde Jesús trata de poner de manifiesto que muchas veces no vamos dando los frutos en la vida, no vamos dando testimonio de nuestra auténtica fe, sino que vamos por la vida como si nada pasara y creyendo que después todo cambiará. Sin embargo descubrimos que el dueño de la viña no está de acuerdo con esto, pues espera los frutos, espera que cambiemos, que vayamos siendo mejores. Cada año va a buscarlos y no haya nada, y finalmente quiere cortarla, porque no hay frutos.
Tener fe, no es simplemente un artículo de lujo que se usa de vez en cuando, sino que debe de ejercitarse de manera constante. Constantemente hay que dar frutos. No vale decir que no podemos o que no vamos a cambiar, sino que debemos de procurar la capacidad de cambio en la vida. Siempre hay tiempo, siempre tenemos la oportunidad de ser mejores, mientras estamos aquí. Hoy es el momento para renovarnos y realmente ser distintos, hoy podemos transformar nuestra vida, nuestras actitudes, nuestras palabras, nuestro trabajo. Hoy y sólo hoy.
Jesús cuneta esta parábola porque muchos creen que Dios ha mandado el castigo de los asesinados por Pilato y la Torre de Siloé porque son malos, pero Jesús los desengaña y les hace ver que todos son malos, y lo importante no es juzgar al otro, por lo que le ha sucedido, sino ver hacia nuestro interior y descubrir que es lo que debo cambiar, si a ellos les ha llegado el fin y a mí no, quiere decir que hoy puedo iniciar un cambio en mi vida, porque finalmente sigo aquí por algo, puedo hacer de mi vida algo mejor para mí y para mis hermanos.
Sería bueno que hoy dejásemos de juzgar lo que a otros les sucede y empezar a vernos a nosotros mismos y lo que debemos cambiar y ver si en realidad damos los frutos que quiere el Señor o simplemente la vamos pasando. Hoy es el día para iniciar un nuevo caminar, iniciar una nueva manera de relacionarnos sin tantas groserías, sin tantas flojeras, sin dejar de creer que nada es importante. Hoy es el día.

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